viernes, 7 de agosto de 2009

Reprise de Joachim Trier


No recuerdo cuando fue la última vez que vi una película donde los protagonistas jóvenes, menores de 24 años, respiraran un aire romántico en torno al oficio de la escritura. Escribir literatura es planteada en Reprise (2006), primer largometraje del noruego Joachim Trier, como un acto de fe irrefrenable y de aliento decimonónico: pasión por recuperar la esencia de un oficio menoscabado en la actualidad por las nuevas generaciones (la literatura no da plata), sacrificio y aislamiento para convocar a la inspiración, materia autobiográfica para trasladarla a universos inventados y, sobre todo, culto y devoción a los padres literarios.

Más allá de su factura pop y posmoderna (juego de tiempos, narrador omnisciente crítico, banda sonora llena de evocaciones a un pasado punk y post punk de demandas y reivindicaciones, de la mano de una cámara videoclipera) el discurso del cineasta en Reprise recupera un espíritu casi obsoleto: angustia existencial y crítica sutil a la sociedad burguesa (sí, revitalizando esa palabra), es decir, se siente una nostalgia por lo que ya no existe.

Reprise (2006) es la historia de dos amigos inseparables a punto de comenzar su propia carrera literaria en el Oslo actual. Tras la publicación de los respectivos libros, uno cae en la depresión y la psicosis, sin embargo encuentra a la pareja ideal, mientras el otro afirma su capacidad creativa y se propone dejar a la novia y alejarse de los amigos para afianzarse como escritor y alcanzar, tras el esfuerzo, notoriedad.

Uno de los personajes, amigo de los protagonistas, señala que para poder escribir es necesario dejar a las mujeres de lado: “acaso ¿alguna mujer te ha comentado sobre algún nuevo libro, algún escritor interesante? Y si lo hace es porque se lo escuchó al novio, al padre o al tío”. Y este halo misógino no es gratuito, puesto que la cinta se precia de manejarse en un entorno masculino por excelencia: el grupo de amigos desde la infancia con las reglas y gustos claros. Por otro lado, poco a poco vemos cómo la relación de los protagonistas (Phillip y Eric) se va estrechando hasta adquirir un tinte homoerótico.

Joachim Trier plasma un retrato de la juventud de su país no con benevolencia, al contrario, lo hace con un sentido del humor ácido y sardónico. No es casual que escuchemos New dawn fades de Joy Division, donde Ian Curtis canta con su voz desangelada “me, seeing me this time, doping for something else” mientras los personajes señalan que es hora de irse de Oslo delante de un desfile patrio.

Reprise hace referencia en su título al término musical (una suerte de canción revisitada o recreada, nuevas versiones) ya que a modo de introducción un narrador nos relata el futuro optimista y bucólico de los personajes consagrados en círculos literarios, pero el cineasta desiste con hilaridad de esa posibilidad y apuesta a una versión más corrosiva y real para contar la vida de sus dos personajes.

Esta ópera prima de Trier (que no tiene nada de Lars) significa un buen acercamiento al cine noruego, y llama a seguir con interés la carrera de este cineasta.


Mónica Delgado (desde México)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Reprise es un término musical que se refiere a la posibilidad de variaciones a partir del mismo tema o punto de arranque. Y así mismo arranca esta brillante película: dos amigos escritores mandan sus respectivas novelas a una editorial. Con este planteamiento, uno de los puntos fuertes de la película no tarda en aparecer: el "what if", que nos muestran los futuros ideales, soñados, fantaseados, de los protagonistas, el camino directo hacia el prestigio literario. Luego llega la realidad.

No es esta una película autocomplaciente, aunque el ritmo de videoclip y unos actores tan guapos puedan despistar en un principio. Vemos de primera mano cómo una pandilla de chicos de clase media de chocan de lleno contra sus limitaciones, su falta de talento, las traiciones que ellos mismos hacen a lo que se propusieron ser. Pero, a pesar de tener momentos duros y crudos (sin llegar al naturalismo pornográfico que gusta a tantos), no es una tragedia absoluta, porque la vida tampoco lo es. Se puede estar jodido y pasarlo bien, y al revés.

En resumidas cuentas es una película con una dirección y montaje excepcional y con grandes interpretaciones que trata del gran abismo que hay entre lo que es y lo que debería ser; lo que deseamos y lo que nunca podremos tener.

Diablosazules dijo...

El discurso sexista es denigrante, no para quienes ostentan el genero femenino, sino para quien profiere tal discurso ya trillado y en pleno siglo XXI, ridículo.