miércoles, 27 de febrero de 2008

FICCO 2008 III: En la ciudad de Sylvia


No puedo empezar sin trasmitir el enorme entusiasmo que me ha producido En la ciudad de Sylvia, la última (bueno, hay que sumar un complemento: el documental de 63 minutos, Unas fotos en la ciudad de Sylvia) película del español José Luis Guerin, actualmente el más talentoso realizador español y el que ha venido a cubrir el vacío que ha dejado el inactivo (al menos en el largometraje) Victor Erice.


Y digo cubrir el vacío porque en alguna medida Guerin retoma y prolonga las búsquedas expresivas que el autor de El espíritu de la colmena y El sol del membrillo había propuesto, entre ellas ese lado obtuso e inasible de la imagen fílmica en su relación con la "realidad" registrada. En la ciudad de Sylvia, por ejemplo, tiene algunos puntos de contacto con El sol del membrillo donde el pintor Antonio López García intenta pintar en el jardin de su casa el tono de color que el sol produce en un membrillo a una hora determinada.


En la ciudad de Sylvia el protagonista también es un pintor, en este caso un joven pintor que intenta dibujar a una Sylvia que conoció seis años antes en la ciudad francesa de Estrasburgo y que busca en las calles de esa ciudad. Por cierto, el objeto de la búsqueda resulta tan elusivo como la reproducción del efecto solar que López intenta lograr en el film de Erice. La belleza ilusoria que se escapa a la posibilidad de aprehenderla. La dificultad o la imposibilidad de la cámara audiovisual para encontrar o "cercar" ese claro objeto del deseo.


Esas afinidades no son las únicas, pues también comparten la vocación por un cine experimental para nada contradictorio con la capacidad de comunicación, con la claridad diegética de la imagen, que incluye entre otras cosas una reformulación de los patrones argumentales e incluso genéricos y una estructura narrativa más abierta, evitando el modelo de relato clausurado o cerrado dominante en las modalidades narrativas al uso.


Sin embargo, En la ciudad de Sylvia tiene su propia especificidad y, por lo pronto, es muy diferente a las películas previas de Guerin, Tren de sombras y En construcción para mencionar a las dos últimas y más conocidas cintas del realizador. Dividida en tres segmentos, primera, segunda y tercera noche, aunque la noche es secundaria frente al predominio del día, tal denominación sugiere una dimensión onírica que parece ajena al extremo realismo de las imágenes, pero ahí está y por algo esa ha sido la opción del director. En esos segmentos se muestra al protagonista, primero en la terraza de un café y luego en un largo seguimiento a una hermosa chica por las estrechas calles de Estrasburgo. En el segundo segmento, que es el más dilatado, el protagonista, sentado ante una pequeña mesa del café observa cuidadosa y repetidamente a las chicas jóvenes ubicadas en diversas mesas del café. No hay planos de conjunto, sólo los planos cercanos de los rostros observados. El encuadre muestra sólo lo que al pintor le interesa ver, lo demás queda fuera (ruidos, rumor de voces, música ambiental o diegética).

La escena dura entre 15 y 20 minutos intolerables para el espectador perezoso. El pintor intenta registrar los rostros, pero sólo diseña los contornos y los rasgos están desdibujados o ausentes. La escena tiene una intensidad obsesiva que recuerda (con todas las diferencias del caso) al Hitchcock de La ventana indiscreta o Vértigo.

La otra escena notable que dura cerca de media hora es el seguimiento que el joven hace de la chica que cree (o quiere creer) es la Sylvia que recuerda haber conocido. La cámara en movimiento en las calles de la ciudad o también la cámara fija que deja los espacios vacíos o semivacíos en un recorrido laberíntico e interminable tiene la vibración de ese impulso romántico o de esa búsqueda esquiva del ideal amoroso, o de la belleza artística, esa que el pintor no logra culminar en sus esbozos. En la ciudad de Sylvia es una película a la vez sencilla y compleja, transparente y opaca que invita a verla una y otra vez y sobre la que se puede escribir largo y tendido.

Isaac León Frías

martes, 26 de febrero de 2008

FICCO 2008 II: La presencia francesa


Ingrid Bergman decía en Casablanca una de las frases míticas por excelencia de la historia del cine: "al final siempre nos queda Paris". Lo mismo puedo decir ahora... siempre nos queda el cine francés. Y su presencia en el FICCO en estos últimos días ha sido, como siempre, muy gratificante.


No me refiero a la retrospectiva Maurice Pialat de la que sólo he podido re-ver hasta hoy Bajo el sol de Satán, sino a diversas películas que están en las secciones Oficial, Galas y Tendencias.


