viernes, 31 de diciembre de 2010

Mejores 2010: Enrique Silva


CARTELERA COMERCIAL

-Criatura de la noche (Thomas Alfredson)

-La cinta blanca (Michael Haneke)

-Los amantes (James Grey)

-Toy story 3 (Lee Unkrich)

-Red social (David Fincher)

-Enemigo interno (Werner Herzog)

-El secreto de sus ojos (Juan José Campanella)

-Zona de miedo (Kathryn Bigelow)

-Atracción peligrosa (Ben Affleck)

-Celda 211 (Daniel Monzón)

-Paraíso (Héctor Gálvez)

-La isla siniestra (Martin Scorsese)


CIRCUITO CULTURAL

-Carancho (Pablo Trapero)

-Rabia (Sebastián Cordero)

-Alamar (Pedro González-Rubio)

-La casa muda (Gustavo Hernández)

-Rompecabezas (Natalia Smirnoff)

-Moscú (Eduardo Coutinho)

-Cuatro noches con Anna (Jerzy Skolimowski)

-Cuscús (Abdelatiff Kechiche)


ENRIQUE SILVA ORREGO

jueves, 30 de diciembre de 2010

Mejores 2010: José Luis Ridoutt Polar, desde Toronto


CARLOS (Olivier Assayas)

O ESTRANHO CASO DE ANGELICA (Manoel de Oliveira)

BURIED (Rodrigo Cortés)

RED SOCIAL (David Fincher)

EL ESCRITOR OCULTO (Roman Polanski)

ANIMAL KINGDOM (David Michod)

LA VIDA UTIL (Federico Veiroj)

DES HOMMES ET DES DIEUX (Xavier Beauvois)

INCENDIES (Denis Villeneuve)

ANOTHER YEAR (Mike Leigh)

WINTER’S BONE (Debra Granik)

HONEY (Semih Kaplandglu)

I SAW THE DEVIL (Kim Jee-Woon)

TRUE GRIT (Ethan Coen, Joel Coen)

CATFISH (Ariel Schulman, Henry Joost)

AÑO BISIESTO (Michael Rowe)

MY JOY (Sergei Loznitsa)

IF I WANT TO WHISTLE, I WHISTLE (Florin Serban)

BALADA TRISTE DE TROMPETA (Alex de la Iglesia)

UNCLE BOONMEE WHO CAN RECALL HIS PAST LIVES (Apichatpong Weerasethakul)

POETRY (Lee Chang-Dong)

THE MAJORITY (Seren Yuce)

OCTUBRE (Daniel Vega, Diego Vega)

OKI’S MOVIE (Hong Sangsoo)

THE TWO ESCOBARS (Jeff Zimbalist, Michael Zimbalist)

THE FIGHTER (David O. Russell)

BLACK SWAN (Darren Aronofsky)

NOSTALGIA DE LA LUZ (Patricio Guzman)

CERTIFIED COPY (Abbas Kiarostami)

THE ROBBER (Benjamin Heisenberg)

PROMISES WRITTEN IN WATER (Vincent Gallo)

HEREAFTER (Clint Eastwood)

ELLA (Francisco Lombardi)

ESSENTIAL KILLING (Jerzy Skolimowski)

MAMA GOGO (Fridik Thor Fridriksson)

LA MIRADA INVISIBLE (Diego Lerman)

FAIR GAME (Doug Liman)

THE KIDS ARE ALL RIGHT (Lisa Cholodenko)


José Luis Ridoutt Polar

miércoles, 29 de diciembre de 2010

Mejores películas 2010: César Guerra

Diez mejores películas del 2010 estrenadas comercialmente (sin orden de preferencia):

La Cinta Blanca de Michael Haneke
Criatura de la Noche, de Tomas Alfredson
Los Amantes de James Gray
Zona de Miedo de Kathryn Bigelow
Enemigo Interno de Werner Herzog
Los Abrazos Rotos de Pedro Almodóvar
Rec 2 de Jaume Balagueró y Paco Plaza
Un Hombre Solo de Tom Ford
Paraíso de Héctor Gálvez
El Último Camino de John Hilcoat

Mejores películas del circuito cultural vistas el 2010 (sin orden de preferencia):

Un Lugar en la Tierra, de Artur Aristakisian
La luz, de Souleymane Cissé
La angustia del miedo, de Gerald Kargl
Esperando la Felicidad, Abderramane Sissako
Belladona, de Eiichi Yamamoto
Dyn Amo, Stephen Dwoskin
Invasión, de Hugo Santiago
Belle Épine, de Rebecca Zlotowski
Armadillo, de Janus Metz
Alamar, de Pedro González Rubio
Cuchillo de Palo, de Renate Costa

César Guerra
Codirector y coeditor del blog También los Cinerastas Empezaron Pequeños, junto con José Sarmiento Hinojosa.

Mejores 2010: Óscar Contreras


Circuito comercial:


• LA CINTA BLANCA, Michael Haneke

• LOS AMANTES, James Gray

• TOY STORY 3, Lee Unkrich

• AVATAR, James Cameron (*)

• ENEMIGO INTERNO, Werner Herzog

• RED SOCIAL, David Fincher

• CRIATURA DE LA NOCHE, Tom Alfredson

• PARAÍSO, Héctor Gálvez

• ATRACCION PELIGROSA, Ben Affleck

• EL SECRETO DE SUS OJOS, Juan José Campanella

• ZONA DE MIEDO, Kathryn Bigelow


(*) AVATAR se estrenó en diciembre de 2009. Permaneció casi cinco meses en cartelera hasta abril-mayo de 2010, con récords impresionantes de taquilla. En octubre de 2010 se reestrena en una versión "uncut" y mejorada. Como la presente es una lista de películas preferidas del circuito comercial (y no una lista de estrenos de cartelera en 2010), preguntamos ¿Se puede obviar AVATAR, una cinta que acaparó la atención del público peruano a lo largo de casi dos tercios del año? ¿Corresponde restringir AVATAR a los últimos 15 días del mes de diciembre de 2009?


Películas que nos interesaron menos: AGENT SALT (Philip Noyce), EL VENGADOR (F. Gary Gray), INVICTUS (Clint Eastwood), LOS ABRAZOS ROTOS (Pedro Almodóvar), EL ÚLTIMO CAMINO (John Hillcoat), PERMISO PARA MATAR (Antoine Fuqua), AMOR SIN ESCALAS (Jason Reitman), EL ÚLTIMO EXORCISMO (Daniel Stamm), ELLA (Francisco Lombardi), OCTUBRE (Daniel y Diego Vega), UN HOMBRE SOLO (Tom Ford), DEPREDADORES (Nimród Antal), LA HERMANDAD (Michael y Peter Spierig).


Circuito Cultural:

• POLICIA, ADJETIVO, Corneliou Porumboiu

• MOONLIGHTING, Jerzy Skolimowsky

• LA MUERTE DEL SEÑOR LAZARESCU, Cristi Puiu

• CARANCHO, Pablo Trapero

• CUATRO NOCHES CON ANNA, Jerzy Skolimowsky

• CUSCUS, Abdelatiff Kechiche

• EL HOMBRE DE LONDRES, Bela Tarr

• CUCHILLO DE PALO, Renate Costa

• LA CASA MUDA, Gustavo Hernandez


La película sobrevalorada: EL ORIGEN, Christopher Nolan


La película subvalorada: ELLA, Francisco Lombardi y LA HERMANDAD, Michael y Peter Spierig


La decepción del año: EL ORIGEN, Christopher Nolan y LA ISLA SINIESTRA de Martin Scorsese


La mejor película peruana: PARAÍSO, Héctor Gálvez


La peor película peruana: Dicen que la peor fue ILLARY, pero no la vi. No sé si deba sentirme afortunado, pero LA VIGILIA de Augusto Tamayo San Román, que busqué con avidez el jueves de estreno, me pareció muy mala.

Las mejores secuencias:

• El plano secuencia en el Estadio de Huracán, EL SECRETO DE SUS OJOS

• Toda la secuencia de la huída frustrada y el final, LOS AMANTES

• La escena final de la masacre, CRIATURA DE LA NOCHE

• La captura y tortura del Hombre del Espacio y el reinado del terror de Lotzo, TOY STORY 3

• La escena de apertura (la desactivación de una bomba humana), ZONA DE MIEDO

• El Teniente corrupto mira a una iguana y conversa con ella antes de un operativo, ENEMIGO INTERNO


Las mejores actuaciones:

• Joaquin Phoenix, LOS AMANTES

• Nicholas Cage, ENEMIGO INTERNO

• Jesse Eisenberg, RED SOCIAL

• Ben Affleck, ATRACCION EXPLOSIVA

• Ricardo Darín, EL SECRETO DE SUS OJOS y CARANCHO

• Paul Vega y Bruno Odar, por ELLA y OCTUBRE, respectivamente

• Jeremy Renner, ZONA DE MIEDO


Los mejores planos:

• Gwyneth Paltrow mostrando un seno en la ventana de su cuarto, LOS AMANTES

• Vera Farmiga y George Clooney, haciendo el amor, AMOR SIN ESCALAS

• La niña vampiro le muestra su sexo a Óscar, CRIATURA DE LA NOCHE

• Los chicos de Paraíso gritando y puteando en las alturas de una Huaca, PARAÍSO

• El paneo de la cámara que muestra el cadáver de un sicario cuya alma se sacude al ritmo del hip hop mientras los asesinos observan sorprendidos, ENEMIGO INTERNO.


Óscar Contreras

¿Qué pasó ayer?

Pese a que la Comisión Permanente votó a favor de "aclarar" la Ley Procine, los gremios acordaron solicitar que el Presidente de la República la observe.

Acordaron también discutir los puntos en discrepancia en el texto legal hasta llegar a una propuesta común que será alcanzada al Poder Ejecutivo. Esa propuesta podrá ser incorporada en la observación presidencial de la norma que se devolverá al Legislativo.

Los puntos que serán discutidos por los gremios en busca de un acuerdo son:

1. Restitución de las partidas presupuestales establecidas en la Ley 26370, para el largo y el corto.
2. Definición de la naturaleza tributaria del aporte al fondo Procine: o contribución parafiscal o convenio privado con distribuidores y exhibidores.
3. Determinación del porcentaje del aporte al fondo Procine.
4. Determinación del aporte para el cine regional
5. Tema laboral

Los cineastas tienen 15 días útiles (en realidad, menos) para tratar esos puntos.

Ricardo Bedoya

martes, 28 de diciembre de 2010

Mejores 2010: Jorge García, desde Buenos Aires


Jorge García envía su lista de mejores películas estrenadas en Buenos Aires.


