Hace algún tiempo mencioné en una respuesta mis resistencias a formar parte de jurados de proyectos de películas, especialmente peruanas. He sido jurado en decenas de festivales y concursos, pero con películas ya realizadas. Sólo en tres ocasiones lo he sido de guiones, dos en concursos de Colombia y uno similar de la República Dominicana, en los que compartí la lectura de los proyectos con extranjeros y colombianos en los dos primeros casos y sólo con extranjeros en el último.
Me cuesta mucho participar en jurados en los que se decide la suerte económica de un cierto volumen de propuestas, más aún si quienes las presentan son peruanos, inevitablemente conocidos en su mayoría. Esta vez la elección de los miembros del jurado por sorteo y la persuasión femenina vencieron mis resistencias, aunque confié en no salir elegido entre los cinco que formaban parte del rubro de críticos.
Salí elegido en el sorteo y la experiencia como jurado en el reciente concurso de proyectos de largometrajes convocado por CONACINE ha sido para mí muy aleccionadora y creo también para mis colegas, el realizador Felipe Degregori, el crítico y cineasta Andrés Cotler, el docente y conocido hombre de teatro Luis Peirano y el escritor Cronwell Jara, quien ofició de presidente del jurado. Nos enfrentamos a 45 proyectos, entre los cuales unos 15 por lo menos merecían estar entre los ganadores. Fue penoso para todos vernos obligados a seleccionar sólo cinco que es lo que las bases establecían. Aún cuando no había sido jurado previamente en estas lides mayores de los proyectos de largometraje en el Perú, sí había tenido ocasión de leer a lo largo del tiempo muchos guiones y la impresión que arroja este último concurso es que se ha avanzado de manera significativa en la escritura y elaboración de los mismos. Sin embargo, hay que reforzar esta práctica y en ello los talleres y laboratorio de guiones a cargo de profesionales de fuera es, sin duda, algo que no se debe descuidar.
Pero hay otros aspectos que pueden permitir mejorar el trabajo de los jurados. Uno de ellos es la inclusión de cineastas y críticos extranjeros.
Lo deseable sería para mí que fueran tres extranjeros o, al menos, dos. Con ellos se contrapesa la parte peruana, necesaria porque aporta las impresiones de quienes conocen, o deben conocer, las condiciones en que se hace cine en el Perú y, aunque sea panorámicamente, la realidad peruana. Esa inclusión haría posible la incorporación de miradas distintas y la "distancia" de quienes no están, de una u otra manera, implicados en el quehacer o en los debates cinematográficos locales.
Otro aspecto a considerar es el de la participación de documentales en un concurso en el que predominan los proyectos de ficción. Aclaro que estoy entre los que afirman que un documental tiene la misma legitimidad estética que una ficción o una animación y en tal sentido no me parece que los documentales deban estar fuera de una competencia de películas ya realizadas, sea un concurso, un festival u otro. Por supuesto, no cualquier documental, como tampoco cualquier ficción, y para eso hay una labor de selección previa. Pero en un concurso de proyectos ocurre que los guiones de ficción tienen todas las de ganar, a no ser que se trate de proyectos documentales fronterizos con la ficción o especialmente innovadores.
Es decir, en un guión de ficción se percibe "mayor trabajo", elaboración de personajes y situaciones que inevitablemente no está presente en el proyecto (que no guión) de documental, aunque cuando haya en éste un buen trabajo de investigación previa, porque lo propio del documental está en el registro y montaje de imágenes, no planificado en detalle, sino en sus líneas generales. Entonces, la impresión que deja un proyecto documental, por prometedor y valioso que pueda ser, está en inferioridad de condiciones frente a un buen guión de ficción, aunque posteriormente ese proyecto documental pueda dar lugar a una película más lograda que ese guión de ficción, cosa que es imposible saber de antemano. Además, el hecho de que las obras de ficción requieran, en principio, mayores gastos de producción que los documentales abona en favor de la preferencia por las primeras.
