miércoles, 3 de agosto de 2011

Festival de Lima: Por tu culpa, de Anahí Berneri



Una película imperdible en el Festival de Lima: “Por tu culpa”, de la argentina Anahí Berneri.


Julieta (interpretada con toda convicción por la notable Erica Rivas) es una madre de familia sofocada por la presencia de sus hijos que la fuerzan en sus juegos y jaloneos. Los primeros minutos de la película nos introducen en una acción ya empezada y muestran la lucha cuerpo a cuerpo entre los niños y la mujer involucrada en los tironeos. La cámara los sigue de cerca, sin mostrar los cuerpos completos ni los fondos del lugar. Interesan sólo los movimientos del conjunto, el desorden creado, los sonidos sordos, la confusión de las peleas y los detalles de la piel rasgada o de alguna contusión. Los juegos tienen algo de tortura programada y esa domesticidad se parece a una suma de rutinas más o menos infernales y hasta dolorosas. Desde la radio y por teléfono se escuchan las voces de autoridad, la de los consejos domésticos y la del marido que culpabiliza a Julieta quién sabe por qué motivo.


En “Por tu culpa” la sospecha se instala sobre la mujer sin que sepamos el porqué. Es parte de un destino, de una falla natural, de un hecho que hay que aceptar y, por eso, no vale la pena discutirlo o cuestionarlo.


De pronto se produce un accidente y lo trivial se vuelve angustioso. Hay algo de hitchcockiano en ese recorrido aciago y nocturno por la sala de emergencias del hospital y la comisaría y en la culpa difusa pero creciente que alcanza a Julieta y que parece ser el efecto de un pecado primario, de una mancha indeleble, de una huella o mácula que no distingue inocentes de responsables. Julieta es acaso la mujer equivocada, la falsa culpable, la cómplice de su propia condena. Llega a mentir sobre lo más obvio y casual porque nunca estará segura de ser limpia o irreprochable. Después de todo, la mirada de los otros –la mirada masculina e institucional de los médicos que piden hablar con el padre porque solo a él le reconocen autoridad doméstica- ya la juzgó, la catalogó y la condenó.


La dramaturgia de “Por tu culpa” se juega en ese nivel y las acciones actúan como mecanismos de revelación y descubrimiento: la intimidad hogareña descubre sus rasgos monstruosos y la domesticidad luce como un ejercicio cotidiano de violencia. En la imagen apreciamos el movimiento de los personajes y la cualidad fenomenológica de sus trayectorias y nada más. Los datos son esquivos; no hay explicaciones sobre el trasfondo de la relación de Julieta con su marido. Sabemos que los niños tienen contusiones y huellas corporales que, tal vez, se causaron en sus juegos, pero que bien podrían ser productos de maltratos. “Por tu culpa” apuesta a la ambigüedad, nos arrastra hacia la duda y nos lleva a compartir, en algún momento, el discurso culpabilizador que mira con desconfianza a Julieta.

Ricardo Bedoya

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Difiero. Esta es una película "de tesis", cuya razón de ser es la demostración de una idea básica, elemental e incluso tonta -cómo sufre la mujer madre en el mundo moderno, qué infierno por dios!!!- y se empeña en demostrarlo una y otra vez, subrayarlo escena tras escena. La película nunca cuestiona esa idea ni se cuestiona a sí misma, además de que su argumento nunca desarrolla a profundidad ninguno de sus planteamientos. Hubiera podido ser un buen cortometraje.

Anónimo dijo...

Coincido con usted Sr.Bedoya, la actuacion de ella es sobresaliente y las escenas en el hospital realmente macabras.
No hay que deducir nada las imagenes lo dicen todo.