1) Independencia (Raya Martin)
2) Policia, adjetivo (C. Porumboui)
3) Rosetta (Hnos. Dardenne)
4) Vincere (M. Bellocchio)
5) Las playas de Agnes (A. Varda)
6) Santiago (J. Moreira Salles)
7) La hora de la religión (M. Bellocchio)
8) Las hierbas salvajes (A. Resnais)
9) La cinta blanca (M. Haneke)
10) Aquel querido mes de agosto (M. Gomes)
11) La Tigra.Chaco (F. Gotfrid/J. Sasiain)
12) Vikingo (J. Campusano)
13) Excursiones (E. Acuña)
14) El padre de mis hijos (M- Hansen-Love)
15) Yuki y Nina (N. Suwa)
16) Entre la fe y la pasión (Hadewijch, de B. Dumont)
17) Wendy y Lucy (K. Reichardt)
18) Los resistentes (A. Fernández Mouján)
19) Che, un hombre nuevo (T. Bauer)
20) El escritor oculto (R. Polanski)
21) Carancho (P. Trapero)
22) Copacabana (M. Rejtman)
23) Los jóvenes muertos (L. Listorti)


Jorge García

domingo, 26 de diciembre de 2010

2010: UN BALANCE DE PARTE (Y, ADEMAS; PARCIAL, NO INTEGRAL)

Hace algunas semanas titulé Annus horribilis para la exhibición comercial del cine peruano el año que termina. Tal calificativo no vale, en cambio, para el balance cualitativo del año y de manera particular debido a dos operas primas que han sido ya destacadas. En primer lugar, Paraíso, de Héctor Gálvez, y luego, Octubre, de Daniel y Diego Vega. Mi preferencia se inclina hacia la primera y no sólo por tratarse de un registro llano, de una crónica totalmente despojada de los anhelos y frustraciones de un grupo de jóvenes en el ambiente de una pequeña comunidad en la que el único retazo de vegetación es un árbol que sobrevive a la aridez del lugar. Ese es el soporte, claro, pero sobre ese soporte se va instalando una mirada expectante que Gálvez proyecta de forma muy sutil. Paraíso no es una obra de denuncia, ni siquiera de "reconocimiento de un estado de cosas" en un sentido más bien formulario, lo que hace es poner en evidencia las aspiraciones y los impulsos de vida de un grupo de muchachos marginales, que sin prisas ni sacudones la cámara y el ritmo narrativo saben plasmar de modo muy convincente.

Octubre parte de una clara estilización y logra elaborar un retablo muy agudo de tipos sociales (no de estereotipos), de figuras reconocibles por sus rasgos, su constitución física, sus gestos y modales. La película roza a veces el riesgo que supone ese filtro deformador de la comedia de humor gris (no negro), pero el resultado es alentador, como lo es esa escena de la "celebración" del cumpleaños que sintetiza muy bien la apuesta expresiva de los hermanos Vega.

En cambio, Ella y, sobre todo La vigilia, se atienen a la fórmula, a una cierta previsibilidad del mecanismo narrativo, sin potenciarlo por dentro, sin aportarle el sustento corporal y pulsional necesario para hacer más sólidas y convincentes los vínculos (de a tres y de a dos) que en ellas se tejen y destejen. El cine de Lombardi se encuentra en una suerte de impasse (por más que Ella sea superior a Un cuerpo desnudo) del que necesita sacudirse, si es que apunta a que su obra remonte los débiles resultados de los últimos tiempos. El de Tamayo parece orientarse a un estilo aplicado y prolijo, pero convencional, sin los aciertos de El bien esquivo, una obra atípica, cercana a una cierta modernidad de la que el mismo realizador no era tal vez consciente. Esperemos que el proyecto sobre Santa Rosa de Lima le permitan trabajar nuevamente, aunque no necesariamente de la misma forma que en El bien esquivo, sobre la ritualidad interpretativa y sobre el efecto de extrañamiento dramático que puede comportar.

Quisiera extenderme sobre los cortos, pero por ahora sólo menciono Rumeits, de Gonzalo Ladínez, un acierto en un terreno en el que se vienen haciendo trabajos valiosos.

De la cartelera comercial, repetiré lo que ha dicho Mónica Delgado. No hay diez películas para la exigencia de una lista de mejores estrenos. Incluso, dos de las que destaco han estado en esa programación semimarginal del Centro Cultural de la PUCP. Ha sido un año que no ha hecho sino ratificar el penoso estado de la cartelera y con ello inflar en mayor medida el despropósito de una ley como la ley PROCINE atada a los intereses de los responsables de nuestra lamentable cartelera.

Los mejores estrenos han sido para mí, en orden cronológico y sin precedencia jerárquica en este caso, porque quiero destacarlos a todos:

- Zona de miedo, de Kathryn Bigelow
- Los amantes, de James Gray
- La visita de la banda, de Eran Kolirin
- Toy Story 3, de Lee Unkrich
- Enemigo interno, de Werner Herzog
- Cuscús, de Abdllatif Kechiche
- La cinta blanca, de Michael Haneke


Isaac León Frías

Rocío Silva Santisteban: Una película de Navidad

En su columna de hoy, domingo 26 de diciembre, publicada en el diario La República, Rocío Silva Santisteban, jurado de dos concursos de proyectos de largometrajes, da testimonio de su participación en ellos. Este texto es muy importante por lo que decíamos en el post de ayer: lanzar acusaciones de corrupción a diestra y siniestra ensucia de un modo inadmisible a mucha gente.
Dice Rocío Silva Santisteban:
"La semana pasada ha sido muy movida en el ámbito cinematográfico por la discusión pública entre dos o más sectores de cineastas en relación con la ley de Fomento y Masificación del cine nacional presentada por los congresistas Carlos Raffo y Luciana León. Por un lado, la Unión de Cineastas Peruanos, cuyo representante es Christian Wiener, ha enviado una carta al presidente Alan García para que observe la ley y vuelva a ser discutida; por otro lado, la Asociación de Productores Cinematográficos del Perú, encabezada por Francisco Lombardi, ha apoyado esta ley llamada “Procine” con su respaldo a través de una carta pública y su presencia en el momento de la votación durante la plenaria del Congreso.

La situación es muy compleja para quien no está dentro del medio cinematográfico y difícil de explicar en unas pocas líneas. Sin embargo, siguiendo los comentarios del blogger y abogado Felipe Gamboa, se puede decir que la ley tiene algo bueno, algo malo y algo horrible. Lo bueno, según él, es que se ha quitado el 10% del impuesto municipal, lo que en teoría abarataría ir al cine; lo malo es “que la ley Procine reduce a 3.33 el porcentaje para el fomento del cine nacional y es ambigua en torno a la naturaleza del aporte y a las consecuencias de su incumplimiento”; y lo horrible es que no se ha designado un monto para que el Estado en el presupuesto de la República le otorgué a la promoción de los concursos públicos de Conacine, dejando en el aire una de las formas de fomento del cine más importantes y efectivas. Finalmente, la ley fomenta la distribución y la comercialización del cine –no necesariamente peruano–sobre la creación y producción, lo que implica que podríamos tener más Cinemarks o Cineplanets pero con películas de Hollywood que arrinconan a la producción nacional, latinoamericana y europea.

Lo penoso –agregando otra categoría a la propuesta por Gamboa– es que dentro del gremio y fuera de sus fronteras se esté comentando que el grupo de APCP ha sido siempre favorecido por los concursos de Conacine y se insinúa que estarían coludidos con sus funcionarios y empleados para beneficiarse con los fondos. Yo fui jurado de Conacine en el 2006 y el 2008, y las dos veces, cuando tuvimos que votar, se calificaron los guiones o las películas por puntos, se hizo un recuento del puntaje en una pizarra, se sumaron esos puntos uno a uno y de esta manera se designó a los ganadores. En el 2006 el presidente del jurado fue el finado Pablo Guevara, quien hizo una labor impecable, y con el genio que tenía Pablo hubiera sido imposible cualquier contubernio con Lombardi, que ganó en esa ocasión el rubro de posproducción; y en el 2008 fue presidente Alejandro Legazpi, quien hizo lo propio. Los premios fueron otorgados por votación mayoritaria y en ambos casos tuvimos que leer decenas de guiones, muchos de impecable factura, y ver la viabilidad de cada uno de esos proyectos. Creatividad es lo que más hay en nuestro país para la producción de cine, por lo mismo haberse equivocado en no designar un porcentaje del presupuesto es un error muy perjudicial para el cine peruano. Por eso considero que la ley tiene que reformularse. Sin embargo, que en este momento el gremio se divida es la manera más absurda de perder fuerza.
Rocío Silva Santisteban

Publicado en: http://www.larepublica.pe/26-12-2010/una-pelicula-de-navidad

sábado, 25 de diciembre de 2010

¿Posibilidad de un acuerdo?

El martes, la Comisión Permanente del Congreso verá si “modifica” la ley Procine, o de masificación del cine, aprobada por el Pleno.

Más allá de las imposibilidades legales para realizar tal cosa, o de la decisión que se adopte, lo deseable es que ese texto sea observado por el Poder Ejecutivo.

Una vez observado, el mismo Poder Ejecutivo –mediante el Ministerio de Cultura- debe tomar una posición definida, activa, convocante, arbitral, conciliadora, eficaz, comprometida, con la elaboración de un texto legal que pueda ser aprobado lo más pronto posible por el Congreso

Un texto que recupere en su totalidad el aporte estatal para el largo y el cortometraje consignado –pero nunca cumplido- por la Ley 26370, pero que incorpore también el porcentaje anunciado para las regiones.

Pero si esa observación se produce, poco o nada podrá hacer el Ministerio de Cultura si continúa la división de los cineastas, y la ola de insultos, acusaciones, reproches, calumnias y demás invectivas lanzadas en estos días.

¡Basta ya de llamarse corruptos unos a otros, o de afirmar que lo único que ha hecho CONACINE es amparar a una camarilla que se ha "repartido el dinero"! ¿No se dan cuenta los que lanzan esas acusaciones que los recursos se otorgaron en concursos convocados bajo diversas directivas y en la modalidad de premios concedidos por jurados numerosos y diversos, miembros del gremio o ajenos a él? ¿Acaso todos ellos fueron corruptos, o recibieron presiones al decidir sus fallos, o se confabularon para conformar una mafia de persistencia histórica?

Con esas acusaciones se ofende no sólo a los cineastas de la “camarilla” supuesta; también se agravia a los jurados que decidieron los premios y a los miembros de las directivas sucesivas de CONACINE que convocaron los concursos y designaron a los jurados, porque si la corrupción es histórica y la piñata se golpea desde hace años entonces ningún directivo se salvaría de haber participado en ella.

Y eso es insostenible.

¿Se puede poner en cuestión los nombres de jurados como Washington Delgado, Carmen Ollé, Manuel Cuadros Barr, Rodolfo Hinostroza, José Watanabe, Felipe Rivas Mendo, Félix Oliva, Reynaldo Naranjo, Salomón Lernes Febres, Enrique Prochazka, Gonzalo Portocarrero, Pablo Guevara, Rocío Silva Santisteban, Carlos Iván Degregori, entre otros que concedieron premios a proyectos de los cineastas hoy cuestionados?

Lanzar acusaciones de ese calibre es muy fácil y tiene una difusión de alcance viral. Los que lo hacen no piensan en la verdadera dimensión y alcance de sus afirmaciones y en las personas a las que implican. Incluso algunos de los acusadores de hoy deberían recordar si participaron en jurados que premiaron proyectos de esos cineastas o en las directivas de Conacine que convocaron los concursos.

Toda esa campaña tiene que acabar de inmediato, con independencia de lo que ocurra el martes.


IDEAS PARA UN ACUERDO

Ahora bien, luego de apaciguados los ánimos es preciso establecer algunas líneas matrices asentadas en principios simples pero fundamentales que podrían ser el sustento de acuerdos básicos.

Aquí enumero algunas de esas líneas y exigencias.

