Zoofílicos al descubierto, vikingos al ritmo de heavy metal, zombis gays filmando películas porno… Revisando las sinopsis de las películas del BAFICI nos podemos encontrar con diversas rarezas, que no necesariamente garantizan una buena cinta por su mera originalidad. En los últimos días del festival se deben tomar dolorosas decisiones, elegir entre un maestro reconocido o una promesa interesante, una historia atractiva o una procedencia exótica.
Es por ello que los espectadores asiduos debemos idear estrategias para no sentir que el BAFICI se nos va de las manos. Seguir la filmografía de un director, cubrir todo el eje de películas sobre música o sobre reflexiones alrededor del medio cinematográfico… Una opción muy interesante es seguirle el paso a las películas que abarcan temas políticos, presentes en diversas secciones del festival. Aquí podemos encontrar un amplio espectro que va de lo intelectual a lo frívolo, de lo respetuoso a lo grotesco, de lo solemne a lo burlón. En las salas de cine, en muchas de estas películas, los espectadores no saben cómo tomar esta variedad de aproximaciones, pues esperan filmes “serios” que terminan causando carcajadas ante su extrañeza.
Es lo que ocurre por ejemplo con el cine de Koji Wakamatsu, cineasta japonés preocupado por ilustrar el movimiento ideológico de su país y otras latitudes, especialmente en el caso de los grupos extremistas. En el BAFICI se ha preparado una retrospectiva de su obra, incluyendo su última película United red army, producción de largo aliento sobre la historia verdadera de un grupo comunista y su autodestrucción. Su mirada crítica hacia los métodos de la izquierda radical roza el absurdo, incluyendo fuertes componentes de sexo y violencia. Es difícil reaccionar ante este cineasta que se aproxima a la política tratando de develar las hipocresías de las ideologías y las manipulaciones de los líderes a través de una explosiva mezcla de música dramática, bizarras sobreimpresiones (con Stalin incluido en una escena de amor) y diálogos desopilantes (“no debo continuar esta relación, no es coherente con la teoría marxista”).
Otra experiencia que ha marcado el festival ha sido la presentación de La luminosa trinchera del Presidente Gonzalo, filme del estadounidense Jim Finn que venía precedido por buenas referencias. Finn filmó actrices mexicanas y navajas recreando los conocidos videos de las cárceles ocupadas por los senderistas, añadiendo falsas entrevistas que mezclaban palabras de las propias terroristas y algunas contribuciones del director. Lo que pensábamos sería una interesante reflexión sobre el quehacer documentalista y las fronteras de la ficción, terminó demostrándose como un ejercicio de ingenuidad por parte del cineasta, quien contestó preguntas del público al terminar el filme y confirmó nuestras sospechas de que había producido un gran “rocón”.
Efectivamente, ya durante el metraje nos sentíamos extrañados ante la aparición de una obra de teatro en idioma navajo (Shakespeare, además) y un baile techno con letras senderistas. Pero al escuchar las declaraciones del cineasta, quien afirmó que lo que le interesaba era la ideología de Sendero y que quería ilustrarla a través de un falso documental, comprobamos que simplemente el director había utilizado a las actrices como conejillos de Indias para mostrar su propia visión del pensamiendo senderista, filtrada a través de expresiones en los diálogos y escenas que a los peruanos nos parecían hilarantes. El hecho de elegir el formato del falso documental no era una opción reflexiva, sino apenas el deseo de armar su propio cuento sobre una ideología extremista que lo fascina pero que, al parecer, no ha estudiado bien. La intención del cineasta de alejarse lo más posible de Perú al realizar esta película (filmada en Nuevo México con numerosos colaboradores centroamericanos, habiendo apenas leído el libro de Gustavo Gorriti) se comprobó cuando notamos el nulo interés de Finn de estrenar el filme en nuestro país. Muchos peruanos en la sala reaccionaron indignados o desorientados, pero Mónica Delgado y yo optamos por reirnos ante esta huachafada y reflexionar lo necesario que sería un filme peruano que se acerque de manera más apropiada a la problemática senderista.
