Ha sido un día maravilloso debido a mi primer encuentro en 35 mm con Jean Eustache, pero también porque vi una película más de Phillipe Garrel y saboree una propuesta interesante de Martín Rejtman y compañía.
La frontera del alba. Philippe Garrel hace nuevamente una película sobre relaciones de parejas inconclusas, de idas y venidas, pero esta vez elige un motivo sobrenatural, muy a lo Poe: el regreso de la muerte en busca del ser amado. En un perfecto blanco y negro, que explota por momentos lo lúgubre, Garrel hace énfasis en las dicotomías que construye a lo largo del metraje: la amante casada rubia demente y vehemente y la novia más joven con cabellos negros, tierna y susurrante; sucesos nocturnos o matutinos marcados o el día para la vida burguesa o la noche para la nota bohemia (espacios configurados por las dos mujeres).
Louis Garrel, hijo del cineasta, encarna a un fotógrafo relajado pero con planes, que se desvive entre estos dos amores en tiempos distintos, y nuevamente ejemplifica uno de los motivos del cine garreliano, la imposibilidad de un amor dentro de lo convencional, siempre tormentoso, siempre desequilibrado, o simplemente uno destinado a lo normal. Carole (Laura Smet) es una actriz de cine que vive sola, mientras su marido viaja a EEUU. Un fotógrafo desaliñado (Garrel) llega a su departamento para hacerle una sesión de fotos para una revista. Es el inicio de su romance, pero todo cambia con el regreso del esposo. Es interesante como el personaje de Louis Garrel asume las alucinaciones de la amante muerta, como fantasma o como defecto del inconsciente, ambivalencia que se intenta responder a través de diálogos con diversos personajes.
La aparición del fantasma a través de los espejos tiene un toque a Cocteau, y la banda sonora resulta ideal e indispensable para el clima amoroso, de primeros planos por momentos, que intentan atrapar gestos y miradas, muy al estilo de Garrel. El protagonista tiene que elegir entre un matrimonio burgués, normal, con familia e hijos, o uno trastornado, surreal, simbólico, pero dentro de sus opciones, pero a la vez inalcanzable. No es el Garrel de El nacimiento del amor o Los amantes regulares, pero ha hecho un filme donde vuelve una vez más a sus motivos, aunque sorprenda el uso de lo fantástico de un modo seco y conmovedor.
René. Filmar a un único personaje durante un lapso de veinte años no es tarea fácil, y se vuelve más compleja si se trata de un protagonista fuera de la ley, un outsider caótico y singular, un preso eterno de las cárceles checas. La documentalista Helena Trestikov tarda dos décadas, desde finales de los ochenta, para registrar lo que era un caso común en la hoy República Checa, el problema de la delincuencia juvenil y las escasas posibilidades de un apoyo estatal para su reinserción en la sociedad. Trestikov nos ofrece el relato de René Plásil, un adolescente que es apresado y enviado a una correccional en 1989, momento a partir del cual no sólo registra varios episodios de René dentro y fuera de prisión, debido a sentencias por delitos menores, sino que va mostrando cómo se genera una amistad entre ambos a través de una serie de cartas.
Si bien el documental está grabado de una manera convencional (la entrevista, tomas de apoyo, seguimiento), la naturaleza del personaje principal es lo que hace de René sea una experiencia inusual. ¿Se trata de una persona a la que no le gusta trabajar, que roba minucias, acostumbrada a estar presa? ¿Se trata de un sistema legal que hace que los delitos, por más pequeños que sean, como robar casetes de videos, permiten el arresto más allá del trabajo voluntario? ¿Cómo es que alguien pueda decir que pasó las diez últimas navidades encerrado en una cárcel suelto de huesos, con intervalos de libertad que no valora?
Mientras Trestikov muestra el crecimiento en la cárcel de René, informa a modo de telón de fondo sobre varios momentos de la historia hacia la conformación de la República Checa y su inserción a la Comunidad Europea. Mientras el país cambia, René sigue siendo el mismo, un tipo desencantado de la vida, acostumbrado a estar tras las rejas, y demostrando que hay algo que no cambia, por más que se ponga voluntad: la capacidad de crear modos de libertad sea cual fuera su naturaleza. René elige siempre su destino, aunque este implique aislamiento y desarraigo social.
