domingo, 29 de enero de 2012

Festival de Cine Digital

Se anuncia Festival de Cine Digital en Lima. Información y programación en esta nota de Laslo Rojas:
http://www.cinencuentro.com/2012/01/27/peliculas-iberoamericanas-primer-nivel-1er-festival-cine-digital-lima-peru/

viernes, 27 de enero de 2012

Habemus Papam

El distribuidor le ha puesto un título que provoca vergüenza ajena y traiciona el sentido de la película. “Habemus Papam”, de Nanni Moretti, no es una comedia a la italiana, ni una farsa, ni una sátira al Vaticano y sus rituales. Es una fábula más bien serena y hasta melancólica que retrata a un hombre, un anciano, de apellido Melville, que un buen día, en medio de extraordinaria pompa y ceremonia, recibe un encargo para el que no se siente preparado porque lleva consigo un peso que lo excede, que le sofoca. Debe asumir un liderazgo, el de suceder a Pedro y representar a Cristo, que preferiría no aceptar. El Cardenal Melville se convierte en una encarnación del eterno, ejemplar, silencioso y mínimo Bartleby -el escribiente del maravilloso cuento de Melville justamente-, el hombre que prefiere mantenerse en el umbral.

Y todo ocurre ahí, en el umbral, porque “Habemus Papam” transcurre siempre en espacios de frontera, zonas liminales. Lugares que el sacerdote Melville no puede traspasar para asumir el mandato que todos esperan de él. El balcón Vaticano convoca su miedo escénico, mientras que el escenario teatral donde se representa a Chejov solo puede ser para él un espacio para su memoria y su nostalgia porque otros viven ahí la vocación histriónica que él frustró en su juventud.


El grito primal del Cardenal Melville es el de un hombre que está atrapado en el umbral. No se ve representando en ninguno de los papeles que le tocan en la inesperada obra que se le ofrece. El Cardenal Melville, ese actor aspirante en su juventud, recibe de pronto el rol de su vida y no sabe si tratarlo en clave de drama o en clave de comedia.


No quiere encarnar a un Sumo Pontífice mayestático porque no halla espacio para él en el mundo ceremonial e histriónico del Vaticano. Después de todo, su fantasía de la teatralidad perfecta se vincula con los silencios, ternura, esperas y frágil cotidianeidad de una obra de Chejov. Alguien que ame a Chejov debe detestar la pompa y el boato ritual de los inciensos.


Pero el Cardenal tampoco encuentra lugar en las calles de la Roma de hoy, pobladas de turistas y llenas de bullicio, acostumbrado como está al retiro y la contemplación. Es decir, tampoco puede jugar el rol cómico de un Papa fugitivo, de un Papa en apuros.


Moretti filma el drama de una identidad esquiva, y su actor, el francés Michel Piccoli (el gran actor de Buñuel, Godard, Ferreri y Manoel de Oliveira, entre tantos otros), lo acentúa al pronunciar un italiano modulado, pensado antes que recitado.

Como contraparte, está el propio Nanni Moretti encarnando al psicoanalista ilustre, el representante de Freud frente al fallido vicario de Cristo. El navegante del inconsciente frente al pastor de las almas. El drama contrasta entonces con la ironía. La fe no se cuestiona y la supremacía planteada por un cardenal del alma sobre el inconsciente queda en un hipotético “Veremos”, contestado con gesto profesional por el psicoanalista. ¿Qué es lo que vamos a ver?


Un juego de objetos y asuntos trocados. El diván es reemplazado por un sillón papal. La soledad de la sesión se altera con los cardenales testigos. El encierro vaticano del Papa se convierte en travesía romana, mientras que el cosmopolitismo laico del psicoanalista acepta la forzosa prisión vaticana. Un papa en fuga y un psicoanalista prisionero.

Los mejores momentos de la película son los que mezclan el humor y la angustia, o hablan con autenticidad, gracia o ingenuidad de las utopías que siempre persiguió Moretti, libertario desde los años setenta. Los cardenales juegan voleybol saltando para tocar la pelota como si quisieran alcanzar el cielo que nunca conseguirán de otra manera; el guardia suizo mueve las cortinas de la habitación papal porque al partiquino le ha tocado reemplazar al primer actor en ese gran teatro vaticano donde todos “performan”, incluidos los Cardenales en el Cónclave que se encomiendan al Espíritu santo pero rezan para no ser elegidos y quedar atrapados en los engranajes de la burocracia vaticana; un actor demente llega a tiempo para cumplir con su papel en la obra de Chejov y para que el Papa repita con él las líneas de la obra que aman los dos; los cardenales del mundo entero bailan el “Todo cambia” de Mercedes Sosa, cuya melodía viene de la habitación del Papa, como si se tratara de música celestial y acaso de la prefiguración de un cambio institucional: la utopía de Moretti.
Ricardo Bedoya

miércoles, 25 de enero de 2012

martes, 24 de enero de 2012

Theo Angelopoulos (1935-2012)




Muere Theo Angelopoulos, como consecuencia de un accidente de tránsito. Aquí la información de Ansa:

...es solo el Oscar









Un Oscar sin Michael Fassbender y sin Tilda Swinton y sin Michael Shannon. Y sin "Las aventuras de Tintín" en la categoría de película animada. Parece una broma. En fin... es el Oscar.

domingo, 22 de enero de 2012

La influencia de El Cristo prohibido



Veo "El Cristo prohibido" (1951), de Curzio Malaparte, arquetipo del filme de tesis, y de pronto aparece Alain Cuny encarnando al Maestro Antonio. Es el personaje portaestandarte, el que formula el reclamo, establece el pedido, clama por la reconciliación y se ofrece como cordero para el sacrificio en un pequeño pueblo italiano desgarrado por los conflictos derivados de la Segunda Guerra Mundial. Pero no es de la película de lo que quiero hablar, sino de la aparición de Cuny y de su estilo de actuación: tiene la conciencia del profeta y luce rígido, entona desde lo profundo, su dicción es pausada, modula como si estuviera en el púlpito, su postura es mayestática. Parece dotado del don de la presciencia y cada una de sus frases plantea los dilemas éticos de la película. Es la presencia ilustrada, la conciencia moral que aparece en ese medio más bien rústico y hasta primitivo, de campesinos agobiados por la experiencia de la guerra.

