Parecía indestructible, como el roble fornido y alto que era, y se esperaba que el roble prosiguiera añoso su permanencia en esta tierra. Pero la muerte cuando se asoma establece plazos inapelables y Armando lo previó desde que empezó a defender la idea de morir con dignidad. Afortunadamente, pudo llegar lúcido, productivo y lleno de proyectos casi hasta el final, lo que no es poco.
Lo conocí en 1962 (hace casi 50 años) en la redacción del diario La Prensa, donde Armando tenía una pequeña sección dedicada al cine. Siempre me recibió con amabilidad y disposición para atender a mis preguntas de joven cinéfilo y a mis pedidos de publicar notas sobre la programación del Cine Club de la Universidad Católica y de otras actividades cinematográficas en las que yo participaba.
Tres años más tarde se convierte en el cineasta peruano más notorio, en un periodo en que la producción era escasísima y de muy baja calidad. Su actividad, como se sabe, se proyecta en varios frentes: además de la realización, la docencia, la dedicación casi militante a los proyectos de legislación cinematográfica, la participación en diversos foros y espacios culturales a lo largo de 40 años. Además del aporte que significa su obra fílmica, su afán contribuyó a que la producción se desplegara desde la promulgación de la ley de cine en 1972. Lo dijo más de una vez y no dejaba de tener razón: él trabajó por sacar adelante leyes que favorecieran a otros y no a él mismo, pues ninguno de sus largometrajes se vio favorecido por los apoyos legales. Con todo lo irreductiblemente individualista que podía ser en su visión del mundo y en su percepción del arte y del cine, Robles fue generoso y entregado al impulso de que muchos otros aprendieran a hacer cine y lo hicieran.
Las discrepancias con Armando fueron francas y abiertas. Nos unía la enorme pasión por el cine, nos separaban criterios y gustos. Él no se formó en las fuentes de Cahiers du Cinema, la crítica francesa y la Nueva Ola, frente a la cual tuvo una posición dubitativa y nunca entendió el por qué de la admiración de Truffaut, Rohmer y Chabrol por la obra de Hitchcock. Sus referentes estuvieron más bien en la crítica neoyorquina y en el modelo de una película como La señorita Julia, del sueco Alf Sjoberg que, en una cierta medida, marca su obra.
Fue tozudamente íntegro en sus convicciones, transparente hasta la provocación. No hizo todo lo que hubiera querido, pero lo que hizo fue con total autonomía. Tuvo a su lado a una mujer estupenda, Ada Rey, que tiene un poco de las mujeres de John Ford y de Yasujiro Ozu. De ella Armando pudo decir, si es que no lo dijo, como el Federico Luppi de Lugares comunes, "nunca conocí a nadie mejor que ella". 64 años de vínculo intenso. Un logro mayor en la vida de Armando.
En estos momentos de homenajes y reconocimientos, en los que el dolor de la pérdida de una personalidad tan apabullante como la de Robles abruma a Ada y a sus hijas Delba y Marcela, hago dos propuestas concretas en función de que la obra fílmica de Armando no permanezca en la casi invisibilidad de años anteriores o en las condiciones penosas de dvds borrosos y oscuros.
1) La realización de un documental sobre su obra. Sé que Juan Carlos Torrico tenía el proyecto de hacerlo, pero no deja de extrañarme que tantos de sus estudiantes dedicados al audiovisual no hubieran abordado tal empeño. No es tarde y hay que hacerlo. Se encuentran entrevistas en diversos videos, así como exposiciones grabadas, fotos y seguramente un material suficiente para la elaboración del documental. Lo que es insuficiente es el estado de sus películas, pero a eso apunta la segunda propuesta.
