sábado, 25 de febrero de 2012

Festival Iberoamericano de Cine Digital: Lima Bruja

"Lima Bruja. Retratos de la música criolla", de Rafael Polar, es uno de los largometrajes documentales más logrados e interesantes que se hayan hecho en el Perú (1)


Consigue varias cosas. En primer lugar, da testimonio de un riquísimo repertorio cultural de gestos, voces, lugares, espacios, ritos, entonaciones y modos de ser a los que el cine peruano no había accedido hasta hoy.


En segundo lugar, traza el retrato próximo, afectuoso, cercano, y hasta entrañable en algún caso, de un conjunto de verdaderos personajes cinematográficos, viejos resistentes, que descubren su intimidad ante la cámara haciendo aquello que hacen con mayor fervor: cantar, tocar un instrumento, acompañar una jarana.


Es también el registro de aires, melodías, reuniones -como aquella familiar donde todos cantan viejas canciones- que están quedando ahí, sobre el soporte digital, como huellas de un presente que se desvanece a gran velocidad.


Es una película que reclama por una tradición pero que no se complace en ella; que habla de la nostalgia pero que no se regodea en la melancolía ni en el pasatismo de la Lima que se fue. Una de las mejores secuencias de la película nos permite escuchar la canción "Lima Bruja" mientras el montaje alterna las fachadas de los que fueron -o aún son- los centros musicales criollos. La fuerza que tiene la banda sonora y la calidad de la interpretación de "Lima Bruja" le dan inmediatez, presencia y vigencia cultural a la música criolla. Esas cualidades van más allá del deterioro de los espacios físicos donde alguna vez se la cultivó.


Es un documental que no rehuye la contradicción ni el conflicto. Hay dos momentos de tensión natural aprovechados por el gesto y la actitud del documentalista que observa. El primero ocurre cuando uno de los personajes entona la canción dedicada a una hija que murió de meningitis. Antes, hemos escuchado las razones del cantor. En el momento de verlo cantando, lo encontramos conmovido. Su entonación es afligida. Sin embargo, en el mismo encuadre, en la profundidad del campo visual, el cajonero "Papeo" Abán acompaña la canción a su ritmo y su estilo, el de la jarana. La canción ya no es del autor; es un bien colectivo. El otro momento ocurre al final, durante el homenaje a Carlos Abán, padre de "Papeo", mientras se canta "María". En medio de las palmas y el canto colectivo, un niño llora, canta, vuelve a llorar, palmea, emocionado, tal vez porque recuerde que el sentido de la reunión es rendir tributo a alguien que ya murió aun cuando no pueda dejar de sentirse arrastrado también por la fuerza de la jarana. El documental no reserva primeros planos ni subraya los gestos del muchacho. Está ahí, en el grupo, detrás del cantante principal. Eso es todo.


"Lima Bruja" da una imagen de la música criolla como espacio cotidiano de resistencia, de preservación de tradiciones (ahí están los títulos de Pinglo o de Martínez Smart que escuchamos), de goce, pero sobre todo de creación que se actualiza en cada jarana.


Ricardo Bedoya



1- Recordemos también un corto de los años setenta que filmaba una reunión de viejos compositores y cantantes de música criolla, entre los que se encontraba Pedro Espinel: "Viejos jilgueros", de Emilio Moscoso.

2 comentarios:

laslo rojas dijo...

La escena del niño emocionado, llorando desconsolado en segundo plano, es impresionante. En un momento se ve una mano que intenta consolarlo, pero no con una caricia tierna, sino con un palmazo firme y cariñoso en la cabeza del pequeño.

Ojala se estrene pronto este documental. Bien podria ser la pelicula peruana del año, por lo pronto ha puesto la valla bien alta.

Anónimo dijo...

Estimado Sr. Ricardo Bedoya. Le alcanzo un post sobre el Festival de Cine LGTB de Lima. Creo que puede ser de su interés.

http://ocio2010.blogspot.com/2012/03/outfest-peru-el-festival-de-cine-gltb.html

Cordialmente.


Lic. Julio Lossio