Toy Story 3 es la mejor película de Pixar, es estallido puro, un festejo visual, un relato hilarante y emotivo que no tiene mayores pretensiones que mostrar con ingenio un conflicto arquetípico entre buenos y malos: juguetes amables y unidos enfrentados al dominio de muñecos y peluches degenerados y esperpénticos dentro de un jardín pre-escolar, todos defenestrados del “hogar”. Una suerte de imaginario de ludismo infantil que se pervierte encuentra cabida en esta película de modo delirante: un Ken amanerado y metrosexual, un oso con apariencia patriarcal y bondadosa que se deschava en un mafioso y autoritario carcelario, un “Chichobello” sometido y endurecido por la maldad convertido en el mastodóntico ayudante silencioso del cancerbero. En el mundo de Toy Story 3, los personajes tienen que lidiar con sus mismos congéneres, lejos de la voluntad de los humanos.
Esta cinta de Lee Unkrich vuelve a algunos motivos de sus antecesoras, como el parafraseo de la mente infantil en los juegos, que se da en los primeros minutos del filme, donde el típico western se transforma en un disparate puro, donde hay lugar para la nave espacial en forma de chancho, para los Trolls que son tomados como “huérfanos” en un tren que se descarrilla y para el reptil gigante de apariencia inofensiva que ataca como si fuera Godzila. Se muestra destreza en traducir esa maquinaria de la fábula empleada en los juegos que puede hacer convivir si se quisiera a muñecos de Barbie, Rambo, Ultrasiete o Puka en una tarde de té. Pero por otro lado, también está el tema de la resistencia al abandono o al cambio: Andy ha crecido, como la mayoría de espectadores que vieron por primera vez esta película hace quince años, y Woody, Buzz y demás collera no encuentran mejor idea que llamarlo a través de un teléfono celular para poder captar su atención y sacarlos del baúl del olvido lo que resulta inútil. Si en la primera Toy Story, Woody teme perder a Andy por la llegada de Buzz (lo nuevo), en esta tercera parte todos los juguetes se resisten a la idea de que no tendrán un dueño en mucho tiempo (inclusive señalan que en algunos años Andy puede tener hijos), y de que probablemente sean basura que botar. A estas alturas los juguetes no tiene que implorar por tener por lo menos un dueño que los haga jugar, sino evitar el reciclaje, el maltrato de los niños pequeños y la desaparición. Los juguetes ya no se sienten seguros en las manos de los niños y es de esto que hay que convencerlos.
Toy story 3 es también una nueva historia de planificación y realización de una fuga en medio de un regimiento de juguetes amargados y perdidos, narrada con recursos visuales formidables, de escenas logradas y muy divertidas que no se sienten impostadas o gratuitas (Buzz con acento majo no tiene pierde) y a la vez engrana todo un entorno más allá del filme a través de la nostalgia, la referencia y un entorno pop de muñecos y muñecas eternos en la memoria (la aparición del teléfono con ruedas es genial), que son elementos que hacen que esta cinta, como las anteriores, se vuelva un clásico. También tiene responsabilidad en el éxito y creatividad el guionista de Little Miss Sunshine, Michael Arndt, quien elabora los personajes más disparatados a partir de apariencias conocidas, metidos en vueltas de tuerca enpeluchadas y con olor a frambuesa. Lots-o es el villano más vilipendiado de los últimos tiempos.
Si bien otras obras de Pixar muy particulares y significativas para el género como Wall-e o Ratatouille muestran que el cine de animación no tiene limitaciones argumentales ni estéticas frente al cine de “carne y hueso” (alejándose de la figura de que el cine animado sólo es para niños), Toy Story 3 insiste en este rol de divertimento de goce infantil pero no se distancia del entorno adulto de sus también espectadores, ya que propone historias tan sutiles y descabelladas como la de Lots-o y Bebote, la de Ken y Barbie, o la vida oculta de los juguetes apostadores. Se agradece la aparición en los créditos finales del personaje Totoro de Hayao Miyazaki a modo de guiño, lo que deja en evidencia no sólo cariño al maestro de la animacion japonesa, sino que se da homenaje a un cine animado más humano, que no es ajeno a los cambios y a las nuevas sensibilidades dentro y fuera del cine.
