Ya hace un buen tiempo que los asuntos de la distribución y exhibición comercial de películas en el Perú han dejado casi de ser mencionados en este blog, a no ser alguna referencia puntual a títulos anunciados (a veces con trailer incluído) y luego cancelados, cosa que es cada vez más frecuente. Parecía un tanto redundante volver sobre un tema penoso frente al cual todo lo que se dijera resultaba infructuoso.
Si ahora volvemos sobre el tema es porque todo indica que estamos llegando poco a poco a un estado de creciente exclusión de casi todo lo que se aparte de los cauces de un cine de gran público. Véase, a modo de ejemplo, la cartelera del Cineplanet Primavera de este semana. El íntegro de las salas exhibe sólo tres películas: Shrek, Eclipse y Toy Story 3. Esa es la tendencia que se impone. La ilusión de que los multicines ampliarían la oferta es, hoy más que nunca, el espejismo que algunos quisimos ver. La masificación del espectáculo cinematográfico que menciona el proyecto de ley propuesto por los congresistas Carlos Raffo y Luciana León es la masificación de las aplanadoras hollywoodenses en un mayor número de pantallas y multicines.
¿Qué queda para un cine más creativo, personal o diferente? Muy poco, casi nada. Allí estarán, por supuestos, películas que como Toy Story 3 (y la producción de Pixar en su conjunto), justifican el desplazamiento a las salas. Pero serán las excepciones a la regla. Allí estarán, también, películas como Los amantes, de James Gray, que vienen por los canales de la distribución independiente, pero es probable que esos canales se vayan reduciendo cada vez más porque, y a no ser que surjan pantallas alternativas (que no son las del nuevo UVK VIP), el cinéfilo y el espectador diferenciado dejarán de asistir a los multicines, como ya lo vienen haciendo desde hace un buen tiempo, desde que las pantallas chicas empezaron a sustituir a las grandes.
Por cierto, este es un tema que toca también directamente a la producción peruana. ¿Qué le queda a las películas peruanas que apuntan a exhibirse en esas salas ? ¿Qué espacio, que no sea totalmente residual, puede tener la producción local en un mercado copado? Porque lo que se está imponiendo, como nunca antes, donde pese a todo había lugar para una cierta diversidad por tangencial que fuera, es un concepto de cine espectáculo casi excluyente.
Para eso están concebidas las multisalas y la oferta alimenticia que las acompaña. Las salas VIP y similares no son sino la versión más sofisticada del modelo. Se trata, claro está, de un modelo globalizado y lo que ocurre aquí se reproduce en mayor o menor medida en casi todas partes. Grandes espectáculos y tercera dimensión. Lo demás es relleno, siempre y cuando las majors le asignen posibilidades de rendimiento.
Por eso es que una vez más se comprueba que la piratería del dvd, y concretamente esa piratería que difunde el cine del pasado y el de las películas que no tienen posibilidad de acceso al mercado de la exhibición, constituye una suerte de resistencia cultural. ¿Qué sería de Lima si no se contara con esa posibilidad? ¿Qué sería de muchas otras ciudades y países? Ya pueden los distribuidores, exhibidores y órganos como el INDECOPI, cómplices de los oligopolios del negocio, promover campañas antipiratería absolutamente estériles. La fantasía del Fahrenheit 451, de Ray Bradbury (y la versión fílmica de Truffaut) parece reproducirse. Esa forma no legal y cada vez menos clandestina de difusión del cine equivale en alguna medida a la labor de los "hombres-libro" de la novela, especialmente en los países del tercer mundo, en los que no hay cinematecas sólidas ni circuitos alternativos de salas de arte.
Es el momento de plantear un debate sobre el tema desde diversas aristas y quiero invitar a que se pronuncien en este blog quienes puedan aportar ideas y reflexiones, no para llorar sobre la leche derramada, sino en función de lo que se pueda vislumbrar para un futuro cercano. Aquí se juega la posibilidad de los espacios alternativos para el cine de fuera, pero también para el peruano, cualquiera que sea su modalidad de producción.
