“Huacho” nos cuenta la historia en un día de una familia, cuatro personajes, que viven a orillas de Chillán, ubicado al sur de Chile. Clemira es la abuela de la familia que se dedica a hacer quesos que luego vende en la carretera cerca al pueblo. Alejandra es la mamá que es cocinera en una posada donde asisten personas que llegan del extranjero. Manuel es el hijo que tiene que recorrer kilómetros para llegar a la escuela. Por último está Cornelio, el abuelo, que trabaja recolectando madera en los espacios naturales del campo. Estos personajes viven en una zona rural en donde convivirán con una modernidad que no se especifica necesariamente en lo material, sino en cómo se va asumiendo la vida “moderna” como una necesidad al cual en cualquier momento tendrán que acostumbrarse.
Esta película habla sobre el hombre del campo en Chile y sobre su situación precaria que no va a un ritmo evolutivo como se puede observar en ciudades grandes como Santiago. Alejandro Fernandéz Almendras, en esta, su ópera prima, habla sobre el centralismo, la desigualdad, sobre el sentimiento devaluado hacia el campo y su gente (huacho significa bastardo, sin padre conocido). La existencia de ese prejuicio responde al cronotopo social; el espacio y tiempo por el que pasamos nos obliga a valorar lo moderno y omitir lo tradicional. La familia presentada tiene una diferencia generacional, esto produce por lo tanto cuatro perspectivas o reacciones diferentes respecto a la situación de la realidad. Es el niño uno de los más afectados. Manuel es aquel pequeño de la clase que es víctima de las burlas. Él es el “huaso” de la clase, el campesino, el niño pobre. El ser de una generación actual (moderna) le obliga a desear lo de su generación, esto representado en los juegos de videos, los cuales no puede acceder por poseer pocos recursos. Acceder a estos es ser aceptado dentro del canon de lo moderno al cual pertenecen gran parte de sus compañeros de clase. El negarle uno de sus compañeros a jugar con su PSP, es rechazarlo, es no dejarle acceder a la modernidad. Es determinarlo como “huaso” o, a “cuidar vacas”. Su reacción de Manuel entonces será identificarlos como sus antagónicos. Desde ahora los acusará con el profesor cada vez que jueguen con el PSP en la hora de clase. A las horas de salida ya no les acompañará a la caminata después de clase. Desde entonces Manuel se conformará con jugar en un espacio recreativo ubicado en un centro comercial. Ahí podrá jugar con los videojuegos sin que nadie lo fiscalice, podrá ser aceptado dentro de la modernidad, al menos hasta que le duren las fichas o hasta que le dure su habilidad por el juego. No es coincidencia que pierda muy rápida sus partidas.
A otro extremo de Manuel está Cornelio, el abuelo que continuamente habla sobre sus anécdotas pasadas siempre relacionadas al medio cerca a Chillán. El abuelo es el personaje que se resiste a la modernidad, y no porque él lo desee, sino por ser esta su naturaleza, la de haberse criado en ese lugar. Siempre habla de Santiago como un lugar inentendible, como un espacio desconocido, como otra dimensión. Su labor de cada día es, de los cuatro, la que se da en menor tiempo. En “Huacho” no hay nada nuevo para estos pobladores que tengan que contar. Es lo mismo de cada día, es por eso que el espacio que se merece a Cornelio es reducido, y no extenso como el de Manuel que siempre tiene que ir fuera del campo, en un contexto que está infestado de muchos hábitos de vida, un lugar donde las cosas toman velocidad, pero el sujeto es más lento en comparación a esta.
“Huacho” no pasa de ser una propuesta personal sobre el enfrentamiento entre la vida de campo y la vida de la ciudad, entre la tradición y la modernidad. Fernandéz Almendras crea en su primera película un ambiente documentado que ocupa un día en la vida de cuatro personas que (sobre)viven a la situación, gastos, subida de precio de los productos de primera necesidad, pagos a los que han tenido que acceder, como la luz; todo aquello que se sabe pero evitamos. “Huacho” posee una temática interesante y muy atractiva aunque es su tratamiento la que la vuelve predecible y un poco floja respecto a aquellos que también han tratado dicha temática.
