martes, 20 de marzo de 2012

Luis Figueroa Yábar

Ha muerto Luis Figueroa Yábar, el director cusqueño de "Kukuli" (realizada con Eulogio Nishiyama y César Villanueva); "Los perros hambrientos"; "Chiaraq'e, batalla ritual" y "Yawar Fiesta". También de cintas como "Las piedras", realizada con Manuel Chambi; "Títeres de pueblo"; "Policromía andina" y Rostros y piedras" ambas realizadas con César Villanueva; "Noche y alba", con Manuel Chambi y Eulogio Nishiyama; "Producción en marcha", con César Villanueva; "Semana Santa de Ayacucho"; "Q'eros"; "A nueve años"; "Titikaka"; "El cargador"; "El reino de los mochicas"; "Machu Picchu, luz de piedra".

Recordamos su obra publicando, es posts sucesivos, las fichas técnicas de sus películas y breves comentarios de ellas. Empezamos con "Kukuli"


"Kukuli"

Dirección: Eulogio Nishiyama, Luis Figueroa, César Villanueva.
Guión y Diálogos: Hernán Velarde. Producción: Kero Films S.A., Enrique Vallve, Enrique Meier, Luis Arnillas, Cine Club Cusco. Intérpretes: Judith Figueroa (Kukuli), Víctor Chambi, Emilio Galli (cura), Lizardo Pérez, Félix Valeriano y la colaboración de los habitantes del pueblo de Paucartambo y de la Hacienda Mollomarca. Foto: Eulogio Nishiyama, César Villanueva (color, Anscochrome, 16mm.). Edición: Ricardo Nistal. Utilería: Museo Alberto Yábar. Música: Armando Guevara Ochoa. Texto en off: Sebastián Salazar Bondy. Laboratorios Alex, Buenos Aires. 80 minutos. Cine: Le París. 27 de julio de 1961.

“Kukuli” fue el primer largometraje realizado por Luis Figueroa, Eulogio Nishiyama y César Villanueva, tres conspicuos miembros del "cine del Cusco". La cinta se filmó en 16mm., ampliándose para su exhibición pública. El proyecto se planteó como culminación y paso lógico de la experiencia documentalista de los realizadores, iniciada en 1956 en el seno del Cine Club del Cuzco.

Eulogio Nishiyama narró la experiencia del rodaje de Kukuli:

"(...) ¿Cómo nació la idea de Kukuli (1960)?

Siempre tuvimos la idea de hacer un largometraje. El tema elegido, basado en un relato de Efraín Morote Best, fue el del oso raptor de doncellas. La historia salió publicada en la revista Tradición, con ilustraciones de Emilio Mendizával. Pero es una leyenda muy conocida

En el Cusco, los santeros, los artistas populares, siempre hicieron la representación del oso cargando a una doncella. Hay una fiesta que se celebra antes de navidad llamada Santuranticuy, donde se llevan figuras de yeso del oso raptor. También se hacen representaciones en madera en este mismo asunto. Ese fue el origen. Hablamos entonces con Hernán Velarde que trabajó en el guión con Luis Figueroa y César Villanueva. Se pensó en el equipó técnico que yo tenía y que se empleó en el rodaje. Con los distribuidores de Ancoscolor de la Fotochrome se llegó a un acuerdo paa el suministro de la película virgen. Hicimos algunas tomas con sonido directo.

Filmamos en Paucartambo, con la colaboración de la familia de Luis Figueroa. Las autoridades del pueblo cooperaron con el alojamiento. Invertimos cerca de 20,000 soles, que no alcanzó casi para nada. Pedimos colaboración para los pasajes, la cervecería nos proporcionó cerveza, y el resto de dinero lo invertimos en comprar cigarros, licor, coca para darle a las extras. Era una retribución. Las noches eran muy frías y debíamos pasarlas en una choza con nieve afuera.

Hicimos los “pagos” a la tierra con hojas de coca y con el infaltable licor y luego nos filmamos haciendo esos “pagos” a la tierra.

¿Fue fácil dirigir a los campesinos?

Sí, porque todos hablamos quechua.

¿En el rodaje siempre estuvo Ud. detrás de la cámara?

Siempre. La dirección se coordinaba antes.

A los actores los dirigía generalmente Villanueva, pero luego también Lucho Figueroa. Yo siempre ubicaba la cámara y marcaba el movimiento.

¿Hay una intención estética en el encuadre de Kukuli, tenían algunos referentes cinematográficos a seguir?

Por esa época teníamos la influencia de las tomas de Eisenstein. Habíamos visto El acorazado Potemkim y Qué viva México. Quiero decir que la película fue muy bien recibida en Paucartambo y Cusco. Llevamos a los campesinos para que vean la película, fue una cosa fantástica para ellos.

¿Recuperó los costos?