Al respecto, sugiero una separación de estos dos grandes géneros, a no ser que se trate, como dije, de proyectos fronterizos, pues de no ser así me temo que los documentales sigan siendo perdedores en el rubro de los proyectos de largometraje. De hecho, hay un concurso de documentales en el que convendría incrementar el monto de los premios para hacerlo más atractivo.
Por otra parte, debería considerarse un premio especial para proyectos de carácter, digamos, experimental ( de ficción pura o fronteriza) pues siempre tiende a primar en la elección de los guiones la búsqueda de un cierto equilibrio entre la solvencia expresiva del guión y sus posibilidades comunicativas.
Con ello, los guiones más "audaces", desconcertantes, "extremos", extraños o curiosos, por sugestivos que sean, tienden a ser arrinconados por otros de construcción más legible, no necesariamente clásica o aristotélica. Con esto se abriría un espacio para propiciar y no disuadir proyectos que, a la luz de los guiones ganadores, estarían condenados a la exclusión. Ojo, con ello no quiero decir que se estén premiando proyectos convencionales, que no lo son en absoluto los que han sido ganadores, considerados además como los mejores de todos por el jurado, pero tienden a quedar fuera los proyectos estéticamente más heterodoxos, que también deberían encontrar un lugar potencial más visible entre los premios. Ese podría ser uno especial que no necesariamente tendría que entregarse siempre, si es que no se encuentran méritos suficientes para hacerlo.
Finalmente, los proyectos tendrían que darle a la sustentación del tratamiento audiovisual el mayor peso posible. Las bases del concurso lo indican y varios de los guiones presentados han desarrollado de manera impecable esa sustentación. Pero no todos. Con esto quiero decir que para quien lee un guión tanto o más importante que seguir la construcción de la historia y los diálogos son los detalles de la atmósfera visual, de la elaboración de escenarios, del trabajo cromático, de los modos de dirección de actores, de la planificación y los movimientos de cámara, de la duración de los encuadres, del ritmo... En fin, de todo eso que en el desarrollo del guión puede estar sugerido, pero no desarrollado y que se enuncia aparte. Este es un aspecto fundamental en la presentación de los proyectos que es necesario reforzar.
Isaac León Frías
Me cuesta mucho participar en jurados en los que se decide la suerte económica de un cierto volumen de propuestas, más aún si quienes las presentan son peruanos, inevitablemente conocidos en su mayoría. Esta vez la elección de los miembros del jurado por sorteo y la persuasión femenina vencieron mis resistencias, aunque confié en no salir elegido entre los cinco que formaban parte del rubro de críticos.
Salí elegido en el sorteo y la experiencia como jurado en el reciente concurso de proyectos de largometrajes convocado por CONACINE ha sido para mí muy aleccionadora y creo también para mis colegas, el realizador Felipe Degregori, el crítico y cineasta Andrés Cotler, el docente y conocido hombre de teatro Luis Peirano y el escritor Cronwell Jara, quien ofició de presidente del jurado. Nos enfrentamos a 45 proyectos, entre los cuales unos 15 por lo menos merecían estar entre los ganadores. Fue penoso para todos vernos obligados a seleccionar sólo cinco que es lo que las bases establecían. Aún cuando no había sido jurado previamente en estas lides mayores de los proyectos de largometraje en el Perú, sí había tenido ocasión de leer a lo largo del tiempo muchos guiones y la impresión que arroja este último concurso es que se ha avanzado de manera significativa en la escritura y elaboración de los mismos. Sin embargo, hay que reforzar esta práctica y en ello los talleres y laboratorio de guiones a cargo de profesionales de fuera es, sin duda, algo que no se debe descuidar.
Pero hay otros aspectos que pueden permitir mejorar el trabajo de los jurados. Uno de ellos es la inclusión de cineastas y críticos extranjeros.