Entrenamiento elemental para actores. Entré de casualidad a esta comedia con estilo seco, de planos estéticos, absorbiendo la idea de la cuarta pared teatral, de Martín Rejtman y Federico Len, grabada en digibeta, y resultó un trabajo hilarante sobre un taller de teatro para niños dirigido por un docente excepcional. Los directores se centran en captar las herramientas corporales y psicológicas que el profesor emplea para adiestrar a unos pequeños entre 9 y 11 años, y que rozan el absurdo. La fijación del docente por poner de ejemplo a la cinta francesa Ponette (aunque también usa de ejemplo de dramaturgia películas con animales como Al Azar Baltasar o aquellas series donde sale Mister Ed o Lassie, pues entre niños y animales, por responder a estímulos tras respuestas pavlovianas, no hay diferencias), para copiar cada detalle de su expresividad o utilizar técnicas atosigantes que pueden funcionar también para adultos, resultan reflejo de una obsesión por formar a artistas de verdad. El profesor es drástico, verborreico, sabe lo que quiere, tiene experiencia, y su grupo de niños no es tratado como tal, y la cinta lo registra de manera genial. El papel le pertenece al actor Fabián Arenillas, que simplemente luce estupendo.
Entrenamiento elemental para actores está dentro de la muestra Teleteatro, un proyecto que une a cineastas y directores de teatro como Sandra Guggliotta con Javier Daulte, o de Diego Lublinsky con Rubén Szuchmacher.
He visto Le cochon, Les photos d’Alix y La maman et la putain de Jean Eustache, pero mi idea es ver más trabajos de ese realizador para preparar un post. De otro lado, hoy veré La encarnación del demonio, de José Mojica Marins, quien también está de invitado en el festival. A ver qué pasa.
Mónica Delgado
5 comentarios:
A tu amigo Quintín no le gustó Entrenamiento elemental para actores y dice esto en su blog : Para mí es un objeto audiovisual impreciso (un OAI) en el que el teatro triunfa sobre el cine. El tema es el entrenamiento de niños actores, una aberración que debería estar prohibida. Los personajes son unos monstruitos a los que los padres mandan a las escuelas de actuación con la intención de explotarlos a una edad en la que deberían llevarlos a jugar a la plaza. El chiste de todo esto es que hay distintas teorías y prácticas en este comercio infame. En este caso, el protagonista es un profesor que profesa ideas avanzadas sobre su disciplina: trata de que los chicos no sobreactúen, les habla como si fueran adultos, trata de enseñarles una técnica y no convertirlos en monitos pendientes del aplauso, etc. Pero no es un documental sino una especie de ficción con personajes reales, al menos los niños (el profesor es un actor que representa a alguien más o menos existente). El chiste es que se juega todo el tiempo a que nunca se sabe cuándo se actúa y cuándo no. Y entonces, a lo que asistimos en verdad es a una puesta teatral en la que no se puede distinguir la mentira de la verdad. Y eso va exactamente en contra de la vocación de verdad del cine. Pero a León le gusta esa histeria, esa ambigüedad y que, en el fondo, el teatro no sea más que un capítulo de la psicología o de la sociología y arrastre al cine hacia esos dilemas irrelevantes. Es un poco como los magos que con la ayuda de la televisión pueden inventar nuevos trucos. Acá el cine sirve para que el teatro se salga con la suya gracias a los recursos de la elipsis y el montaje que lo hacen más rápido. Pero el resultado no deja de ser un ejercicio más bien vacío, orientado a la complacencia del espectador, exactamente lo que este OAI se propone cuestionar
“Tanto soñé contigo, caminé tanto, hablé tanto, tanto amé tu sombra, que ya nada me queda de ti. Sólo me queda ser la sombra entre las sombras, ser la sombra que retorna y retornará a tu soleada vida”.
Cine de Philippe Garrel.
¿Saben a qué película pertenece este diálogo? Actúa Garrel Jr.
- En la reseña sobre René, el nombre de la directora es Helena Trestiková.
- Sobre la pregunta de Oscar Pita Grandi, el fragmento que menciona pertenece a un poema de Robert Desnos y sí aparece en una parte de esta película, cuando el personaje de Louis Garrel se mira al espejo y aparece el fantasma de Carole.
Mónica, me acabas de salvar la vida. Gracias, mujer.
hola monica.
un saludo.
estoy relaizando un trabajo de investigacion sobre el trabajo de el actor frances LOUIS GARREL. especialmente su desenvolvimiento corporal en el cine. material al respecto no encuentro ni en libros ni en el ciberespacio. me puedes ayudar con algunos apuntes sobre su estilo actoral y corporal? te dejo m correo: kali_madre@hotmail.com.
soy filosofa e interesada en el tema de la corporeidad en el cine.
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