Casi se recuperaron. En Lima se estrenó en el cine Le París. Los negativos se perdieron al parecer en el incendio de los laboratorios Alex en Buenos Aires, aunque cabe la posibilidad de que estén por allí mezclados con otros negativos revueltos por el incendio. Luego del estreno hubo algunos problemas porque los hermanos Chambi quisieron atribuirse la autoría de Kukuli. Hay publicaciones periodísticas en donde ellos afirman eso (...)" (Entrevista con Eulogio Nishiyama. La gran ilusión No. 2)

La película narra el recorrido de Kukuli desde las alturas de Paucartambo hasta el pueblo. La pastora encarna un arquetipo de feminidad andina, que la cinta enfatiza al homologar la figura de Judith Figueroa con la gracilidad de las llamas que pastorea. El viaje de Kukuli es pues un recorrido iniciático, que la hace conocer la madurez y la violencia del sexo. La cinta incorpora una versión muy libre del mito del oso raptor de doncellas, muy extendido en los Andes peruanos y estudiado por antropólogos como Juan Ossio. La secuencia de la seducción de la pastora, con un Alako violento, que recurre a la violación, disgustó a algunos estudiosos de la cultura andina que manifestaron su desagrado sugiriendo cambios en la cinta que no se llevaron a cabo. Así lo testimonia la siguiente carta pública de Emilio Mendizábal Losack y Josafat Roel Pineda:

"Hacia fines del mes de febrero pasado, los realizadores de la película Kukuli invitaron al antropólogo y escritor don José María Arguedas a opinar sobre la película ya filmada, con cuyo objeto exhibieron en privado sus principales secuencias. El Dr. Arguedas se mostró alarmado por la manera falseada en que se presenta al indio y expresó que la película confirmaría las erróneas, cuando no malévolas, ideas que se tienen acerca del indio. Hallándose en vísperas de viajar al extranjero y por tanto impedido de colaborar, y a fin de que las escenas más falseadas, que son precisamente las fundamentales de la obra, pudiesen corregirse de algún modo, sugirió a los realizadors que se nos invitara en razón de que, por haber realizado estudios en ella, conocemos la zona en que se desarrolla la obra cinematográfica.

Considerando que por razones de costo y tiempo era imposible rehacer todas las escenas necesarias, lo que equivaldría casi a filmar nuevamente la película, sugerimos y se aceptó: cambiar el carácter del personaje principal sin modificar ni cortar las tomas realizadas y ajustando este carácter a la propia actuación del actor; narrar en las escenas eminentemente descriptivas de la película y en aquellas que en cierto sentido son documentales, los elementos básicos que han sido soslayados, al parecer, con un criterio racista. Pero, una vez que se les presentó las primeras páginas del texto de la narración, se nos hizo saber que algunos de los productores habían manifestado su desagrado por la mención de hechos históricos referentes a la Conquista, quienes, así como los realizadores, preferían más bien un texto en que se describiera, poéticamente, el paisaje que la película muestra de manera objetiva.

En tal situación era imposible decir cómo es verdaderamente el indio y consecuentemente quedaba sin lugar nuestra colaboración.

De esta manera, todo aquello que con tanta razón alarmó al Dr. Arguedas será presentado causando un daño verdaderamente irreparable, pues, de acuerdo a la concepción de los realizadores de la película, el indio establece normalmente sus relaciones conyugales recurriendo a un medio condenado como delictuoso en todas las sociedades y que la psicología considera patológico, y la mujer indígena es un ser carente de moralidad, dignidad y sensibilidad aun en sus formas más elementales.

Esta concepción presentada en numerosas escenas, así como la supuesta tendencia del indígena hacia todo lo macabro y la idea de que es instrumento inconsciente en manos de los sacerdotes, deforman la realidad y denigran a nuestro país, integrado por indígenas cerca del cincuenta por ciento. La libertad de expresión no faculta a presentar a la propia patria como formada por seres que no tienen ninguna calidad humana.

Creemos que obras como la película que motiva esta carta, no hacen sino impedir, voluntaria o involuntariamente, los pocos esfuerzos que se hacen para integrar todos los sectores de la nacionalidad."

Kukuli es como un cuento de los orígenes, narrado con una suerte de deslumbramiento contemplativo que le debe mucho a los contrapicados embellecedores de Eisenstein, pero también al documentalismo de Enrico Grass, que había impactado a los cineastas cusqueños con El imperio del sol. La ficción de Kukuli es tenue y la cinta apela al recurso del relato en off de un narrador que explica el sentido de los ritos y las fiestas por las que atraviesa Kukuli en su viaje de iniciación. El texto, responsabilidad de Sebastián Salazar Bondy, explícito y construido con un cuidadoso castellano, contrasta con el quechua hablado por los personajes de la cinta. Kukuli es la primera película peruana dialogada en quechua. La música de Armando Guevara Ochoa resulta melodiosa, sinfónica y omnipresente.

Ricardo Bedoya

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