Esta cinta de Lee Unkrich vuelve a algunos motivos de sus antecesoras, como el parafraseo de la mente infantil en los juegos, que se da en los primeros minutos del filme, donde el típico western se transforma en un disparate puro, donde hay lugar para la nave espacial en forma de chancho, para los Trolls que son tomados como “huérfanos” en un tren que se descarrilla y para el reptil gigante de apariencia inofensiva que ataca como si fuera Godzila. Se muestra destreza en traducir esa maquinaria de la fábula empleada en los juegos que puede hacer convivir si se quisiera a muñecos de Barbie, Rambo, Ultrasiete o Puka en una tarde de té. Pero por otro lado, también está el tema de la resistencia al abandono o al cambio: Andy ha crecido, como la mayoría de espectadores que vieron por primera vez esta película hace quince años, y Woody, Buzz y demás collera no encuentran mejor idea que llamarlo a través de un teléfono celular para poder captar su atención y sacarlos del baúl del olvido lo que resulta inútil. Si en la primera Toy Story, Woody teme perder a Andy por la llegada de Buzz (lo nuevo), en esta tercera parte todos los juguetes se resisten a la idea de que no tendrán un dueño en mucho tiempo (inclusive señalan que en algunos años Andy puede tener hijos), y de que probablemente sean basura que botar. A estas alturas los juguetes no tiene que implorar por tener por lo menos un dueño que los haga jugar, sino evitar el reciclaje, el maltrato de los niños pequeños y la desaparición. Los juguetes ya no se sienten seguros en las manos de los niños y es de esto que hay que convencerlos.
Toy story 3 es también una nueva historia de planificación y realización de una fuga en medio de un regimiento de juguetes amargados y perdidos, narrada con recursos visuales formidables, de escenas logradas y muy divertidas que no se sienten impostadas o gratuitas (Buzz con acento majo no tiene pierde) y a la vez engrana todo un entorno más allá del filme a través de la nostalgia, la referencia y un entorno pop de muñecos y muñecas eternos en la memoria (la aparición del teléfono con ruedas es genial), que son elementos que hacen que esta cinta, como las anteriores, se vuelva un clásico. También tiene responsabilidad en el éxito y creatividad el guionista de Little Miss Sunshine, Michael Arndt, quien elabora los personajes más disparatados a partir de apariencias conocidas, metidos en vueltas de tuerca enpeluchadas y con olor a frambuesa. Lots-o es el villano más vilipendiado de los últimos tiempos.
Si bien otras obras de Pixar muy particulares y significativas para el género como Wall-e o Ratatouille muestran que el cine de animación no tiene limitaciones argumentales ni estéticas frente al cine de “carne y hueso” (alejándose de la figura de que el cine animado sólo es para niños), Toy Story 3 insiste en este rol de divertimento de goce infantil pero no se distancia del entorno adulto de sus también espectadores, ya que propone historias tan sutiles y descabelladas como la de Lots-o y Bebote, la de Ken y Barbie, o la vida oculta de los juguetes apostadores. Se agradece la aparición en los créditos finales del personaje Totoro de Hayao Miyazaki a modo de guiño, lo que deja en evidencia no sólo cariño al maestro de la animacion japonesa, sino que se da homenaje a un cine animado más humano, que no es ajeno a los cambios y a las nuevas sensibilidades dentro y fuera del cine.
Mónica Delgado
15 comentarios:
Increíble que Mónica Delgado afirme lo que sus inconexos gustos la obligan. Lo mejor de Pixar han sido los primeros 15 minutos del filme "Up". Toy Story 3 es una película de rebotes. Te atraco que sea la más famosa, la mejor marqueteada, pero jamás lo mejor de Pixar. Sigues siendo una crítica superficial y demagógica.
Otra vez a darle a Mónica.
Qué injusto!