La mejor de todas es, sin duda, Los amores de Astrea y Celadón (en la foto), del veterano y siempre joven Eric Rohmer, la adaptación de una novela filmada como un cuento medieval, de la manera más llana y sencilla que se pueda concebir, como quien estuviera haciendo su primera película sin la menor pretensión de nada y a contracorriente de todas las tendencias del cine actual.


Puerto de embarque, de Olivier Assayas, con una siempre perturbadora Asia Argento (casi tan demacrada como en las cintas de horror en que actúa dirigida por su celebrado padre), es una suerte de thriller cosmopolita, que pasa de París a Hong Kong, con una buena primera parte en la que Asia se coteja con el tarantiniano Michael Madsen y una segunda parte librada a las peripecias persecutorias, siempre con esa cámara en permanente movimiento que caracteriza al cine de Assayas.


Otra buena película francesa es Lady Chatterley, de Pascale Ferran, la mejor adaptación que recuerde de la célebre novela de D.H. Lawrence y una demostración de lo que puede ser una trasposición de un material literario al cine, sin afectaciones, sin esos agregados estetizantes que afectan, por ejemplo, a Expiación, deseo y pecado, y sin esa tónica académica que pesa sobre Al otro lado del mundo. En la película de Ferran el relato fluye como si se tratara de una historia actual, sin que eso menoscabe en absoluto el cuadro de una época en la que la pasión se impone sobre los condicionantes de una situación social y familiar opresiva.

Una coproducción franco-taiwanesa, El vuelo del globo rojo, de Hou Hsiao-Hsien merece estar en este rubro porque es una estupensa incursión del cineasta taiwanés en el Paris contemporáneo. Y es una mirada dsitinta, además, a la cotidianeidad de una ciudad contemplada en sus calles y techos y en esos magníficas escenas de interiores, al modo en que lo hace Hou Hsiao-Hsien. Le objetaría el homenaje explícito a Albert Lamorisse y su sobrevalorada El globo rojo y la inclusión de ese globo rojo en la parte inicial y en la final que no aportan mucho al film.


Dos operas primas francesas de interés: La France, de Serge Bozon, ambientada en el período de la Primera Guerra, seguimiento de una mujer que se integra a una tropa de soldados-músicos (o al revés) en busca del esposo que lucha en el frente. La otra es Mi nombre es Sabine, dirigida por la actriz Sandrine Bonnaire, un documental en torno a la hermana autista de Sandrine.

Finalmente, por el momento, Una mujer cortada en dos, de otro veterano de la nouvelle vague, Claude Chabrol, un relato de amor y crimen en la línea a la que nos tiene habituados el realizador, que no está en sus mejores tiempos, pero siempre hace películas muy bien armadas y actuadas y sabe crear un clima insidioso tras la apariencia de los buenos modales y del "aquí no pasa nada" de la provincia francesa.


Queda todavía el último Rivette y alguna otra película francesa por ver. Pero, claro, este no es un festival dedicado al cine francés y dejo para la siguiente entrega la breve reseña de otras películas ya vistas y de las que veré a continuación. De momento me espera En la ciudad de Silvia, del español José Luis Guerin, y corro a verla.

Isaac León Frías

sábado, 23 de febrero de 2008

Festival Internacional de Cine Contemporáneo de México (FICCO): Los primeros días


Isaac León Frías nos envía su primera crónica desde el FICCO, un festival que se asienta cada año y se va convirtiendo en uno de los más importantes del panorama cinematográfico.


El miércoles se inauguró la quinta edición del Festival Internacional de Cine Contemporáneo de México (FICCO). La asistencia de la reina de Dinamarca le dio al acto inaugural un toque inusual.

La película que abrió el Festival fue Promesas del Este, de David Cronenberg que, lamentablemente, no pude ver porque a esa hora estaba llegando al aeropuerto. No podré verla en México, pero espero (tal como he sabido) que se estrene pronto en Lima. Por cierto, así como el film de Cronenberg, que se estrenará aquí en pocas semanas, están en cartelera El orfanato y Juno que, si se estrenan en Lima, lo harán con el habitual retraso de lo que no llega a través de las compañías que hegemonizan el mercado.


La oferta del FICCO es inmensa. Además de la muestra oficial de fición y documentales, de la que hasta ahora no he visto nada, están las Galas (una selección del mejor cine del año pasado), varias retrospectivas completas (Dreyer, Kaurismaki, Maurice Pialat) y otra no completa, pero muy amplia dedicada al documentalista norteamericano Frederick Wiseman, una muestra de los italianos Yervant Gianikian y Angela Rici Luchi, que trabajan con materiales de archivo, una amplia seleción de cine filipino, etc.


