En Conversaciones II de Marianela Vega Oroza escuchamos los testimonios de vida de la abuela y la madre de la documentalista, y leemos las reflexiones de ella, que, gracias a un efecto visual, se van escribiendo en la pantalla como si fueran anotándose a mano en un diario o un álbum de fotografías. Desde un punto de vista narrativo, hay pues una narradora principal que ordena las imágenes y los testimonios, e interviene caligráficamente comentando fotografías familiares. Pero también madre y abuela son narradoras de sus propias historias e interpelan a la documentalista, haciéndole preguntas que no son fáciles de responder, al punto de que no son contestadas.
No obstante esta suerte de polifonía, como en otros cortos de Marianela Vega Oroza, el estilo es muy notorio e importante en la creación del sentido, y otorga unidad e identidad autoral al discurso. Varias de las fotografías familiares han sido recortadas como por una tijera que siluetea a las figuras, y se hallan ubicadas en diferentes términos dentro del encuadre, creando un efecto de tridimensionalidad, y facilitando un recorrido visual a menudo hacia adelante, que constituye un viaje por la historia doméstica pero que expresa al mismo tiempo un anhelo de profundización en el conocimiento de ella. La caligrafía también se mueve en la pantalla, como si las letras mismas estuvieran en tránsito. Las fotos recortadas, y su distribución por el montaje, otorgan a la imagen una apariencia preciosista y artesanal que remite a un tipo de trabajo manual, a un “arte menor” tradicionalmente asociado a lo femenino. Los efectos de sentido son de discreción, intimidad, privacidad, feminidad; pero también de reflexión y búsqueda. Sobre la base de las fotografías que convocan al recuerdo, se construye, deconstruye y reconstruye la memoria de modo femenino y personal.
El tema del recorrido, trayecto o tránsito es constante en los cortos de Marianela Vega Oroza. Sus personajes siempre están en tránsito espacial o temporal: de un país a otro (Away), de una casa a otra (The Light Bulb), o de la vida a la muerte (Ausencia, The Light Bulb). El tránsito implica una mudanza, una mutación, un cambio de estado. En Conversaciones II hay un tránsito en la condición de las mujeres, y en sus roles. Un tránsito personal, generacional e histórico. Este trayecto tiene una expresión formal en los movimientos de la cámara y los personajes.
En un corto anterior de la autora, The Light Bulb, primaba el trayecto horizontal (el del abuelo y la nieta desplazándose por la calle), pero al final se imponía un movimiento vertical, el de la niña ascendiendo por una escalera para encender la lámpara. Ese ascenso, implicaba el acceso a un estado distinto, superior, de conocimiento. Algo similar encontramos en Conversaciones II. Durante buena parte del filme predomina un tránsito horizontal, hacia delante; atravesamos el tiempo a través de las fotografías guiados por la cámara, las voces y los textos escritos. Pero hay también una dirección vertical importante; la figura elegida por la directora es, en este caso, el ascenso y el descenso por las escaleras que realiza la abuela. La imagen del descenso está asociada inmediatamente al relato en off que se escucha en el momento en que aparece la imagen y que hace alusión a la vida de la abuela pasados los cincuenta años, etapa de declive en que “empieza a cosechar” lo sembrado. En cambio, la figura del ascenso aceptaría por lo menos dos lecturas complementarias. En primer lugar, actúa como metáfora del paso a un estadio superior por parte de la abuela (y de la mujer en el último siglo), de una situación de subordinación a una de relativa libertad. El sonido del mar que es incluido en la banda sonora, acompañando a las imágenes y el relato de la abuela, refuerza el sentido de la libertad alcanzada, sin dejar de lado las connotaciones femeninas del mar como origen y fin de la vida, así como su significación de agente transitivo.
Pero el ascenso tiene, además, otro significado: nos conduce también a la trascendencia, es decir a una ubicación fuera del tiempo que permite mirar el tramo recorrido, y a uno mismo, reflexivamente. Hay, pues, otra adquisición, muy vinculada a la libertad, como fruto del trayecto: el conocimiento o saber. El saber de la abuela, quien explicita la metáfora al final del corto y nos dice cómo ve todo ahora con mayor claridad, “desde otro plano”; pero también el saber de la madre y el de la documentalista que la acompañan. En una de las últimas tomas, las tres miran hacia fuera desde la ventana del piso alto de un edificio. Al final sólo queda la nieta, heredera de ese saber, ante la ventana que se convierte en símbolo del écran; y el saber obtenido por la documentalista nos es transmitido con la película a los espectadores. El cine es empleado así como un instrumento de conocimiento, pero no sólo de la propia realizadora o de su historia familiar, pues si algo demuestra Conversaciones II es que en la historia personal, la historia familiar o la historia doméstica cabe la Historia a secas. Conversaciones II no es únicamente un corto sobre la directora, su madre y su abuela; lo es también sobre la condición de la mujer de clase media en el Perú a lo largo de varias décadas. Es la historia de varias abuelas, madres y jóvenes de hoy.
