No voy a dejar pasar la invitación del "epistemólogo" responsable del blog “La cinefilia no es patriota”.
Me alude en primer lugar "con la gracia que me caracteriza". Bueno, por lo menos tengo gracia, a él no se le conoce ninguna. Sostiene luego, a partir de una entrevista con Raymond Federman y una cita de Gustave Flaubert que el paradigma del conocimiento ha cambiado y que una cosa es el objeto y otra la representación que nos hacemos del objeto y que esta representación es pura subjetividad (la Torre Eiffel real y la nos formamos interiormente).
No soy un especialista en la reflexión epistemológica y no intento, por tanto, dictar cátedra sobre un asunto que requeriría mayor sustentación. Pero, desde mi punto de vista, no se puede privilegiar de un modo categórico la perspectiva digamos “subjetivista” sobre la “objetivista”, especialmente cuando se trata del conocimiento articulado y metódico.
Una cosa es la experiencia común y prosaica, pero otra muy distinta es el saber especializado. Si bien es cierto que no es lo mismo el objeto exterior y la representación que tenemos de ese objeto, no se trata en absoluto de una oposición irreductible, porque eso negaría, en primer lugar, la posibilidad del conocimiento científico. ¿De qué hablamos cuando nos referimos a los planetas, a las galaxias, a las plantas, a los animales, al cambio climático, al crecimiento demográfico, al funcionamiento de la economía? ¿Acaso de pura subjetividad? Entonces, para qué sirve la ciencia? Para nada en esa perspectiva en la que todo sería ilusorio, "fantasmático".
Otro tanto ocurre con el arte. Las obras existen y pueden ser descritas, explicadas y ser al mismo tiempo objetos de fruición. Por cierto, los criterios de explicación e interpretación no son monolíticos ni tampoco el grado de fruición estética que pueden o no proporcionar. Eso depende de una serie de factores que se modifican con las características de las audiencias, los cambios sociales y el tiempo. No vemos las películas silentes tal como se "veían" en su tiempo. No las vemos de la misma manera en que las vería un pescador, un campesino o un asháninka. Pero de allí a postular una total subjetividad en la recepción hay un paso que ninguna epistemología con un mínimo de solidez puede sostener, porque sería ingresar al terreno de la pura arbitrariedad.
Si de esa manera el responsable del blog quiere justificar lo que escribe, allá él. Claro, en esos términos se puede escribir o decir cualquier cosa y así todo es válido, no hay órdenes ni jerarquías estéticas posibles, todo puede ser intercambiable. La obra de arte, la película en este caso, es como el sombrero de un mago del que se puede extraer cualquier cosa y sin límites. De ese modo, casi nos podemos "inventar" las películas, transformarlas, jugar con ellas como objetos fractales.
Una vez más, la negación del conocimiento, de la posibilidad de "objetivar" en una cierta medida el objeto contemplado, de poder describirlo y explicarlo en su materialidad y en su funcionamiento. Que en la incorporación de ese objeto esté presente inevitablemente la subjetividad del observador (una subjetividad que en el trabajo científico tiene que estar lo más mediatizada posible) no lo convierte en un objeto inasible, no lo “desobjetiviza”. En el análisis de la obra artística, y en las películas en concreto, las huellas de la subjetividad son inevitablemente mayores y no se pueden desligar del objeto que es materia del comentario o la reflexión, pero eso no significa que la subjetividad "absorba" por completo la aprehensión del film. De ser así, entonces no sirve para nada la crítica de cine, ni ningún tipo de análisis (la semiótica sería una aberración), ni tampoco otras formas de acercamiento al universo fílmico y cinematográfico (la teoría, la historia). Estaríamos en el reino de lo inefable, en el mundo platónico en el que sólo nos llegan las sombras de los objetos de fuera. Y eso es un poco lo que hace el responsable de ese blog. Como considera que todo es pura subjetividad se libra a los comentarios especulativos en los que poco o nada queda de las películas que son objeto del comentario y en ese ejercicio onanista cualquier cosa se puede decir y la impertinencia no es un defecto, sino una licencia legítima. Y como no es Flaubert (aunque parece creerse eso y más), los resultados suelen ser lamentables.
Definitivamente, no comparto ni ese sustento epistemológico ni la visión del cine y de la crítica que de él se derivan. Dice que no tengo bien puestos los pies sobre la tierra. Con esa perspectiva subjetivista yo creo que es él quien está más allá de las nubes.
Isaac León Frías
Me alude en primer lugar "con la gracia que me caracteriza". Bueno, por lo menos tengo gracia, a él no se le conoce ninguna. Sostiene luego, a partir de una entrevista con Raymond Federman y una cita de Gustave Flaubert que el paradigma del conocimiento ha cambiado y que una cosa es el objeto y otra la representación que nos hacemos del objeto y que esta representación es pura subjetividad (la Torre Eiffel real y la nos formamos interiormente).
No soy un especialista en la reflexión epistemológica y no intento, por tanto, dictar cátedra sobre un asunto que requeriría mayor sustentación. Pero, desde mi punto de vista, no se puede privilegiar de un modo categórico la perspectiva digamos “subjetivista” sobre la “objetivista”, especialmente cuando se trata del conocimiento articulado y metódico.