1. POLITICA ESTATAL DE PROMOCION DEL CINE PERUANO
El Estado debe afirmar una política definida de apoyo al cine y garantizar el cumplimiento cabal de la Ley 26370. Y hacerlo desde el sector que se está haciendo cargo de su administración, el Ministerio de Cultura que, como dijimos antes, debe desempeñar un papel fundamental, convocando a todos los interesados, realizadores de largos, cortos, documentales, animación, de Lima y de todas las regiones, cineastas en general. Una explicación de las políticas planeadas en materia de industrias culturales (el cine lo es) podría ser un buen punto de partida en esa relación y ese compromiso.

2. EL CINE PERUANO NO DEBE SER SUBORDINADO A LA MARCHA DEL NEGOCIO DEL CINE
El cine requiere una ley específica, independiente. No una norma maximalista que resuelva todos los asuntos y problemas, pero que dé estímulos claros. No es conveniente que la política de distribución fílmica transnacional se enseñoree sobre el cine peruano, convirtiendo a las majors no sólo en dueñas del mercado sino en proveedoras de los recursos centrales para la producción del cine peruano y hasta en asesoras en el proceso de su creación. En momentos en que se discute en todo el mundo los mecanismos aptos para combatir la estandarización del “guión sólido de manual” y se propone luchar por la diversidad, incluso limitando, a través de legislación específica, el número de copias importadas de los blockbusters, no es posible que la legislación peruana intente transitar el camino contrario.

Debe dejarse al mercado lo que es propio de él (construcción de salas y masificación del negocio) y dejarse a la ley las disposiciones de promoción efectiva de la producción cinematográfica, la capacitación, la educación y otras más.

3. DISTRIBUIDORES Y EXHIBIDORES
Son parte fundamental del circuito comercial de toda película y cualquier modificación legal debe tenerlos en cuenta, pero sin privilegiar su participación ni favoreciendo su ingerencia en la elaboración de proyectos fílmicos peruanos. La construcción de multisalas puede ser muy importante para la consolidación del negocio fílmico, para favorecer el entretenimiento popular, para fomentar aficiones, pero ello no es razón suficiente para considerar el asunto de necesidad pública e interés social para los peruanos, legislando en su favor.

4. IMPUESTO MUNICIPAL
El destino del impuesto municipal es crucial en todo este asunto. Se han decantado dos posiciones, dos tratamientos legales del problema. El que contiene la ley Procine, y el contemplado por el proyecto Cabrera. Los partidarios de uno u otro proyecto hacen cuestión de estado sobre el tema. Unos sostienen que la contribución parafiscal es legal y posible. Los otros sostienen que una contribución de esa naturaleza está contemplada en la ley pero que las políticas económicas seguidas en los últimos veinte años la han erradicado. Por eso, dicen, la única forma de disponer de esos recursos es a través de un convenio suscrito entre partes, es decir distribuidores y exhibidores por un lado, y Conacine por el otro.

Me temo que este debate entre cineastas no sigue la vía técnica que debiera seguir.

La solución a ello es fundamental, porque ponerse de acuerdo en este tema allana muchos otros.

Como sólo hay una solución, las partes deben buscarla, a través de una opinión técnica, llamémosla un laudo.

Que el asunto lo decidan los tributaristas, con el acuerdo expreso de la APCP y la UCP de respetar la opinión de ellos, cualquiera que sea, guste o no guste a las partes.

¿Por qué no sentarse a una mesa para discutir este asunto? ¿Por qué no acordar una suerte de arbitraje?
Que dos abogados tributaristas, respetados y aceptados por ambas partes, opinen si es posible o no crear una contribución parafiscal o si la solución de Procine es la mejor. Si hubiere opiniones discordantes entre ellos, dirime un tercer abogado. Y se adopta esa decisión.

Podría requerirse el concurso de las facultades de Derecho de algunas universidades para gestionar la opinión de un especialista de su claustro. O intentarlo con algunos estudios de abogados que pueden asumir este asunto con un tratamiento Pro Bono.

Creo que un acuerdo sobre este punto podría ser el primero de muchos otros.
Ricardo Bedoya

viernes, 24 de diciembre de 2010

El 2010 por Mónica Delgado

Empezamos el balance del año 2010 con esta serie de artículos de Mónica Delgado que también pueden leer en su blog Una crítica por día (http://www.criticapordia.com/)
1- Cine en el Perú

Este año ha habido de todo en el panorama del cine peruano. Si la vida se hubiera encargado de hacer una película con todo lo que ha sucedido en este año, fijo que se hubiera estrenado una comedia bizarra, grabada en cámara en mano, con actores no profesionales y con harto humor negro involuntario. No me refiero necesariamente a las buenas noticias de este 2010 que ya se va: una película nacional nominada por primera vez al Oscar, otra cinta premiada en Cannes (Octubre) y la aparición de un filme recio y diferente como Paraíso de Héctor Gálvez, que enciende un poco mi optimismo en torno a la apuesta creativa y comprometida acorde con los tiempos de cambio en los modos de hacer cine en un país como el nuestro (y a la cual, paradójicamente, debo un comentario en esta página)

Tampoco me refiero en este resumen "emocional" a las noticias regulares, como lo fue el estreno de Contracorriente, una película de temática discretamente conservadora y con la cual discrepo (no me da escrúpulos ponerla por su nivel estético al lado de Máncora, la coproducción española de Ricardo de Montreuil ), y a la que le fue mejor en taquilla, quizás por contar en su reparto con el colombiano Manolo Cardona, actor de telenovelas. O al regreso de dos directores ya veteranos con dos películas encima del promedio de su filmografía, Lombardi con Ella y Tamayo con La vigilia. No. Me refiero a lo que hay detrás de las películas que no existen, a la industria que no tenemos, y a los debates alturados sobre cine peruano que no encuentro. Es irónica la ficción "amateur" que hemos creado en torno al cine peruano, en torno al fracasado tema de las industrias culturales basada en teoría o literatura que aquí no funciona, o alrededor de la construcción de un cine nacional en un marco tan heterogéneo, planeado desde Lima aunque se diga lo contrario.
Se estrenaron siete películas peruanas en la cartelera comercial: Paraíso, Rehenes, Illary, Contracorriente, Ella, Octubre y La vigilia, de las cuales dos son de lo mejor que se ha hecho, lo que significa en todo caso, un buen augurio pese que para cumplirlo es necesario el amparo de los fondos internacionales (y aquí me refiero a los segundos trabajos que espero de Héctor Gálvez y los hermanos Vega). Paraiso pasó casi desapercibida pese a sus logros, que son bastantes, y Octubre aún sigue en cartelera de modo sorprendente pero en salas de multicines de Chiclayo y Piura.También se han estrenado en circuitos más cerrados largos de Lima estrenados fuera de la cartelera comercial y largos producidos en regiones tal y como lo mencionan los blogs Cinencuentro y Retablo ayacuchano, filmes que suman más de veinte, situación que evidencia el apartheid entre la capital y sus regiones, sin cines, y circuitos alternativos de distribución.
Es llamativo cómo se trata de visibilizar el cine que se hace en regiones de modo per se, es decir, juntar en un mismo saco todo un proceso de cine "nacional", de homologar oportunidades y presencias, cuando en realidad lo que vemos son experiencias de diverso calibre, de tono amateur incluso y que sí revela un espíritu por hacer un cine basado en intenciones más locales, más allá de esa tendencia al cine de horror y al melodrama.
Las películas peruanas se estrenaron en contextos terribles de casi indiferencia del público si tenemos en cuenta los taquillazos del año como Toy Story 3. Paraíso no alcanzó ni cinco mil espectadores, igual que Ella de Lombardi (pese a que tuvo más ventajas en difusión). Illary de Nilo Pereira apenas sobrepasó los cuatro mil (bueno, de esto no puedo culpar al público)Contracorriente hizo cincuenta mil espectadores, nada deleznable además era de esperarse ante un filme de temática gay y actores guapos, mientras Octubre hizo casi diez mil en días de procesión.
Así se abran más circuitos, más multicines, o se cree una cinemateca, es notorio que al público peruano le gusta menos su cine. No tiene que ver con representividad o afrenta estética, sino que el cine peruano es lo opuesto al gusto que le ha formado el estilo de Hollywood, y esto ni La gran sangre lo pudo captar.El panorama de exhibición de películas nacionales no ha sido diferente al de años anteriores, tampoco el interés del público, más si se han sentido los logros a nivel expresivo con Octubre y Paraíso como ya lo mencioné. Que tengamos un par de buenas películas y que muy poca gente las vea, corrobora esa vieja letanía de que son hechas "para festivales".
Ley Procine
Lo peor del año ha sido la ley Procine, la calamidad que significaría la aplicación de esa norma para el cine peruano, y para el cine de la región, sobre todo al marcar un penoso antecendente para los países andinos que buscan desarrollar sus cinematografías para hacerle frente a esta crisis en igual o peores condiciones que la nuestra. En este tema he sido escéptica e insisto que hubiera sido mejor que no se presente ningún proyecto de ley y dejar todo como está (hacer cumplir la ley que ya existe me parece más sensato). Sólo de imaginar que las majors tengan la potestad de hacer que las personas vean más películas peruanas a costa de Mañana te cuento 4, Django 3 o El regreso de la Gran sangre, me da escalofríos. No quiero detenerme en los errores de la ley, porque ya Emilio Bustamante y Ricardo Bedoya han sido claros para dar aportes con respecto a la privatización de los fondos destinados al cine y al favorecimiento de las majors. Me interesa adivinar qué va a pasar con el cine "independiente", con las ganas de Gálvez y los hermanos Vega, y de cineastas como ellos, sobre todo jóvenes que ni llegan a los treinta años, de hacer cine.

Es increíble como el marco de esta ley Procine, en estos días tormentosos de dimes y diretes entre los bandos de la Asociación de Productores Cinematográficos del Perú (APCP) y la Unión de Cineastas Peruanos (UCP), sobre quién hace o no cine en el Perú, sobre quién va a tener más ventaja con la ley majors, o sobre si debe renunciar la gente del Conacine, permite develar el "estado" de la gente que hace cine en este país. No me imagino a Lisandro Alonso, Lucrecia Martell, Eduardo Coutinho, Carlos Raygadas o Sebastian Cordero haciendo las pases con las distribuidoras transnacionales ni mucho menos armando un debate de medio pelo con un léxico de sindicato de la General Electric de los años cincuenta. No me agrada para nada constatar esta crisis a través de comentarios e insultos que no hace más que ratificar mi pesimismo ante el sistema de gremios actual que representa al quehacer cinematográfico y ante el Conacine que tenemos.

También, el tema Procine ha puesto en evidencia a críticos de cine de blogs que no sólo están preocupados en la dación de leyes por la mejora del cine peruano, sino en buscar la excusa perfecta para defenestrar a aquellos cineastas que ellos creen siempre favorecidos por el Conacine. La ley Procine como chivo expiatorio también para armar más guetos que nunca, de los dos bandos, sino, por ejemplo, qué hacía el presidente de la APRECI liderando la campaña del proyecto de Ley Cabrera como parte de la UCP. Pregunto y no tengo respuesta, porque se trata también de un plano ético. Porque luego de este surgimiento de buenos y malos qué se puede esperar del nivel de la apreciación crítica de las futuras películas peruanas que surjan. Urge también un debate sobre el papel de la crítica en situaciones de crisis como ésta. La palabra cine en Perú me sigue deprimiendo.


