El lector Ricardo Aciloi envía este comentario al post que publiqué sobre Vidas paralelas
"Estimado Ricardo:
Espero que tengas la gentileza de publicar este comentario.
Pienso que has "patinado" con tu comentario. Bajo tu óptica, una película para ser buena tiene que guardar primero correspondencia con tus ideas (¿o será con las ideas de Perú.21? ¿o el Diario El Comercio?).
Tu crítica debe limitarse al cine, que es lo tuyo. Haces mal en entrar a un terreno que no dominas y en el que, posiblemente, te sientas incómodo. Mantén tu objetividad y tu independencia y tus lectores apreciarán tu trabajo.
No cedas a la tentación de involucrarte en temas que no te corresponden. Después de todo nos podríamos preguntar sin caer en la malacrianza: ¿qué hiciste durante el gobierno de Fujimori? ¿te preocuparon los muertos entonces? ¿qué hiciste por ellos? ¿no estuvo El Comercio muy bien con Fujimori hasta que tocaron sus intereses a través del accionista minoritario García Miró?
No intentes, estimado Ricardo, dar lecciones moralistas a tus lectores. Entraríamos, entonces, a una discusión interminable. Una película sobre homosexuales, ¿sería buena o mala según tu moral? ¿y sobre el aborto? Yo vi Vidas Paralelas y hay muchos aspectos cinematográficos valiosos por comentar. ¿O la película tiene que ser de Lombardi para ser buena?
Como eres tan moralista, estimado Ricardo, deberías preguntarte por la argolla que mueve a Conacine a dar los premios a los amigos? ¿Por qué no enarbolas la bandera de la moralidad en ese tema?¿Me vas a decir que Mariposa Negra es una buena película, simplemente porque habla mal de Montesinos? Las actuaciones son débiles y el guión poco creíble. Pero claro la presentaron hace algunos años en el festival de Cine de la Católica.
Mi recomendación: sé objetivo y mantén tu independencia."
Ricardo Aciloi
Mi respuesta es la siguiente:
"Respuesta a Ricardo Aciloi
No creo que una película sea buena o mala en función de la concordancia con mis ideas, como dice usted. Adoro las películas de caballería de John Ford a pesar de que me repugnan la exaltación nacionalista y el culto por la disciplina y jerarquía militar que puede rastrearse en ellas. Admiro muchísimo las cintas de los marxistas Eisenstein y Dovjenko, de Donskoi y Pudovkin, a pesar de la ideología que las informa. Admiro el cine de Griffith y el de Eastwood, esos republicanos conservadores, pero también el de Sokurov y el de Nikita Mijalkov, admiradores de la más tenebrosa visión nacionalista de la Rusia conservadora e imperial. Me gusta mucho el cine de Rohmer, incluso en sus adhesiones monarquistas, y el de Dreyer, rabioso anticomunista en la cinta cuyo título es el de este blog.
Me disgusta profundamente el cine de Michael Moore, demagógico y deshonesto en sus métodos, aún cuando pueda estar de acuerdo en sus críticas al sistema de salud norteamericano o su posición contra los conservadores que postulan la libre tenencia de armas. Detesto La pasión de Cristo pero aprecio Apocalypto, de Mel Gibson, tan similares en su mirada ultraderechista. Para no citar títulos admirables pero de ideología repugnante, como El nacimiento de una nación, Alejandro Nevski o El triunfo de la voluntad.
Por supuesto que hay grandes películas sobre la homosexualidad o de cineastas homosexuales, así como hay fiascos y desastres sobre el mismo tema. No es lo mismo el kitsch hipertrofiado de Ken Russell que el sentido decadentismo de Luchino Visconti, ilustres homosexuales ambos.
La calidad de una película no la dicta su "tema" ni su ideología, sino su tratamiento. Pero nada puede impedir que un crítico señale las dimensiones del sentido de una película, de las que forma parte su ideología.
Me aconseja que mi crítica se limite al cine. Es lo que hago. Pero resulta que las películas no son entelequias, ni se hacen en Marte o son tratados sobre la nada y el vacío. Las películas se arraigan en un aquí y un ahora y hablan de lo que vivimos. A veces lo hacen de modo directo; a veces, apelando a la alusión, la metáfora, la parábola, la fábula. Pero siempre están señalando a una realidad compartida con los espectadores.
Si al hablar de una película como Vidas paralelas aludo a su machacona tesis sobre hechos precisos del pasado reciente del Perú es porque es su única propuesta cinematográfica. Por lo demás es una historieta didáctica, de buenos y malos, con personajes de una pieza, conflictos mecanicos y una secuencia panfletaria, la del juicio, de ejecución primaria, volcada a demostrar la tesis que menciono en la nota que usted comenta.