Lo deseable sería para mí que fueran tres extranjeros o, al menos, dos. Con ellos se contrapesa la parte peruana, necesaria porque aporta las impresiones de quienes conocen, o deben conocer, las condiciones en que se hace cine en el Perú y, aunque sea panorámicamente, la realidad peruana. Esa inclusión haría posible la incorporación de miradas distintas y la "distancia" de quienes no están, de una u otra manera, implicados en el quehacer o en los debates cinematográficos locales.
Otro aspecto a considerar es el de la participación de documentales en un concurso en el que predominan los proyectos de ficción. Aclaro que estoy entre los que afirman que un documental tiene la misma legitimidad estética que una ficción o una animación y en tal sentido no me parece que los documentales deban estar fuera de una competencia de películas ya realizadas, sea un concurso, un festival u otro. Por supuesto, no cualquier documental, como tampoco cualquier ficción, y para eso hay una labor de selección previa. Pero en un concurso de proyectos ocurre que los guiones de ficción tienen todas las de ganar, a no ser que se trate de proyectos documentales fronterizos con la ficción o especialmente innovadores.
Es decir, en un guión de ficción se percibe "mayor trabajo", elaboración de personajes y situaciones que inevitablemente no está presente en el proyecto (que no guión) de documental, aunque cuando haya en éste un buen trabajo de investigación previa, porque lo propio del documental está en el registro y montaje de imágenes, no planificado en detalle, sino en sus líneas generales. Entonces, la impresión que deja un proyecto documental, por prometedor y valioso que pueda ser, está en inferioridad de condiciones frente a un buen guión de ficción, aunque posteriormente ese proyecto documental pueda dar lugar a una película más lograda que ese guión de ficción, cosa que es imposible saber de antemano. Además, el hecho de que las obras de ficción requieran, en principio, mayores gastos de producción que los documentales abona en favor de la preferencia por las primeras.
Al respecto, sugiero una separación de estos dos grandes géneros, a no ser que se trate, como dije, de proyectos fronterizos, pues de no ser así me temo que los documentales sigan siendo perdedores en el rubro de los proyectos de largometraje. De hecho, hay un concurso de documentales en el que convendría incrementar el monto de los premios para hacerlo más atractivo.
Por otra parte, debería considerarse un premio especial para proyectos de carácter, digamos, experimental ( de ficción pura o fronteriza) pues siempre tiende a primar en la elección de los guiones la búsqueda de un cierto equilibrio entre la solvencia expresiva del guión y sus posibilidades comunicativas.
Con ello, los guiones más "audaces", desconcertantes, "extremos", extraños o curiosos, por sugestivos que sean, tienden a ser arrinconados por otros de construcción más legible, no necesariamente clásica o aristotélica. Con esto se abriría un espacio para propiciar y no disuadir proyectos que, a la luz de los guiones ganadores, estarían condenados a la exclusión. Ojo, con ello no quiero decir que se estén premiando proyectos convencionales, que no lo son en absoluto los que han sido ganadores, considerados además como los mejores de todos por el jurado, pero tienden a quedar fuera los proyectos estéticamente más heterodoxos, que también deberían encontrar un lugar potencial más visible entre los premios. Ese podría ser uno especial que no necesariamente tendría que entregarse siempre, si es que no se encuentran méritos suficientes para hacerlo.
Finalmente, los proyectos tendrían que darle a la sustentación del tratamiento audiovisual el mayor peso posible. Las bases del concurso lo indican y varios de los guiones presentados han desarrollado de manera impecable esa sustentación. Pero no todos. Con esto quiero decir que para quien lee un guión tanto o más importante que seguir la construcción de la historia y los diálogos son los detalles de la atmósfera visual, de la elaboración de escenarios, del trabajo cromático, de los modos de dirección de actores, de la planificación y los movimientos de cámara, de la duración de los encuadres, del ritmo... En fin, de todo eso que en el desarrollo del guión puede estar sugerido, pero no desarrollado y que se enuncia aparte. Este es un aspecto fundamental en la presentación de los proyectos que es necesario reforzar.