Para Ricardo Rinaldi: Me parece anacrónico discutir temas de gustos, cuál es mejor que cuál. Por otro lado, Ud. mismo dice que lo mejor de Pixar son los 15 minutos de Up frente, para mí, todos los cien minutos de Toy Story 3.
¿Lo demagógico es porque se trata de un blockbuster?
Y fue el increible, inconexo, superficial y demagógico comentario de un tal Rinaldo, con seguridad un seudònimo.
Saludos, Monica. Bien por Toy Story 3
Digo que tus gustos son inconexos porque opinas lo mismo de filmes cuyos extremos temáticos y de realización son similares. Otra cosa mariposa, las discusiones o debates acerca de la cinematografía jamás son anacrónicos. Los gustos si son subjetivos pero tienden a convertirse en objetivos cuando se vislumbra que son hechos por un especialista en temas relacionados con la cinematografía. Los blockbusters tienen el valor referencial que les da la mayoría, y eso no es un suceso comparativo con lo demagógico. Voy más allá, los 15 primeros minutos de "Up" son lo mejor de la cinematografía en muchísimos años. Superficial y demagógico es comparar mis 15 minutos de "Up" con tus 100 minutos de Toy Story 3. Critico tu crítica y haces bien en responderme con respeto, pero afina las cuerdas de tu guitarra, querida Mónica.
Lo del anónimo Rodriguez simplemente una sobadita venenosa de un visitante multibloggero, que no te hace ningún favor o quizás sí. Rinaldi, Rodríguez, Ricardo Rinaldi.
Mónica: bien por tu crítica aunque discrepe con esta. Lo que no deberías aceptar son los halagos y saludos gratuitos del tal Rodrigo, quien debe tener el hígado amarillo.
Mónica creo que no solamente exageras sino que afirmas hechos totalmente subjetivos. Me parece bien que la película te haya gustado pero decir que es lo mejor de Pixar no te lo cree ni John Lasseter ni el mismo Lee Unkrich. Es un slapstick muy humorístico alejado de los personajes. Procura alejarte de los tipos como Rodrigo y centrarte en las críticas. Ahí podrás corregir algunos elementos.
Monica Delgado no necesita que la defiendan, lo contrario a lo que pasa con el tal Ronaldo que, despues de soltar adjetivos, intenta pasar piola. Saludos.
El que se pica pierde Ricardo y Rodrigo. Mónica hace su trabajo y por lo menos lo expresa honestamente. Me quedo con la crítica de Ricardo Bedoya.
Ricardo Rinaldi es Eduardo Maldonado
La escena del incinerador cuando los juguetes unen sus manos y se resignan a su suerte debe ser de lo más genuinamente emocionante que el cine nos ha ofrecido este 2010. Cine y emoción en estado puro.
Y Rodrigo es Ricardo Bedoya
La secuencia del incinerador es de lo mejor que nos ha dado el cine este 2010. Cine y emoción en estado puro.
Estoy completamente de acuerdo con que la secuencia del incinerados es una de los mejores de los ultimos años. Por otro lado, es cierto que es dificil ser objetivo para una pelicula que ha marcado la infancia en muchos (como es mi caso), pero en mi opinion, no es la gran pelicula, me gusto mucho, cierto, me emciono, los personjaes son increibles y siempre me enganchare con peliculas de Pixar, pero no puedo dejar de mencionar que al final de la pelicula senti que se pudo haaber hecho mas, las emociones estan, pero no logran cautivarte en los 100 largos minutos de la pelicula, por momentos se vuelven lenta, y dan deseos de adelantar. En fin, es solo un comentario, espero no me sacrifiquen por eso. Por cierto, a mi tambien me parece que los 15 minutos del inicio de UP es una de las mejores secuencias que he visto en mi vida, pero es dificil comparar una secuencia con una pelicula completa de 100 minutos, no me parece justo.
Es una buena crítica, Mónica. Coherente y mostrando tus mejores armas. Por otro lado, Rinaldi tiene razón aunque no son 15 sino 3 los minutos que dura ese envejecer (que creo es a lo que se refiere) de los niños.
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