2- Cortometrajes peruanos
Señalo algunos puntos o categorías para comentar el estado de los cortometrajes peruanos que he visto a lo largo de este año 2010, que me ha parecido un año optimista en cuanto a número de trabajos y temáticas, aunque me faltó ver más trabajos de regiones. Es curioso que se haya apostado, en su mayoría, por realizar cortos de ficción, orientados a la comedia algo cínica, al fantástico o al thriler, y lamentablemente, dejado de lado el documental.

La necesidad de la truculencia. Es como si de pronto desarrollar un tema escabroso o disfuncional fuera sinónimo de captar la total atención del espectador y, por ende, contar una historia de tensión asegurada. Hijos que matan a sus madres, bebés mutantes, tipos desahuciados, padres cafichos, madres prostitutas y maltratadas o, simplemente, personajes anodinos, tontos, exagerados. No me refiero a la libertad creativa, es decir, se puede hacer cine del hecho más anecdótico, se pueden hacer películas del personaje más inútil que pueda existir, no cuestiono el tema, el discurso, sino cómo que es una generación cree que esa es la fórmula asegurada de la narración “lograda” en menos de veinte minutos.
Ese es el caso de Jáuregui de Víctor Manuel Checa, sobre la relación semi incestuosa entre madre e hijo en un ambiente medio sórdido, rodado en el sur de Lima. O el caso de Ezequiel de Aaron Rojas, sobre el delirio de una madre casi anciana frente a su hijo que sufre una claro retardo mental, ante el cual no sabe si ser víctima o verduga. Ambos son cortos que cuidan sus cualidades expresivas, su dirección de arte, la fotografía, pero los temas (mal tratados al final de cuentas) me arruinan todo eso.
¿Puedo generalizar este punto de valoración como extensivo a los demás cortos? No, pero sí me resulta a la larga un lugar común apelar a lo exacerbado y escabroso, a lo “diferente”, al margen de los resultados estéticos que puedan tener. Porque cortos como La región invisible, que se inscribe en el lado más oscuro de inconsciente, o como El tercero, se arriesgan con temas igual de inverosímiles, pero su tratamiento los hace creativos, fuera de lo común. En el polo opuesto está Miraflores no es Buenos Aires y Legado de los Cárpatos de Cristian Cancho, el mismo cineasta de La farándula, ambos cortos inscritos en una onda bizarra y de humor involuntario, más en una onda del fantástico, pero que al final de cuentas resultan ejercicios inocuos.

La cámara filma, pero no dice nada. La moda de los planos fijos y sus adeptos. Dejas que la cámara complete todos los significados, por el hecho de encenderla y dejar “que todo fluya” no es sinónimo de vivir y expresarse a través del cine. El más extremo ejemplo de este punto están en los cortos de Jonatan Relayze, Días van y Mirada Tusán, soluciones fáciles a la idea de contar algo en un solo plano (Mirada Túsan) o dar una explicación al curso el tiempo en Días van, en base a una serie acumulada de planos fijos sin mucho que mostrar. En otra variación de este punto está el corto La ruta de los aviones de Daniel Bustamante Philipps, donde vemos a Miguel Iza metido en una habitación en planos secos y decolorados. Ciudad manjar de Mauricio Godoy y Brennan Barboza se ve como un cúmulo de fotos bien hechas sobre Zaña, pero nada más. Construye poco acerca del lugar como si el plano fijo que recibe de vez en cuando a un burro a un grupo de personas caminando ya lo dijera todo. Un naturalismo snob.

Tolva de César Fe es un caso similar, que se salva por una secuencia de ruptura gracias a la aparición de una banda de jazz que evoca a la locura (es una de las escenas entre los cortos que más me ha gustado).

Cine de diálogos y situaciones. Rumeits y DO-MIN-GO de Gonzalo Ladines son dos apuestas interesantes donde la oralidad y los modismos adquieren preponderancia, sin descuidar la puesta en escena. Planos fijos que se sostienen en cómo los personajes hablan de sí mismos, en las maneras de los jóvenes de clases medias al resolver sus disyuntivas interpersonales. Hace tiempo que no disfrutaba de diálogos verosímiles y sentido del humor cínico e inteligente. Si bien en Rumeits se nota la verborragia y la frescura, en DO-MIN-GO se oscila entre la resaca y la incomodidad de los gestos. Ladines maneja bien ambos registros y eso ya es bastante.

Punto aparte. Me es imposible mencionar todos los cortos con detalles interesantes que he visto en este 2010, pero si quiero mencionar dos casos. El primer hallazgo de Julio Cesar Parra, narrado al mejor estilo de El proyecto de la Bruja de Blair, me parece una historia llena de prejuicios (la investigación sobre la muerte de una turista europea a manos de un campesino, quien es defendido por un pueblo iracundo que odia a los “gringos”), pero que en fondo es una delicia del humor involuntario y de dejadez visual. Un punto especial para Wambla light, corto inclasificable, pero ante todo, una experiencia inusual dentro del cine que se hace en regiones. Un inmenso trabajo de producción y postproducción que no se puede dejar de lado.Tengo la sensación que en este año le ha ido mejor en un plano estético a los cortometrajes en el cine peruano (desde el uso de cámaras digitales de última generación en Regreso de Alejandro Burmester hasta la textura de una lomo en San Felipe de Antolín Prieto), pero no encuentro aún al cortometraje que me conmueva. Sin embargo, tengo cinco favoritos en orden de apreciación:

Función macabra de Diego Vizcarra
La región invisible de Aldo Salvini
Rumeits de Gonzalo Ladines
El tercero de Iván D’Onadío
Regreso de Alejandro Burmester


3- Cartelera comercial
Este año me he llevado un fiasco con la cartelera comercial, hasta tal punto que me es imposible encontrar una lista de diez mejores buenas películas. No voy a bajar mi valla por completar esos diez y colocar a cintas regulares o menores, o que me gustaron y que tras una segunda visión me dejaron de convencer.

Este año fue malo para los cinéfilos, más aún si me pongo a revisar la cartelera de otros países de la región (Argentina, sobre todo). Lástima que la actual Filmoteca no llene esos espacios frente a la ausencia de una cartelera comercial mejor nutrida. No tengo nada en contra de Hollywood, incluso una de las mejores películas de este año 2010 es un taquillazo, un blockbuster. Ni modo. Es inevitable ver en nuestros cines todos los exitazos que EEUU propone, incluso de su cine independiente cada vez venido a menos, pero no estaría demás pensar un poco que el público espectador sí tiene el derecho de conocer otras cinematografías en pantalla grande.

Estoy harta de ir al cine y conformarme con lo que hay. Harta de ver con envidia cómo estrenan cintas de Marco Bellocchio, Nobuhiro Suwa, Corneliu Porumboiu o Bruno Dumont en otros países sudamericanos. No, aquí no hay nada de eso, porque lamentablemente las distribuidoras entienden al espectador como una persona vedada a este tipo de cine. Un desprecio total. Al público pongámosle más Harry Potter, más películas de acción con Denzel Washington, cintas de terror dobladas con un dejo español y cortadas porque igual no se darán cuenta.

Igual se va argüir que el espectador peruano es mediocre, que compra piratería y que ve todo lo que Hollywood le da, que no quiere ver películas peruanas y que se conforma con ver a comienzos del año algunas nominadas al Oscar. Espero sí, que el año 2011 sea mejor, que por lo menos exista una cartelera al final del año menos vergonzosa. Basta ya de una cartelera pobre e insensible frente a lo que pasa en el cine mundial. No digo que de pronto vaya a ver cine malayo, indoneso, turco o paraguayo en un Cineplanet, pero por lo menos lograr la consolidación de alguna distribuidora alternativa, como sucede en otros lados, donde viven tirios y troyanos.
Esta es mi lista del luto:
1. Toy Story 3 de Lee Unkrich
2. Enemigo interno de Werner Herzog
3. Déjame entrar de Tomas Alfredson
4. La isla siniestra de Martin Scorsese
No más.

Mónica Delgado

miércoles, 22 de diciembre de 2010

¿En la Comisión Permanente del Congreso?

Emilio Bustamante ha enviado el siguiente comentario a Cinemaperú, donde analiza las escasas posibilidades que tiene la Comisión Permanente del Congreso para "corregir" el desaguisado de la ley Procine:

El artículo 101 de la Constitución del Estado establece entre las atribuciones de la Comisión Permanente: “Ejercitar la delegación de facultades legislativas que el Congreso le otorgue. No pueden delegarse a la Comisión Permanente materias relativas a reforma constitucional, ni a la aprobación de tratados internacionales, leyes orgánicas, Ley de Presupuesto y Ley de la Cuenta General de la República”

Es decir, la Comisión Permanente no puede legislar si el Congreso no le delega esas facultades: no puede aprobar un nuevo texto legal. El texto “corregido” sería en realidad un texto modificado, es decir, un texto nuevo, no aquel por el que habría votado el pleno del Congreso. Las facultades delegadas, además, son sobre materias específicas como se puede apreciar en la R. Legislativa N° 018-2002-CR. En este caso, no hay resolución legislativa que otorgue facultad de legislar a la Comisión permanente sobre la materia que discutimos.

Más importante aún, la Constitución prohíbe expresamente que se delegue a la Comisión Permanente legislar sobre materias relativas a la Ley del Presupuesto. El segundo párrafo del artículo 17 de la Ley 26370 dice: “La Ley del Presupuesto de la República consigna dentro del Pliego del Ministerio de Educación las partidas necesarias que proporciona al CONACINE para solventar los montos señalados en el párrafo anterior”.

Por tanto, cualquier corrección que se haga para re introducir las partidas presupuestales para los premios originará otro texto, con un sentido distinto al anterior, que no podrá ser aprobado por la Comisión Permanente pues la Constitución se lo impide.

De otro lado, el argumento del error invocado es falaz. El artículo 15 de la Ley Raffo modifica el capítulo V de la 26370 del artículo 11 al 17, y en sus disposiciones finales deroga los artículos 18 a 24. Si se dice que hubo un error de tipeo o de redacción que trajo consigo la eliminación del artículo 17, ¿qué ocurrió con el 24, donde se establecía el apoyo econnómico para los cortos? ¿Se derogó, también, por error?

Por último, en el título modificado por la Ley Raffo cada artículo (con excepción del 11, en el que se establece que CONACINE convoca a los concursos) lleva un encabezado. Así, en el artículo 12 es: JURADO; en el 13: COMITÉ SE SUPERVISIÓN DE CONCURSOS; en el 14: ENTREGA DE PREMIOS; en el 15: CONTRATO; en el 16: IMPEDIMENTOS ENTRE OBRAS PREMIADAS Y AYUDAS; y en el 17: DERECHOS Y OBLIGACIONES DE LA EMPRESA PRODUCTORA. Aquí no hay puntos suspensivos faltantes, ni mala tabulación ni error de redacción. Cualquier cambio que se haga para reintroducir al artículo 17 de la 26370 será un cambio sustancial; estaremos ante otra norma que no podrá aprobar la Comisión Permanente.

Saludos,

Emilio Bustamante

Jafar Panahi, lapidado: a protestar por la barbarie


El régimen de los ayatolas de Irán ha condenado a Jafar Panahi a seis años de prisión y a veinte en los que no podrá dirigir películas,escribir guiones, hacer declaraciones para prensa irania o extranjera, salir de Irán y hacer cualquier actividad vinculada con el cine. Lo están lapidando.