Como no se puede ver todo, y este año a diferencia de los dos anteriores, no formo parte de ningún jurado, trato de ver lo más posible en las diversas selecciones, pero las Galas terminan imponiéndose porque allí están los nombres conocidos y consagrados. Es así que puedo destacar en lo visto durante el miércoles 20 y el jueves 21 dos películas japonesas, El renacimiento (Ai no yokan), de Masahiro Kobayashi, y El bosque de Mogari,de Naomi Kawase.


El renacimiento es una propuesta extrema: sólo dos personajes que no hablan durante el 90% del relato, cada uno en su propio ambiente realizando silenciosamente rutinas cotidianas como cocinar y comer. Una cámara fija que los observa y un montaje que alterna dos existencias separadas y unidas a la vez por una tragedia familiar. El bosque de Mogari se reduce también prácticamente a dos personajes, una joven asistente y un hombre marcado por una pérdida familiar. La película es un notable relato en torno a la experiencia del duelo vivido en medio de una vegetación natural que alcanza una dimensión lírica intensa. En cambio, son decepcionantes Gloria al cineasta, de Takeshi Kitano, y Noches púrpuras,de Wong Kar-Wai.


En Gloria al cineasta, Kitano retoma en una clave menos farsesca la propuesta de su film anterior, Takeshi's, una autoparodia de su propio cine bastante chirriante. Nuevamente Kitano vuelve a ponerse en plan de creador en crisis en Gloria al director, pero sin la capacidad felliniana de poder remontarla como lo hacía en 8 1/2. En Gloria al cineasta, Kitano demuestra que puede mover bien algunas de las teclas que articulan sus historias y otras que no lo hacen: así, ofrece viñetas variadas del cine de jakuza, de la comedia familiar, del teror oriental, del gidai-geki (el género épico) de samurais, del cine de Ozu, de la ciencia-ficción, sin que ese mosaico logre ser otra cosa que un ejercicio hábil de un director capaz, pero muy por debajo de su mejor nivel. Parece que Kitano hubiera perdido la brújula y que no encuentra la forma de seguir adelante en sus dos últimas películas.


Por su parte, a Wong Kar-Wai no le conviene una produción con actores de habla inglesa como Jude Law, la cantante Norah Jones y Natalie Portman. A diferencia del rigor expuesto en Con ánimo de amar, en Noches púrpuras, el relato sentimental es blando y la estilización superficial, como si Wong se limitara a hacer un film para el gusto de un público occidental, dejando lo que de secreto, elusivo y sugerido tienen sus mejores películas.


Isaac León Frías

miércoles, 20 de febrero de 2008

Rumores sobre el próximo Cannes


No sólo en este blog especulamos sobre las películas que se verán en los festivales.


Miren lo que dice la página Otros Cines (http://www.otroscines.com/noticias_detalle.php?idnota=1169) sobre las posibles seleccionadas para el próximo Festival de Cannes:


"Cannes tendrá este año un sabor típicamente argentino


Según se especula en el circuito internacional, el principal festival del mundo podría seleccionar para su próxima edición a varios títulos nacionales, entre los que figuran La mujer sin cabeza, de Lucrecia Martel; Leonera, de Pablo Trapero; Liverpool, de Lisandro Alonso; Una semana solos, de Celina Murga; y Salamandra, de Pablo Agûero. Tras la escasa presencia argentina en el reciente Festival de Berlín (dos largometrajes y un corto), las cosas podrían cambiar de forma radical para la próxima edición de Cannes (14 al 25 de mayo) (...)


Seleccionado del mundo


Según una nota reciente de la revista Screen International, los programadores de Cannes manejan múltiples alternativas:


-América Latina. Además de Martel y Trapero, podrían participar Walter Salles (Linha de passe) y Carlos Cuarón (Rudo y cursi); así como otros dos directores de la región con producciones habladas en inglés: Fernando Meirelles (Blindness, transposición de la novela Ensayo sobre la ceguera, de José Saramago, con Julianne Moore y Gael Garcia Bernal; y Guillermo Arriaga (The Burning Plain, con Charlize Theron y Kim Basinger). También podría exhibirse al menos una de las dos películas que Steven Soderbergh rodó en castellano sobre el Che Guevara.


-Estados Unidos. Frozen River, de Courtney Hunt (ganadora del Gran Premio del Jurado en Sundance); Synechdoche, New York, de Charlie Kaufman; Margaret, de Kenneth Lonergan; Appaloosa, western de Ed Harris y, fuera de competencia, What Just Happened?, de Barry Levinson con Robert De Niro, Bruce Willis y el presidente del jurado de esta edición, Sean Penn. También se habla del aclamado documental Roman Polanski: Wanted And Desired, de Marina Zenovich; y, entre los tanques de Hollywood se especula con Speed Racer/Meteoro, de los hermanos Wachowski, e Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal, de Steven Spielberg.