¿Y a qué viene todo esto?


A que el Maestro Antonio me remitió inmediatamente a dos personajes similares en el cine peruano. Uno, es el personaje que dialoga con el niño lustrabotas en la fuente china del Parque de la Exposición en "En la selva no hay estrellas". El otro es el maestro iqueño de "Espejismo". Los dos personajes emblemáticos del filón próximo al "filme de tesis" del cine de Robles Godoy.


El diseño, el sentido, el estilo de las líneas dichas, el ritmo del fraseo, el modo en que intervienen esos personajes de Robles Godoy en la acción, aluden a la película de Malaparte. Y no es raro que ello sea así. "El Cristo prohibido" era uno de los títulos clásicos de la programación cineclubista de los años cincuenta y Armando Robles Godoy era un espectador cinéfilo. Él, por ejemplo, mencionó muchas veces la influencia que tuvo para su vocación una película como "La señorita Julia", de Alf Sjöberg (1950), casi contemporánea a la de Malaparte.


En fin, solo es una anotación al vuelo sobre el asunto de las influencias artísticas, un tema interesante sobre el que habría que volver.


Ricardo Bedoya

Películas preferidas de 2011





Con algo de retraso, aquí va mi lista de preferidas del año pasado.
Estrenos
“Medianoche en París” y “Conocerás al hombre de tus sueños”
“Más allá de la vida”
“Temple de acero”
“Carlos”
“Rango” y “Las aventuras de Tintín”
“La noche del demonio” y “El planeta de los simios (Revolución)”
“Lazos de sangre”
“El escritor oculto”
“Carancho”

Exhibidas en ciclos y festivales
“El extraño caso de Angélica”
“Jerichow”
“La guerra está declarada”
La vida útil
“El padre de mis hijos”
“Las acacias”

No exhibidas en el Perú
“Misterios de Lisboa”, de Raúl Ruiz
“Un método peligroso”, de David Cronenberg
“Hubo una vez en Anatolia”, de Nuri Bilge Ceylan
“El chico de la bicicleta”, de los hermanos Dardenne
“Este no es un filme”, de Jafar Panahi y Mojtaba Mirtahmasb
“Una separación”, de Asghar Farhadi
“Martes, después de Navidad”, de Radu Muntean
“Essential Killing”, de Jerzy Skolimowski

"El árbol de la vida", de Terrence Malick
“La autobiografía de Nicolás Ceaucescu”, de Andrei Ujica
“El caballo de Turín” de Béla Tarr
“Hors Satan”, de Bruno Dumont (foto)
“Le Havre”, de Aki Kaurismaki


Pero lo más estimulante del año fue el descubrimiento de muchísimas películas italianas: “Gli uomini, che mascalzoni!”, “El señor Max”, “Los grandes almacenes”, de Mario Camerini; “Cadenas”, “El hijo de nadie”, “El ángel blanco”, “La esclava del pecado, “El fumadero de opio”, de Raffaello Matarazzo; “El horrible secreto del Doctor Hitchcock, de Riccardo Freda (Robert Hampton); “En nombre de la ley”, de Germi”; “Un burgués pequeño, pequeño”, de Monicelli”; “Il Giovedi”, de Risi; “L’ingorgo”, de Comencini, entre otras de Lattuada, Zampa, Rosi, Ferreri, Blasetti. Y el placer de ver a dos actores formidables: Vittorio de Sica y Totó.

Ricardo Bedoya

Anuncian estrenos




Se confirman estrenos en Perú de "La piel que habito", "Shame" y "The Artist". No pregunten cuándo.

miércoles, 18 de enero de 2012

Habla Nanni Moretti: el Papa y el balcón vacío



Nanni Moretti habla sobre "Habemus Papam" en esta conversación que mantuvo con Rodrigo Bedoya hace unos días. Rodrigo la ha cedido para su publicación en el blog.



¿Por qué le interesó el tema del Vaticano y de la elección pontificia?
No he hecho un filme realista sobre el Vaticano de hoy. Hice ante todo un filme sobre el hombre, donde he inventado mi Papa, mi Vaticano y mis cardenales. Interpreto el papel del psicoanalista, pero hay algo de mí también en el personaje del Papa. En sus actitudes, en su angustia, en el sentirse inadecuado. Imaginando con los otros guionistas la primera escena, pensamos en un papa recién elegido a pocos metros del balcón papal que escapa porque no tiene la fuerza de asomarse por él.


¿Fue complicado aterrizar en los miedos y angustias de un personaje tan emblemático como es el Papa?
No, porque es un personaje inventado. No es que yo haya representado a Ratzinger, a Juan Pablo II, o a otro Papa que realmente existiera. He creado un personaje que un minuto antes era un cardenal y un minuto después un Papa. Por consiguiente, no fue más difícil que inventar otro personaje de mis filmes anteriores.


