lunes, 9 de agosto de 2010

Festival de Lima: Nostalgia de la luz

Puede resultar extraño, si no paradójico, que un militante de izquierda de los años sesenta y setenta, creyente en la fe de la revolución, como Patricio Guzmán, haga una película que demuestra que el pasado es la única realidad y la única experiencia perceptible. Hasta lo que creemos presente es pasado a causa del retraso con que la luz llega hasta nuestra vista desde el punto de su emisión.

En el desierto de Atacama, astrónomos buscan el origen de las cosas siguiendo la trayectoria de la luz que llega del pasado remoto, del momento en que se produjo el mismísimo Big Bang. En el mismo desierto, mujeres buscan los cuerpos de sus familiares asesinados y echados ahí por la dictadura de Pinochet. Unos miran al cielo; ellas miran la tierra. Ambos rastrean el pasado y tratan de interpretarlo.

Guzmán documenta esas búsquedas, tal vez sin fin, y establece vínculos entre ellas. El cineasta habla con su propia voz y evoca su pasado, su convicción revolucionaria, su gusto por la astronomía, la huella que le dejó la sangrienta derrota de su proyecto político en 1973.

“Nostalgia de la luz” no es tan extensa ni abundante como “La batalla de Chile”, pero es tan ambiciosa como ella. No es la crónica de un empeño político presente y un futuro revolucionario fracasado, sino de la búsqueda de lo absoluto en el pasado. Proyectos absorbentes los dos, creadores de apostolados: la de los militantes de entonces; la de los astrónomos y arqueólogos de hoy, que viven su clausura en el desierto más seco del mundo.

Junto con ellos, Guzmán también busca su absoluto: en el documental habla de sí mismo, expone e ilustra una poética, imposta el tono para hablar de las estrellas y del infinito, se torna solemne ante el recuerdo de los que yacen en el desierto y consigue buenos y hasta magníficos testimonios orales.

¿Si la vivencia del pasado es la única que nos toca y el presente es una construcción, el futuro qué es?, parece preguntarse Guzmán. Acaso es una figuración, una proyección virtual, una fantasía, el producto del “optimismo de la voluntad”, una utopía. Interesantes (o desalentadoras) posibilidades para alguien que creyó en la lucha del presente y en la revolución triunfante del futuro.

Ricardo Bedoya

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Ya no existen utopías. Solo hay realidades

Anónimo dijo...

A pesar de su inflación es un bello documental

Anónimo dijo...

En cuanto al estilo me recuerada al Cielo Gira