Como es habitual, el Festival Internacional de Cine Independiente de Buenos Aires ofreció una vez más una programación aplastante, alrededor de 400 películas, entre largos (la mayoría) y cortos. Sin embargo, el balance de lo exhibido, a partir de lo que he podido ver (unos 50 largometrajes, más otros doce que ya conocía) y la impresión de diversos colegas, me lleva a pensar que el nivel de medianía ha sido el que ha primado en esta última edición. Ninguna película excepcional en las competencias, tanto así que los premios han sido más discutibles de lo que son otras veces. Panoramas, focos y retrospectivas de interés, pero casi en exclusividad abocados a un cine totalmente marginal, al punto de que quienes fungimos de informados debemos reconocer que nos son desconocidos buena parte de los nombres de los realizadores escogidos para esas muestras.
En torno a la competencia, el criterio de selección apunta a las primeras dos o tres películas de los directores , pero la astucia de los festivales “grandes” (Cannes, Venecia, San Sebastián) u otros menos grandes (Locarno, Viena) hace que lo más valioso se guarde para esos festivales. El criterio de selección del BAFICI no incluye a quienes como el mexicano Carlos Reygadas y el argentino Pablo Trapero, competirán en la cercanísima edición de Cannes. Y si los incluyera, ya podemos suponer que no dudarían en preferir el célebre certamen de la costa mediterránea. Es decir, y reconociendo que algunos títulos de la competencia superan la medianía, eso no es suficiente para que se pueda considerar como bueno en conjunto lo que se presenta como la oferta central del Festival.
Por otra parte, está muy bien que el BAFICI insista en descubrir para el público local la obra de realizadores como la documentalista austriaca Ruth Beckermann o del francés Gerard Courant, pero hace falta un “peso pesado”, como los hubo en pasadas ediciones (Jean Eustache, Hou Hsiao-sien, Sharunas Bartas…). ¿Por qué no incluir retrospectivas de realizadores como Jerzy Skolimowsky, Philippe Garrel o Marco Bellocchio, para señalar solo tres ejemplos? Cierto que hay un problema presupuestal que dificulta tener todo lo que se quisiera conseguir, pero se pueden hacer ajustes en una programación tan abundante para reducir costos. Igual, en la sección trayectorias, donde se incluyen cintas recientes de cineastas consagrados, se puede apreciar un cierto déficit. Por citar solo un título, allí debió estar "The Deep Blue Sea", el último largometraje del británico Terence Davies.
Lo dicho no significa que el último BAFICI no haya exhibido películas tan valiosas como las del realizador portugués Joao Canijo, y de manera especial, la última, "Sangre de mi sangre". Asimismo, "Tabú", de otro portugués, Miguel Gomes (foto). También dos obras del documentalista norteamericano Ross McElwee ("Sherman March" y "Photographic Memory"), que hace de su propia historia personal el centro de atención de sus exploraciones fílmicas. Igualmente, "Hors Satan", del francés Bruno Dumont o "Pater" del también francés Alain Cavalier. "Las canciones", del brasileño Eduardo Coutinho es, tal vez, lo mejor que se vio del cine de la región. Esperamos que se presente en el Festival de Lima, en el próximo mes de agosto.
Isaac León Frías
1 comentario:
Porque no comentas las películas?
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