-Europa: The Silence Of Lorna, de Jean-Pierre y Luc Dardenne; The Palermo Shooting, de Wim Wenders; Let it Rain, de la francesa Agnès Jaoui; Daydreams, del turco Nuri Bilge Ceylan; Genova, de Michael Winterbottom; Inju, thriller de Barbet Schroeder; Mr Nobody, de Jaco van Dormael; St George Shoots The Dragon, de Jerzy Skolimowski; Entre Les Murs, de Laurent Cantet; Les Plages d'Agnes, documental de Agnès Varda; y jóvenes directores en ascenso como Fabrice du Welz (Vinyan), Duane Hopkins (Better Things) y Saul Dibb (The Duchess).


-Asia: I Come With The Rain, film en inglés de Tran Anh Hung con Josh Hartnett; el chino Jia Zhang-ke (24 City), Kim Jee-woon (The Good, the Bad and The Weird); Kim Ki-duk (Dream), Kiyoshi Kurosawa (Tokyo Sonata), Hirokazu Kore-eda (Aruitemo Aruitemo), Ryoosuke Hashuguchi (Gururi No Koto) y Wong Kar-wai con su nueva versión del clásico de artes marciales de 1994 Ashes Of Time. Otro título con posibilidades es Waltz With Bashir, film de animación israelí de Ari Folman."

La expiación inconclusa


No basta con decir que es una historia sobre la culpa. Expiación, deseo y pecado (Atonement, 2007) no sólo llama la atención por sus vericuetos argumentales que se basan en la reconstrucción de la memoria y de su posible ficcionalidad. Hace tiempo que no me encontraba con un filme que indague sobre la construcción de lo metatextual y del ejercicio de narrar como evento literario como en esta película inglesa. Y ojo que lo que escribo a continuación puede arruinar la sorpresa de aquellos que aún no han ido a verla.

El filme dirigido por Joe Wright, el mismo de Orgullo y prejuicio, expone no sólo el caso de la consecuencia de una mentira de una púber celosa, sino que desarrolla un juego sobre los imaginarios de los recursos literarios, los extrapola: estamos dentro de la construcción del relato autobiográfico de una escritora (encarnada por Vanessa Redgrave).

Wright enfatiza desde el comienzo del filme que estamos dentro del terreno de la invención: una adolescente escribe en una máquina de escribir su primera obra. El sonido de las teclas va a acompañar diversos momentos de la cinta, fundiéndose con la banda sonora e inclusive sirviendo de sincronización con algunas imágenes (y aquí las teclas van preparando camino al plot point del filme). Entonces, dentro de las reglas del relato, estamos ante personajes que hacen de personajes, que son gobernados por el ojo de una mujer que busca subsanar cuentas con su pasado. No solamente ha escrito una novela sino que plasma el deseo de reelaborar un nuevo pasado y de darle otro sentido.

Los diversos flashbacks, los cambios de puntos de vista, el ritmo narrativo no sólo se convierten en recursos cinematográficos del director sino en reflejo de otro plano: el de la mano que escribe o que pulsa las teclas, de la escritora que está en el deber de redactar un texto desapasionado "sin adjetivos, sin adornos". En este sentido, Atonement apuesta, dentro de su contexto argumental, en convertirse en una narración que no puede ser del todo desdramatizada, por lo que la expiación de la autora se vuelve también un acto fallido. No existe la verdad desnuda, el testimonio descarnado, crudo. El ornamento (entendido como una suerte de subjetivación de la realidad) encuentra espacio, a pesar de que se ha querido prescindir de él. Sí que Christopher Hampton volvió a la carga con este guión pero no tanto Joe Wright.

Me hubiera gustado decir que Expiación es una gran película (la secuencia de la biblioteca es notable), pero estuvo a punto de serlo sino fuera por la segunda parte, que despide un tufillo sentimental muy hollywoodense (sobre todo la secuencia en Dunkerke).

La historia de amor frustrado que se narra en la segunda mitad, si bien no es del todo lograda tiene motivos comunes con diversos filmes ambientados en la segunda guerra mundial, que me recuerda a algunos clásicos, sino fuera por tanto flashback. Un amor inconcluso con fondo bélico no es novedad, sino recordar a Casablanca para ser un poco didáctica, o a Douglas Sirk en
A time to love and a time to die.

Pero más interesante, aunque parezca antojadizo, es relacionar la culpa del personaje de Vanessa Redgrave con la de George en Escondido de Michael Haneke. Si bien la del austriaco trata sobre la negación de la culpa, ambos personajes deben afrontar las consecuencias de actos llevados a cabo durante la niñez o pubertad. Confrontar a la infancia como un periodo donde se está más allá del bien y del mal, como lo dijera el protagonista de Atonement, donde no existe el mayor discernimiento de si se actúa con cordura, sino prácticamente a través de pulsiones o caprichos, y plantearlo como un dilema moral. ¿Son en realidad culpables? ¿Merecían todo ese desprecio? Al menos, sin llegar a ser como Escondido, Expiación, deseo y pecado vuelve a acercarnos a este problema de carácter filosófico, al menos nos asoma, como aquella abeja que quiere salir de la ventana y que invita a la protagonista a ver una nueva realidad e imaginarla.