La Cinemateca Francesa y revistas como Positif, Cahiers du Cinéma, entre otras, llaman al apoyo, la protesta contra la barbarie y la solidaridad con Panahi. La dirección para firmar es:


Una propuesta atrevida


El canadiense (nacido en Egipto, de ascendientes armenios) Atom Egoyan es uno de los directores más importantes del cine de las últimas décadas. Cintas como “El dulce porvenir”, “Exótica”, “Speaking Parts” o “Family Viewing” le dieron la imagen del realizador de películas opacas, enigmáticas, lacónicas, de personajes a los que conocemos por sus comportamientos más que por sus psicologías, ensimismados, de movimientos maquinales y silencios prolongados, a veces rotos por su necesidad compulsiva de comunicarse a través de aparatos transmisores y monitores. En su cine, la comunicación siempre aparece mediada por las tecnologías como signo de impotencias afectivas y emociones anestesiadas. Egoyan filma la vacuidad y lo hace con una prolijidad a veces manierista, siempre fría, tentando una escritura de elegancia geométrica, casi congelada.

“Una propuesta atrevida” (“Chloe”) es el “remake” de “Nathalie X”, una película francesa dirigida por Anne Fontaine en 2003. Es, por eso, el primer guión ajeno que Egoyan realiza, aunque la historia resulte muy afín a su mundo. Julianne Moore es la esposa que contrata a Chloe, una joven prostituta encarnada por Amanda Seyfried, para que seduzca a su esposo (Liam Neeson) sin que él sospeche lo que está detrás. Es decir, trama una prueba que es también una trampa: incapaz de esclarecer sus sospechas de infidelidad en diálogo con el marido, busca una mediación. Aquí no hay monitores, pero sí una máquina: el cuerpo de la mujer contratada y programada para el simulacro. Los ojos de la muchacha son el centro de un dispositivo de control y de información. Ella debe contarle a la esposa impotente y masoquista, todo lo que ve, después de cada encuentro, con la precisión de una narradora y la asiduidad de una esclava. Y entonces, claro, ocurre la disfunción.

Vista de esa manera, el filme es un concentrado de las obsesiones y motivos de las películas de Egoyan: el deseo es un acicate para la manipulación; las apariencias y la verdad se mantienen en un estatuto ambiguo; se narran fábulas incitantes para prolongar la fantasía del deseo; la perversión se enmascara bajo el barniz de los mejores modales; la seducción luce como un rito envenenado e inquietante; la paz familiar no es más que un laborioso simulacro (una interesante película en cartelera, “Amor por contrato”, trata también este asunto, pero en clave de comedia satírica sobre el consumo en un suburbio de los Estados Unidos)

Pero las buenas películas de un director no se limitan a ser el catálogo de los asuntos recurrentes en su cine. En “Una propuesta atrevida” hay cosas que no funcionan y otras que se echan en falta. No marcha, por ejemplo, la mecánica del thriller y del suspenso que debe crecer por exigencias de una producción costosa y dirigida a un público amplio, lo que no es usual en las cintas de Egoyan. Aquí la acción involucra erotismo, misterio, deseo, pero también un costado de perturbación que amenaza a los personajes, sólo que ese riego aparece de pronto, sin progresión previa, convocado por una actuación lánguida de Amanda Seyfried. Julianne Moore y el paisaje nevado de Toronto, en contraste con los interiores ocres, aportan carácter y densidad visual a la película, pero Liam Neeson se muestra ausente, distante, congelado. Es difícil aceptar la artificial voltereta con que se resuelve la película, un truco de guión que contradice la flotante ambigüedad con que transcurría la historia hasta entonces.

Ricardo Bedoya

lunes, 20 de diciembre de 2010

Ley de cine: un argumento en jaque

Un argumento esgrimido por el congresista Carlos Raffo, en el diálogo con César Bedón y Ricardo Bedoya en Radio Capital hoy domingo 19 de diciembre, ha sido el de que son los que hacen cine los que promueven la ley que se ha aprobado y los que se oponen no lo hacen. Ese mismo argumento ha sido mencionado, con el mismo o parecido fraseo, por algunos de los cineastas que han apoyado ese proyecto. La verdad es que me parece un argumento insostenible en función de esta o de cualquier ley.

La primera impresión que se puede tener ante semejante afirmación es que se trata de una ley con nombre propio o con nombres propios: se elabora la ley para los que están haciendo cine. No soy abogado, pero no hay necesidad de serlo para entender que ninguna ley se hace (o, por lo menos, no se debería hacer) en función de los intereses de unos pocos, por loables que estos puedan ser, porque eso desligitima la ley en cuestión, daña sus sustentos jurídicos y morales.

Pero, digamos que no es así y que los cineastas que han apoyado ese proyecto tienen como objetivo ampliar las posibilidades de que muchos más accedan a los beneficios de la ley. Pues, aún en ese caso, y con mayor razón todavía es improcedente que se valgan de su condición de realizadores para afirmar una suerte de superioridad o ventaja frente a otros que no lo son.

Porque una ley de cine no sólo interesa a los que producen o dirigen películas, sino también a todos los que están implicados en la realización y en otras fases o rubros de la actividad, en Lima y en provincias.

Interesa también a los estudiantes de cine, a quienes lo enseñan, a las Universidades, a los medios de comunicación, a diversas instituciones (en nuestro caso, la Filmoteca de la PUCP. El Festival de Lima, el Cine Arte San Marcos, el FENACO, las muestras documentales y de cortos, etc.) e interesa a la sociedad en su conjunto porque el cine, de una u otra manera, se hace en función de esa sociedad, aunque sean pocos, finalmente, los que accedan al conocimiento de las películas.

¿Qué sentido puede tener una ley si no se legisla a favor de la utilidad, en este caso cultural y artística, antes que económica, que la actividad favorecida puede procurar en beneficio de una colectividad? ¿Pueden unos pocos atribuirse el derecho de decidir qué es lo que beneficia a la colectividad?

Por cierto, y como la ley está atada a los intereses directos de los dueños del negocio (distribuidores y exhibidores) a quienes no les interesa otra cosa que el aumento de sus utilidades, la responsabilidad de los cineastas es aún mayor, porque están aceptando unas reglas de juego en las que, además de presumir de ser los legítimos representantes de la producción fílmica en el país, avalan los requerimientos y las presiones de unas empresas que utilizan el subterfugio de la "masificación del cine en el país", simplemente para eliminar el impuesto municipal, como si de ese impuesto fuera a salir el dinero para construir multicines, cuando es muy claro que esos multicines se van a construir de todos modos a medida que los centros comerciales se sigan extendiendo a lo largo del territorio peruano, sin necesidad de ninguna ley.

Isaac León Frías



Conversando con Raffo

Gracias al blog Retablo ayacuchano, de Héctor Turco, aquí está parte de la conversación que tuve ayer a mediodía con el congresista Carlos Raffo. Fue en Radio Capital, con César Bedón como conductor y participante del programa.

http://retabloayacuchano.blogspot.com/2010/12/radio-capital-ricardo-bedoya-carlos.html

sábado, 18 de diciembre de 2010

Hacer algo, pero todos juntos

Creo que ya no vale la pena seguir analizando el articulado de la ley aprobada por el Congreso el jueves. La derogación y modificación de los aportes estatales para la promoción del largo y del corto, dejan sin base ni objeto el sentido de lo que buscaban los promotores de ella: duplicar o incrementar los recursos de CONACINE. Tal como está, es una ley de privatización del fomento al cine.
Hay algunos que parecen no creer que haya ocurrido una cosa así.
Sí, ha ocurrido.
La modificatoria del artículo 17 de la Ley 26370 ha dejado fuera los aportes estatales para los concursos de largometrajes. La derogación del artículo 24, termina con los aportes para premiar a los cortos.
Yo presumo la buena fe de la gente y no creo que se deba buscar culpables o tratar de adivinar si lo que ha ocurrido es producto de una maquiavélica maniobra, de una torpeza, de una mala asesoría o de la pura y simple negligencia e incapacidad para leer lo que se conserva o se cambia de un texto legal en trance de modificación.
Hay que decir, sí, que que se ha llegado a esto por cerrazón de las partes negociadoras, por la obcecada oposición a escuchar a la opinión contraria -a favor o en contra de la ley-, por la necesidad de sacar el texto antes de la culminación de la legislatura.
Estamos en un punto muerto. Existe un texto que ya no satisface ni a unos ni a otros.
Pero no hay que complacerse en los reproches. Creo que es momento de replantear las cosas, pero haciendo el esfuerzo de escuchar y tratando de encontrar acuerdos mínimos entre los cineastas, hoy divididos.
Pero eso no se va lograr si no se sinceran las posiciones de todos, incluidas las de distribuidores y exhibidores.
La ley de cine que salga debe estar exenta de cualquier sospecha de intenciones subalternas, de ser producto de un arreglo para beneficiar a poderosos grupos económicos, tal como lo creen muchos, incluidos liberales auténticos y de buena fe como Rosa María Palacios.
Debe también evitarse la ideologización de las posiciones.
¡Y basta ya de satanizar y descalificar moralmente a los cineastas que creen en la ley! Lo único que se logra con ello es encrespar los ánimos y confundir más el debate. ¿Acaso no hubiera sido más provechoso que las partes, en vez de insultarse, hubieran leído lo que tenían sobre su mesa de negociación?
Pero también debe acabar esa insoportable arrogancia de los que dicen que sólo ellos pueden opinar sobre la ley porque "son los que hacen cine". Esa afirmación, con perdón de los que la sostienen, es una soberana estupidez que descalifica las opiniones incómodas y niega el derecho que tienen los ciudadanos para opinar sobre una ley que es de interés público. Después de todo, somos los que no "hacemos cine" los que estamos planteando estos impases legales que los negociadores no vieron.
Aunque parezca ingenuo y hasta tonto, lo digo: se immpone la necesidad de una reunión de todos los que tengan algo que decir. Y no para buscar culpables, sino para tratar de ver lo que se quiere de verdad y evaluar lo que se puede conseguir.
Ricardo Bedoya

viernes, 17 de diciembre de 2010

Lo que temíamos: eliminado el aporte del Estado al fomento del cine peruano

Pese a que se dice en la Ley que el Fondo Procine es complementario -lo que supone un ingreso adicional para CONACINE- lo cierto es que no es así. El Fondo Procine reemplaza los aportes del Estado que dispuso la Ley 26370.
Emilio Bustamante me hace notar que en la versión de la la ley aprobada ayer por el Congreso se elimina el aporte del Estado al fomento del cine peruano.
En efecto, la ley de masificación modifica el artículo 17 de la Ley 26370 que, en su segundo párrafo, señalaba que el Presupuesto de la República debía consignar las partidas para que CONACINE convoque a los concursos.
El artículo 17 modificado por la ley aprobada ayer ya no consigna esa obligación estatal.
En otras palabras: la promoción del cine peruano se ha privatizado y dependerá únicamente de los aportes de distribuidores y exhibidores.
Esto exige una aclaración de CONACINE, que debe responder esta pregunta: ¿La ley de masificación elimina o no elimina el aporte estatal que estableció la Ley 26370?

¿Ley de privatización del fomento al cine peruano?

