Para el lector, la exposición de esta nota inmeditamente después de la anterior -la entrevista a Rosenbaum- produce el efecto instantáneo de una deliberada confrontación. Conveniente, por cierto. La entrevista recoge el testimonio de alguien que "ama" ver películas; la nota de El Comercio, explaya las efusiones de quienes "venden" proyecciones de películas. Cinéfilos devotos, románticos o racionales, frente a empresarios con dientes de lobo a quienes no interesa el corazón de los espectadores, sino su aglomeración a las puertas del negocio. En la nota de El Comercio, duele y hasta irrita la omisión de un comentario crítico, de algún amago de examen que correspondía al buen ejercicio periodístico: han aumentado las salas de cine, pero ¿ha mejorado la calidad de lo que vemos? Como aficionado al cine residente en una capital de provincia, debo decir que casi siempre me siento desolado al detenerme ante un multicine, levantar la mirada y no encontrar absolutamente nada que merezca la pena por razones estrictamente cinematográficas, y no por otras, igualmente legítimas, pero finalmente pasajeras e insustanciales. Demora o cancelación de estrenos, doblajes que privan de las voces originales de la obra, ausencia de un cine variado y plural... Sin duda, la mejor oferta para cultivar esta pasión sigue siendo el amigo sagaz que tiene su colección, la sala de un cineclub que frecuentan unos cuantos freaks o esos reductos de provincias o de la capital, que todos conocen, y que venden por precios conmovedoramente accesibles cine viejo y cine nuevo, cine de aquí y cine de más lejos, tesoros a raudales, listas inabarcables, exhaustividad de cazadores y diversidad de eruditos, esos benditos huecos que eluden mil y un requisas, que gambetean controles de todo orden, que no confiesan sus artes, sus medios y sus proezas, esos verdaderos apóstoles del buen cine que son los comerciantes de dvds clonados, solamente llamados piratas por las vestiduras rasgadas del fariseísmo de la industria y la concesión de alguna prensa que calla.
Más cines para ver lo mismo. Inauguraron Cinépolis y un Cinplanet en Santa Clara y lo que ofrecen es pura canchita. No es auge, es decadencia. Pero hay quienes dicen que criticar a los distribuidores es ponerse de espaldas a los gustos del público.
Ya, critiquen a las distribuidoras y a los exhibidores... ¿Creen que con eso van a arreglar su lloriqueo? La buena oferta está en polvos, y en Internet. Punto.
Creo que con este artículo se demuestra que la piratería lo único que ha hecho es que las distribuidoras independientes (no-majors) y los cines no quieran distribuir las películas "estrictamente cinematográficas". Los que en mayoría compran piratería son los que se quejan de la falta de calidad de exhibición, alguna vez en polvos escuche a unos compradores decir: "Avatar no la compres, mejor la vemos en el Cine"
5 comentarios:
Para el lector, la exposición de esta nota inmeditamente después de la anterior -la entrevista a Rosenbaum- produce el efecto instantáneo de una deliberada confrontación. Conveniente, por cierto. La entrevista recoge el testimonio de alguien que "ama" ver películas; la nota de El Comercio, explaya las efusiones de quienes "venden" proyecciones de películas. Cinéfilos devotos, románticos o racionales, frente a empresarios con dientes de lobo a quienes no interesa el corazón de los espectadores, sino su aglomeración a las puertas del negocio. En la nota de El Comercio, duele y hasta irrita la omisión de un comentario crítico, de algún amago de examen que correspondía al buen ejercicio periodístico: han aumentado las salas de cine, pero ¿ha mejorado la calidad de lo que vemos? Como aficionado al cine residente en una capital de provincia, debo decir que casi siempre me siento desolado al detenerme ante un multicine, levantar la mirada y no encontrar absolutamente nada que merezca la pena por razones estrictamente cinematográficas, y no por otras, igualmente legítimas, pero finalmente pasajeras e insustanciales. Demora o cancelación de estrenos, doblajes que privan de las voces originales de la obra, ausencia de un cine variado y plural... Sin duda, la mejor oferta para cultivar esta pasión sigue siendo el amigo sagaz que tiene su colección, la sala de un cineclub que frecuentan unos cuantos freaks o esos reductos de provincias o de la capital, que todos conocen, y que venden por precios conmovedoramente accesibles cine viejo y cine nuevo, cine de aquí y cine de más lejos, tesoros a raudales, listas inabarcables, exhaustividad de cazadores y diversidad de eruditos, esos benditos huecos que eluden mil y un requisas, que gambetean controles de todo orden, que no confiesan sus artes, sus medios y sus proezas, esos verdaderos apóstoles del buen cine que son los comerciantes de dvds clonados, solamente llamados piratas por las vestiduras rasgadas del fariseísmo de la industria y la concesión de alguna prensa que calla.
Más cines para ver lo mismo. Inauguraron Cinépolis y un Cinplanet en Santa Clara y lo que ofrecen es pura canchita. No es auge, es decadencia. Pero hay quienes dicen que criticar a los distribuidores es ponerse de espaldas a los gustos del público.
Ya, critiquen a las distribuidoras y a los exhibidores... ¿Creen que con eso van a arreglar su lloriqueo? La buena oferta está en polvos, y en Internet. Punto.
Creo que con este artículo se demuestra que la piratería lo único que ha hecho es que las distribuidoras independientes (no-majors) y los cines no quieran distribuir las películas "estrictamente cinematográficas".
Los que en mayoría compran piratería son los que se quejan de la falta de calidad de exhibición, alguna vez en polvos escuche a unos compradores decir: "Avatar no la compres, mejor la vemos en el Cine"
http://wwwunmundoperfecto.blogspot.com/2010/07/el-espectaculo-cinematografico-en-lima.html
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