El interés del personaje por la actuación quizá sea una válvula de escape para una realidad totalmente angustiosa. ¿Usted, que es actor y director, siente que actuar es una forma de escapar de la realidad?
Digamos que tengo el privilegio y la fortuna de poder contar a través del cine mis angustias, mis dudas, mis preguntas. Es una fortuna, y, aún sin darme cuenta, todas mis películas son autobiográficas. Digamos que el papa está en un momento particular de su vida: él mismo habla de depresión, y yo pienso que nombrar su propia fragilidad al final del filme no es un acto de debilidad o fuga por parte del Papa, es en cambio un acto de fuerza; es no esconder sus propias debilidades, él no esconde el ser un hombre como todos.


El personaje que usted interpreta, el psicoanalista, se pasea interesado por el Vaticano, observando las costumbres y los conflictos que están ahí. ¿Qué sentimientos le suscita el Vaticano?
Si yo hubiese contado la renuncia de un líder político, de un manager de las finanzas, digamos que el filme hubiera sido más pequeño, más pobre. En cambio, así, con la renuncia no solo a la responsabilidad sino al poder de un Papa, es un filme más universal. Todos nos sentimos inadecuados en nuestra vida. Entonces quise hacer un filme también sobre lo inadecuado, no solo en las situaciones públicas, sino en todo ambiente, entre todos nosotros; un filme sobre el sentido de lo inadecuado. No tengo una relación conflictiva con la Iglesia Católica porque soy ateo. Entonces, teniendo esa distancia puedo permitirme hacerle un regalo que probablemente no sea merecido: he humanizado el Cónclave y a ese grupo de cardenales porque yo hago el filme no para narrar al público lo que el público ya sabe o para hacerle ver lo que ya vio. Hago un filme para imaginar una realidad diferente. Por consiguiente, he imaginado cardenales distintos a los reales. También un cónclave distinto al que he visto cien veces tanto en el cine como en la TV. Generalmente los cónclaves reales están llenos de sentimientos de odio entre un cardenal y otro, luchas por el poder, votos que se pasan de un cardenal a otro. Eso no me interesaba: lo había visto tantas veces en las películas. No sé que cosa suceda finalmente en un cónclave pero yo quería contar mi Cónclave en donde todos los cardenales esperan no llegar a ser Papa, y por consiguiente siempre hay una humanización. De hecho, soy conciente que en la iglesia hay problemas graves: escándalos financieros y de pedofilia. No quería hacer una película que narrara estos hechos porque no quería coger el camino fácil de una película de denuncia: quería contar el poder de una manera de una manera menos directa, menos frontal. Por consiguiente, quería presentar a un Papa ya elegido frente a un balcón vacío. Esa sutileza es más interesante que hablar de los gravísimos problemas de pedofilia al interior de la iglesia y más aún del hecho de que las autoridades eclesiásticas los quieran encubrir. Esas son hechos que conocen todos aquellos que quieren conocerlos. Yo quise hacer una cinta no realista enmarcada al interior de un marco realista, verosímil, en el cual las precisiones son aquellas, las convocatorias al conclave son auténticas, las vestimentas son las mismas, la ambientación es precisa, el encuadre es realista pero en el interior existe lo imaginario.


En su cine la música popular incidental tiene una gran importancia. ¿Por qué eligió “Todo cambia”de Mercedes Sosa?
Por lo general elijo la música que escucho mientras escribo el guión. En ese momento se me vienen a la mente algunas canciones. En este caso, por el contrario, después de muchos años tuve la oportunidad de volver a escuchar “Todo cambia”, y entonces, para utilizar esa canción me imaginé esa escena.



Hay una ironía que recorre la película de principio a fin y que encontramos en otras de sus películas.
Este no es un filme autobiográfico en los detalles. En el caso de mis otros filmes, cuando se existen detalles autobiográficos es casi obligatoria la ironía sobre uno mismo porque cuando narramos sobre nosotros es muy feo contar únicamente lo serio: involuntariamente uno se ridiculiza. Además, hace muchos años, cuando comencé a hacer cine con una pequeña filmadora de súper 8 milímetros, me nació de forma natural el alternar el dolor y la alegría, alternar momentos cómicos con incidentes trágicos, porque en la vida nuestros días están formados de momentos diferentes entre ellos. Me nació de forma natural, así como el ser actor en mis películas.


Hablando de sus cintas autobiográficas, ¿qué implica mirarse a sí mismo en el cine?
En primer lugar no es terapéutico narrarse a sí mismo: la autobiografía puede ser un modo de esconderse aparentando que uno se está revelando. Además que no es que yo me interprete siempre a mí mismo. Si bien en “Aprile”, por ejemplo, interpreté al director Nanni Moretti, la película no era un documental ni un diario: era una ficción con forma de diario.

En su cine hay una reflexión constante sobre la relación entre lo colectivo y lo íntimo, lo social y lo personal.
No es que vivamos en una burbuja fuera del tiempo y del espacio, pero he hecho filmes en los cuales la realidad social y política se encuentran menos presentes: por ejemplo, “La Habitación del hijo”. En ella no hay ninguna referencia a la actualidad política y periodística, no hay un televisor prendido para ver un programa de aquel tiempo: es un filme que podría ambientarse en cualquier lugar, en cualquier año. Otros filmes míos, en cambio, naturalmente se ubican en su tiempo pero tratando de no jalar el ojo del espectador sobre la actualidad. Es una cosa pérfida recorrer la actualidad.