Se aprobó en el Congreso la llamada Ley de Masificación del Cine y Fomento de la Producción Cinematográfica Nacional. Entrará en vigencia cuando sea promulgada por el Poder Ejecutivo.
Diera la impresión de que se trata de una ley de privatización del fomento al cine peruano.

¿Qué dice esa ley? ¿Por qué ha suscitado tantos debates?

En este post, y en sucesivos, analizaremos cada artículo de la ley aprobada para tratar de entenderla y ver más allá de las razones de los que la aprueban o la descalifican.

El texto legal lo pueden ver aquí:
http://www2.congreso.gob.pe/Sicr/TraDocEstProc/CLProLey2006.nsf


Empecemos.

OBJETIVOS DE LA LEY

El artículo 1 de la ley se fija dos objetivos:

1- Fomentar la producción y creación cinematográficas y la formación de nuevos realizadores
2- Fomentar el desarrollo y descentralización de los espectáculos cinematográficos, promoviendo la inversión en la construcción de nuevas salas.

En otras palabras, la ley dice que pretende impulsar la producción de más películas peruanas, el inicio de nuevos directores y la construcción de más salas de cine en todo el Perú para desarrollar el espectáculo cinematográfico.

Los beneficiarios de este artículo son, pues, los productores, los directores nuevos, y el negocio de la exhibición fílmica en el Perú que, como sabemos, está formado por los propietarios de las cadenas de multisalas.

Lo de hacer más películas queda claro. Lo que resulta extraño es el nexo que crea la ley entre el incremento de la producción de películas peruanas y la construcción de más salas en todo el país.

En teoría, si hay más películas peruanas es lógico que se requieran de más salas donde mostrarlas. ¿Pero eso es así? Dejemos la respuesta para más adelante.

NO HAY MAS IMPUESTO MUNICIPAL SOBRE LAS ENTRADAS AL CINE

El artículo 2 es clave porque señala que para efecto de la aplicación del Impuesto a los Espectáculos Públicos No Deportivos, el espectáculo del cine está gravado con una tasa del 0 %

Expliquemos el asunto: en la actualidad, las entradas al cine están gravadas con ese impuesto municipal con una tasa del 10% de su valor. El impuesto beneficio a la municipalidad del lugar en que esté ubicado el cine. ¿Quién paga el impuesto? El público, pues ese porcentaje forma parte del valor de la entrada. Los dueños de las salas, los exhibidores, lo entregan a los municipios.

A partir de la vigencia de la ley aprobada, la entrada al cine ya no está afecta al impuesto.

¿Bajará el precio de las entradas, entonces?

No, porque que el monto que ya no percibirán los municipios será objeto de una distribución tripartita: El Fondo PROCINE recibirá el 3.33 del valor de la entrada al cine, deducido el IGV. El 6.66 restante será repartido entre distribuidores y exhibidores, según se puede deducir aunque la ley no lo establezca de modo expreso.

¿Quiénes aportan a ese Fondo?

Los distribuidores y exhibidores (según lo establece el artículo 5, inciso a)

Recordemos que el impuesto municipal fue el recurso central de la vieja ley de cine dictada por los militares en 1972 (Decreto-Ley No. 19327), con la que se resarcía la exhibición obligatoria de cortos y de largos.

CREACION DE FONDO PROCINE

El artículo 3 crea el Fondo PROCINE, para brindar recursos que fomenten la producción, difusión y comercialización de películas peruanas, de acuerdo a lo establecido en la Ley 26370. Esto es importante, porque no se deroga la ley de cine vigente desde 1994.

CONACINE ADMINISTRA FONDO PROCINE
El artículo 4 le da al Consejo Directivo de CONACINE la tarea de dictar las políticas de administración del Fondo creado y de vigilar que sus recursos se usen de acuerdo a ley.

RECURSOS DE FONDO PROCINE SON COMPLEMENTARIOS
El artículo 5 precisa lo establecido en el artículo 3, en el sentido de precisar que el Fondo Procine complementa los recursos que corresponden a CONACINE. Es decir, este Fondo no cancela la provisión de dinero que debe hacer el Tesoro Público para cumplir con el sistema de concursos que convoca CONACINE de acuerdo a la Ley 26370. El Fondo agrega, es complementario.
Ojalá que este artículo no sea el pretexto para que el Estado resigne de su obligación de cumplir con los aportes de la Ley 26370, tan menoscabada durante su vigencia. No olvidemos que nunca se cumplió en su totalidad. Si eso ocurriera, sin duda estaríamos ante la privatización del fomento al cine peruano.

APORTES PARA EL FONDO
Los incisos del artículo 5 establecen algunas cosas importantes, capitales:

Los distribuidores y exhibidores aportarán el 3.33% del valor de cada entrada vendida, deducido el IGV, al Fondo PROCINE. Para los distribuidores y exhibidores, ese aporte se considera gasto para efecto del Impuesto a la Renta. Es decir, el monto que aporten al Fondo podrá ser deducible del impuesto que grava la utilidad anual de las empresas.

Ahora bien, ¿cómo se formaliza el aporte de distribuidores y exhibidores?

Mediante un Convenio llamado “Programa de Incentivos a la Producción Cinematográfica Nacional” que suscribirán distribuidores y exhibidores con CONACINE, refrendado por el Ministerio de Educación (se supone que será el Ministerio de Cultura) “como garantía del cumplimiento del aporte comprometido”

Que las cosas queden claras. Los aportes no son obligatorios y, al no serlo, no son exigibles por mandato legal. La ley señala que se suscribirá un convenio y, como tal, en sus cláusulas se pactarán condiciones para el cumplimiento pero también para su rescisión o resolución, renovación o prolongación. Es decir, se convendrán condiciones tales y cuales pero el cumplimiento de ellas quedará librado a la responsabilidad de las partes.

Si se produce un incumplimiento tendrá que recurrirse a alguna fórmula de solución de controversias, acaso a un arbitraje, lo que tendrá que establecerse claramente en el Convenio, pero la exigibilidad no será por imperio de la ley.

Lo que resulta ininteligible es el refrendo del Ministerio de Educación como garante del cumplimiento del aporte comprometido. ¿El Estado garantizando el cumplimiento del aporte de un privado? ¿Cómo puede garantizar algo en lo que no tiene arte ni parte? ¿El Ministerio podría garantizar las actividades de CONACINE, pero cómo haría para garantizar la de los distribuidores y exhibidores?

¿O acaso el Estado se compromete a pagar los aportes que dejen de abonar los distribuidores y exhibidores? Después de todo, esa es la responsabilidad de un garante: hacer frente, con su patrimonio, al incumplimiento del responsable principal.

Continuará

Ricardo Bedoya

jueves, 16 de diciembre de 2010

Blake Edwards


En medio del debate sobre la ley de cine, llega la noticia de la muerte de un grande, Blake Edwards (1922-2010)

Justo hace dos días, luego de ver la interesante "Amor por contrato", pensaba en lo que Blake Edwards, maestro de la sátira sofisticada, hubiera hecho con una historia de ese tipo.

Se le recordará por la serie de "La pantera rosa" y por las torpezas del Inspector Clouseau, pero sus grandes títulos transitan lo burlesco ("La fiesta inolvidable"), lo dramático (la formidable "Días de vino y rosas"), la observación social ("Muñequita de lujo"que es, además, una obra maestra de la comedia sofisticada), el humor paródico ("La carrera del siglo"), la nostalgia ("Dos vaqueros errantes"), la reflexividad ("Así es la vida"), la sátira corrosiva ("S.O.B. Se acabó el mundo"), el romance crepuscular ("10, la mujer perfecta", "La semilla del tamarindo"), el suspenso criminal (la notable "Experimento en terror" y "Peter Gunn"), la comedia de enredos, simulacros y equívocos ("Víctor Victoria"), entre otros.

Fue el cronista de la burguesía acomodada y snob a la que observaba celebrando en "parties" hilarantes, secuencias corales filmadas con una maestría formidable, pero también un virtuoso del gag, del chiste visual que se gesta, desarrolla y desvanece con una técnica depurada. Pero así como dirigía escenas de delirio destructivo, también sabía afirmar la cámara para registrar los gestos de los actores, sus momentos de intimidad. Nunca se vio a Audrey Hepburn, a Lee Remick, a Jack Lemmon, a Julie Andrews, a Peter Sellers, a Dudley Moore, tan frágiles y desprotegidos como en sus películas. Audrey cantando "Moon River" o llegando de madrugada a la Quinta Avenida para "desayunar" con los diamantes de Tiffany, son cumbres del cine de Edwards.

Ricardo Bedoya

Más sobre el proyecto de masificación del cine

Emilio Bustamante ha enviado al foro Cinemaperú el siguiente comentario:
Rosita Rodríguez ha llamado la atención sobre las extrañas obligaciones que la Ley Raffo impone a las distribuidoras, que consisten -entre otras- en ampliar su propio negocio y asesorar a proyectos y películas nacionales en el análisis de guiones.

De igual modo, ha observado que la Ley Raffo no distingue cuánto del 80% del aporte será destinado a los concursos y cuánto a “premios y estímulos pecuniarios para las empresas de exhibición” (artículo 8). También ha destacado el ínfimo 3% del aporte (el ahora famoso 20% del 15%) que sería asignado al cine regional (artículo 9).

En base a lo anterior planteo un nuevo tema: ¿la Ley Raffo, de aprobarse, constituiría un avance o un retroceso respecto de los concursos nacionales de cortometrajes? La Ley Raffo propone una modificación radical de la ley actual en ese tema (artículo 15).

La actual ley establece la realización de dos concursos anuales de largos y cuatro de cortos. La Ley Raffo, por su parte, plantea que CONACINE convoque “por lo menos una vez al año a un Concurso Nacional de Cinematografía”. Decir “por lo menos una vez al año” equivale a decir que no hay obligación de convocar a más de un concurso al año. Antes existía legalmente la obligación de convocar 2 concursos de largos y 4 concursos de cortos al año; ahora habría la obligación de convocar a UN concurso de largos y cortos al año.

La actual ley establece cuántos largos y cortos deben premiarse en cada concurso: tres largos y doce cortos por concurso, y establece montos. La Ley Raffo no establece número de largos y cortos que deban ser premiados, tampoco establece los montos de los premios. Se supone que eso deberá definirse en normas de menor rango, pero cabe preguntarse si se evitará la concentración de dinero en unos premios (los de largos, digamos). Deberá definirse también cuál será el porcentaje exacto que irá a los concursos, pues, recordemos una vez más, el proyecto de ley no establece cuánto del 80% irá al concurso y cuánto al “régimen de premios y estímulos pecuniarios para las empresas exhibidoras”.

La actual ley premia cortos terminados, la Ley Raffo premia proyectos de cortos. ¿Qué ocurrirá con los cortos terminados? ¿Tendrán algún apoyo o incentivo? ¿Se beneficiarán del 15% del fondo destinado a ayudas no reembolsables para “otras actividades relacionadas con la cinematografía”? ¿Los montos a recibir –si es que se reciben- serán iguales o menores a los actuales? En el caso de los proyectos de cortos: ¿el convenio, el reglamento o el comité de supervisión establecerán como requisito para admitirlos en los concursos pasar por la asesoría de guión que las empresas distribuidoras estarían obligadas por la ley a dar? ¿No apuntaría esto una estandarización narrativa y estilística de los cortometrajes de acuerdo a los intereses comerciales y a la visión del mundo de las empresas distribuidoras? Por cierto, estos temores son aplicables también a los proyectos de largos.

