viernes, 2 de marzo de 2012

La metaficción en el Óscar


José Carlos Cabrejo envía este artículo sobre el artificio y sus convenciones en las dos películas rivales para el Óscar a la mejor cinta del año pasado que se entregó el domingo último.  Este artículo se publicó, ligeramente más breve, en la edición de El Dominical de El Comercio del domingo 26 de febrero de 2012.  

La literatura que habla de la literatura, o el cine que habla del cine, se conoce como metaficción. Las películas del 2011  “La invención de Hugo Cabret” (una adaptación del libro homónimo de Brian Selznick) y “El artista”, premiadas en el Óscar, son emblemáticas al respecto.

La metaficción reflexiona sobre su condición de artificio, de constructo, de lenguaje. En ese sentido, es una ficción que puede criticar o alterar sus propias convenciones, o exhibir los límites difusos que existen entre ella y la realidad.

Aquella literatura que “habla” de la literatura es una de las formas más emblemáticas de la metaficción. Un clásico como Don Quijote de la Mancha (al igual que obras que van desde Las mil y una noches hasta El club Dumas de Arturo Pérez-Reverte) es un relato que “habla” de otros relatos. Es una novela que se refiere a los textos de caballería castellanos (su protagonista es un lector obsesivo de dichas obras y enloquece hasta el punto de imitar a los héroes que aparecen en ellas); pero al hacerlo, representa sus clichés, los parodia, y quienes rodean al Quijote empiezan a vivir la realidad como si en efecto fuera tal como aquellos aventureros libros de hombres con armadura y lanza.

No obstante, el cine también cuenta con numerosas metaficciones. Entre ellas, están “La invención de Hugo Cabret”, del mítico cineasta Martin Scorsese, y “El artista”, del realizador francés Michel Hazanavicius.

EL METACINE

Ambos filmes son una muestra del cine que nos dice algo sobre el propio cine. “La invención de Hugo Cabret” relata la historia de un niño, Hugo (Asa Butterfield), que busca activar un muñeco mecánico, sumergiéndose con su amiga Isabelle (Chloë Grace Moretz) en una aventura que lo llevará a redescubrir la magia de una película que vio con su fallecido padre, la trascendental “Viaje a la luna” (1902) de Georges Méliès. Por su parte, “El artista” se ambienta en el Hollywood de 1927, y con personajes que además experimentarán conflictos por la transición del cine mudo al sonoro. Uno de los rasgos metaficcionales más marcados de ambas cintas es el uso del blanco y negro.

A través de esos colores, los filmes buscan que pongamos atención en su condición de artificio, para entenderlos como un modo de recorrido por la tradición del llamado séptimo arte. Ello explica que algunas secuencias exijan al espectador una demostración de su cinefilia. En “La invención de Hugo Cabret”, que identifique los afiches o los fragmentos de película que representan a Charles Chaplin o Buster Keaton, o el cameo que hace Scorsese en su propio largometraje, interpretando a un fotógrafo; mientras que en “El artista”, que reconozca que parte de la banda sonora imita el soundtrack de la película “Vértigo” de Alfred Hitchcock, o que advierta que algunas imágenes de la estrella del cine mudo George Valentin (interpretado por Jean Dujardin), recuerdan “El ciudadano Kane” (1941) de Orson Welles, cinta que también narra el ascenso y caída de un hombre poderoso.

CONSTRUCCIÓN EN ABISMO

La “literatura dentro de la literatura” o el “cine dentro del cine” es un fenómeno referido como “construcción en abismo”. “La invención de Hugo Cabret” tiene una escena formidable: aquella en la que Hugo, Isabelle y la esposa de Méliès ven proyectada en su casa, gracias a la copia conservada por un historiador de cine, el clásico del género fantástico creado por Georges. Vemos una película con personajes que también ven una película, con la diferencia que para ellos la ficción no es más que un reflejo nostálgico de sus vivencias.

En una escena de “El artista”, vemos a Peppy Miller (Bérénice Bejo) al interior de una sala de cine. Ella, al igual que nosotros, ve una gran pantalla, que muestra a George Valentin interpretando a un personaje hundiéndose en la arena. La ficción, para ella, dice algo sobre la realidad. Es una metáfora del aparente destino final del personaje de Jean Dujardin; quien se aferra a seguir haciendo cine mudo a pesar de los nuevos tiempos del celuloide.

En ese sentido, la metaficción cinematográfica no se diferencia mucho de la literaria. En una escena de “La invención de Hugo Cabret”, la inquieta Isabelle le dice al niño que da nombre al filme que desea vivir una aventura, más allá de la que existe en los libros que ha leído con fascinación. Ella, al igual que el “Caballero de la Triste Figura”, desea transformar su existencia en una fantasía novelesca. Por su parte, George Valentin, como el Quijote, ama vivir la realidad como una ficción anacrónica, hasta el extremo de poder extraviar la razón.


José Carlos Cabrejo

1 comentario:

miguel moreno dijo...

Muy interesante este post , y encuentra hallasgos q no me habia percatado en las 2 peliculas principales q compitieron para el oscar . Una analogia del drama q vive george valentin con don quijote de la mancha creo q esta bastante claro , pero sin embargo en "La invencion de hugo cabret" creo q la metaficcion del cine es mas grande aun cuando scorsese junta o "le pasa la posta" al cine 3D con el cine mudo como si este (el mudo) fuera una continuacion natural al 3D , justamente en esa escena señalada en el post q vemos a los protagonistas viendo "viaje a la luna" (clasico del cine mudo) en 2D para ellos , pero en 3D para nosotros (los espectadores del cine). Ahora una pregunta queda flotando en el ambiente , si se realizo hoy en dia una pelicula muda con tanto exito a nivel mundial, ¿sera posible realizar un film mudo hoy en dia y en 3D?