Isaac León Frías
Si ahora volvemos sobre el tema es porque todo indica que estamos llegando poco a poco a un estado de creciente exclusión de casi todo lo que se aparte de los cauces de un cine de gran público. Véase, a modo de ejemplo, la cartelera del Cineplanet Primavera de este semana. El íntegro de las salas exhibe sólo tres películas: Shrek, Eclipse y Toy Story 3. Esa es la tendencia que se impone. La ilusión de que los multicines ampliarían la oferta es, hoy más que nunca, el espejismo que algunos quisimos ver. La masificación del espectáculo cinematográfico que menciona el proyecto de ley propuesto por los congresistas Carlos Raffo y Luciana León es la masificación de las aplanadoras hollywoodenses en un mayor número de pantallas y multicines.
¿Qué queda para un cine más creativo, personal o diferente? Muy poco, casi nada. Allí estarán, por supuestos, películas que como Toy Story 3 (y la producción de Pixar en su conjunto), justifican el desplazamiento a las salas. Pero serán las excepciones a la regla. Allí estarán, también, películas como Los amantes, de James Gray, que vienen por los canales de la distribución independiente, pero es probable que esos canales se vayan reduciendo cada vez más porque, y a no ser que surjan pantallas alternativas (que no son las del nuevo UVK VIP), el cinéfilo y el espectador diferenciado dejarán de asistir a los multicines, como ya lo vienen haciendo desde hace un buen tiempo, desde que las pantallas chicas empezaron a sustituir a las grandes.
Por cierto, este es un tema que toca también directamente a la producción peruana. ¿Qué le queda a las películas peruanas que apuntan a exhibirse en esas salas ? ¿Qué espacio, que no sea totalmente residual, puede tener la producción local en un mercado copado? Porque lo que se está imponiendo, como nunca antes, donde pese a todo había lugar para una cierta diversidad por tangencial que fuera, es un concepto de cine espectáculo casi excluyente.
Para eso están concebidas las multisalas y la oferta alimenticia que las acompaña. Las salas VIP y similares no son sino la versión más sofisticada del modelo. Se trata, claro está, de un modelo globalizado y lo que ocurre aquí se reproduce en mayor o menor medida en casi todas partes. Grandes espectáculos y tercera dimensión. Lo demás es relleno, siempre y cuando las majors le asignen posibilidades de rendimiento.
Por eso es que una vez más se comprueba que la piratería del dvd, y concretamente esa piratería que difunde el cine del pasado y el de las películas que no tienen posibilidad de acceso al mercado de la exhibición, constituye una suerte de resistencia cultural. ¿Qué sería de Lima si no se contara con esa posibilidad? ¿Qué sería de muchas otras ciudades y países? Ya pueden los distribuidores, exhibidores y órganos como el INDECOPI, cómplices de los oligopolios del negocio, promover campañas antipiratería absolutamente estériles. La fantasía del Fahrenheit 451, de Ray Bradbury (y la versión fílmica de Truffaut) parece reproducirse. Esa forma no legal y cada vez menos clandestina de difusión del cine equivale en alguna medida a la labor de los "hombres-libro" de la novela, especialmente en los países del tercer mundo, en los que no hay cinematecas sólidas ni circuitos alternativos de salas de arte.
Es el momento de plantear un debate sobre el tema desde diversas aristas y quiero invitar a que se pronuncien en este blog quienes puedan aportar ideas y reflexiones, no para llorar sobre la leche derramada, sino en función de lo que se pueda vislumbrar para un futuro cercano. Aquí se juega la posibilidad de los espacios alternativos para el cine de fuera, pero también para el peruano, cualquiera que sea su modalidad de producción.
Isaac León Frías
15 comentarios:
Todo eso díselo a tus amigos Tamayo, Lombardi, Durant, Oliart, etc., que apoyan a ciegas la propuesta de Raffo y León.
No comprendo qué quiere usted, amigo mío. Si a la gente le gusta El Delfín del Éxito en vez de los Bastardos son Gloria, pues así es la democracia y el libre mercado.