2) Lo más importante: el rescate físico de sus películas. En primer lugar, la ubicación y recuperación de posibles negativos o copias de exhibición. Se sabe que en Moscú hay una copia de En la selva no hay estrellas y en Buenos Aires una copia de La muralla verde. En Lima hay copia de Espejismo (y es posible que exista el negativo) y, al parecer, también de Ganarás el pan. Había una única copia en 16 mm. de Sonata Soledad y, por lo que se sabe, hay un video en buenas condiciones de ese film que podría digitalizarse en un laboratorio especializado. Sin duda, la familia de Armando debe poseer mayor información y contactos para la obtención de algunas copias. Espero conversar sobre el tema con Marcela y Delba más adelante.
De cualquier modo, una vez recuperadas las cuatro primeras películas habría que repararlas en lo posible y hacer un internegativo para proceder luego a sacar copias nuevas en soporte fílmico y digitalizarlas en las mejores condiciones. De ser posible (no lo sé) cabría intentar transferir Imposible amor, grabada en digital, a una imagen de alta definición. Y no se pueden olvidar los cortos, con los que se debería seguir un curso similar.
El proceso de restauración fílmica puede ser canalizado a través de la Filmoteca de la PUCP para hacerse en los laboratorios de la Filmoteca de la UNAM o la Cinemateca Brasileira de Sao Paulo, y los fondos económicos necesarios para llevar a cabo el proyecto pueden gestionarse a través de algunas de las fundaciones europeas que apoyan estas iniciativas. No es improbable tampoco algún soporte económico local. Pero hace falta una coordinación inicial que apunte a lo primero, la recuperación. Marcela Robles podría asumir ese rol y no dudo de que tanto María Ruiz como Elvira de la Puente, amigas muy cercanas de Armando, se comprometan en el proyecto.
Si se logra obtener buenas copias fílmicas y, especialmente, digitales que puedan circular ampliamente, la obra de Robles Godoy puede llegar a tener una verdadera segunda vida.
Isaac León Frías
Lo conocí en 1962 (hace casi 50 años) en la redacción del diario La Prensa, donde Armando tenía una pequeña sección dedicada al cine. Siempre me recibió con amabilidad y disposición para atender a mis preguntas de joven cinéfilo y a mis pedidos de publicar notas sobre la programación del Cine Club de la Universidad Católica y de otras actividades cinematográficas en las que yo participaba.
Tres años más tarde se convierte en el cineasta peruano más notorio, en un periodo en que la producción era escasísima y de muy baja calidad. Su actividad, como se sabe, se proyecta en varios frentes: además de la realización, la docencia, la dedicación casi militante a los proyectos de legislación cinematográfica, la participación en diversos foros y espacios culturales a lo largo de 40 años. Además del aporte que significa su obra fílmica, su afán contribuyó a que la producción se desplegara desde la promulgación de la ley de cine en 1972. Lo dijo más de una vez y no dejaba de tener razón: él trabajó por sacar adelante leyes que favorecieran a otros y no a él mismo, pues ninguno de sus largometrajes se vio favorecido por los apoyos legales. Con todo lo irreductiblemente individualista que podía ser en su visión del mundo y en su percepción del arte y del cine, Robles fue generoso y entregado al impulso de que muchos otros aprendieran a hacer cine y lo hicieran.
Las discrepancias con Armando fueron francas y abiertas. Nos unía la enorme pasión por el cine, nos separaban criterios y gustos. Él no se formó en las fuentes de Cahiers du Cinema, la crítica francesa y la Nueva Ola, frente a la cual tuvo una posición dubitativa y nunca entendió el por qué de la admiración de Truffaut, Rohmer y Chabrol por la obra de Hitchcock. Sus referentes estuvieron más bien en la crítica neoyorquina y en el modelo de una película como La señorita Julia, del sueco Alf Sjoberg que, en una cierta medida, marca su obra.
Fue tozudamente íntegro en sus convicciones, transparente hasta la provocación. No hizo todo lo que hubiera querido, pero lo que hizo fue con total autonomía. Tuvo a su lado a una mujer estupenda, Ada Rey, que tiene un poco de las mujeres de John Ford y de Yasujiro Ozu. De ella Armando pudo decir, si es que no lo dijo, como el Federico Luppi de Lugares comunes, "nunca conocí a nadie mejor que ella". 64 años de vínculo intenso. Un logro mayor en la vida de Armando.