Su compromiso político lo ha demostrado en muchas de sus películas. ¿Cuál cree que es la importancia del cine comprometido políticamente?
En realidad pocas veces he hablado directamente de política. Creo que el deber del director no es el de hacer filmes políticos o sociales, sino de hacer buenos filmes. No pienso que un tema social o político sea más importante que un tema de amor o de hechos más privados. Con cualquier asunto se puede hacer una mala película o una buena película. Yo no he pretendido, en las pocas veces que he hecho un filme político, cambiar para nada la cabeza del espectador. Para mí, las películas más bellas son aquellas que crecen dentro del espectador con el transcurrir de las horas, con el pasar del tiempo.


¿Cómo sitúa “Habemus Papam” en su filmografía?
Considero a “Habemus Papam” como un capítulo más de una novela. Pero de hecho en los últimos años ha habido un cambio: han pasado cosas importantes en mi vida, pero yo no soy más el protagonista de mis películas y esto es un pequeño cambio al interior de mi obra. Estoy como actor, ya no como protagonista. Hay un poco de mí en el Papa y en el psicoanalista, pero no pensé jamás en interpretar al Papa, siempre pensé en Michel Piccoli.


¿Por qué en Michel Piccoli?
Porque es un actor extraordinario y lo admiraba ya como espectador hace 40 años. Cuando trabajaba con Marco Ferreri y otros. Recientemente lo vi actuar en “Vuelvo a casa”, de Manoel de Oliveira. Es un actor que no solamente lleva al personaje a su excelencia, sino, junto con ella, a su humanidad. Por consiguiente, veo al Papa muy bien interpretado por un actor, pero también veo junto a esto la gran humanidad de una persona, Michel Piccoli, y esos son los actores que me gustan como espectador.


¿Qué cine disfruta como espectador?
He quedado muy ligado como espectador a los autores del cine de los años sesenta, pero estoy hablando de películas de hace cincuenta años, de Francia, de Inglaterra, del nuevo cine polaco. Eran filmes que reflexionaban sobre el cine, sobre la realidad, sobre la sociedad. A través de ellos se imaginaba un nuevo cine, una nueva sociedad. Cada uno con su propio estilo, con su propia personalidad y sensibilidad.


¿Está trabajando en un nuevo proyecto?
Estoy escribiendo la próxima película pero aún es muy pronto para hablar de ella. Sin embargo, no quiero que pasen otros cinco años entre un filme y el otro, como lo he hecho con mis dos últimas obras.


Al agradecerle por la entrevista, este redactor le comentó la importancia que habían tenido “Caro Diario” y “La habitación del hijo” en su formación de cinéfilo. Moretti respondió: “Muchas gracias. Cuando filmé ‘Caro Diario’ no pensé en absoluto que mi ‘Vespa’ fuera a recorrer el mundo, que fuera vista en tantos países lejanos. Fue un suceso internacional que me sorprendió”.


Especial agradecimiento a Rina Queirolo por la traducción de la entrevista.


Una versión breve de esta entrevista fue publicada por el diario "El Comercio" en su edición del martes 17 de enero de 2012.


Rodrigo Bedoya


sábado, 14 de enero de 2012

Crimen en familia



“Crimen en familia” (“All Good Things”) se construye como rompecabezas en torno a un caso criminal resuelto como “verdad legal”, pero no como “verdad real”. El director Andrew Jarecki (realizador del documental “Capturando a los Friedman”) apela a la elipsis como piedra basal de un relato que es crónica familiar, impugnación de la familia patriarcal, retrato de sombríos interiores, ejercicio de reconstrucción de atmósferas en períodos temporales distintos, memoria de la decadencia de una muchacha que parece tocada por la gracia y acaba echada al infierno (Kirsten Dunst recorre la película como una presencia a la vez material y etérea que se desvanece, literalmente, en la ficción y en la textura fotográfica, en la composición química de la imagen), registro de una patología que se revela de a pocos, drama pasional, filme criminal, ficción documentada. Ryan Gosling está notable en sus roles sucesivos: hijo rebelde, oveja vuelta al redil, marido complaciente, maníaco, personaje calculador del cine negro, anciano juzgado al que la ley no le puede probar casi nada. Grandes momentos de complicidad, violencia y rapacidad: la relación entre el Gosling transformista y el personaje de Malvern Bump (Philip Baker Hall)

Ricardo Bedoya

viernes, 13 de enero de 2012

Conocerás al hombre de tus sueños




“Conocerás al hombre de tus sueños” es una comedia oscura e implacable de Woody Allen y una de las mejores películas de sus años recientes. Sigue a un grupo de personajes encaramados en la rueda de la fortuna; es decir, en el caprichoso vaivén del azar y el sinsentido de sus vidas. A todos los asalta la necesidad de cambiar de rutinas, de dar un paso adelante, de mirar hacia otro lado, de ser felices aunque sea por el tiempo que les reste de vida. Pero los ilusos no cuentan con el dominio de lo azaroso y lo improbable, con esas leyes de la predestinación que, en el caso de Allen, no poseen los trazos de hierro de la tragedia, sino las formas de los invariables “quid pro quo” verbales y dramáticos de las comedias de boulevard.
La cinta pasa a toda velocidad del apólogo moral a la comedia de situaciones, de la sátira a la melancolía, de la mirada mordaz hacia charlatanes y adivinos a la calidez y tolerancia con que registra el monólogo de Anthony Hopkins en el que resume los pesares de su pasado. Si la voz omnisciente del narrador redobla la idea de un demiurgo que todo lo descompone, el punto de vista de Allen se ubica al lado de los que observan el cómo se voltean las cartas de modo repentino y no pueden controlar la marcha del tiovivo del destino. Como Naomi Watts al descubrir los aretes que la enfrentan a la evidencia de la verdadera relación de Antonio Banderas. Los aretes del melodrama, posesiones del deseo, objetos de la fatalidad, como en Ophuls, al que tanto admira Allen.