La Ley Raffo tampoco establece quiénes compondrán el jurado de los concursos. La ley actual señala como integrantes del jurado a dos representantes del Ministerio de Educación, un crítico, un docente y tres “notables de la cultura”. La orientación “cultural” que se le da a los concursos es evidente, en armonía con una concepción del cine como actividad cultural que predomina en la norma. La Ley Raffo, que da primacía a una concepción del cine como negocio de espectáculo, deja abierta la posibilidad de que integren el jurado representantes de exhibidores y distribuidores.

La Ley Raffo crea, asimismo, un “Comité de Supervisión de los Concursos” cuyo objetivo es calificar técnicamente los proyectos para admitirlos o no a los concursos. Señala que la estructura y funcionamiento del comité lo establecerá el reglamento de la ley. Es pertinente preguntarse una vez más cuál será la presencia de distribuidores y exhibidores en este nuevo organismo.

Por cierto, se puede argüir que la ley actual es mejor pero no se cumple, y que la Ley Raffo sí se va a cumplir; sin embargo, no es tan seguro que se acate (ya se han señalado ampliamente las limitaciones de un convenio privado), y de cumplirse probablemente lo sería (previa reglamentación) en función de los intereses de distribuidores y exhibidores.

La impresión que tengo (como muchos) es que la llamada Ley Raffo es absolutamente favorable a los distribuidores, y que sintoniza con una tendencia mundial a la concentración, de parte de las majors, del negocio cinematográfico no solo en lo que concierne a la distribución y exhibición sino también a la producción. Existe actualmente una inclinación de las majors a intervenir en la producción de películas nacionales; presentándose esta intervención como requisito para la exhibición y distribución de esas películas. El discurso de las majors sería: “Si quieres que distribuya y exhiba tu película, debo de asegurarme de que esta sea rentable, y la manera de que sea rentable es que se amolde al tipo de narrativa y estilística que ha demostrado ya ser rentable en el mercado mundial”.

Temo que con la aprobación de la Ley Raffo no solo se estaría quitando dinero a los municipios para darlo a empresas transnacionales muy exitosas como son las majors, sino que se les estaría entregando a las mismas empresas la posibilidad de controlar estética e ideológicamente a la producción nacional destinada a exhibición comercial.

Saludos,

Emilio Bustamante

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Ex: todos tenemos uno



“Ex: todos tenemos uno” se afilia a dos tradiciones del cine italiano: la comedia y el retrato generacional. Pero en este caso no estamos ante una comedia “popolare” y costumbrista, ambientada en Sicilia o Nápoles y con el valor agregado de alguna estrella opulenta, como otrora Loren o Lollobrigida, o un maravilloso clown como Totó. Tampoco ante una reedición de la “comedia a la italiana” con sus personajes monstruosos, pícaros y corruptos ejerciendo el arte de arreglárselas en tiempos de prosperidad para el país. Mucho menos ante una comedia erótica en el estilo de Lando Buzzanca y Agostina Belli. En “Ex…”, como signo de los tiempos que corren, la gracia del carrusel sentimental que involucra a muchos personajes apela a la hibridez y mira con un ojo a la tradición nacional, pero con el otro ojo contempla las recetas triunfadoras del cine angloparlante, esas comedias románticas del estilo de “Cuatro bodas y un funeral” o de “Realmente amor” que tratan, en clave a veces ligera y a veces grave, de las fortunas dispares de un grupo de amantes.

Amantes ligados por la atracción o el recuerdo de un viejo idilio o de una pareja persistente en la memoria, pero sobre todo vinculados por la edad, la clase social y el modo de vivir. Es decir, por lazos generacionales que la película retrata en tiempo presente. Aquí no hay nostalgia ni desencanto con la Historia, ni furia ni dolor ante los desengaños generacionales, como en “Nos habíamos amado tanto” y “La terraza”, de Ettore Scola, o “La mejor juventud”, de Marco Tullio Giordana.

Los protagonistas de “Ex…” son, en su mayoría, cuarentones asentados y satisfechos, profesionales pequeños burgueses que no se confrontan ni con el pasado ni con su presente y parecen desgajados de cualquier otra realidad que no sea la de su renacimiento sentimental. A lo más se descubren desconcertados con los cambios de hábitos sociales e infantilizados por el amor. Y así la película transcurre, con azucarada modorra, entre la fábula rosa de los enamorados que atraviesan el mundo para encontrarse de casualidad en un aeropuerto de Hong Kong y o el sketch humorístico del juez que concilia parejas desavenidas pero no puede apaciguar su propia vida conyugal. Contrastes, coincidencias y paradojas amorosas tratadas con un estilo amable, blando, risueño, complaciente, impersonal. Lo mejor es el desempeño de los actores, entre los que destaca Silvio Orlando, como el juez.

Ricardo Bedoya

Millenium: Los hombres que no amaban a las mujeres



“Millenium: Los hombres que no amaban a las mujeres” es la primera cinta de la trilogía que adapta las exitosas novelas de Stieg Larsson. Los personajes centrales están interpretados por Michael Nyqvist y Noomi Rapace, como el periodista Mikael Blomkvist y la hacker Lisbeth Salander respectivamente, y son ellos los que mantienen el interés en este thriller aplicado, ceñido a la letra de la novela original y, por eso, temeroso al momento de alterar los nudos centrales de una trama conocida por fervorosos lectores en todo el mundo.

El mérito del director Niels Arden Oplev radica su capacidad para ambientar la acción, dar fluidez al conjunto, aportar entidad al personaje de Lisbeth, privilegiar los congelados paisajes nórdicos, filmar con soltura la violencia y sordidez de la historia y recordar, como lo hizo Larsson, que los más terribles esqueletos del pasado pueden estar escondidos en el closet familiar.


Ricardo Bedoya

Red social



David Fincher, el director de “Red social”, filmó hace algunos años una cinta sobre Zodiac, el asesino que aterrorizó Estados Unidos en los años sesenta. Era una crónica de las investigaciones seguidas para descifrar las pistas y huellas dejadas por el criminal. Y antes que “Zodiac” hizo “Se7en, pecados capitales”, donde un escurridizo asesino anunciaba sus ilustrados delitos mediante crípticos signos. En las mejores películas de Fincher vemos duelos de inteligencias, pesquisas para detener ambiciones desequilibradas, juegos de poder, cínicos intercambios de acerados diálogos, lealtades traicionadas, pistas irresueltas, atmósferas deletéreas, ambigüedades morales, mensajes lanzados a redes alternativas.

El personaje de Mark Zuckerberg no es, por supuesto, un criminal pero, por alguna razón, recuerda a Zodiac, así como a los personajes poderosos e infelices de Orson Welles (no sólo a Kane, una referencia obvia), de Joseph L. Mankiewicz, o al célebre desdichado de Scott Fitzgerald. Tal vez porque, como ellos, trata de mediar su soledad, “diferencia” o incapacidad para la comunicación directa con los otros, a través de signos que se cifran y descifran y, en tiempos digitales, de códigos binarios, algoritmos matemáticos, fórmulas lanzadas a la “multitud”.

“Red social” no es el relato aleccionador de una trayectoria de éxito, la biografía exaltante de un triunfador o la ilustración de acentos épicos del modo en que se creó Facebook. La película ni elogia el emprendimiento ni es el manual que informa del caso líder de triunfo empresarial de la primera década del siglo. A Fincher –y a su guionista Aaron Sorkin- le atrae la singularidad de Zuckerberg pero le repugna la posibilidad de representarlo como un ser ejemplar. Y Facebook, la red de los 500 millones de “amigos”, es vista como el espacio donde se negocia la soledad individual a cambio de la ilusión de sentirse miembro de una “comunidad” virtual.

“Red social” es, más bien, un cuento moral de acentos sombríos, como el estilo fotográfico del filme. Cuenta la historia de un grupo de jóvenes dispuestos a vender al diablo sus almas –y hasta sus chicas y sus mejores amigos- a cambio de éxito y dinero. Pero a diferencia de las historias clásicas de tratos con Mefistófeles, aquí no hay lugar para culpas o sanciones. Nadie vislumbra el mal en lo que hace: “negocios son negocios” y hasta la más inescrupulosa maniobra se puede arreglar con una transacción extrajudicial. “Red social” es fábula y retrato generacional sobre la aristocracia del poder en la era digital. De Harvard a Palo Alto, la descripción del recorrido de Zuckerberg es también la de sus entornos y personajes típicos: “nerds” versus aristócratas, “geeks” opuestos a frívolos, todos ellos brillantes y alineados en una “carrera de ratas” que conduce a la mejor cotización en bolsa de sus empresas. Todos imbuidos de una cultura del éxito que naturaliza la trapacería y la deslealtad.

Fincher no filma acciones; filma procesos, trayectorias. Urde una trama de suspenso que imbrica el presente y el pasado del relato, pero es un suspenso débil, que nunca estalla sino que se procesa con lentitud a través de diálogos incesantes. Pocas películas tan dialogadas como “Red social” y tan alejadas en su tratamiento visual del mundo al que refiere. Aquí no domina la luz de los monitores ni se impone el vértigo de la época digital. Los ocres de la fotografía, el ajustado montaje de los gestos, la sobriedad en las actuaciones y el registro moroso de los tiempos son rasgos que marcan el transcurso denso de la película, retrato de un hombre que cambia la manera en que nos comunicamos hoy pero manteniendo inalterable su eclipse emocional.

Ricardo Bedoya

Wiener responde a Lombardi

Christian Wiener interviene en la polémica sobre la ley Procine y le responde a Francisco Lombardi. Este es el texto:
La ley por la que luchamos
He leído con detenimiento la última exposición de Francisco Lombardi defendiendo la Ley Procine en el blog “Páginas del diario de Satán”. Y pese a su extensión, no encuentro argumentos ni razones nuevas que expliquen porque él y los que integran la APCP siguen, a mi parecer, defendiendo lo indefendible, que es el proyecto de Ley de Masificación promovido por los congresistas Carlos Raffo y Luciana León.

Sin embargo, valga la oportunidad para hacer algunas aclaraciones a varios puntos de su artículo, así como precisar los aspectos de fondo que diferencian la propuesta legal que ellos siguen sosteniendo, de la que proponemos y defendemos nosotros en la UCP.

En primer lugar, dejar bien en claro que la lucha por la ley de cine no es patrimonio de Lombardi ni de quienes lideran la APCP. Somos muchos en el gremio, a veces de manera visible y otros no tanto, los que bregamos incansablemente desde tiempo atrás por una legislación cinematográfica en el país, y que no hemos cejado en esa lucha, ni abdicamos por una solución fácil y dizque realista. Por supuesto que el proceso de aprobación de una ley de cine en el Congreso es arduo, difícil y complejo, y que muchas veces los resultados finales no son todo lo que uno espera, pero eso no justifica tomar lo primero que tengamos a mano, no importa a qué precio ni en qué condiciones. No quiero darme la parte, pero en circunstancias más adversas, como fue el fujimorato, fuimos con un gremio empequeñecido y esfuerzo casi solitario capaces de sacar adelante una nueva ley. Y la base de ello fue el consenso entre los cineastas, antes que con los exhibidores y distribuidores. Lamentablemente, ahora las circunstancias fueron diferentes, y ahí están los resultados.