Hay muchas otras películas que tocan el tema de la política en el BAFICI, pero quisiera resaltar una: la checa Citizen Havel, de Miroslav Janek y Pavel Koutecky, quienes siguieron a Vaclav Havel, presidente de la República Checa de 1993 a 2003, durante sus diez años de gobierno. La narración del documental privilegia las escenas donde se muestra al personaje en su faceta más íntima, dejando de lado la solemnidad de la política para presentar el backstage de los sucesos que definieron la historia reciente de este país. Con breves inclusiones de noticieros, los directores contextualizan de manera adecuada la situación política de la República Checa, para resaltar la figura de Havel, un carismático escritor que comparte con la cámara los momentos más privados de su vida: la noticia de la victoria en las elecciones, la muerte de su primera esposa, su segundo casamiento. Como dice Ezequiel Schmoller en su crítica del filme, “en vez de convencernos de que Havel es un presidente bueno o malo, o incluso una persona buena o mala, Janek y Koutecky tratan de demostrar que es un buen personaje”. Sorprendentemente divertida, la película mantiene un ritmo tan ágil y dinámico como las bromas de Havel, quien es presentado como un ser humano con fallas y manías, incluso mostrando cómo se limpia la caspa antes de salir a una conferencia de prensa (“mete la panza”, le aconsejan sus asesores). La cara entretenida y humana de la política se presenta en este filme altamente recomendable.
Es por ello que los espectadores asiduos debemos idear estrategias para no sentir que el BAFICI se nos va de las manos. Seguir la filmografía de un director, cubrir todo el eje de películas sobre música o sobre reflexiones alrededor del medio cinematográfico… Una opción muy interesante es seguirle el paso a las películas que abarcan temas políticos, presentes en diversas secciones del festival. Aquí podemos encontrar un amplio espectro que va de lo intelectual a lo frívolo, de lo respetuoso a lo grotesco, de lo solemne a lo burlón. En las salas de cine, en muchas de estas películas, los espectadores no saben cómo tomar esta variedad de aproximaciones, pues esperan filmes “serios” que terminan causando carcajadas ante su extrañeza.
Es lo que ocurre por ejemplo con el cine de Koji Wakamatsu, cineasta japonés preocupado por ilustrar el movimiento ideológico de su país y otras latitudes, especialmente en el caso de los grupos extremistas. En el BAFICI se ha preparado una retrospectiva de su obra, incluyendo su última película United red army, producción de largo aliento sobre la historia verdadera de un grupo comunista y su autodestrucción. Su mirada crítica hacia los métodos de la izquierda radical roza el absurdo, incluyendo fuertes componentes de sexo y violencia. Es difícil reaccionar ante este cineasta que se aproxima a la política tratando de develar las hipocresías de las ideologías y las manipulaciones de los líderes a través de una explosiva mezcla de música dramática, bizarras sobreimpresiones (con Stalin incluido en una escena de amor) y diálogos desopilantes (“no debo continuar esta relación, no es coherente con la teoría marxista”).
Otra experiencia que ha marcado el festival ha sido la presentación de La luminosa trinchera del Presidente Gonzalo, filme del estadounidense Jim Finn que venía precedido por buenas referencias. Finn filmó actrices mexicanas y navajas recreando los conocidos videos de las cárceles ocupadas por los senderistas, añadiendo falsas entrevistas que mezclaban palabras de las propias terroristas y algunas contribuciones del director. Lo que pensábamos sería una interesante reflexión sobre el quehacer documentalista y las fronteras de la ficción, terminó demostrándose como un ejercicio de ingenuidad por parte del cineasta, quien contestó preguntas del público al terminar el filme y confirmó nuestras sospechas de que había producido un gran “rocón”.