En estos momentos de homenajes y reconocimientos, en los que el dolor de la pérdida de una personalidad tan apabullante como la de Robles abruma a Ada y a sus hijas Delba y Marcela, hago dos propuestas concretas en función de que la obra fílmica de Armando no permanezca en la casi invisibilidad de años anteriores o en las condiciones penosas de dvds borrosos y oscuros.
1) La realización de un documental sobre su obra. Sé que Juan Carlos Torrico tenía el proyecto de hacerlo, pero no deja de extrañarme que tantos de sus estudiantes dedicados al audiovisual no hubieran abordado tal empeño. No es tarde y hay que hacerlo. Se encuentran entrevistas en diversos videos, así como exposiciones grabadas, fotos y seguramente un material suficiente para la elaboración del documental. Lo que es insuficiente es el estado de sus películas, pero a eso apunta la segunda propuesta.
2) Lo más importante: el rescate físico de sus películas. En primer lugar, la ubicación y recuperación de posibles negativos o copias de exhibición. Se sabe que en Moscú hay una copia de En la selva no hay estrellas y en Buenos Aires una copia de La muralla verde. En Lima hay copia de Espejismo (y es posible que exista el negativo) y, al parecer, también de Ganarás el pan. Había una única copia en 16 mm. de Sonata Soledad y, por lo que se sabe, hay un video en buenas condiciones de ese film que podría digitalizarse en un laboratorio especializado. Sin duda, la familia de Armando debe poseer mayor información y contactos para la obtención de algunas copias. Espero conversar sobre el tema con Marcela y Delba más adelante.
De cualquier modo, una vez recuperadas las cuatro primeras películas habría que repararlas en lo posible y hacer un internegativo para proceder luego a sacar copias nuevas en soporte fílmico y digitalizarlas en las mejores condiciones. De ser posible (no lo sé) cabría intentar transferir Imposible amor, grabada en digital, a una imagen de alta definición. Y no se pueden olvidar los cortos, con los que se debería seguir un curso similar.
El proceso de restauración fílmica puede ser canalizado a través de la Filmoteca de la PUCP para hacerse en los laboratorios de la Filmoteca de la UNAM o la Cinemateca Brasileira de Sao Paulo, y los fondos económicos necesarios para llevar a cabo el proyecto pueden gestionarse a través de algunas de las fundaciones europeas que apoyan estas iniciativas. No es improbable tampoco algún soporte económico local. Pero hace falta una coordinación inicial que apunte a lo primero, la recuperación. Marcela Robles podría asumir ese rol y no dudo de que tanto María Ruiz como Elvira de la Puente, amigas muy cercanas de Armando, se comprometan en el proyecto.
Si se logra obtener buenas copias fílmicas y, especialmente, digitales que puedan circular ampliamente, la obra de Robles Godoy puede llegar a tener una verdadera segunda vida.
Isaac León Frías
10 comentarios:
Así que ahora quieres rescatar su obra, Chacho? No seas sinvergûenza! Si en estos años, tú y tus amiguetes no han hecho más que dejarlo de lado, ninguneando sus películas. Para ustedes Robles no era casi nada como cineasta y ahora vienen a subirse al coche de las condolencias? Qué frescura! Callados quedan mejor.
No me importa si no publican mi comentario, que lo hayan leído me basta.
Carlos Eraustegui
Ojalá se dé lo que propones. Sobre todo lo segundo. Para el público común la obra de Robles Godoy se conoce más que nada de oídas.
Usted no tiene autoridad moral ni intelectual para hablar del maestro Robles y mucho menos para hacer sugerencias fuera de contexto. Su silencio hubiera sido un homenaje prudente. Y no se haga el jovencito León, que usted ya pasa los 70.
