martes, 11 de agosto de 2009

Festival de Lima: Quebec y Buenos Aires en Lima


SER Y ESTAR SOLOS

La primera imagen es la de un desertor del mundo, un hombre que se entraña en un tenebroso bosque para consolidar su monotonía en el vagabundeo y la perdición. Una antesala sugerente a la exploración melancólica de cuatro retratos sobre los perfiles y alcances de la soledad.

Contemplativa, Continental, una película sin armas, de Stéphane Lafleur, presenta y desarrolla a los personajes con pesadumbre, en silencios largos o conversaciones acongojadas; deprime adrede los cuatro casos paralelos pretendiendo motivar curiosidad sobre sus trasfondos y lástima simpatizante por los mismos.

Pero no es necesario un muestrario de razones para explicar la soledad de los solitarios protagonistas, sus condiciones son resultado de los avatares de estar vivos, de cumplir un ineludible ciclo que no distingue rango etario, por lo que Lafleur atina en proponer el encaramiento de sus estadios, mas no ensayar retrospectivas explicativas tan viciosas como dramáticamente ineficaces por enfáticas.

El artilugio del relato coral asoma como recurso sintetizador, no para redundar en las metáforas sobre la pequeñez del mundo o la universalidad del tema abarcado como en tantos antojos. Continental ahorra picos dramáticos por preponderar el laconismo y sensibilidad de la añoranza, los puchos de humor negro pasan desapercibidos ante tanto sigilo. De resolución sobria y madura, invita al conocimiento del interesante presente del cine quebequés.

UNA PIFIA ARGENTINA
Una de las mayores decepciones de estos cuatro días de festival fue El nido vacío, de Daniel Burman, presentada fuera de competencia por buenos motivos. Esta vez el director de Derecho de familia dedica su metraje a las fantasías de un cincuentón con problemas de inseguridad, un dramaturgo andropáusico disociado con todo su entorno. La película intenta rejuvenecer el semblante de este artista egocéntrico con su atracción hacia una bonita Violeta -una Eugenia Capizzano de poco gesto, aparentemente desprovista de emociones y sin empatía con la pantalla-asimismo muestra el desorden en su rutina en pos de su nueva obra y problemáticas familiares acentuadas por el tiempo.

Así soslayemos el fallido giro de tuerca que resulta la confirmación de que el imaginario de Leonardo (Oscar Martínez) tras una mala noche es el productor de la principal acción dramática de toda la película, esta carece de interés por aburrida, además es cobarde por sus concesiones al público adulto facilista. Fútil de remate tras el viaje a Israel por motivos de mínima importancia, un capricho de la producción que no tiene motivaciones trascendentes.
Añadiendo a la poca originalidad del argumento, las estériles intervenciones del psicoterapeuta y las esporádicas secuencias musicales no encuentran engranaje coherente con el todo. Aspectos naif servibles para inflar la obra como ecléctica, resultando huachafa por redundar en la idea de la fantasía, de lo ligeramente irreal.

Lo más rescatable de El nido vacío son los acechos celosos de Leonardo a su esposa -una Cecilia Roth que siempre gusta-. La película interesa cuando se pone a prueba la fidelidad y confianza de la pareja, esos acercamientos detallistas con miradas suspicaces de Leonardo al observarla potencian una tensión emocional de explosión latente. Por eso que las escenas de los esforzados ejercicios en pareja son lo más distendido y fresco de este, en general, traspié de Burman.

John Campos Gómez

2 comentarios:

Alberto dijo...

Discrepo con el post. Campos Gómez está no solo equivocado sino no conoce mucho de cine.

Para entender esta película hay que hacer un verdadero esfuerzo. Por una parte está el deslumbramiento por la dirección claramente mejorada de Burman respecto de sus películas anteriores, aunque las texturas, la luz, el humor, todo parecía remitirnos al cine de los 70-80 con su aparente tono de "vamos a burlarnos de los protointelectuales de mediopelo" más "qué aburridos estamos los ricos". Pero muy sabiamente Burman deja de lado el mezquino apunte costumbrista (con el que en algunos momentos me hace reir a carcajadas) y prefiere ese onirismo intelectualizado y ruidoso que se apoya en la máscara de un protagonista sabio y una contraparte absolutamente despierta no menos sabiamente camuflada de "señora que parece inmadura pero no". Pero la otra parte, la de la identificación, sí que fue peliaguda. Cómo no llegar a las lágrimas con esa bandejita con café y medialuna recalentada, ese freezer colmado de bolsas, esas seducciones imposibles de evitar, ese agobio impaciente ante las demandas de los demás, esa vulnerabilidad ante los controles de seguridad, la búsqueda de razones para ser "distintos" y aceptados al entrar a Israel. Ese mezquino silencio ante el contenido del libro de ese yerno que, con tanta naturalidad y pocas vueltas, es un buen escritor y produce, y es reconocido por su entorno. Esa debilidad, estructuramiento, y competitividad apuntaron a mi condición generacional, a mis experiencias personales, a mis manías cotidianas. No me gustaban plenamente las películas de Burman. Me parecía que hablaban de un mundo que conocía pero desde un punto de vista que no valoraba. Con El nido vacío siento que se ha movido. Lo suficiente para que mi punto de observación coincida con el suyo.

Alberto Rodríguez

John Campos-Gómez dijo...

¿Si me gusta El nido vacío estoy en lo correcto? ¿Asimismo sabré mucho de cine si empatizo con sus apreciaciones?
Que su opinión sea contraria a la mía no justifica la desacreditación de la misma.

El libro del yerno simboliza la predisposición de Leonardo hacia sus relaciones personales, su apertura o cierre a las problemáticas de sus allegados. Una vez abierto y leído, las sonrisas y tratos amicales afloran.
Por mi parte es imposible identificarme con el personaje, sencillamente por cuestiones generacionales. Aún así no tiene por qué ser un factor importante para una mejor valoración de la película. "La venganza de los nerds" no es exclusiva para nerds. Felizmente no tomo en cuenta mis semejanzas y simpatías con los personajes de las películas para medir mi apego hacia estas, sino mis preferidas serían tan pocas como los dedos de una mano.