martes, 9 de agosto de 2011

Festival de Lima: Guest y Amateur




Siendo tan distintas, “Guest”, de José Luis Guerín, y “Amateur”, de Néstor Frenkel, se vinculan en algo sustancial: retratan a dos cineastas que se imaginan pioneros, fundadores.

Uno de ellos, Guerín, se mantiene detrás de la cámara pero interviene todo el tiempo; es un buscador, un propiciador, un retratista de “vistas del natural”. En algún momento le escuchamos decir que los operadores de los hermanos Lumiére viajaban con el trípode a cuestas, como portando el caballete del pintor. El cineasta es también un pintor. Guerín lo es: traza esbozos, tiene su libro de bocetos. La película es un boceto más. Guerín, como Promio, es un operador Lumiére.


En cambio, Jorge Mario, odontólogo de una ciudad de Entre Ríos, increíble personaje de “Amateur”, es el hombre que soñó ser Jacques Tourneur durante el rodaje de “El camino del Gaucho”. Y ese sueño se convierte en práctica fílmica en Súper 8, con la misma intensidad y vocación que los chicos de la apasionante película de JJ Abrams (o de Spielberg, que da parecido en este caso) que está en cartelera.

Las películas muestran, pues, a hombres que se alucinan refundando el cine, al que tanto aman.

“Guest” es fragmentaria, irregular, desequilibrada. ¿Podría ser distinta tratándose de una sucesión de apuntes impresionistas, de registros sueltos, de impresiones tomadas al desgaire, de anotaciones al margen?

En un momento clave de la película, en un Nueva York que se contrasta con la imagen que aporta el narrador omnisciente de “El retrato de Jennie”, Guerín encuentra a Jonas Mekas, ese otro retratista de fragmentos de vida, para definir la poética de “Guest” por voz ajena: el azar es fundamental y las elecciones fílmicas son ejercicios del azar, “chance” que lo determina todo. Azar de los encuentros, los discursos y los rostros que se hallan en las plazas públicas. El viejo Mekas recibe un homenaje casi terminal con el registro del adiós que hace a la cámara. Más tarde, Guerín incorpora otra definición de su propia poética en la voz segura y casi doctrinal de Chantal Akerman que proclama que documental y ficción son lo mismo, lo que Godard dijo hace varias décadas.

Imágenes de frivolidad, resistencia, pasividad, de discursos alucinados, de disputas en plazas públicas. De eso está hecho “Guest”, que rehúye cualquier corrección política y se guía sólo por las impresiones afectivas, por la fuerza emocional de las imágenes capturadas.

Guerín es un huésped que se escapa de las normas de los festivales y de la vigilancia de los organizadores para ir a filmar por donde nadie lo espera (o los anfitriones oficiales lo desean). Como el protagonista de "Los viajes de Sullivan", de Preston Sturges, al que vemos de reojo sobre el televisor de un hotel, es un cineasta que se echa a mirar el mundo por el costado "indeseable". La imagen que da del Perú, por ejemplo, no es la que tiene patentada Promperú y eso le aporta un interés lateral al filme. Guerín se resiste al lugar común celebratorio: el único “boom” de la gastronomía peruana que encuentra y registra es el de la rudimentaria “cachanga”. Pero también filma una Lima hormigueante, de gente que “recursea”, resiste y sobrevive. Es uno de los mejores momentos de la película, junto con los de La Habana –visión antagónica a la de Lima, con el aterrador gesto de la muchacha que ya no cree ni espera nada y, abúlica, yace en la cama- y Palestina, donde es huésped de unos formidables chicos (foto)

“Amateur” acaba con las imágenes del remake del western en súper 8 que Jorge Mario realizara hace unas décadas, justo antes que el VHS decretara la muerte del pequeño formato fílmico. Todo ha cambiado. Los viejos actores ya no quieren participar de la nueva versión porque deben cuidar a sus nietos. Sólo aceptan colaborar los chicos del club de exploradores que dirige Mario. Las imágenes de esos muchachos haciendo de vaqueros en la pampa argentina quedarán grabadas como testimonio de lo que fueron en ese año 2010 en que filmaron la cinta: llegaron por azar a la película y quedaron registrados en ella. Mekas y Akerman tienen razón.

Ricardo Bedoya

1 comentario:

César dijo...

Diablos, qué suerte tienen allá en Lima con estos festivales. Ojalá alguna vez se dieran uno de esta talla en provincias.

Un saludo desde Puno. Buenísimas las críticas.