No obstante esta suerte de polifonía, como en otros cortos de Marianela Vega Oroza, el estilo es muy notorio e importante en la creación del sentido, y otorga unidad e identidad autoral al discurso. Varias de las fotografías familiares han sido recortadas como por una tijera que siluetea a las figuras, y se hallan ubicadas en diferentes términos dentro del encuadre, creando un efecto de tridimensionalidad, y facilitando un recorrido visual a menudo hacia adelante, que constituye un viaje por la historia doméstica pero que expresa al mismo tiempo un anhelo de profundización en el conocimiento de ella. La caligrafía también se mueve en la pantalla, como si las letras mismas estuvieran en tránsito. Las fotos recortadas, y su distribución por el montaje, otorgan a la imagen una apariencia preciosista y artesanal que remite a un tipo de trabajo manual, a un “arte menor” tradicionalmente asociado a lo femenino. Los efectos de sentido son de discreción, intimidad, privacidad, feminidad; pero también de reflexión y búsqueda. Sobre la base de las fotografías que convocan al recuerdo, se construye, deconstruye y reconstruye la memoria de modo femenino y personal.
El tema del recorrido, trayecto o tránsito es constante en los cortos de Marianela Vega Oroza. Sus personajes siempre están en tránsito espacial o temporal: de un país a otro (Away), de una casa a otra (The Light Bulb), o de la vida a la muerte (Ausencia, The Light Bulb). El tránsito implica una mudanza, una mutación, un cambio de estado. En Conversaciones II hay un tránsito en la condición de las mujeres, y en sus roles. Un tránsito personal, generacional e histórico. Este trayecto tiene una expresión formal en los movimientos de la cámara y los personajes.
En un corto anterior de la autora, The Light Bulb, primaba el trayecto horizontal (el del abuelo y la nieta desplazándose por la calle), pero al final se imponía un movimiento vertical, el de la niña ascendiendo por una escalera para encender la lámpara. Ese ascenso, implicaba el acceso a un estado distinto, superior, de conocimiento. Algo similar encontramos en Conversaciones II. Durante buena parte del filme predomina un tránsito horizontal, hacia delante; atravesamos el tiempo a través de las fotografías guiados por la cámara, las voces y los textos escritos. Pero hay también una dirección vertical importante; la figura elegida por la directora es, en este caso, el ascenso y el descenso por las escaleras que realiza la abuela. La imagen del descenso está asociada inmediatamente al relato en off que se escucha en el momento en que aparece la imagen y que hace alusión a la vida de la abuela pasados los cincuenta años, etapa de declive en que “empieza a cosechar” lo sembrado. En cambio, la figura del ascenso aceptaría por lo menos dos lecturas complementarias. En primer lugar, actúa como metáfora del paso a un estadio superior por parte de la abuela (y de la mujer en el último siglo), de una situación de subordinación a una de relativa libertad. El sonido del mar que es incluido en la banda sonora, acompañando a las imágenes y el relato de la abuela, refuerza el sentido de la libertad alcanzada, sin dejar de lado las connotaciones femeninas del mar como origen y fin de la vida, así como su significación de agente transitivo.
Pero el ascenso tiene, además, otro significado: nos conduce también a la trascendencia, es decir a una ubicación fuera del tiempo que permite mirar el tramo recorrido, y a uno mismo, reflexivamente. Hay, pues, otra adquisición, muy vinculada a la libertad, como fruto del trayecto: el conocimiento o saber. El saber de la abuela, quien explicita la metáfora al final del corto y nos dice cómo ve todo ahora con mayor claridad, “desde otro plano”; pero también el saber de la madre y el de la documentalista que la acompañan. En una de las últimas tomas, las tres miran hacia fuera desde la ventana del piso alto de un edificio. Al final sólo queda la nieta, heredera de ese saber, ante la ventana que se convierte en símbolo del écran; y el saber obtenido por la documentalista nos es transmitido con la película a los espectadores. El cine es empleado así como un instrumento de conocimiento, pero no sólo de la propia realizadora o de su historia familiar, pues si algo demuestra Conversaciones II es que en la historia personal, la historia familiar o la historia doméstica cabe la Historia a secas. Conversaciones II no es únicamente un corto sobre la directora, su madre y su abuela; lo es también sobre la condición de la mujer de clase media en el Perú a lo largo de varias décadas. Es la historia de varias abuelas, madres y jóvenes de hoy.
Emilio Bustamante
4 comentarios:
Bravo Emilio!
Viejo, para la mano que ya tuve que soportarte con tu anterior comentario, "UNA CRITICA DESNUDA".
Los "bravos" hay que guardarlos para el 2009, a ver si algún cineasta peruano logra realizar un filme que supere las mediocridades que se estrenaron este 2008 que ya termina.
"unidad e identidad autoral al discurso"
es una virtud?
no seria mejor la versatilidad y la facultad de adaptación según el requerimiento del punto a comunicar?
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