jueves, 7 de marzo de 2013
Los miserables
Las implacables dos horas y media de “Los Miserables” acaso se justifiquen apenas con el primer plano sostenido que muestra a Anne Hathaway, en clave Renée Falconetti después de un ataque de nervios, lamentando sus sueños quebrados.
Lo demás en un ejercicio que se repite una y otra vez, siempre igual a sí mismo.
Planos cercanos durante los monólogos cantados y focales cortas para inflar la imagen en un énfasis de estilo “pompier” durante las escenas colectivas.
En otras palabras, Tom Hooper se aplica, con afán caligráfico, a reproducir el efecto engolado y rimbombante de las representaciones épicas neoclásicas. Todo es altisonante aquí, desde los trabajos forzados de la primera secuencia hasta las barricadas en las calles de París en 1832. Por ahí, además, junto con la aparición de Cosette, se lucen algunos efectos del más puro kitsch canoro.
¿Academicismo, dijeron? He aquí un ejemplo redondo.
Ricardo Bedoya
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2 comentarios:
Esuna película que no termina nunca
Me gustó la película "Juegos del destino", me interesaría leer un comentario sobre esa cinta, señor Bedoya. Gracias.
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