Ricardo Bedoya

Un circuito para las películas peruanas



John Campos Gómez envía la siguiente información:


"A finales del año pasado, Cinencuentro.com publicó una lista de películas peruanas exhibidas en el circuito alternativo de Lima. Listadas, figuran una treintena de películas con pocos testigos, no solamente por desidia del espectador peruano, también porque no hay un circuito asociado que las instale, que las luzca (en los mejores casos) como si de una cartelera se tratase. Muchas de las películas de esa lista se mostraron una sola vez antes de convertirse en estadística para los recuentos anuales. Injusto, tanto para los hacedores del filme como para el público que no tuvo la chance de hacer su papel de espectador. Incluso para la crítica, para quien también estas producciones fueron escurridizas. Cine involuntariamente invisible. Si las multisalas y las distribuidoras, con el único fin del lucro, pueden encadenar varias funciones por medio de un logo, ¿por qué no los centros culturales, cuyo fin, creemos, es más noble? (...)


No será producto de la coincidencia que Paraíso, de Héctor Gálvez, se proyecte dos veces la semana próxima. La primera de las dos se realizará el lunes 16, en la sala Luis Miró Quesada Garland, de Miraflores, en el marco de la exposición “El último lustro”, muestra panorámica de la producción artística en los últimos cinco años de Cusco, Arequipa, Iquitos y Lima. Sin dudas meritorio, sin embargo no es la única película que goza el honor de haber sido curada para esa abarcadora muestra de arte peruano contemporáneo. Además, las óperas primas de los hermanos Daniel y Diego Vega y de Rosario García- Montero, Octubre y Las malas intenciones, respectivamente, podrán verse después (...) "


La programación es la siguiente:

PARAÍSO: lunes 16 (Sala Luis Miro Quesada Garland) y jueves 19 (Cine Club de Pueblo Libre)
OCTUBRE: lunes 23 (LMQG) y jueves 26 (C. Pueblo Libre)
LAS MALAS INTENCIONES: lunes 30 (LMQG), jueves 2 (C. Pueblo Libre) y
viernes 3 (Sala Ventana Indiscreta de Universidad de Lima)

jueves, 12 de enero de 2012

Un papa en apuros



El jueves 19 se estrena "Habemus Papam", de Nanni Moretti, con el ridículo título de "Un papa en apuros". El asunto sería objeto de risa y burla (debe ser una versión con Adam Sandler reemplazando a Piccoli y Owen Wilson en vez de Moretti) si no fuera tan significativo: los distribuidores se sabotean a sí mismos y liquidan las mejores películas.


Presentando la película de Moretti como una comedia convencional confunden al público y provocan la decepción o el rechazo de cierto sector de los espectadores que espera otra cosa. Pero sobre todo ahuyentan al público objetivo, al "blanco" al que deberían apuntar con una película así.

martes, 10 de enero de 2012

Shipibo, la película de nuestra memoria

Hoy, martes 10 de enero, a las 7.30 pm, en el Centro Cultural de España, se estrenará "Shipibo, la película de nuestra memoria", de Fernando Valdivia y Claire Odland, que muestra la confrontación de los miembros de una comunidad shipiba con las imágenes filmadas en 1953 por el antropólogo norteamericano Harry Tschopik Jr., encontradas en un almacen del Museo Americano de Historia natural y restauradas. Es una interesante producción del Field Museum de Chicago.

lunes, 9 de enero de 2012

Cameron Crowe doblado




La última película de Cameron Crowe, "Un zoológico en casa", se estrenará el 19 de enero solo con copias dobladas al castellano. Al parecer, la campaña de estupidización no tiene vuelta.

Mejores películas del año 2011: Jorge García (desde Buenos Aires)




ESTRENADAS COMERCIALMENTE
1) El hombre que podía recordar sus vidas pasadas (A. Weerasethakul)
2) El extraño caso de Angélica (M. de Oliveira
3) Morir como un hombre (J. P. Rodrigues)
4) Copia certificada (A. Kiarostami)
5) Más allá de la vida (C. Eastwood)
6) Autobiografía de Nicolae Ceaucescu (A. Ujica)
7) Videogramas de una revolución (H. Farocki y A. Ujica)
8) Lazos de sangre (D. Granik)
9) La vida útil (F. Veiroj)
10) Aquel martes después de primavera (R. Muntean)
11) Los Marziano (A. Katz)
12) Pina (W. Wenders)
13) Poesía para el alma (Lee- Chang- Dong)
14) 24 City (Jia-Zhang-ke)
15) Criada (M. Herrera Córdoba)


VISTAS EN FESTIVALES (no estrenadas)
1) Le Havre (A. Kaurismaki)
2) Nadar y Simin, una separación (A. Fahradi)
3) Misterios de Lisboa (R. Ruiz)
4) Hors Satan (B. Dumont)
5) A Turin Horse (B. Tarr)
6) Erase una vez en Anatolia (N. B. Ceylan)
7) Aurora (C. Puiu)
8) Quils reposen tau revolte (S. George)
9) El chico de la bicicleta (J.P. y L. Dardenne)
10) Caterpillar (K. Wakamatsu)
11) Mercados de futuro (M. Alvarez)
12) Film socialismo (J. L. Godard)
13) El premio (P. Markovitch)
14) Abrir puertas y ventanas (M. Mumenthaler)
15) Yatasto (H. Paraluello)


Jorge García

domingo, 8 de enero de 2012

Sí tiene sentido publicar listas de mejores del año

No estoy de acuerdo con lo que opina Isaac León Frías en su post sobre las listas de mejores películas del año.