Efectivamente, ya durante el metraje nos sentíamos extrañados ante la aparición de una obra de teatro en idioma navajo (Shakespeare, además) y un baile techno con letras senderistas. Pero al escuchar las declaraciones del cineasta, quien afirmó que lo que le interesaba era la ideología de Sendero y que quería ilustrarla a través de un falso documental, comprobamos que simplemente el director había utilizado a las actrices como conejillos de Indias para mostrar su propia visión del pensamiendo senderista, filtrada a través de expresiones en los diálogos y escenas que a los peruanos nos parecían hilarantes. El hecho de elegir el formato del falso documental no era una opción reflexiva, sino apenas el deseo de armar su propio cuento sobre una ideología extremista que lo fascina pero que, al parecer, no ha estudiado bien. La intención del cineasta de alejarse lo más posible de Perú al realizar esta película (filmada en Nuevo México con numerosos colaboradores centroamericanos, habiendo apenas leído el libro de Gustavo Gorriti) se comprobó cuando notamos el nulo interés de Finn de estrenar el filme en nuestro país. Muchos peruanos en la sala reaccionaron indignados o desorientados, pero Mónica Delgado y yo optamos por reirnos ante esta huachafada y reflexionar lo necesario que sería un filme peruano que se acerque de manera más apropiada a la problemática senderista.
Hay muchas otras películas que tocan el tema de la política en el BAFICI, pero quisiera resaltar una: la checa Citizen Havel, de Miroslav Janek y Pavel Koutecky, quienes siguieron a Vaclav Havel, presidente de la República Checa de 1993 a 2003, durante sus diez años de gobierno. La narración del documental privilegia las escenas donde se muestra al personaje en su faceta más íntima, dejando de lado la solemnidad de la política para presentar el backstage de los sucesos que definieron la historia reciente de este país. Con breves inclusiones de noticieros, los directores contextualizan de manera adecuada la situación política de la República Checa, para resaltar la figura de Havel, un carismático escritor que comparte con la cámara los momentos más privados de su vida: la noticia de la victoria en las elecciones, la muerte de su primera esposa, su segundo casamiento. Como dice Ezequiel Schmoller en su crítica del filme, “en vez de convencernos de que Havel es un presidente bueno o malo, o incluso una persona buena o mala, Janek y Koutecky tratan de demostrar que es un buen personaje”. Sorprendentemente divertida, la película mantiene un ritmo tan ágil y dinámico como las bromas de Havel, quien es presentado como un ser humano con fallas y manías, incluso mostrando cómo se limpia la caspa antes de salir a una conferencia de prensa (“mete la panza”, le aconsejan sus asesores). La cara entretenida y humana de la política se presenta en este filme altamente recomendable.
Natalia Ames
5 comentarios:
Camino por el Abasto y miro a las chicas como En la ciudad de Sylvia. ¡Cuáles serán las satánicas peruanitas que hasta hacen bolillas en el cine! Natalia y Mónica, las invito a un boliche para hablar de Wakamatsu y salir chillando consignas eróticas como las loquillas que abren este post.
digan que sí!!! no se pierdan buenos aires chicas, es una magia de ciudad, no se queden como charly cantando:
"AUNQUE VIVES EN MUNDOS DE CINE, NO HAY SEÑALES DE LO QUE VIVE EN MÍ"
Hola
Te felicito por tus comentarios, nos has ofrecido una buena variedad de películas.
Tengo unas preguntas y comentario:
Por qué te parecen interesantes los temas políticos en las películas? Por la variedad de tramas en ellas?
Me da la impresión que estás estigmatizando las ideologías? Toda producción artística está cargada de ideología, puesto que de alguna manera nos está tratando de trasmitir algún significado, esté ésta o no de acuerdo a lo que pensamos.
Entonces, Finn terminó recreando la parodia de Paloma de papel, o alguna otra película que trate el tema de la violencia política en el Perú.
Hasta luego
La Enésima Dimensión
Ese "kawamatsu" tendrá que ser en Lima.
Hola La Enésima Dimensión,
en realidad me interesa muchísimo el tema de la relación entre cine y política y la transmisión de ideologías a través de estrategias retóricas desde hace tiempo, de hecho mi tesis de licenciatura trata sobre eso. No creo estar estigmatizando las películas de tal o cual ideología, y de hecho creo que la película aparentemente más inocente está cargada de un punto de vista, desde su elección de planos, su acercamiento a los personajes, etc. Lo que me interesa es dilucidar lo que la película nos está tratando de decir y analizar los recursos cinematográficos que ha utilizado para comunicarnos ese punto de vista.
Espero haber contestado tu pregunta,
Natalia
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