Federico García Hurtado, director de películas como La manzanita del diablo y La yunta brava, ha publicado un artículo en la edición No. 30 de la revista Butaca.
En un párrafo, dice lo siguiente:
"El cine peruano, desde la infausta desactivación de la ley 19327 dada por el gobierno de Velasco, si logra programar su película en una cadena de distribución nacional, lo hace con la convicción absoluta de que está arrojando sus sueñosy los dólares de la tía Cristina, al fondo de un barranco y de modo inexorable. Los exhibidores, dueños absolutos y sin cortapisa alguna del mercado (...) programarán la cinta en horarios inconvenientes, la cambiarán de sala en los multicines, relegarán su publicidad a lo mínimo indispensable. Encima los críticos anunciarán que la película es una basura y que nadie será tan tonto de arriesgarse a pagar la entrada para ver semejante bodrio. En fin, a las dos o tres semanas de producido el descuartizamiento, los sueños y el capital invertido del realizador (y la plata del Estado en la mayor parte de los casos) se irán por el desague junto con los dólares de la generosa pariente."
El "soñador" cineasta de El forastero describe un ominoso complot. Las transnacionales y los aviesos críticos se asocian para hacer fracasar al idealista que ha "picado" a la vez los ahorros de su tía Cristina y los recursos del Estado, a juzgar por la descripción de todo lo que termina en el sumidero.
La culpa del desastre, para el epónimo director del extraterrestre Nacho Duato, es de todos, menos del idealista descuartizado, el de "los sueños y el capital invertido". Y, mucho menos, de la calidad de su película.
Curiosa lógica la del que empieza afirmando: "El cine peruano (...) si logra programar su película en una cadena...".
No, señor. El "cine peruano" es un concepto que no tiene personería natural ni jurídica; no tiene brazos ni piernas. Y, por eso, no programa nada.
Programan las empresas de producción que tienen una denominación, aspiraciones determinadas y ofrecen al mercado un producto, una película, llamada por ejemplo El forastero, que puede o no tener méritos, calidad o despertar interés entre el público.
Así que asociar al "cine peruano" en su conjunto con el destino de los recursos de la generosa (y algo ingenua, al parecer) tía Cristina es, por decir lo menos, un abuso.
Pero, además, el director de la película El forastero, producida por Miguel Bosé (¿tía Cristina?), quiere meter a todos en el mismo saco. La crítica no dijo que Días de Santiago, Madeinusa, El destino no tiene favoritos o Chicha tu madre fueran bodrios.
La crítica (o al menos algunos críticos) sí dijo que El forastero era un bodrio. Pero eso no es culpa del "cine peruano", ni hay que pasarle factura por su catastrófico desempeño en taquilla. Ni asociar su marcha con el resultado comercial de un bodrio.
Tampoco, lo siento, es culpa del crítico que dijo que era un bodrio. Es cierto, pudo decir que era un "horror", "una calamidad", "un desatre", "un budín", o semejantes. Cuestión de adjetivos.
Tal vez, entonces, sea culpa de Nacho Duato, de Miguel Bosé, del Estado, o de la tía Cristina.
En resumen: la culpa es de cualquiera y de todos, menos del director. A él ni lo miren.
Ricardo Bedoya