Mónica Delgado

martes, 19 de febrero de 2008

Breve encuentro con Elvira Travesí


La falta de tiempo para escribir, postear y revisar los comentarios que llegan todos los días han relajado el ritmo de este blog. Disculpas a los lectores que envían comentarios que no son posteados de inmediato; no se trata de censura ni discriminación. Sólo hay que tener un poco de paciencia para verlos publicados.


No creo que el ritmo se acelere en lo que resta del verano, pero habrá que hacer el intento, acaso apelando a textos guardados en el disco duro. Como este encuentro con la actriz Elvira Travesí, que data del 2003, cuando regresó al Perú para recibir un homenaje en el Séptimo Encuentro Latinoamericano de Cine.


Usted, señora, ha tenido una carrera cinematográfica larga en el tiempo pero pequeña en cantidad de películas.

Sí, no tuve muchas oportunidades para trabajar en el cine. Tal vez por mi físico. Empecé con mis tres hermanas, con las que conformaba el Trío Travesí. Angelita tenía una apariencia muy inocente ; Gloria tenía mucho temperamento y era muy bonita de cara. Yo, en cambio, tenía porte de vampiresa. Tuve que esperar a que se necesitara de una vampiresa, como ocurrió en Barco sin rumbo, donde hice de seductora (1940).

En las películas que produjo Amauta Films, entre 1937 y 1940, aparecía usted con sus hermanas, pero también figura Gloria sola. ¿Cómo llegaron al cine luego de su carrera en el teatro y las variedades?

Sí, Gloria era la actriz de carácter y estuvo muy ligada al cine. Con mis hermanas, cantábamos y actuábamos. Gloria cantaba muy bien y hacía la primera voz ; Angelita tocaba el acordeón y hacía la tercera voz. Yo era la segunda voz. Fue así que nos contrataron para el cine. Hasta entonces habíamos hecho mucho teatro de varieté. En esa época se apoyaba a los artistas y en los intermedios de las funciones de cine, actuábamos y cantábamos. Incluso se cortaban las películas y en ese intermedio entraban las varietés. Había otros tríos, como el Trío Esmeralda y el de las Hermanas Puro, con las que alternábamos. El mundo del cine peruano de fines de los años treinta era muy precario. No había dinero y se ganaba muy poco. Y todo ese período acabó cuando dejó de llegar película virgen para filmar, a causa de las restricciones de la Segunda Guerra Mundial.

¿En películas como De carne somos (1938) o Los conflictos de Cordero (1940), las « hermanitas Travesí » alternaban con actores muy famosos como José Luis Romero, Pepe Muñoz, Edmundo Moreau, Alex Valle ?

Fue un período de gloria. El público acudía a ver las películas y el apoyo a los espectáculos era muy estable e importante Pero eso acabó muy pronto. Luego de la Segunda Guerra Mundial, la producción de películas se detuvo y yo proseguí mi carrera teatral y conocí a mi marido, Juan Ureta Mille.

En los años sesenta trabajó en dos películas producidas por Panamericana Televisión llamadas Annabelle Lee y Boda diabólica.

No recordaba los títulos, pero las filmamos en Chosica, hacia donde íbamos en busca del sol. El director era norteamericano y me llamaba « Alvaira ». Esas películas se hicieron para mercados extranjeros y no se estrenaron en el Perú. Trabajé luego en Estación de amor y Melgar, el poeta insurgente. Mi último trabajo cinematográfico fue en Maruja en el infierno donde hacía de una mujer amargada con los años y con el peso de la vida que explota a Maruja.

Un papel de ex-prostituta que entronca con el de la vieja Celestina que representó en el teatro.

Sí, porque La Celestina es también una mujer malvada y manipuladora, pero yo no soy así. Son roles que se alejan de los que soy y siento en verdad. Esos fueron papeles hermosos, para sacarles partido, para interpretar

¿Usted prefiere ese tipo de personajes que la llevan a una interpretación muy marcada?

Creo que sí. En los personajes de ingenuas, buenas y santas no siempre hay esa fuerza y riqueza que permite trabajar a fondo un papel. En cambio, las malas tienen una forma de mirar y de decir muy particular.

¿Se siente cómoda con la cámara de cine ?
No. Le tengo terror, terror, terror. Estoy acostumbrada al escenario del teatro. Cuando estoy parada en un escenario no veo al público ; lo siento pero para mi el público es una presencia oscura, apesar de que me transmite sus sentimientos. En el cine no ocurre eso y la cámara impone una presencia distante que temo.

