jueves, 6 de diciembre de 2007

Un día normal: Elephant, de Gus Van Sant


El cine es como esa parábola budista de los ciegos y el elefante. Un grupo de ciegos sabios debaten a diario sobre un tema en específico, un tema el cual cada sabio manifiesta sus conocimientos respecto al tema demostrando así tener la razón frente a los demás ciegos. Cierta vez los ciegos se preguntan sobre las dimensiones exactas de un elefante. A tanta confusión de sus enunciados los ciegos al día siguiente deciden buscar por sí mismos a un ejemplar y averiguarlo. Y así fue. Al día siguiente los ciegos en frente del majestuoso animal, uno por uno pasaron a palpar al animal para así saber cual era la verdadera dimensión del mamífero. El punto central de la historia está en como cada ciego tocó diferente extremidad del elefante; uno las orejas, otro la trompa, otro las patas, etc., y así fue que cada ciego sabio al manifestar la verdadera forma del elefante afirmó de diferente manera creyendo cada uno ser dueño de la razón.


El cine es una imagen donde se puede rescatar más de un juicio. Cada ciego anciano tenía la razón pero siempre hay algo más que analizar. Gus Van Sant dice lo mismo pero no respecto al cine, sino a la violencia. Tal vez de esto podríamos derivar que la violencia es tan compleja de mirar que a veces no es suficiente verla tal igual como se nos presenta, y luego de ver Elefante nos decimos que inclusive no es suficiente con ver aquellos agentes que incentivan la violencia.


¿Qué es argumentar? Argumentar es contar la historia en resumen tomando en cuenta solo las ideas principales. Si partimos de esto sería un dilema plantear un argumento para Elefante, es por eso que me evito de ello. Elefante es la misma realidad dentro de una escuela, la secundaria Watt. Gus Van Sant desde un comienzo nos pone en imagen al cielo. El día es mañana y la mañana en algún momento debe de anochecer. Eso es cotidiano. El cielo siempre sufre ese cambio y Elefante trata de eso, de cómo sus personajes van a rodar inmersos a eso que ya es conocido para ellos, un día más en la escuela. Definitivamente esto se da en primer momento antes que lo no cotidiano violente contra sus jóvenes vidas.


John, Elias, Nathan, Alex, Nicole son nombres simples, son nombres no trabajados ni si quiera improvisados, es más, en los créditos se ve que en su mayoría los nombres de estos personajes son los mismos nombres de los jóvenes que personifican a dichos personajes. Es necesario ser lo más realista posible para poder personificar a aquello que ronda a diario por nosotros, por nuestra sociedad. Los temas que trata cada joven no tiene que ver con lo que tratan los otros, ahí cada uno tiene su rollo, cada uno tiene su tema de conversación, es lo puramente real. En un momento hablan de sus exámenes, en otro de sus cursos, de sus problemas e inclusive manifiestan sus conflictos internos. Desde está perspectiva podríamos decir que no existe una presencia exacta de lo que se trata, no existe una temática. Es más, la violencia no es el tema. Gus Van Sant nos presenta la realidad, y dentro de ella hay una mezcla de sucesos, entre ellos la violencia.


Lo real por ser real debe de serlo así a nuestros ojos, es por eso que la cámara es un solo rumbo, es casi estática. Se mueve lo suficiente para ver qué es lo que está a nuestro alrededor. Nuestra vida es propiamente ver a los nuestros y a nosotros mismos. Esta vez por ser espectadores nosotros somos los que lo miramos, y ojo que no son de los nuestros, no los conocemos, Gus Van Sant apenas nos brinda su nombre. Son objetos en blanco para nosotros, sin identidad, es por eso que los vemos casi siempre de espaldas. Los seguimos con la mirada esperando a que a través de su vida cotidiana se identifiquen. Es muy rápido para un conclusión, pero es preciso decir de una vez que los jóvenes tienen algo en común, algo que un ajeno a él, un adulto, podría negarle dicha identidad. Gus Van Sant nos dice que los jóvenes también tienen problemas. La juventud es el proceso de salida de la infancia, es el transito de lo simple a lo real. Ver el mundo con ojos de adulto, con madurez. Son perspicaces. Es por eso que se preguntan continuamente, se cuestionan aún así sea el tema algo trivial. Tal vez son inmaduros pero asimilan e interpretan muchos detalles. Lo que el niño miró un día con ternura, el joven lo mirará con desconfianza. Algunos sienten que son los invasores de ese entorno adulto, es por eso que son distantes, medrosos, se ocultan por los lugares vacíos, por las zonas donde nadie podría juzgarlos, por ejemplo es el caso de Michelle. Otros se sienten más bien invadidos, es por eso que no será pasivo como el anterior, sino será cauteloso, analítico y esto provocará una arma de doble filo que es la de confundir sus juicios pensando que lo bueno es malo. Podemos decir que siempre la confusión está ahí y al joven no le queda de otro que seguir ese rumbo. El joven puede dar vueltas y vueltas por los pasillos pero no se alarma y es porque está dentro de la costumbre. Los escenarios son los mismos, los tramos los mismos. El colegio, los pasillos, el comedor, el baño y su hogar, esos son los únicos medios a los que acceden.