Una posible solución a mediano plazo (léase 10-12 años) debería recaer en los distintos entes privados y estatales que intervienen en la cultura peruana (universidades, colegios, ministerios, centros culturales, otros, etc.) para promover (a golpe seguro) festivales nacionales e internacionales, desde el nivel más bajo. El festival de Lima o de la universidad católica es un ejemplo de construcción de un mercado concentrado. El problema es que ni su misión ni visión es mercantil. Desde esta simple premisa se puede empezar a competir masivamente. No al borrón y cuenta nueva. Hay mucha gente honesta que se esfuerza y contribuye a que ese circuito menor funcione. Otra posibilidad (erróneamente explotada) es la empresa privada. He visto de cerca casos patéticos en donde los que gestionan financiamiento para sus proyectos no tienen el menor concepto para negociar con niveles mínimos de profesionalismo. No tienen “match” para empalmar una idea vendible con la necesidad de las empresas. Cierto es que en ambos lados se necesita algo de dinero y dos requisitos ineludibles: gerencia e inteligencia. Cambiarle a la gente los gustos no es fácil, y menos si se trata de un producto delicado como el cine. La piratería cinematográfica es una fuente integral de la oferta. Las autoridades no pueden controlarla por que no tienen ni recursos ni prioridad para hacerlo. No sería una mala idea que se sienten con los piratas y les planteen alternativas. Lo del tal Raffo me parece pestilente y estoy de acuerdo con usted. Sería ilógico osar cambiar el rumbo de lo establecido sin tener un sol en el bolsillo, y una locura enfrentarse al poder con tan solo palabras. Los políticos están y seguirán colgados de los calzones de los que manejan el dinero y mueven al topo gigio.
Alejandro De los Ríos
¿Corre riesgo la existencia misma del Festival de Lima frente a un panorama asi?
Yo no veo poetas por ahí quejándose de la mala distribución de sus poemarios. El cine nació como entretenimiento; si el buen cine ya no tiene espacio en la pantalla grande, pues piña, que espere a que el abaratamiento de la tecnología le permita filmar a bajo costo y mostrar los resultados en espacios virtuales.
Hace un par de años Ricardo Bedoya planteó un debate similar, con claros ejemplos del comportamiento de las majors que no sólo atentan contra los intereses de muchos cinéfilos (lo cual no necesariamente está mal aunque no le guste a algunos) sino directamente contra las normas que regulan la libre competencia.
En esa oportunidad se acreditó que ante casos similares en España se sancionó a las majors con millones de euros en multas, sin perjuicio de que se les prohibió seguir ejecutando políticas de distribución que constituían claros abusos de posición de dominio.
Sin embargo, al momento de preguntar quién se animaría a promover una denuncia similar ante la Comisión de Libre Competencia del INDECOPI, nadie dijo esta boca es mía. Que era muy difícil probar, que nadie iba a apoyar, que todas las partes involucradas tenían intereses para mantener el status quo, etc.
Más allá de las campañas de educación, de esperar que la empresa privada se comprometa algún día, que repotencien el CONACINE, que haya mayor apoyo del Estado, etc. (todas estas alternativas que se mencionan siempre y con los mismos resultados), habría que debatir también sobre métodos concretos y realizables de poder hacer algo (no son cosas excluyentes). En España se demandó a las majors y se les ganó. ¿Por qué se podría hacer lo mismo acá?
Tenemos opinologos, analistas y/o criticos que proponen mucho, pero que carecen de proactividad.
En relación al (indignante) comentario del canguro de navidad: usted tiene la lógica (doblegada) del violado que dice "¡Qué vamos a hacer...! ¡Así son los hombres...!".
Pues, claro, que habría que hacer algo, tal como plantea Isaac león Frías, porque el cine, como la cultura, es comida: nutre. No se puede vivir solo de fast food y excremento. Hace daño.
Bueno Sr. León, en su agudo planteamiento tiene la respuesta de lo que pasa con el negocio del cine (que según usted toca fondo, para quién? no para las majors supongo).