Carlos Esquives
Esta película habla sobre el hombre del campo en Chile y sobre su situación precaria que no va a un ritmo evolutivo como se puede observar en ciudades grandes como Santiago. Alejandro Fernandéz Almendras, en esta, su ópera prima, habla sobre el centralismo, la desigualdad, sobre el sentimiento devaluado hacia el campo y su gente (huacho significa bastardo, sin padre conocido). La existencia de ese prejuicio responde al cronotopo social; el espacio y tiempo por el que pasamos nos obliga a valorar lo moderno y omitir lo tradicional. La familia presentada tiene una diferencia generacional, esto produce por lo tanto cuatro perspectivas o reacciones diferentes respecto a la situación de la realidad. Es el niño uno de los más afectados. Manuel es aquel pequeño de la clase que es víctima de las burlas. Él es el “huaso” de la clase, el campesino, el niño pobre. El ser de una generación actual (moderna) le obliga a desear lo de su generación, esto representado en los juegos de videos, los cuales no puede acceder por poseer pocos recursos. Acceder a estos es ser aceptado dentro del canon de lo moderno al cual pertenecen gran parte de sus compañeros de clase. El negarle uno de sus compañeros a jugar con su PSP, es rechazarlo, es no dejarle acceder a la modernidad. Es determinarlo como “huaso” o, a “cuidar vacas”. Su reacción de Manuel entonces será identificarlos como sus antagónicos. Desde ahora los acusará con el profesor cada vez que jueguen con el PSP en la hora de clase. A las horas de salida ya no les acompañará a la caminata después de clase. Desde entonces Manuel se conformará con jugar en un espacio recreativo ubicado en un centro comercial. Ahí podrá jugar con los videojuegos sin que nadie lo fiscalice, podrá ser aceptado dentro de la modernidad, al menos hasta que le duren las fichas o hasta que le dure su habilidad por el juego. No es coincidencia que pierda muy rápida sus partidas.
A otro extremo de Manuel está Cornelio, el abuelo que continuamente habla sobre sus anécdotas pasadas siempre relacionadas al medio cerca a Chillán. El abuelo es el personaje que se resiste a la modernidad, y no porque él lo desee, sino por ser esta su naturaleza, la de haberse criado en ese lugar. Siempre habla de Santiago como un lugar inentendible, como un espacio desconocido, como otra dimensión. Su labor de cada día es, de los cuatro, la que se da en menor tiempo. En “Huacho” no hay nada nuevo para estos pobladores que tengan que contar. Es lo mismo de cada día, es por eso que el espacio que se merece a Cornelio es reducido, y no extenso como el de Manuel que siempre tiene que ir fuera del campo, en un contexto que está infestado de muchos hábitos de vida, un lugar donde las cosas toman velocidad, pero el sujeto es más lento en comparación a esta.
“Huacho” no pasa de ser una propuesta personal sobre el enfrentamiento entre la vida de campo y la vida de la ciudad, entre la tradición y la modernidad. Fernandéz Almendras crea en su primera película un ambiente documentado que ocupa un día en la vida de cuatro personas que (sobre)viven a la situación, gastos, subida de precio de los productos de primera necesidad, pagos a los que han tenido que acceder, como la luz; todo aquello que se sabe pero evitamos. “Huacho” posee una temática interesante y muy atractiva aunque es su tratamiento la que la vuelve predecible y un poco floja respecto a aquellos que también han tratado dicha temática.
Carlos Esquives
3 comentarios:
Interesante pela. Debería ganar.
Debo ser piña pero han cancelado tres funciones del festival, no vuelvo a ir
hola , yo vi la pela... tuvo grandes momentos que llamaron mi atencion .. pero luego de monotono y aburrido... lo mismo opino casi toda la sala.. y algunos que se fueron antes de que termine...
Saludos
Rocio
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