¿Qúe actores o actrices le gustan ?

Bette Davis

Mujer fuerte, ¿no ?
Una malvada. Cuando se tiene temperamento, esos papeles de malvada son fáciles de hacer. Yo nací con ese don. Nací con esa fuerza y con la capacidad de interpretar a ese tipo de mujeres con gran temperamento. Pero el teatro no sólo es eso. Yo siempre les digo a los estudiantes que el teatro es práctica, práctica y práctica. Hay que actuar aunque sea en pequeños roles porque eso da soltura en el escenario y enseña la forma de pararse, mover las manos y saber estar allí, en el escenario.

Ricardo Bedoya

viernes, 15 de febrero de 2008

Expiación, deseo y pecado (Atonement)


¿La fantasía adulta puede expiar las consecuencias de la fantasía niñata? Las culpas, lo que acarrea inconsecuentemente, lo infeliz que encadena al transcurrir las horas, los días, los años, las vidas. Depende de la honestidad de esa expiación, necesariamente brillante en lo imaginario y fantasiosa para equiparar al dador del infortunio ¿Puede un berrinche infante torturar la conciencia de la emisora adulta (Briony Tallis, lo siento por delatarte, pero la culpa también me embarga y secuestra) aún así esta conciente esté que la intención fue otra, una mucho menor y pecaminosamente perdonable? Es que las consecuencias hablan por los actos en un futuro inmediato. Así tú jugando a ser ángel asesines al diablo en plan purificador, cuenta te darás a la inmediatez del remordimiento que el infierno te persigue con todos sus demonios en huestes con propósitos de caza y enmienda, que no están dispuestos a dejarte dormir con flores ni azúcar sin que laves tus manos de la sangre ajena que otros lloran; tú mirando de reojo el desastre los justificas, y temes sus represalias. Ya está todo hecho, queda la consumación del castigo (en la versión que se presente) de tu oops! inocente predecesor de todo menos inocencia. Ya después, para la redención, no hay lugar para la cobardía ni la vergüenza de decir “lo siento” varios lustros impuntuales, el reloj de arena desciende un grano más, y asienta el dolor aquí y allá: a Briony (la jueza caprichosa del destino fatal) por “dentro”, y a Cecilia y Robbie- les presento a los desdichados- por “fuera”. No vale esperar más. Las horas, los días, los años pasan sin perdón que se solicite; las vidas pasaron ya... sin poderlo oír.

Para mayor entendimiento (si no has visto la película) no presento problemas para brindarte una breve sinopsis del conflicto mayor: Cecilia es de alcurnia; Robbie, le sirve en su jardín. Ambos sienten la pulsión del amor o de la carne (para muchos lo mismo). Un día (no cualquiera) el deseo vence y las carnes se juntan frente a una testigo inoportuna, Briony. Ella está celosa, pues el jardinero es de su gusto, también. Quiere hacer pagar a hermana y amante por esa “traición” al sentimiento del primer amor infantil pero no tiene cómo. La oportunidad se da cuando un visitante amigo de su hermano Leon y su prima se encuentran furtiva y fogosamente en el bosque. Briony, con el don del oportunismo y ubicuidad terrenal presencia la barrosa acción con su azules ojos reforzados con linterna. Aquello quedaría en anécdota pícara si es que la niña no inculpara a Robbie de violación a su hermana y prima en el mismo día –vaya que encontró ocasión de derrumbe y desquite. El jardinero iría a la guerra para no ir a prisión. Ahora, como soldado empieza su periplo de salir de Francia para regresar a Inglaterra y reencontrarse al tiempo con Cecilia encajada en un disfraz de enfermera diligente... Sí, puntos suspensivos....

La primera parte de esta entrega contada grosso modo líneas arriba en el párrafo anterior es la más lograda cinematográficamente. Wright propone una anti-elipsis para anteponer los actos trascendentales de las escenas (como es el caso de la fricción sexual entre la pareja en la pileta del jardín, en la cual Cecilia se desviste y zambulle frente a Robbie, o la del sexo en la biblioteca) al desenvolvimiento y antecedente inmediato de las mismas, y así generar tensión creyéndose uno lo imposible, una posibilidad de cambio de esa situación agravante, ya actuada y pecada, una vez que se repita, por una inane y sin perjuicios para nadie. Pulsiones alcahuetes que compartimos con la intención del autor, un compromiso simpático que bien construye con el regreso minutos atrás al hecho deseado en condiciones indeseadas. Tales anti-elipsis se deja de lado una vez ya explotada en dicha primera parte en la casona Tallis, luego no se amerita tal recurso. Ni para Wright ni para mí.