Para que voy a arriesgarme a comprar y distribuir películas "de calidad" si mi "público objetivo" ya las compró y las vió en Polvos.
Prefiero traer películas baratas y de audiencia masiva.
Lo que si le pediría es mejor precisión en su propuesta, usted que habla siempre de que no debemos ser muy superfluos.
Julián
Lo unico que rescato de ideas y reflexiones que el blogger solicita son las que da Alejandro de los Rios. Los demas, no aportan a lo que se solicita.
Mi aporte se circunscribe a investigar los procesos de crecimiento cinematografico de paises como España, Brasil, Argentina y Rumania, solo por tocar 3 paises ganadores. Hay que viajar a esos paises y que los realizadores o los organos que fomentan el cine nos puedan asesorar. Si no podemos salir del atolladero por si mismos, copiemos, en el buen sentido de la palabra, a los que si han adelantado en relativamente pocos años. Por supuesto, no vayamos a pedirle consejos a Hollywood.
Alfonso Espinola
Indignante es que quieras que mis impuestos o mis ganancias subvencionen tus muy particulares gustos artísticos. ¿Por qué no hacemos lo mismo con las novelas gráficas o el salto ornamental con vallas? Si lo que te preocupa es que el arte es nutrición, pues exijamos talleres de video, de lectura de literatura, de actuación, de dibujo, pintura, etc. ESO es lo que hace que la gente aprecie el arte y el mercado se cree solito; subvencionar o proteger artistas es absurdo.
Al canguro de navidad:
Para que la gente, tal como dices, "aprecie el arte y el mercado se cree solito" es necesario que pueda apreciar el arte, ¿no es verdad?. ¿Dónde, dime, dónde? ¿En las multisalas atiborradas del monopolio hollywoodense?
Para que la gente aprenda a comer le tienes que dar algo más que Mac Donalds. Ese es el asunto. Si fueras a la filmoteca de la católica (hay buenos ciclos ahora mismo, anda y comprueba lo que digo) te enterarías que hay gente que quiere ver otra cosa, gente que necesita una alternativa comercial (no en 15 salas de un multice. Bastaría que hubiera una sala. Solo una que pasara algo que no sea gringo, hollywoodense, bobalicón). Eso es respetar la diversidad. Eso, como entenderás, no tiene que ver con "subvencionar o proteger artistas", sino, unicamente, con no allanar la cultura hacia abajo. Con lógicas como la tuya, solo deberíamos ver magalys y lauras bozzo, porque es lo "que le gusta a la gente", a contrapelo de todo el resto que, para ti, es "particulares gustos artísticos".
¿Qué me dices a lo que digo? ¿Dónde está lo indignante? ¿Dónde está lo tan exquisitamente aberrante? Tu negocio merece tanto respeto como el gusto y la necesidad de la personas de que Lima no sea una paria audiovisual en Latinoamérica.
El estreno de El origen (Inception) en México ha provocado una "ruptura" entre distribuidores y exhibidores: http://mexicanocine.blogspot.com/2010/07/niegan-grandes-cadenas-en-salas-de.html
¿Quién va a decidir qué se va a pasar en la sala aparte? ¿La argolla de un ministerio? Mira, si lo que está ocurriedo en los multicines son prácticas monopólicas, que se denuncie, por mi no hay problema; pero que un grupo pequeño de personas se crea con autoridad para decidir qué películas van a pasar en esos negocios, no te pases. Cualquier día de estos van a pedir que Gastón Acurio decida qué van a incluir McDonalds en su menú. La filmoteca es un buen ejemplo: pidan al gobierno que pongan salas en lugares apartados, hagan que sea bien visto que las municipalidades pasen películas en sus bibliotecas, pero sobre todo hagan talleres, ¿no me crees que funciona? Fíjate en esto:
http://lapizymartillo.blogspot.com/2010/07/de-las-poetas-del-bicentenario.html
Que la Universidad de Lima, que tiene plata para hacer edificios de lujo de 12 pisos, construya un cine dedicado a eso. O no es negocio para la Universidad?
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