Una cosa es la experiencia común y prosaica, pero otra muy distinta es el saber especializado. Si bien es cierto que no es lo mismo el objeto exterior y la representación que tenemos de ese objeto, no se trata en absoluto de una oposición irreductible, porque eso negaría, en primer lugar, la posibilidad del conocimiento científico. ¿De qué hablamos cuando nos referimos a los planetas, a las galaxias, a las plantas, a los animales, al cambio climático, al crecimiento demográfico, al funcionamiento de la economía? ¿Acaso de pura subjetividad? Entonces, para qué sirve la ciencia? Para nada en esa perspectiva en la que todo sería ilusorio, "fantasmático".
Otro tanto ocurre con el arte. Las obras existen y pueden ser descritas, explicadas y ser al mismo tiempo objetos de fruición. Por cierto, los criterios de explicación e interpretación no son monolíticos ni tampoco el grado de fruición estética que pueden o no proporcionar. Eso depende de una serie de factores que se modifican con las características de las audiencias, los cambios sociales y el tiempo. No vemos las películas silentes tal como se "veían" en su tiempo. No las vemos de la misma manera en que las vería un pescador, un campesino o un asháninka. Pero de allí a postular una total subjetividad en la recepción hay un paso que ninguna epistemología con un mínimo de solidez puede sostener, porque sería ingresar al terreno de la pura arbitrariedad.
Si de esa manera el responsable del blog quiere justificar lo que escribe, allá él. Claro, en esos términos se puede escribir o decir cualquier cosa y así todo es válido, no hay órdenes ni jerarquías estéticas posibles, todo puede ser intercambiable. La obra de arte, la película en este caso, es como el sombrero de un mago del que se puede extraer cualquier cosa y sin límites. De ese modo, casi nos podemos "inventar" las películas, transformarlas, jugar con ellas como objetos fractales.
Una vez más, la negación del conocimiento, de la posibilidad de "objetivar" en una cierta medida el objeto contemplado, de poder describirlo y explicarlo en su materialidad y en su funcionamiento. Que en la incorporación de ese objeto esté presente inevitablemente la subjetividad del observador (una subjetividad que en el trabajo científico tiene que estar lo más mediatizada posible) no lo convierte en un objeto inasible, no lo “desobjetiviza”. En el análisis de la obra artística, y en las películas en concreto, las huellas de la subjetividad son inevitablemente mayores y no se pueden desligar del objeto que es materia del comentario o la reflexión, pero eso no significa que la subjetividad "absorba" por completo la aprehensión del film. De ser así, entonces no sirve para nada la crítica de cine, ni ningún tipo de análisis (la semiótica sería una aberración), ni tampoco otras formas de acercamiento al universo fílmico y cinematográfico (la teoría, la historia). Estaríamos en el reino de lo inefable, en el mundo platónico en el que sólo nos llegan las sombras de los objetos de fuera. Y eso es un poco lo que hace el responsable de ese blog. Como considera que todo es pura subjetividad se libra a los comentarios especulativos en los que poco o nada queda de las películas que son objeto del comentario y en ese ejercicio onanista cualquier cosa se puede decir y la impertinencia no es un defecto, sino una licencia legítima. Y como no es Flaubert (aunque parece creerse eso y más), los resultados suelen ser lamentables.
Definitivamente, no comparto ni ese sustento epistemológico ni la visión del cine y de la crítica que de él se derivan. Dice que no tengo bien puestos los pies sobre la tierra. Con esa perspectiva subjetivista yo creo que es él quien está más allá de las nubes.
Isaac León Frías
5 comentarios:
León es un buen polemista.
Metiste la pata, León. No puedes discutir con tipos que están en pañales.
En buena hora llega esta respuesta de León. Lo más risible del 'iluminador' post de Castro Cobos es la delirante pompa y pretendida autoridad con la que se expresa.
En principio, cabría demarcar que la propia alusión a la epistemología se encuentra desenfocada. Castro Cobos, con sumo desparpajo, se desentiende de la constitución del concepto, así como del método empírico (con el cual se establecen los fundamentos de la ciencia mediante la observación de los objetos perceptibles en el mundo).
Castro Cobos, además, no sólo niega (evidentemente sin darse cuenta) el propio ejercicio de la crítica de cine (que, claro está, no es una ciencia pero dista del paje mental), ¡pretende descosificar el mundo!
Me pregunto: ¿cómo sería el mundo configurado por su "genio maligno"?
¡Que viva el "Todo Vale"!
León es usted todo un caballo. Rebajarse (y nivelarse) a entablar una polémica a distancia con un abrupto fantasma, habla mal de su seriedad como profesional de la escritura (cinematográfica) y mucho más aún de su desgastada autoestima. El abuso de las deficiencias intelectuales de un prójimo, no es una de las virtudes de los sabios, sino uno de sus más evidentes debilidades.
Lamento tener que estar de acuerdo con el epistemologo. No existe pensamiento estructurado contemporaneo que parta, ya sea desde la fisica o la filosofia, que no sostenga la imposibilidad de objetivar la realidad. Principio de incertidumbre se le llama. Incapacidad humana de percibir la realidad fuera de sus propios parametros. De alli que en los campos más sabios de la reflexión humana ya no se practica la crítica y como dicen ya muchos el crítico es una especie en extinción. No se trata de estar de acuerdo, parece que no hay salida a la susodicha encrucijada epistemologica
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