Isaac León Frías
9 comentarios:
Una consulta: ¿Les pagan a los miembros del jurado?, ¿Quiénes?, ¿De dónde sale el dinero?. Sería interesante resolver estas dudas sobre los jurados....
una pregunta a Isaac León Frías y a todaq la comunidad, sin ningún ánimo de incordiar:
¿por qué nunca han invitado a integrar el equipo de jurados de Conacine a ningún crítico de la revista Godard, inluyendo a Akamine, a Romero, a Fernández, a Mauricio, a Cabrera, al mismo Cordero y a Pimentel -que además lleva más de 8 años haciendo crítica en El Comercio?
a josé tsang lo invitaron cuando ya no era miembro de godard!, y después han invitado hasta a periodistas deportivos que habían sido críticos de cine -ya no lo eran en el momento de ser jurado- por poco tiempo -raúl cachay- y a lucho quequezana que es documentalista, para ocupar el sillón de crítico de cine en el jurado, pero no a críticos de godard
como si no hubieran más críticos de cine en el país, llaman a periodistas deportivos y a cineastas
no resulta un poco extraño eso? tan malos son los críticos de la revista godard?
felicitaciones por el blog
Abel
Sí, hay un pago para los jurados que, entiendo, proviene del mismo fondo del que salen los premios.
Se viene efectuando desde hace algún tiempo, pues supone un buen
número de horas la lectura y evaluación de los guiones.
Con todo respeto señor León... usted está metido en el mismo lodo donde se revuelcan los autores, realizadores y demás personajes mediocrones del (inexistente) cine peruano. Si usted pone la mano (o su intelecto pagado) sin querer o queriendo hacerlo, firmó una complicidad que lo involucra absolutamente con el resultado final (el filme). Lo lamento por su amplia trayectoria señor León.
No me parece ético que Andrés Cotler haya integrado el jurado porque es juez y parte, es decir, cineasta y crítico de cine. No se puede ser las dos cosas a la vez e inregrar un jurado de proyectos de largometraje.
Respuesta a Abel: este año por primera vez se eligieron a los
miembros del jurado en un sorteo
público. Hubo propuestas en cada
categoría (directores, guionistas,
docentes, críticos y notables de la cultura). Entre los cinco críticos propuestos figuraba Pimentel.
Gracias señor león.
aunque mi pregunta sigue sin tener respuesta. ¿Por qué en todos los años de Conacine -en casi dos décadas- ningún crítico de Godard ha figurado como jurado?
¿por qué antes, cuando no había sorteo público, fueron elegidos periodistas deportivos y cineastas en el rubro de críticos y no pudieron convocar a ningún crítico de Godard?
creo que eso explica en algo los cargos en contra de la "representatividad" de Conacine.
y en cuanto a lo del último sorteo público, que yo sepa ninguno de Godard ha estado al tanto de que ha sido candidato.
¿en Conacine suelen proponer a candidatos sin el consentimiento del mismo?
en realidad hago estas preguntas porque creo que la opinión pública debe estar enterada de estos detalles, cosas que además explican algunas críticas que se le hace a esta entidad.
Gracias de todas formas por su respuesta.
Saludos,
Abel
León, ¿ Quien es Pimentel ? Supongo que tu juvenil enemigo a quien pretendes destruir a través de insultos, maquillando un odio perverso. Nunca lo harás, por que no te va a alcanzar la edad para ello. Por qué no le respondes al hombre de la marca de fideos, y te haces olímpicamente el sueco. Claro, las verdades tienen esa virtud de hacer estragos. Nos has dado una soberana lección de hielo, pero derretido.
Las respuestas las tiene CONACINE.
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