"SOMOS: ¿Por qué no se ha estrenado Imposible Amor, su última película? [NdR: El filme solo fue proyectado en el VII Encuentro Latinoamericano de Cine, 2003]
ARG: Porque no hay una dimensión cinematográfica en el país y estamos sometidos al monopolio. Argentina o Brasil tienen una ley de protección del cine nacional contra este monopolio de facto. Porca Vida, una película de Juan Carlos Torrico, ex alumno mío, estuvo en cartelera solo un día, y fue un día en el que la selección peruana jugaba contra no sé quién. Eso no lo hacen ni con la peor basura de Hollywood, al contrario, tratan de mantenerla el mayor tiempo posible. Eso se arregla con una legislación".
No pues,sabemos que Imposible amor no se estrenó porque es impresentable. Uno de los bodrios del cine peruano. Cómo Chacho puedes pedir que arreglen esa copia.
Oiga León Frías tenga un poco de vergüenza!! Eráustegui tiene razón. ¿Ahora cuando acaba de morir Robles a usted le da un ataque de amor por su obra???? No sea conchudo!!!
Acaba de publicar, usted
y su grupo de amigos en Ventana Indiscreta, un artículo de su mentor Desiderio Blanco donde se concluye que toda la obra de Robles es vacía y nula. ¡Increíble!
Usted siempre marginó a Robles de todo, fue su crítico más agresivo y colérico, sus películas nunca merecieron un análisis elogioso de su parte en ninguna de sus revistas, siempre fue despreciado por usted y su grupo de críticos- ¡Y ahora, cuando ya está muerto, usted quiere lavar su conciencia siendo el principal benefactor y defensor de su legado!!!?? No se da cuenta de que la suya es una actitud oportunista hasta la náusea??
Por favor tengan un poco de respeto a la muerte de Armando Robles, tengan un poco de decencia, mejor quedarían guardando silencio.
Rafael Gutierrez
Una cosa es la valoración de las películas y otra la necesidad de que se vean que siempre he defendido. Hace mucho que vengo insistiendo en la recuperación de las películas de Robles Godoy, así como en la restauración de todo el cine peruano que se pueda conseguir.Y de todo el cine del mundo, sin discriminaciones ni exclusiones. Tengo una vocación cinematecaria y conservacionista y no para que se guarden las películas, sino para que se exhiban en las mejores condiciones. Creo que todas deben verse y discutirse. Al margen de mis opiniones, las películas de Robles, y lo he dicho repetidas veces, representan un estilo
muy diferenciado al interior del cine peruano.
Aparte, y más allá de las diferencias de criterios y gustos,
he sido amigo personal de Armando y, repito, las diferencias con él fueron siempre francas y abiertas,
no a través de anónimos ni de chismes. No he sido nunca un oportunista, ni me subo a ningún coche de condolencias. Traté de manera muy cercana a Armando durante casi 50 años, lo que no es
poco, y el aprecio personal estuvo por encima de cualquier diferencia. No me hago el jovencito, como dice M.C.y no tengo más de 70. Nací el 29 de noviembre de 1944 para mayor precisión.
Chacho, entonces organiza en tu Universidad, o en tu Filmoteca PUCP, un evento sobre ARG.
A Desiderius (vaya seudónimos que
utilizan quienes tiran lapiedra y esconden la mano)le aclaro que ni
es mi Universidad ni es mi Filmoteca. Soy un profesor en la
primera y un miembro del Directorio en la segunda. Habrá
ocasión, espero, de hacer algún
foro más adelante en la Facultad y,si todo marcha bien, presentar la primera retrospectiva en copias nuevas de la obra de Robles en la
Filmoteca de la PUCP. Hay bastante trabajo por delante para cumplir este segundo objetivo.
¿Y por qué se te ocurre hacer ese arduo trabajo recién ahora Chacho, una vez muerto Robles?
¿alguna vez te has visto en el espejo? ¿alguna vez alguien te ha dicho que no seas tan acaparador y oportunista?
La gente es maleteraza, Chacho. Y gratis. Desfogan sus frustraciones, sin duda
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