En segundo lugar, la idea de que lo esencial, medular y casi único que importa de la ley es que haya más fondos para que CONACINE promueva la producción, no es compartida por todo el gremio. Nadie niega la necesidad de dar más apoyo a la producción de largos, medios y cortometrajes, pero de qué sirve que se produzcan mayor número de películas si, como lo estamos constatando en este momento, apenas logran captar la atención del público, y en su carrera comercial son continuamente maltratados por los “socios” exhibidores. Por eso, siempre hemos entendido el cine de una manera integral, y hemos luchado siempre por una ley de cine que lo aborde en toda su complejidad de industria cultural, de manera similar a lo que se plantea en otros países de América Latina, y frente a los cuales, me pregunto, no sé qué tipo de elemento en nuestro ADN nos impide tener una norma como la colombiana, chilena o uruguaya (para no hablar de Argentina, Brasil o México, que tienen una antigua base industrial).

A propósito, he leído a algún gracioso comentando en el blog que se estarían enfrentado una ley supuestamente “neoliberal” frente a otra “chavista”. Pero nada más lejos de esa caricatura, ya que la ley Raffo no es de raigambre verdaderamente liberal como hubieran postulado Adam Smith o Von Hayek, sino puro mercantilismo económico, con el Estado al servicio de grandes intereses empresariales, favorecidos con reducción de tributos y promoviendo su expansión comercial. Y, por el otro lado, el proyecto de Cabrera está bastante lejos de cualquier radicalismo, ya que ni siquiera incluye la cuota de pantalla como en Argentina o España. En realidad, la diferencia de fondo entre ambos proyectos es cuál debe ser el rol del Estado y las políticas que impulsa, es decir al servicio de quienes se legisla: las Majors y las cadenas de exhibidores o los cineastas y la cultura nacional.

En tercer lugar, creo que es muy cómodo tratar de desentenderse del conjunto de la propuesta legislativa que uno auspicia porque supuestamente seria un texto casi “combi”, al que se han ido agregando puntos “insustanciales” e “innecesarios” por la suma de gremios que han participado en él. Seguramente ellos hubieran querido que se limitara al tema “medular” del aumento de los fondos, pero la incoherencia casi esperpéntica y frankesteniana de la ley Raffo es el resultado de una ley hecha a la medida de las distribuidoras trasnacionales, que para esconder sus propósitos mercantilistas se inventa obligaciones tan ridículas como aquella de traer más copias para estrenos de sus “blockbusters” o los talleres de guiones y festivales promovidos por las Majors. No me imagino la cara de los colegas cineastas de la región cuando en próximos festivales y eventos de cine descubran la ley que apoyaron algunos de sus más conocidos colegas peruanos.

En cuarto lugar, creo que la propuesta de Chacho de convocar a las municipalidades, en vez de enfrentarlas tratando de quitarles el impuesto, no deja de tener asidero, más aún ahora que tenemos una nueva administración en Lima metropolitana, notoriamente más sensible al tema cultural. ¿Y si en vez de repartirnos el impuesto con los poco confiables exhibidores y distribuidores, lo hacemos con quienes todavía lo administran, buscando comprometerlos en una política de apoyo integral desde las alcaldías? Es una posibilidad a explorar si no logran imponernos en estos días al carpetazo la ley del “peor es nada”, porque a fin de cuentas, más que defender un nombre o propuesta, lo que debería importarnos es promover al cine peruano en su conjunto, y de la manera más amplia, viable y realmente concertadora con TODOS los sectores.

En quinto y último lugar, no sé de dónde saca Lombardi que el experto tributarista que llevó la UCP “no pudo convencer de la viabilidad real y concreta” del mecanismo parafiscal. Seguramente a la señorita Luciana León no la convenció porque tiene intereses creados en el tema, pero otros congresistas han tomado nota más positiva de sus observaciones al Convenio y la fragilidad e inconstitucionalidad del mismo; y, de otro lado, refutar aquella leyenda urbana de que el Congreso supuestamente no puede crear tributos pero si podría reducirlos o derogarlos, cuando hay muchos antecedentes legislativos que lo desmienten. Finalmente, si como dicen, la Ley Procine es tan viable y tiene tanto apoyo en el Congreso ¿por qué tuvo que ser aprobada casi escondidas y violando el reglamento del Congreso en la Comisión de Economía? ¿Por qué se ha evitado su debate en la Comisión de Educación y Cultura, dejándola sin quórum en las dos últimas sesiones? Si no hay nada que ocultar y tiene mayoría ¿por qué no actuar por lo menos con transparencia y debatiendo los temas en vez de festinar tramites y procedimientos?

En todo caso, y aunque no lo quieran, los colegas de la APCP tendrán que asumir para el futuro los costos de sus alianzas y promotores políticos, ya que cada quien escoge con quienes y para que se juntan. No sé cual finalmente sea el destino de todo este debate y que ley se apruebe, si se aprueba alguna, en el Congreso. Ojalá no sea algo que después tengamos que lamentarnos, ya que la desesperación y la angurria no son buenas consejeras.

Saludos,

Christian Wiener

lunes, 13 de diciembre de 2010

Respuesta a Pancho Lombardi

Me alegro de que Pancho Lombardi haya recogido el guante en momentos en que casi nadie expresa comentarios en el blog sobre temas que atañen tan profundamente la actualidad y el futuro del cine en el Perú. Hay casi una renuencia al debate cuando se trata de temas de fondo y no de alusiones personales o de respuestas a necedades, como las que suelen suscitar comentarios irresponsables en publicaciones escritas o electrónicas.

Pues bien, voy a expresar mis opiniones sin la extensión del texto de Pancho, pero con la mayor claridad posible.

1) Es verdad que quienes, desde la prensa o desde un blog, opinamos sobre un proyecto de ley, una ley promulgada o una actividad que suponen a veces un largo proceso previo no nos hemos "comprado el pleito", es decir, no hemos participado en todas las marchas y contramarchas, no hemos dispensado el tiempo ni los dolores de cabeza que suelen suscitar esas largas reuniones y gestiones y los malentendidos y fricciones que eso va creando. Admito que resulta una desproporción en términos de esfuerzo y tiempo.

Igual creo que ocurre en relación con las películas. Parece muy injusto echarse abajo en pocas líneas un esfuerzo que ha insumido dinero, tiempo, desvelos y contrariedades. Para mí eso es muy claro y por eso vengo defendiendo desde hace mucho la responsabilidad de quienes escribimos para informarnos lo mejor posible de las condiciones en que se hace cine aquí y en otras partes, para privilegiar el comentario razonado y no las reacciones de gusto o disgusto, para que sean argumentos y no adjetivos los que se viertan en los textos. Soy por ello muy consciente de esa "desproporción" de esfuerzos y tiempo entre los que hacen y los que comentan o critican, pero esa es la función de unos y otros. Función que no entiendo fuera de la responsabilidad y la ética social.

Dicho lo anterior, reitero que yo he opinado en este mismo blog sobre el tema en cuestión en los meses de enero y junio en términos parecidos. No hubo ninguna respuesta o comentario de los cineastas que, lamentablemente, no suelen opinar en público. Es decir, no es que esté expresando lo que pienso cuando el pan está por salir del horno. Lo hice mucho antes. Y mis reparos no sólo se aplican al proyecto presentado por los congresistas Raffo y León, sino también al proyecto de Peralta, en la medida en que, en efecto, consideran el mismo sustento para el logro de mayores fondos para la producción nacional. Incluso he señalado que otros aspectos importantes incluidos en el proyecto de Peralta como la creación de la Cinemateca Nacional, los cursos de cine en los colegios o los derechos de los trabajadores del cine son asuntos que competen no a una ley que quiera estimular la producción, sino a los Ministerios de Cultura, Educación y Trabajo. No tienen por qué mezclarse cosas distintas.

Si en el marco de la situación actual, me he referido de manera más puntual a la llamada ley de masificación del espectáculo cinematográfico es porque ha sido ese proyecto el aprobado en la comisión de Economía y el que está en la base de lo que se va a discutir en el Congreso.

2) Un asunto crucial que se ha dado por supuesto en todo ese largo proceso al que alude Pancho es la necesidad no sólo de reforzar los fondos que el CONACINE pueda disponer para apoyar al cine peruano, sino la conversión del CONACINE en la única instancia local promotora. Es decir, sin el CONACINE o, en otras palabras, sin la intervención del Estado, no hay posibilidad de cine en el Perú. Ni estoy de acuerdo ni me parece lo más saludable que se le otorgue a una institución estatal ese nivel de responsabilidad y esa capacidad de poder. Me parece incluso riesgoso, así como también lo es la atadura con los representantes del negocio, tal grado de dependencia.

He dicho, y no me retracto, que en estos momentos la única manera de garantizar un cierto margen de independencia es diversificar las fuentes de apoyo, pero no creo que el CONACINE deba estar en todos los proyectos. ¿Cuáles podrían ser las fuentes alternativas locales? No tengo una respuesta, pero sí algunas sugerencias: universidades, grandes empresas industriales o mineras, financieras, fundaciones, cooperativas, pequeñas o medianas empresas, etc. ¿Que no están dispuestas a invertir a pérdida? Quizás, pero no tendría que ser el íntegro del presupuesto. No sé cómo marcha el asunto del mecenazgo confiado al Ministerio de Cultura, pero por allí pueden abrirse cauces.

En definitiva, me parece un error a mediano o largo plazo confiar el destino de la producción peruana casi en su totalidad a un organismo del Estado y a eso apuntan los dos proyectos y las asociaciones que los respaldan. Cierto, parece más fácil y expeditivo (no tanto, en realidad) que se haga a través de un apoyo del Estado, pero confiar en que prácticamente el íntegro del soporte local provenga de ese canal es alimentar una expectativa que, me temo, pueda conducir a mayores frustraciones de las que puedan haber ahora. ¿Qué pasaría en el caso supuesto de que se duplique la producción de largos que cuentan con el apoyo del CONACINE? ¿No crecerían acaso las expectativas de los cineastas de Lima y los de regiones para que ese tope se vuelva a duplicar? La verdad es que me parece imprudente alimentar lo que en una situación de falta de mercado local (y extranjero) es el fomento de expectativas.

3) Eso no significa dejar las cosas como están. Una vez más: suena a desproporción "desbaratar" a última hora lo que se ha venido elaborando por tanto tiempo, pero no dejo de considerar la posibilidad de un acuerdo con las municipalidades para hacer uso de una parte del impuesto (no del íntegro) para el cine peruano, pero no para distribuidores y exhibidores. Ellos no tienen por qué recibir nada y que lo reciban me parece una flagrante injusticia. De esa manera no se afectaría sino un pequeño porcentaje del impuesto y los municipios serían partícipes de un proyecto de apoyo a la comunicación y al arte en el país. Que eso supone postergación del resultado del esfuerzo y un nuevo trabajo orquestado de negociación, seguramente, pero le daría un soporte más justo al uso de unos fondos que, así como se presenta el proyecto, no creo que sea aceptable para los municipios.

Quedan otros temas pendientes, pero para no hacer más larga la exposición, aquí me quedo por esta vez. Que siga el debate.

Un abrazo,

Isaac León Frías