Yo sí creo que tiene sentido publicarlas.


En primer lugar, porque creo el de las listas es un juego divertido y, a veces, informativo e ilustrativo. En lo personal, a mí me gusta leerlas, sobre todo las de los críticos que sigo y admiro, o con los que comparto gustos y preferencias.


Leyendo listas descubro películas, me entero de tendencias, decido ver algunos títulos que se me pasaron o a los que no presté atención.


Un crítico de cine que publica su lista de películas preferidas no lo hace para arbitrar el gusto, ni para atarantar, ni para darse la parte, ni para exponer lo mucho que vio. Lo hace como una prolongación de su propia actividad, la de opinar sobre las películas que ve durante el año. Al final del período, las ubica, las pone en perspectiva, las coteja con otras, las valora de otro modo. Las expone a los lectores como una consecuencia de su oficio o su pasión: la de ser un espectador “profesional”, disciplinado, informado, y le ofrece el balance final de lo que le pareció valioso en el año.


Si algunos lectores mantienen con ese crítico una relación activa (y no necesariamente de coincidencia), ese balance les será útil. Más aún en estas épocas en que las películas se hallan al alcance de la mano.


Que la cartelera peruana sea una miseria no debería ser razón para inhibirse. Con ese criterio, habría que desistir también de escribir sobre las películas que se estrenan. Es verdad que cada vez resulta menos alentador escribir una columna semanal de crítica de cine, pero la alternativa sería dejar librada la escritura sobre el cine a la publicidad.


Por otro lado, llamar la atención al final del año hacia películas como “Lazos de sangre” o “Carlos”, por ejemplo, que pocos vieron en su estreno y que pudieran animarse a verlas a causa de la recomendación, aporta sentido a publicar una lista de mejores. De eso se trata, al fin y al cabo: de destacar las películas que nos gustaron y que no necesariamente fueron las más vistas del año. Son cintas que tuvieron estrenos desairados, frágiles, breves, incluso cuando se trató de filmes de potencial comercial, pero de resultados decepcionantes para los dueños del negocio, como “Súper 8”, o “Rango”, o “Temple de acero”, o “Más allá de la vida”.


Ricardo Bedoya

Últimas notas sobre París




Ya desde Lima, unas últimas notas sobre lo visto en las semanas pasadas en París.

En primer lugar, la cinefilia ya no es lo que era y eso afecta todo. El modo en que se consumen las películas ha cambiado y eso es irreversible. Hasta hace unos años, el cinéfilo de un país como el nuestro llegaba a París con el apetito voraz y la expectativa de encontrar un menú fílmico extraordinario. Hoy, el apetito sigue intacto y el menú está ahí, tan generoso como siempre (en París se programan más de 300 títulos distintos cada semana en salas públicas), sólo que los platos –con excepciones, claro está- ya no son novedosos. La tecnología digital ha logrado que la tierra incógnita se convierta en territorio explorado y que las novedades resulten escasas, acaso contadas.

Lo admirable es, claro, el rigor de la programación, la posibilidad de ver retrospectivas (como la de Béla Tarr en el Centro Pompidou); la de encontrarse con ciclos como el dedicado a Robert Mitchum en el Action Christine o el que descubre las películas de Asghar Farhadi previas a “Una separación”;el poder ver una copia impecable de “The Terrorizers” (“Kong bu fen zi”, 1986), de Edward Yang; la de descubrir el interés del pintor Edvard Munch por el cine y hasta las películas que realizó con una Pathé Baby en la exposición que le consagra el Pompidou; el emplear las mañanas para ver películas independientes como “La balada de Génesis y Lady Jaye”; el comprobar la vitalidad de la edición de libros de cine y, en general, de literatura sobre cine, con las revistas “Positif” pasando a ser impresa en color desde el mes de enero y “Trafic” celebrando sus veinte años, o con la edición de un libro inmenso, polémico y formidable, hecho con paciencia de benedictino por Paul Vecchiali: L'encinéclopédie”, que ficha, comenta, resume y critica la filmografía completa de los cineastas franceses o que trabajaron en Francia desde el inicio del sonoro hasta 1939, lo que incluye por supuesto a nuestro conocido Jeff Musso, cuyas primeras cintas Vecchiali aprecia muchísimo.
.
Otro fetiche parisino que se tambalea: el poder ver las películas en proyecciones fílmicas. Como dijimos en un post anterior, las proyecciones numéricas son la regla y las voces apocalípticas de otrora, que asociaban el fin del cine con el del soporte fílmico, se han acallado. Se estima que a fines de 2012, la casi totalidad de las salas comerciales contarán con equipos digitales.

Una mención a dos notables películas: “Érase una vez en Anatolia”, de Nuri Bilge Ceylan, y “Take Shelter”, de Jeff Nichols. Películas mentales, en las que los personajes se cotejan con los signos inciertos del paisaje, una naturaleza a la vez plácida y amenazante, bella y ominosa. Las cintas se mueven entre la tangible definición de sus imágenes, la luz diurna y un realismo que se quiere cotidiano y hasta moroso, y la deriva nocturna de la pesadilla, la alucinación, el misticismo, el periplo interior.




“Take Shelter” retrata a un hombre que busca proteger a su familia de una catástrofe natural que él cree inminente. Las huellas del desastre las lee en el horizonte, en el cielo, en el campo, en los hechos más triviales del día a día. El estilo de Nichols reconcilia a los cineastas pastorales del cine clásico norteamericano, al Hathaway y al Henry King de los años treinta, con el Terrence Malick de “Badlands”, sin olvidar, claro, a los directores de la inquietud y la perturbación de lo "fantástico".