Tras la convencionalmente contada, pero superlativamente simpática y entrañable Orgullo y prejuicio, Joe Wright reapareció con un material más arriesgado apenas lindante con la rareza, pues Atonement, con dilema base y argumental no muy peculiares trae consigo atmósfera cargada de represión y búsqueda de exculpación enternecedora más acentuada en el epílogo, en la explicación del antes, durante y lo que no fue un después (feliz) de los hechos ocurridos en el metraje por medio de las páginas (audiovisuales) de la novela llamada como el filme contadas por la voz y rostro de la misma Briony. Hay una carga de culpa que pesa toneladas en el desenlace. El rostro anciano de Briony, varias décadas y experiencias después del acto provocador del drama y tragedia, se exhibe alicaído, rebosante de sinsabor y abulia, esperador del desahogo final para descansar el cuerpo y alma del tonelaje de las desventuras causadas. En dicho desenlace, la expiación de la autora se consuma en la elaboración de un final feliz “ficticio” en la novela dizque real (todo es parte de la película 100%, valga la redundancia, ficcional). En tal final Briony consigue el perdón de su hermana y jardinero (Robbie), por las consecuencias dantescas que suscitaron sus falacias engreídamente malintencionadas cuando contaba con sólo 13 otoños. Final que se (re)decora con una “escena postal” la cual protagonizan la pareja sufrida, ahora, plétora de melifluidad y sonrisas en una casa junto al mar... Miel que difumina la pantalla antes de los créditos.

A través de la mirada culposamente subjetiva de Briony discurre el relato. Atonement, la película, es Atonement, la novela (ojo, todo en el marco del filme de Wright) hasta 10 minutos antes de finalizar. 10 minutos que son sin duda el punto más fuerte en lo emotivo, lo redentor sin chispas maniqueas y propósito absoluto del todo. La piedad que anhelan los trajinados ojos azules de una vieja Briony que no quiere más que el perdón de quienes ya no la pueden perdonar, quienes sólo pueden asentarle la cabeza con sonrisa a través de su imaginación por medio de las letras de la novela suya.

Si la primera parte es la que se cuenta con mayor talento, riesgo y lucidez; la última es la que porta el corazón, lágrimas y deseo de todo el largo. Todo Atonement trabaja para que el final conmueva al mostrar a la engreída acusadora hecha añicos por el tiempo y el remordimiento. ¿Cuánto puede hacer por nosotros una corrección puntual de nuestros errores? No dejar que el peso de la vejez decida lo que se resuelve ya por descarte. Me dejaron cuestionado esas marcadas arrugas en el rostro del capricho. Su otrora rostro y lengua lampiñas de 13 veranos con el tiempo vociferaron llorando que cada paso intencionado trae consigo un eslabón de cartón con tiempo de sobra para limarlo antes que coja la fuerza del acero... Esas lágrimas me dicen algo, yo sé qué, como también sé que me has entendido...

John Campos Gómez

sábado, 9 de febrero de 2008

Lo tomas todo o no tienes nada: la relación entre distribuidoras y salas de cine


En recientes debates desarrollados en este blog sobre asuntos vinculados con el lamentable estado de la distribución de películas en el Perú, algunos lectores han observado que las críticas centrales van dirigidas a las políticas de las compañías importadores de películas, que deciden la agenda de estrenos, y no a las multisalas que también son parte del negocio del cine.

En un apasionante libro llamado La gran ilusión. Dinero y poder en Hollywood (título de la edición en español en Tusquets Editores, en 2007, del original llamado The Big Picture. The New Logic of Money and Power in Hollywood), el autor Edward Jay Epstein desmonta el funcionamiento económico, comercial e ideológico del sistema industrial del cine norteamericano de hoy y ofrece una enorme cantidad de informaciones sobre los conglomerados empresariales que deciden el menú cinematográfico del público planetario, concebido como una franja indeterminada de adolescentes o de espectadores “infantilizados”.

Esclarecedora es su explicación de las políticas seguidas por las compañías distribuidoras norteamericanas con las salas de cine del mundo entero y, claro, del Perú. Citamos un párrafo de este libro de lectura indispensable que circula por librerías limeñas.

“En 2005 UIP era el mayor distribuidor de películas en los mercados internacionales y se encargaba no sólo de todas las (películas) de la Universal y la Paramount, sino también de la mayoría de las de los “estudios sin estudios”, entre ellos USA Films, Dream Works, Focus y Artisan. Como sus operaciones extranjeras no estaban restringidas por las leyes antitrust estadounidenses, UIP puede recurrir a prácticas tales como la contratación en bloque, las autorizaciones y la licitación a ciegas, todas las cuales son ahora ilegales en Estados Unidos. En la mayoría de los casos ofrece sólo tratos de rendimiento en los cuales es UIP y no el propietario de cines quien selecciona las películas que se exhibirán durante periodos especificados. Si los propietarios de las salas quieren alguna de la películas importantes que ofrece UIP, tales como Parque Jurásico (Jurassic Park), también tienen que exhibir otras películas que no hubieran seleccionado necesariamente.” (página 104).

