sábado, 7 de abril de 2012

El documental en la Historia. Intervención final de Isaac León Frías

No es que quiera tener la última palabra (¿quién tiene la última palabra en estos asuntos polémicos?), pero igual cierro mi participación en el debate que ha sido equitativo (tres intervenciones de Emilio y tres mías) con algunas precisiones.


Una vez más quiero decir que yo no afirmo la superioridad estética de la ficción sobre el documental. Nunca he sostenido eso, ni en el debate ni antes. Lo que he dicho es que las condiciones históricas han favorecido ampliamente la ficción y han permitido, mal que bien, que sea en este terreno donde se produzcan, comparativamente, los mayores logros estéticos. Y eso, porque el contingente mayor de realizadores con talento, en Estados Unidos, pero también en todos los otros países con industria o producción regular, se ha abocado al universo ficcional. No es un argumento cuantitativo o, en todo caso lo cuantitativo no es lo central. Es un argumento cualitativo, derivado de ese rica y variada trama de realizaciones creativas que encontramos en el mejor cine de todos los tiempos, desde Viaje a la Luna, de Meliés, hasta La invención de Hugo Cabret, de Scorsese; desde El nacimiento de una nación, de Griffith, hasta Cartas desde Iwo Jima, de Eastwood; desde Nosferatu, de Murnau, hasta el Drácula, de Coppola; desde Un perro andaluz, de Buñuel, hasta Inland Empire, de Lynch; desde El acorazado Potemkim, de Eisenstein, y Napoleón, de Abel Gance, hasta Independencia, de Raya Martin y El mundo, de Jia Zhang-ke.

Que el documental no tiene espacio en esa tradición? Claro que lo tiene y hay que destacarlo. Emilio lo hace con los documentales que menciona de los años 20 y 30, alrededor de cuarenta, o cincuenta y algo más, si extendemos la relación a la obra de algunos documentalistas, aunque en ciertos títulos tengo mis reservas con relación a su estatuto documental, pero vaya y pase. Sin embargo, frente a ese volumen de documentales, se podría hacer un listado de centenares de películas de ficción de esas mismas décadas que ostentan un alto nivel creativo, no necesariamente de excelencia, como tampoco la ostentan todos los documentales que enumera Emilio. Si he puesto a lo largo del debate (primero, con Mauricio Godoy y, luego, con Emilio) un énfasis en esta “desigualdad” de oportunidades y de resultados no es por privilegiar a la ficción, sino por dar cuenta de un estado de cosas, inequitativo y discriminador, sin duda, si lo vemos desde el frente del documental. Aún cuando las películas en general no nacen libres e iguales, como a veces se sostiene, menos libres e iguales han nacido los documentales a lo largo del tiempo, aunque, como otras minorías en la vida social, pugnan cada vez más por hacerse de espacios mayores. Por eso es que la ficción ha tenido mayores vías de expansión y desarrollo. Y por eso es que los resultados expresivos la han favorecido. Seguramente, si las condiciones históricas hubiesen sido diferentes, otro sería el balance.

Por otra parte, Emilio me ubica en la institucionalidad crítica e histórica, pero paradójicamente lo que hace él es destacar los documentales que esa misma institucionalidad crítica e histórica ha erigido como importantes. No veo en su relación ningún título desconocido o subvalorado, ninguna línea que apunte a otras vías. Y eso, claro, porque si las hay no se conocen. Y no está mal que Emilio destaque lo destacable. Lo que encuentro contradictorio es que no reconozca que lo mismo se puede hacer con la creación en el campo de la ficción y que el cotejo y la confrontación con el documental arroja los resultados que he venido sosteniendo en este debate. Si una de las conclusiones a las que se puede arribar es que es necesario darle mayor atención al documental en el pasado, en el presente y más adelante, pues en buena hora, y me alegra haber aportado, aunque parezca estar en la orilla opuesta (que no lo estoy en absoluto) a esta llamada de atención.

Finalmente, quiero decir que, más allá del desacuerdo en la apreciación con Emilio, que lo hay (no evaluamos del mismo modo el peso creativo de la ficción en el desarrollo del cine), ha sido realmente un privilegio para mí debatir con él. Es la segunda vez que me siento agradecido por un debate en este blog (la primera fue con Eduardo Maldonado hace unos años), pues a comienzos de este hubo sólo un amago de debate con Ricardo, pero no se extendió. Los otros no han sido debates, apenas escaramuzas estériles a partir de corrección de errores y respuestas a sandeces. Por eso creo que quienes salen ganando con el intercambio de ideas y argumentos que se han leido son los lectores. Y, claro, también nosotros.

Isaac León Frías

1 comentario:

jd dijo...

“Realidad es la única palabra del lenguaje que siempre debería ser usada entre comillas.”
- Timothy Leary