Todos son indicios y opacidad en estas películas de búsqueda que dejan en el espectador una sensación de desasosiego.




Ricardo Bedoya

lunes, 2 de enero de 2012

¿Tienen algún sentido hoy las listas de mejores películas del año?

En muchos países lo tienen sin la menor duda. Ya no hablemos de Estados Unidos, Canadá, Francia o España. Lo tienen también en Brasil, en Argentina o en México, pese a las limitaciones de la oferta por la vía comercial. Todavía se mantiene en estos últimos un perfil de programación que permite algunos resquicios, más aún porque, como se ha podido leer en este blog, aumenta el número de proyectores (y de pantallas) que ofrecen películas fuera del soporte fílmico en condiciones cada vez mejores de imagen y sonido. Así, por ejemplo, he podido ver yo en una proyección de alta definición en pantalla de cine aquí en Lima, El árbol de la vida, de Terrence Malick, en una copia en blu-ray. En una proyección particular, claro, porque esa película no se ha estrenado y estoy seguro de que no se estrenará.

No creo que en nuestro medio tenga ya el menor sentido difundir una selección de mejores estrenos y la prueba está en que cada vez se publican menos listas a fin de año y ya ni siquiera los programas televisivos de cine convocan a críticos y comentaristas para hacerlo. Un crítico pertinaz como Federico de Cárdenas, en su página del Dominical de La República del 1 de enero del año que empieza, menciona apenas siete películas por primera vez, creo, en su larga serie de balances anuales que ya se acercan a las cuatro décadas en los diarios en los que Federico ha ejercido la crítica: La Prensa, El Observador y La República. Sí, pues, vamos de mal en peor.

Los multicines, sin embargo, no van a permitir que la oferta se amplíe o diversifique. Se ampliarán las salas con proyección en 3D y aumentará la asistencia para ver lo que esas salas programan. Pero esperar a que aumenten los resquicios para ver lo que se ve a cuenta gotas, es una ilusión. Por eso es que prosperan los vendedores de Polvos Azules y otros mercados que cuentan con un amplio contingente de compradores de lo que no se exhibe ni se exhibirá en salas de Lima o, si alguna vez se exhibe en salas comerciales, será tarde. De allí que muchos aficionados locales, invitados a hacer sus listas de mejores estrenos de 2011, incluirían con seguridad lo que han visto en dvd o blu-ray: El árbol de la vida, de Terrence Malick, Le Havre, de Aki Kaurismaki, Hors Satan, de Bruno Dumont, Un eté brulant, de Philippe Garrel, Fausto, de Sokurov, Melancholia, de Lars Von Trier, Érase una vez en Anatolia, de Nuri Bilge Ceylan, entre otras de las mejores películas que se hicieron en el mundo durante el último año.

Creo que eso es lo que hay que hacer ahora: convocar con tiempo, previa relación amplia de títulos, para que se consigne lo mejor que se ha estrenado durante el año a nivel internacional y que en su mayor parte llega aquí por la vía pirata o se puede bajar por Ia Internet. Es más fácil, naturalmente, tener el panorama de una cartelera local anual, pero eso ya no funciona ni funcionará. Por 52 años seguidos he seleccionado mis mejores estrenos locales del año, y en 47 de esos años, si no me equivoco, los he publicado en medios impresos o, en los últimos, informáticos, concretamente en este blog. Lo voy a seguir haciendo para mi propio registro, pero no lo pienso hacer más en un medio impreso o informático, a no ser que las condicionen cambien de un forma hoy en día impensable y eso significa que se abran otros espacios de exhibición pública o abierta que no sean las multisalas comerciales, lo que es bastante incierto y dudoso, aunque ya va siendo hora de que los gobiernos regionales y municipales se propongan, con las nuevas tecnologías audiovisuales, abrir sus propios espacios e ir un formando un público con otras expectativas, no sólo para el cine, también para el teatro, la música y otras expresiones artísticas.

Pero es el paradigma del cine como un espectáculo público el que está cambiando. Y no es que esté dejando de serlo. Sigue siendo un espectáculo público, por cierto. Pero, y dicho por enésima vez, se ve muchísimo más cine en otras pantallas y eso sigue, y por lo visto seguira, en aumento. Y buena parte de la afición, la nueva cinefilia allí es donde ve el cine. Somos cada vez menos los que corremos a ver los estrenos - lo que se puede ver- en salas comerciales. Yo sigo viendo porque me gusta, y me hace sentir bien, un promedio de 120 estrenos comerciales al año, pero no puedo desconocer que lo veo en salas es sólo una parte del mainstream norteamericano y es en dvd o en el blu-ray donde está ahora casi todo el cine que se hace en el mundo y mucho de lo que se hizo en el pasado, al alcance de todos. No siempre en las mejores condiciones de imagen o de reproducción, pero eso irá mejorando y se irá asentando esa nueva relación con el cine, que ya no es ni puede ser la de la vieja cinefilia.

Isaac León Frías

El cine peruano en el 2011 y las pantallas comerciales

Como se sabe, el año que termina ha sido catastrófico para las películas peruanas que se han exhibido en el circuito comercial. No ha sido una novedad, pues eso ya venía ocurriendo desde hace varios años. Sí creo que ha sido la confirmación de una tendencia que parece, lamentablemente, irreversible: no hay espacio, o si lo hay, es un espacio parasitario, para el cine peruano en los multicines. Casi exactamente igual a lo que escribíamos en el artículo anterior sobre las películas que escapan a los modelos impuestos por los oligopolios de la distribución.