El ambiente es el mismo, el personaje juvenil puede estar dentro del mismo entorno externo, pero su entorno interno es diferente, es diverso, es muy maleable. John, el joven de un color amarillo muy fuerte, repentinamente se oculta en un salón vacío y llora. El propósito del director aquí no es indicar el porqué de las cosas, sino más bien como el joven a veces huye de sí mismo, de su alrededor. El ocultarse no significa en este aspecto un temor, es más una insatisfacción o represión. Luego de esto llega una joven, Acadia y le da un beso en la mejilla a John, signo de apoyo. El joven en ocasiones, solitario dentro de un entorno aglomerado, no tiene más apoyo que de los mismos, es por eso que muy a parte de mostrarnos esta imagen tierna, nos muestra una identificación mutua, “ese otro soy yo”. Por otro lado, siguiendo con el entorno interno, muy pocas veces nos percatamos de ello y nos quedamos solo meditando el porqué tanta caminata o cuándo hablará el personaje. Los signos emocionales, o más bien las pistas son los rostros, los gestos, el patetismo de los personajes, ello acompañado de la iluminación, del colorido del ambiente. Las tres jóvenes Britany, Jordan y Nicole tienen un oscuro secreto, son bulímicas. El único testigo de esto a parte de ellas mismas es el contexto, el baño. El baño, a diferencia de otros entornos, es menos iluminado, es casi sórdido. El espacio juvenil donde uno puede manifestar el verdadero yo de cada uno; psicoanaliticamente, el baño es nuestro “ello”. Entonces aquí vemos una muestra o pista del estado de ánimo de las jóvenes que muy a pesar son conscientes de lo que hacen es por eso que tienen mucha cautela al tocar ese tema fuera de su entorno privado. Otras manifestaciones sumamente importantes es el fondo sonoro. Una escena donde Elias camina por el pasillo en medio de un mar de jóvenes. El ambiente es tranquilo, es liviano, pero cuando existe un contacto con otra persona el ambiente se recarga. Es cuestión de segundos. Un saludo, el entorno se vuelve bullicioso, y luego Elias vuelve de nuevo a su estado personal y la calma y el sonido vuelven a su estado anterior, sin bulla, solo existe Elias. Es como una muestra de convivir con tu lado interno y de un momento a otro vuelves a tu realidad. Lo mismo pasa con Alex, uno de los jóvenes que planea una masacre que pasará más adelante. En medio de la cafetería está esquematizando los probables pasos para dará a cabo su maléfico plan, pero de pronto se distrae y se percata que está rodeado de toda esa inmundicia que él tanto aborrece y a su vez se escucha toda una bulla a forma de estruendo y lo saca de su interior para llegar a su realidad. Entonces hablamos de una participación del sonido como un medio más para percatarnos que es lo que pasa en el interior de cada personaje. Algo parecido pasa con los efectos de los movimientos que se tornan de pronto más lento. Por ejemplo, cuando Michelle mira el cielo en un campo de fútbol, cuando John juega con un perro, esos son “momentos kodak”, de apacibilidad, donde la vida es hermosa, donde el joven tiene la oportunidad de vivir aquello que un adulto por ejemplo hace caso omiso. La vida propia del joven, de apreciar lo que es lo bello de la vida, una ideología como la que encontramos en Belleza americana pero solo vista por los jóvenes.


Como ya habíamos dicho, Gus Van Sant se encarga con Elefante de describirnos un entorno cotidiano, es por eso que es lento y casi aburrido como la vida misma. La preocupación del director no es el de adueñarse de nuestra conciencia y de dar una llamada de atención a la comunidad. Su fin no es moralista, es simplemente mostrar una escena de la vida y punto.


El asunto de Eric y Alex, los responsables de la matanza dentro de la secundaria Watt. La vida de ambos chicos no es nada extraña. Lo únicamente “irreal” en ellos es su acto delictivo. No se puede juzgar en este aspecto ningún rasgo que sea responsable de sus reacciones. Pueden ser, es lo más factible, los videojuegos como el medio que incite a estos jóvenes a matar, aunque también pueda ser simplemente porque ambos chicos son reprimidos en sus casas o en sus escuelas, o hasta simplemente un día se les dio por matar a la gente. Entonces podemos decir que Gus Van Sant aquí no echa la culpa a ningún ente. Los dos jóvenes miran de la forma más candida un documental de Hitler donde podemos ver una indiferencia total respecto al tema. Por otro lado Alex toca a Beethoven y por otro Eric lo celebra porque lo hace hermosamente bien. Esa escena se podría decir que es casi la rutina de dos chicos pasivamente sanos. Tranquilos, sin ningún conflicto interno. Son casi unas niñas. Sería incompleto afirmar que es culpa de Hitler o de los videojuegos e inclusive de su vida misma el que estos dos jóvenes reaccionen de esta forma. Lo que está dejando Gus Van Sant son cabos sueltos donde cada uno a criterio suyo podría afirmar algo o simplemente lo tomaría hasta con normalidad como una película simple sobre la violencia o un día en el colegio.


Fin de la película, con una tonada de Beethoven, el cielo es enfocado una vez más. Es de día y el cielo es el mismo ¿Puede haber un mañana para los personajes? Gus Van Sant no se lo responde porque no se lo preguntar. Son cosas que pasan. Es fácil leer varios periódicos sobre lo sucedido en la Masacre de Columbine y luego hacer una película de ello, pero es muy diferente la forma como dramatizas. Gus Van Sant hizo un buen trabajo a nivel de El indomable Will Hunting o Drugstore Cowboy.

Carlos Esquives Espinoza

3 comentarios:

LuchinG dijo...

No dices nada de la parte de la masacre. Para mí la película cayó en ese momento. La violencia no es como la vida diaria, con lo poquito que le a tocado a uno escuchar bombas, se da cuenta que el sonambulismo no es la forma apropiada de representarla.

Antonius dijo...

Muy buen analisis de la pelicula , felicitaciones a Carlos Esquives

mar dijo...

Mis felicitaciones y agradecimientos por este sensible análisis.