Con un nuevo equipo en la dirección, tras la renuncia de Paula Astorga y todos los que trabajaron con ella en las cinco ediciones anteriores del Festival Internacional de Cine Contemporáneo de México (FICCO), la sexta edición acaba de realizarse entre los días 17 febrero y 1 de marzo.
El FICCO había logrado un perfil propio a favor de un cine de avanzada, rescatando parte de lo más valioso que se hace en los diversos puntos del planeta. Ni más ni menos de lo que se espera de un festival de cine, cuya razón de ser es abrirse a lo nuevo y diferenciado, sin por ello dejar de lado las muestras y retrospectivas que recojan los mejores exponentes de lo hecho en el pasado.
Aún bajo la sombrilla de Cinemex, una de las más poderosas cadenas de multicines del país del norte, y sostén económico del Festival, el FICCO logró una imagen de independencia en una programación sin concesiones a los gustos de quienes prefieren Quisiera ser millonario a Escondido, Paranoid Park o Luz silenciosa. Que Quisiera ser millonario haya estado incluida en la selección de este año (fuera de cualquier competencia, claro) no es, necesariamente, una señal de cambio de línea porque la programación mantuvo la orientación de las entregas anteriores.
Cierto, en un alto porcentaje la programación había sido diseñada por el equipo anterior y no queda sino esperar al próximo año para comprobar si es que se produce alguna variación sustancial. Al parecer, la intención del nuevo equipo es la de mantener la orientación impresa por Paula Astorga y sus programadores, pero habrá que ver si las reglas de juego impuestas por Cinemex y que motivaron la renuncia del equipo directivo hace pocos meses, hacen posible la continuidad del proyecto iniciado hace seis años.
La sexta edición, y permítanme que empiece por lo que otros ni mencionarían, incluyó magníficas (casi completas) retrospectivas de la obra de F. W. Murnau y Jacques Tati en copias nuevas en 35 mm. También cinco películas sobre el tema de la guerra del polaco Andrzej Wajda y un homenaje al mexicano Roberto Gavaldón, revalorado en los últimos tiempos y cuyos La noche avanza y En la palma de tu mano, son buenos exponentes de un cine negro hecho en Churubusco que requiere una mayor atención de la que hasta ahora ha recibido. Otra retrospectiva dedicado al fotógrafo y cineasta neoyorquino William Klein, más interesante por sus documentales que por sus films de ficción, no contó con el soporte fílmico de las anteriores.
Otro tanto ocurrió con el panorama del cine de Malasia, afectado por algunas copias en vídeo que dejaron mucho que desear.
En la competencia de ficción sobresale el film argentino Los paranoicos, de Gabriel Medina, que debería venir este año al Festival de Lima. Menos radical que las cintas de Lucrecia Martel y Lisandro Alonso que vimos el año pasado, Los paranoicos explora los motivos del vacío y la soledad en cierta juventud de la urbe porteña en un relato nocturno y sombrío, con un muy ajustado Daniel Hendler en su talante depresivo. Igualmente destacable es El canto de los pájaros, del catalán Albert Serra, cuyo Honor de caballería, inspirada en uno de los episodios finales del Quijote de Cervantes, sorprendió hace dos años por su original acercamiento, tipo crónica minimalista escuetamente verbal y al aire libre, a un texto más bien muy dialogado y reflexivo. El canto de los pájaros hace algo parecido con el motivo bíblico de la visita de los reyes magos sin el menor ápice de la iconografía asociada a esos episodios de la tradición cristiana.
A esa misma altura se encuentra Ballast, de Lance Hammer, una cinta independiente norteamericana, sobre una familia negra en la región del Mississippi, así como Antes del entierro, del iraní Behnam Behzadi, una acertada mirada a las dificultades que afronta la constitución de lazos afectivos de la pareja en una sociedad abrumada por leyes y reglas prohibitivas.
Finalmente, y siempre en el rubro de la competencia de ficción, otra película rumana que ratifica el nivel alvanzado por esa cinematografía: Enganchado (Pescuit Sportif), de Adrian Sitaru, en la que la bella Maria Dinilescu, que nos visitó el año pasado, y en el rol de una prostituta de carretera, compone la tercera pieza de un peculiar triángulo en medio de un paisaje campestre y de un relato cuyos derroteros nunca están claros.
Isaac León Frías
3 comentarios:
Mañana se cumplen 10 años in el maestro!
¿qué maestro?
KUBRICK pes!!!
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