viernes, 19 de agosto de 2011

Súper 8



“Súper 8” es una de esas películas de género que saben combinar, con toque maestro, la fórmula y la invención, el efecto construido y la emoción de varios pasajes intimista al interior de la gran maquinaria de Hollywood. La cinta de J.J. Abrams evoca el cine de los setenta y ochenta, cuando una camada de nuevos realizadores libraron del letargo creativo a un Hollywood sumido en una crisis profunda desde los sesenta. Es la gran época de Scorsese, DePalma, Lucas, Carpenter, Coppola y, claro, Spielberg, en sus labores como productor y director.

“Súper 8” recrea el mundo de Spielberg sin convertirse en símil, construyendo una identidad propia y cargando de energía cada una de las acciones. Aquí reencontramos los climas de “Encuentros cercanos del tercer tipo”, “ET”, “Los Goonies”, entre otras cintas vinculadas al universo del director de “Inteligencia artificial”. Ahí está la pandilla de chicos en busca de riesgos y urgidos de resolver problemas familiares; el pesar del duelo por la madre del que sólo puede escaparse mediante la aventura y la imaginación; la fascinación por la vida suburbana; el temor del apocalipsis que irrumpe a escala doméstica; los dolores, miedos y tristezas de la adolescencia, similares a las penas que sufre un “monstruo” extraterrestre abandonado en el inhóspito planeta tierra; la recreación amorosa de un pasado reciente, ese 1979 imbuido del recuerdo de las grandes sagas de ciencia ficción y aventuras de entonces, desde “Encuentros cercanos…” hasta “La guerra de las galaxias”; la pasión por el cine doméstico en formato súper 8 milímetros; las epifanías de la luz sobrenatural; el “monstruo” como encarnación de carencias y ausencias afectivas, de pérdidas personales a edad temprana; las liturgias del encuentro y la comunicación con seres de otros mundos. En una palabra, las fantasías fílmicas de un cachorro alimentado por el cine popular de matiné. El cine visto, acaso, como el gran “monstruo” luminoso capaz de compensar los pesares de la vida adolescente.

Aunque de otra generación, J.J. Abrams, famoso por la serie “Lost”, también es un “cachorro del cine”. Creció deslumbrado por la maquinaria del cinematógrafo como tren fantasma o montaña rusa de emociones y, por eso, filma aquí una secuencia antológica, la del rodaje de la película amateur de zombis al borde de los rieles y el descarrilamiento del tren que sobreviene. Pero al lado de los “valores de producción”, del despliegue espectacular, encontramos en “Súper 8” esos apuntes y observaciones menudas que dan color y fuerza al conjunto: la soledad inicial del niño que recuerda a la madre muerta; la descripción del variopinto equipo de filmación; la presencia de Elle Fanning, una muchachita que se perfila como figura del cine del futuro, como lo prueba en el momento en que, convertida en zombi, deja la marca de la muerte roja sobre el cuerpo del encandilado protagonista.



Ricardo Bedoya

2 comentarios:

Tiendas Muebles dijo...

A mi super8 me parece un quiero y no puedo. Un intento de aproximarse al espíritu de películas ochenteras del estilo ET o los Goonies, pero se queda en eso, en un intento.
La historia está manida hasta más no poder y los personajes de los niños son arquetípicos hasta la nausea: el gordo listillo, el pequeñajo cabroncete, el prota que acaba de sufrir una desgracia y la chica guapa.
Entretenida es, pero desde luego, cualquier comparación con las ya mencionadas ET, los Goonies o Cuenta Conmigo, por ejemplo, es un auténtico insulto.

Chat gratis dijo...

Una pelicula como las de los 80, la verdad es que me parecio fantastico el trabajo del guion, y el papel de los niños.
A mi me gusto mucho, hace sentir el cine desde dentro y la ilusion por el mismo, mezclado con la ciencia ficcion.