domingo, 13 de abril de 2008

Más novedades del BAFICI 2008


El BAFICI tiene una personalidad particular: no tiene – ni tendrá nunca, a decir de su director, Sergio Wolf – alfombra roja, sin embargo algunos directores invitados ofrecen clases maestras en las que comentan su filmografía y responden preguntas del público. Tuvimos la oportunidad de asistir a la clase de Eduardo Coutinho, que en realidad fue una conversación con Wolf a partir de preguntas que recorrieron los filmes del brasileño y su manera de entender la realización cinematográfica.

A pesar de tener que lidiar con problemas del idioma y con un desorden inicial de las preguntas, el diálogo terminó fluyendo y nos mostró una personalidad carismática, afable y accesible, que afirma no tener un “método” para acercarse a la realidad pero sí confiesa seguir ciertas “reglas” en la realización de sus documentales. Coutinho arrancó risas del público en diversas ocasiones, recordando anécdotas de sus películas Cabra, marcado para matar, Edificio Master, El fin y el principio y Juego de escena.

No se podría decir que esta charla fue una clase maestra, porque a pesar de que Coutinho iluminó ciertos aspectos de su filmografía y su quehacer como director, nos comunicó algo que no se puede enseñar: para lograr esa naturalidad en las entrevistas, ese desnudarse de los personajes que el director logra de manera excepcional, es necesario tener un carácter como el de Coutinho, un hombre que, en sus palabras, deja de lado los prejuicios y los preconceptos cuando la cámara comienza a filmar, e intenta “llenarse” de la experiencia vital de sus entrevistados. El ojo del director para definir cuándo una “persona” empieza a ser un “personaje”, la capacidad de hacer que sus entrevistados confiesen recuerdos y secretos aunque sea la primera vez que lo ven, y la reflexión que Coutinho hace sobre todos estos aspectos para cuestionar los límites de la realidad y la ficción en el cine, son las carcterísticas inimitables que hacen del brasileño un maestro del documental contemporáneo.

En cuanto a los filmes, la parte esencial del festival, hemos tenido algunos altibajos (lo que no se puede evitar cuando la programación del festival consta de aproximadamente 400 películas). Lo más resaltante en estos días han sido los documentales, especialmente Patti Smith: Dream of life de Steven Sebring, un retrato complejo de una personalidad apasionante, compuesto por recuerdos, poemas, conciertos, material de archivo y momentos cotidianos captados durante diez años de filmación. Este privilegiado compendio es asimismo una apuesta cinematográfica al nivel de la edición, la fotografía y la narración, porque definitivamente un documental sobre esta atípica estrella de rock no podría ser convencional. Aunque pierde fuerza en la última parte del metraje, Dream of life tiene la ventaja de mostrar a la artista de manera plural, sin dejar de lado sus facetas de madre, hija, activista política, fan de grandes poetas y grandes músicos, todo esto a través de un acercamiento sensible que logra transportarnos a la mente de una cantante que ha vivido los últimos cincuenta años de la ajetreada historia de los Estados Unidos.

El otro documental que resalta en el conjunto de la programación es Retour en Normandie, de Nicolas Philibert. Como comenta Mónica Delgado, sería necesario ver el filme de René Allio (en cuya filmación se basa la película) para tener un retrato completo de la película. Sin embargo, creemos que en realidad el documental es más una exploración de la memoria, de cómo los recuerdos construyen una realidad idealizada o transformada por el paso de los años. Hay dos líneas que corren paralelas en la película: por un lado, la revisión de material de archivo y escenas del filme, mientras la voz de Philibert recuerda las peripecias de la pre-producción, y por otro lado las entrevistas con la gente de la localidad que participó como actores, extras o curiosos.

Si bien a lo largo del metraje pensamos que Philibert dedica este filme a sus comienzos en el cine y a su relación de amor con este arte, al final se devela el secreto y el director nos confiesa que todo este documental gira en torno a la figura de su padre y su recuerdo, eternizado en una escena descartada del filme de Allio. Este ciné-fils o hijo del cine le da un vuelco final a su historia, compartiendo con sus espectadores un lazo esencial que la muerte no ha podido romper.

Natalia Ames

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuando se va a concewr el festival de lima de este a�o. Venr�n esas pel�culas?

Anónimo dijo...

Al parecer para Ames y Delgado la película de René Allio a la que hacen referencia carece de título. Pero lo tiene, y además larguísimo: Moi, Pierre Rivière, ayant égorgé ma mère, ma soeur et mon frère... Y es, con La vieille dame indigne, la obra maestra de su autor. Esperemos que llegue por algún conducto el documental de Philibert, y sobre todo que se traiga ún ciclo Allio, excelente cineasta casi desconocido en nuestro medio.