Por supuesto que al mencionar el proclamado "rollo" de la película estoy hablando como crítico de cine, como analista de su sentido obvio -la película carece de cualquier otra sutileza- pero también como ciudadano, condición que no puedo dejar colgada en un ropero. La verdad, me preocuparía que los lectores apreciaran mi trabajo (como es su deseo) a partir del silencio o la omisión de un discurso que quiere pasar como mensaje patriótico cuando en realidad proclama una tesis más que dudosa que hay que señalar.
¿Que no ceda a la tentación de involucrarme en temas que no me corresponden? La verdad, amigo Aciloi, sus consejos suenan -dicho con todo respeto- a los dictados de Vito Corleone: tienen un tufo de amenazante amabilidad.
¿Cuáles son los temas sobre los que no le corresponden opinar a un crítico o a un ciudadano? ¿quién delimita las materias posibles y las vedadas?
Me pregunta lo que hice en la época de Fujimori. Yo no le pregunto lo mismo porque parece evidente lo que hizo usted. Aunque no debería contestar su pregunta, que parece la de un juez sin rostro, lo hago: hice lo de siempre, escribir en medios de prensa de los que no soy accionista, ni director ni funcionario y lamentar, por ejemplo, el golpe del 5 de abril de 1992 (revise mi libro 100 años de cine en el Perú: una historia crítica) o criticar la administración de la legislación cinematográfica que ese régimen dictó e incumplió. Es decir, hacer lo que puede hacer un ciudadano con acceso a un medio de prensa que no tiene militancia política pero sí algunas ideas sobre lo que cree conveniente para el campo de su actividad.
¿Qué hice por los muertos? Careciendo de poder sancionador, sólo desear que sus responsables, materiales e intelectuales, sean castigados. ¿Usted no desea lo mismo? ¿O prefiere la impunidad?
Al hacer sus preguntas y afirmaciones apela usted a la inaceptable argumentación ad homini. Por ejemplo, insinúa que mi opinión está dictada por la posición de El Comercio o Perú 21. Con la misma lógica suya, y con todo respeto, yo podría preguntarme si su comentario acaso concuerda con los puntos de vista de Santiago Martin Rivas.
¿Se da cuenta que razonar así puede resultar hasta injurioso y siempre inútil para fines del debate de ideas?
Si usted encontró valores en Vidas paralelas, argumente a favor de la película, exponga sus razones, contradiga mi opinión sobre su absoluta nulidad. Envíe su opinión que será publicada en el blog. Pero no lo hace, claro, porque prefiere tacharme de lanzar lecciones moralistas, es decir encuentra la paja en mi ojo porque el suyo está por encima de toda sospecha. Es una típica manifestación de la ideología: "naturalizar" ciertas creencias, haciendo pasar por verdades universales lo que no son más que convicciones personales.
¿Lecciones moralistas, dice?
Lamento que se sienta usted sofocado, presionado, aleccionado por un comentario o una opinión. Cuando escribo sobre una película no pretendo convencer a nadie. No creo que la función de la crítica sea lavar el cerebro ni moralizar, ni mucho menos inducir a algo, ni siquiera a ver o a dejar de ver la película en cuestión. Pero es evidente que mi comentario ha lesionado su aceptación tranquila de Vidas paralelas, su concordancia con los supuestos y las tesis postuladas en ella. Es decir, su ideología. Está en su derecho de pensar lo que quiera, pero no acuse de moralismo a los que no piensan como usted.
Si usted tiene pruebas contra Conacine, dígalas. Si están bien fundadas, tendrá aquí el espacio para exponerlas y enarbolar la bandera que pregona. Pero si no las tiene, ¿a qué viene la insidia?
Mi opinión muy crítica sobre Mariposa negra la publiqué en el momento de su estreno. Parece que no la leyó. Haría bien usted en documentarse un poco antes de atribuir a los otros opiniones que son producto de su desconocimiento. Termina su comentario insinuando que la presencia de una película en el Festival de la Católica asegura la favorable opinión de la crítica, o al menos de la mía. Se equivoca una vez más. Revise usted en este blog mis opiniones sobre el Festival.
Me recomienda, finalmente, que sea objetivo y guarde mi independencia. Al parecer, usted tiene el monopolio de la verdad, la objetividad y la independencia y las dispensa como bendiciones. Le agradezco el consejo, pero no gracias. No lo tomo, y menos de usted. No aspiro a la objetividad porque la crítica es el dominio de la más furiosa subjetividad, que no es lo mismo que arbitrariedad. Y sobre la independencia, sé como conservarla, y no es precisamente pasando de costado ante contrabandos ideológicos de semejante calibre."
Ricardo Bedoya