Ricardo Bedoya

jueves, 7 de febrero de 2008

Sugerencias para el Festival de Lima 2008


El Festival de Lima ya lanzó la convocatoria para su décima segunda edición de agosto de 2008.


El año pasado este blog publicó una lista de títulos cuya participación se rumoreaba desde meses antes. Acertó algunas películas y erró otras. Cosas del oficio. Por supuesto, a los organizadores del Festival no les gustó nada la curiosidad periodística de estas Páginas del diario de Satán, ignorando tal vez que las predicciones sobre la programación de los festivales es una de las manías cinéfilas más extendidas.

En realidad no costó mucho trabajo suponer o imaginar los títulos previstos para 2007.


Conociendo los criterios de programación del Festival de Lima, no es difícil adivinar lo que puede venir cada año. Ya sabemos que el encuentro limeño no se caracteriza por las apuestas apasionadas de programadores cinéfilos y atentos a lo nuevo que se hace aquí y allá, sino por la más calma y segura opción de incluir lo que ya se premió o admiró en La Habana, Guadalajara y, con un poco de suerte, en Bafici y, tal vez, Cannes.

Este año, Páginas del diario de Satán no publicará rumores sino recomendaciones recibidas de amigos y aficionados de confianza. Es decir, más que previsiones, los títulos que consignamos son sugerencias de programación para el Festival de 2008.



Por supuesto, no existe ninguna seguridad que tomen en cuenta la sugerencia, pero ahí va, por puras ganas de colaborar. Y por el interés, claro, de poder ver esas películas dentro de seis meses, si siguen el consejo.

Las sugerencias se basan en el interés de algunas películas ya estrenadas en sus países y apreciadas por los amigos informantes. En otros casos, son títulos de cintas que esperan estreno para los próximos meses (o presentaciones en festivales como Cannes) y cuyo interés posible está ligado a la obra previa y trayectoria de sus directores.

Tal vez no todas las películas mencionadas sean excelentes; tal vez ni siquiera sean notables. No importa; siempre que den cuenta de lo más vivo y activo del cine latinoamericano de hoy.

En los títulos que siguen aparecen mezclados los documentales con las ficciones. Así pasa en el cine de ahora y también en esta lista.

Argentina
Una semana solos, de Celina Murga
La mujer sin cabeza, de Lucrecia Martel
La rabia, de Albertina Carri
Liverpool, de Lisandro Alonso
Pulqui, un instante en la patria de la felicidad, de Alejandro Fernández Mouján
M, de Nicolás Prividera
Cordero de Dios, de Lucía Cedrón
Las vidas posibles, de Sandra Gugliotta
El nido vacío, de Daniel Burman
El hombre robado, de Matias Piñeiro
Leonera, de Pablo Trapero
El árbol, de Gustavo Fontán
Encarnación, de Anahí Berneri

Música nocturna, de Rafael Filippelli

Brasil
Tropa de Elite, de José Padilha
Jogo de Cena, de Eduardo Coutinho
Maré, Nossa história de amor, de Lucia Murat
Baixo das Bestas de Claudio Assis
Andarilho, de Cao Guimaraes
Mutum, de Sandra Kogut
Cão Sem Dono, de Beto Brant e Renato Ciasca
El pasado, de Héctor Babenco

Chile
Calle Santa Fe, de Carmen Castilla
El cielo, la tierra, la lluvia, de José Luis Torres Leiva
La ciudad de los fotógrafos, de Sebastián Moreno
La vida me mata, de Sebastián Silva
Ángeles negros, de Pachi Bustos y Jorge Leiva


Colombia
Al final del espectro, de Juan Felipe Orozco
Paraíso Travel, de Simón Brand
Perro come perro, de Carlos Moreno

México
La sangre iluminada, de Iván Ávila Dueñas
La Zona, de Rodrigo Plá
Los ladrones viejos, de Everardo González
1973, de Antonino Isordia Llamazares
Cumbia callera, de René U. Villarreal
¿Te acuerdas de Lake Tahoe?, de Fernando Eimbcke

Los bastardos, de Amat Escalante
La frontera infinita, de Juan Manuel Sepúlveda
El cielo dividido, de Julián Hernández

Paraguay
Tierra roja, de Ramiro Gómez

Uruguay
Matar a todos, de Esteban Schroeder
La cáscara de Carlos Ameglio

Venezuela
Postales de Leningrado, de Mariana Rondón


Ricardo Bedoya

Superfly


Un enlace al artículo de New York Magazine que dio origen al guión de American Gangster