Con el título "El espantoso futuro del héroe", el diario español El País publicó, el 16 de julio pasado, este artículo del novelista español Javier Marías sobre el western. La cinefilia es, entre los Marías, una tradición familiar. Cinéfilo fue el padre, Julián Marías, además de filósofo y crítico de cine, y lo es el hermano, Miguel Marías, uno de los críticos de cine más serios y rigurosos de este planeta. Aquí va:
"Por mucho que algunos optimistas se empeñen en hablar, cada cierto número de años, de unas posibles vigencia o resurrección del western, me temo -y bien que lo lamento- que se trata de un género casi muerto y enterrado, perteneciente a otros tiempos más crédulos, más inocentes, más emotivos y menos aplastados o sofocados por la plaga atroz de lo políticamente correcto. Cada vez que se estrena una nueva película del Oeste, con todo, voy a verla, aunque ya con poca esperanza. En el último decenio recuerdo tres inútiles remakes muy inferiores a sus modelos, cuando además éstos no eran precisamente obras maestras: El tren de las 3:10, de James Mangold; El Álamo, de John Lee Hancock, y Valor de ley, de los hermanos Coen, todos ellos hechos rutinariamente y sin convencimiento, mucho menos inspirados que los ya irregulares originales de Delmer Daves, John Wayne y Henry Hathaway, respectivamente. También recuerdo la interesante pero mortecina El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford, de Andrew Dominik, la sosísima y carente de alma Appaloosa, de Ed Harris, la insoportable Enfrentados, de David von Ancken, y la australiana La propuesta, de John Hillcoat, de la que mi memoria no ha guardado una imagen. Los únicos westerns recientes que han logrado entusiasmarme han sido televisivos: Los protectores, de Walter Hill, y la serie Deadwood, cuya tercera y última temporada nadie se ha dignado publicar en DVD en España, lo cual da idea del escaso éxito que en ese mercado debieron de cosechar las dos magníficas primeras. Un poco más antigua que todas estas producciones, Open Range, de Kevin Costner, es el último western realizado para la gran pantalla que a mi modo de ver valió la pena, pese a que esté de moda, desde hace lustros, poner por los suelos cuanto hace ese estimable actor y director.
¿Qué ha sucedido, para que un género que dio en el pasado incontables obras maestras y aún más incontables películas estupendas, o por lo menos dignas, languidezca de forma harto penosa? Quienes hoy lo abordan ocasionalmente lo hacen por capricho y con amaneramiento en el mejor de los casos, si es que no con ampulosidad y con espíritu arqueológico. Lo que nunca tienen es naturalidad ni frescura ni algo de ingenuidad, elemento este último imprescindible. Dicho de otro modo: no se creen lo que cuentan y muestran, no se atreven a creérselo, la épica les parece anticuada, ridícula cuando no vergonzosa, y, absurdamente, desconfían de la posible complejidad de sus personajes y de sus historias. Si digo "absurdamente" es porque el western ha ofrecido algunos de los personajes e historias más complejos del arte cinematográfico. John Ford no es menos profundo que Orson Welles -era éste quien admiraba a aquél-, ni Anthony Mann que Bergman, ni por supuesto Peckinpah que tantos charlatanes hoy venerados como Von Trier o González Iñárritu. (...)"
Sigue aquí:
http://www.elpais.com/articulo/portada/espantoso/futuro/heroe/elpepuculbab/20110716elpbabpor_29/Tes
5 comentarios:
Ni Bedoya ni Chacho saltarían lanzando ayes contra María acusándolo de ridículo por decir que el western es un género en extinción.
Habrían que ser un tonto de capirote para decir que el western no está en extinción. Ni Bedoya ni Chacho desconocen eso y lo han dicho varias veces, por escrito, en clases y en público.
Ya no hay una industria del género pero lo que cada tanto se hace tampoco desmerece y ayuda a renovar el "interés western" para revisitar a los clásicos. Afirmaciones generales y categóricas mueven a la polémica necia, provocadora. Que eso, las conclusiones categóricas, queden en cada quien.
Las descollantes figuras del Western ya se habían dado cuenta de su Ocaso, algunos podrán decir que Leone fue el culpable por hacer esa majestuosa, imponente y contundente opera de la violencia y muerte del Oeste, pero ya habían tomado conciencia figuras como Ford en su obra Centauros del desierto, del destino del Western que no es sino el mismo destino de su anti-héroe un futuro solitario y olvidado, alejado de todo propósito y fines luego de cumplida su misión, porque la sociedad ya no la necesita, porque esta crece y avanza de forma vertiginosa, gracias a la tecnología: la figura del tren. Y los códigos de honor, la moral y justicia de estos seres canallescos pero fieles a sus designios quedan fuera porque el dinero, la política burguesa y la corrupción organizada ahora es más fuerte y eficaz que una pistola. Volvemos nuevamente a la obra maestra de Ford, Centauros del desierto, y vemos el final donde un soldado Ethan (John Wayne) regresa a casa con su sobrina que rescata luego de una intensa y épica búsqueda por todo el oeste. Toda la familia entra a la casa menos Ethan, se cierra la puerta de la casa y se ve a Ethan de espaldas alejándose y perdiéndose entre los vientos mientras va sumergiendose en el desierto solitario del Oeste.
Ricardo, es Javier y no Julián como señalas en el encabezado. Los Marías son: Julián padre, filósofo y ensayista, fallecido en 2005; Julián hijo (1945-1949); Miguel, economista y crítico de cine; Fernando, profesor universitario; Javier, cinéfilo y renombrado escritor; y Álvaro, músico.
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