Es muy difícil prever que las cosas cambien, porque algo similar, y peor aún porque se trata de industrias, que no es el caso nuestro, está ocurriendo en Argentina, Brasil y México. El consumo de películas locales en salas disminuye y son escasas las que logran tener una audiencia significativa. Que las hay, por supuesto. La película argentina El secreto de tus ojos fue un éxito considerable y así otras pocas, pero son las excepciones. La abrumadora mayoría pasa sin gloria y con pena. Como acontece aquí entre nosotros.

Por cierto, ya se han señalado en este blog las razones que explican esta situación y que tienen que ver con el perfil de espectador que las multisalas han constituido y con las características de una oferta muy acotada por ciertos márgenes de tolerancia para las expectativas del espectador. Lo que sale de ahí, se deja de lado. Y no están dadas las condiciones, ni mucho menos, para que se pueda prever ni siquiera a mediano plazo las posibilidades de una producción nacional que pueda, no digamos competir, pero sí hacerse de unos espacios mayores de pantalla, desde la formulación de relatos de género suficientemente atractivos para un público mayor. Es decir, me temo que no se puede pensar en algo así como Al fondo hay sitio en el cine local, porque lo que funciona en la pantalla chica en términos de serie o miniserie, no funciona necesariamente en la pantalla grande como una película aislada. Se hizo una experiencia con La gran sangre y fracasó en el cine.

Esto no es un pedido ni mucho menos de que no se hagan películas. Por el contrario, creo que hay que hacerlas y seguir explorando diversos caminos, pero planteando muy seriamente los espacios de exhibición. Marina Stavenhagen, la responsable del Instituto Mexicano de Cine, acaba de hacer una propuesta para que el cine mexicano tenga espacios de exhibición en la televisión pública del país, intentando llegar más adelante a los canales comerciales, dada la notoria disminución del público para esas películas en las salas de los multicines. Cierto, aquí contamos solamente con el Canal 7, pero sería una opción a considerar. Los canales privados, por supuesto, parecen cotos cerrados, a no ser que participen en la financiación de las películas, lo que está ocurriendo en México y Brasil, con las producciones fílmicas de Televisa y Rede Globo. Claro que esto favorece los intereses de estos complejos mediáticos y no constituye ningún aliento para otras producciones que no cuentan con el aval de esas redes. Es un tema de discusión, pero allí está.

Otra posibilidad son las salas privadas destinadas a una producción que no es la de los multicines, y que no constituye una utopía ni mucho menos, más aún cuando el soporte fílmico está siendo reemplazado cada vez más por el digital. Otra desde luego, las salas promovidas por las regiones y los municipios, que ya se están creando en otras partes. Es decir, si se está encarando una nueva ley de cine, no se puede dejar como un simple complemento el asunto de los espacios de exhibición, crucial ahora más que nunca. Ese es el problema central: no ya la producción, que mal que bien y con dificultades, se las arregla. La llegada de las películas al público, sea bajo una forma más anunciada, como la de Las malas intenciones, o de una forma silenciada, como las de Y si te vi no me acuerdo o El Inca, la boba y el hijo del ladrón, se ha convertido en un serio “cuello de botella” que no se va a resolver por la vía del diálogo o la persuasión a los exhibidores, porque lo que se ha impuesto ya es el modelo de cine que el público asiste a ver y que no pasa, lamentablemente, por las películas peruanas.

Isaac León Frías

domingo, 1 de enero de 2012

Apuntes desde París: Risi, Lubitsch, McQueen, Ramsey

La proyección digital extiende sus dominios en los predios tradicionales de la cinefilia recalcitrante. Veo en la sala Grand Action una espléndida restauración de "Il giovedi", de Dino Risi, que pasa en proyección "numerique". La película es un descubrimiento: realizada en 1963, en el momento de más éxito de la vena grotesca y monstruosa de la "comedia a la italiana", "Il giovedi" es el recorrido picaresco, melancólico, lírico, entrañable, de un padre (Walter Chiari) y su pequeño hijo, al que no ve desde hace cinco años, durante una giornata romana. La elección de Chiari, en vez de Gassman, humaniza al personaje del vividor que trata de impresionar al pequeño, educado por su madre con rigor germánico. Risi acierta en el tono agridulce, el humor implacable, el clima relajado y la calidez que se desprende de la cinta.

El Grand Action exhibe también en digital una copia remasterizada de "La mosca", de Cronenberg.

Veo también "We Need To Talk About Kevin", de Lynne Ramsay, y "Shame", de Steve McQueen. La primera desmonta los sentimientos maternales expuestos a una situación extrema. La película es irregular pero atractiva, llena de ideas visuales aunque por momentos resulte enfática y de intenciones subrayadas, a la manera del filme de tesis. Se sustenta en el "tour de force" de la interpretación virtuosa de Tilda Swinton. "Shame", en cambio, tiene un arranque de gran fuerza, un par de secuencias antológicas (Carey Mulligan cantando "New York, New York" y Fassbender recorriendo en interminable travelling lateral la ciudad) pero un tercio final decepcionante, que expone a la sanción moral a su protagonista, condenado al infierno del sexo patético como consecuencia de su manera extrema de vivir y sentir su masculinidad.



Llego a la estrecha rue Christine donde se encuentra la sala Action Christine y veo una larguísima cola, casi un tumulto. Pienso que me he equivocado de horario y que una vieja película de Lubitsch no puede causar tanta expectativa. Olvido que París es una ciudad cinéfila y que mucha gente quiere ver "So This is Paris", de 1926. En la pequeña pantalla del Action Christine la copia silenciosa de la hiperactiva película del viejo, malicioso y salaz Lubitsch muestra las huellas del tiempo: rayas, imperfecciones. Es celuloide.

Ricardo Bedoya