domingo, 11 de marzo de 2007

¿Qué es la crítica?




Nuestra amiga, la crítica argentina Lorena Cancela, autora del libro Los adulterios de la escucha. Entrevistas con el “otro cine” (Ediciones La Crujía, Buenos Aires, 2006), nos ha enviado este artículo sobre la crítica de cine que podría dar inicio a una discusión sobre el tema. Queda abierto el debate. Nota: las fotos que acompañan el texto son de André Bazin (arriba) y de David Bordwell.

El objetivo de este texto no es indagar en quiénes o cómo somos los críticos (con razón alguien dijo que es crítico de cine aquel que se define a sí mismo como tal) sino en lo que, quizás, deberíamos hacer.

En este sentido, ¿por qué generalmente los realizadores se enojan cuando una crítica habla mal de su película? O, ¿por qué la hacen ellos mismos circular cuando ésta se expresa favorablemente? ¿Será cierto que en la Argentina una ‘mala’ crítica determina la cantidad de espectadores? Pero, ¿cuáles son los parámetros a partir de los cuales un crítico emite juicios? La crítica, ¿es objetiva? ¿Es conveniente que el crítico evalúe teniendo como referencia solo su gusto?

Voy a responder a cada una de estas preguntas empezando por el final. En principio, soy de las que cree que el gusto del crítico podría quedar, de una u otra manera, suspendido al momento de escribir o hablar de una película. Esto no es lo mismo que decir que el crítico deje de gustar o no gustar de las películas, ni tampoco que haga crítica ‘objetiva’. Mejor, el crítico debería poder hablar de aspectos que, de una u otra manera, estén más allá de sus primeras impresiones con respecto a los films.

¿Por qué sería preferible expresarse más allá del gusto personal? Porque se podrían evitar los lugares comunes de la crítica como, por ejemplo, las valoraciones del tipo “esta película es linda o fea” Adjetivos que, en definitiva, no aportan nada a la cultura fílmica y dicen más del estado actual del campo intelectual que del cine mismo. Con otras palabras, si el crítico emite juicios teniendo como referencia solo su gusto partimos de un implícito por el cual éste ha formado una suerte de “sensibilidad” que lo habilita a evaluar las películas y luego comunicar su gusto o disgusto por las mismas desde una suerte de infra- mundo donde puede apreciar más y mejor que el resto de los mortales.

Me pregunto, un somelier: ¿gusta de igual manera de todos los vinos que prueba? No creo, sin embargo se esmera por decir de esa copa en particular algo que vaya un poco más allá del “me gustó, no me gustó.” Evidentemente, el crítico tiene que poder decir a mí me gustó o no me gustó esta película (y el mundo sería un poco mejor si las frases del tipo “esas películas que te gustan a vos” se erradicaran) pero no limitar su reflexión a ese juego.

Aunque el tema de la objetividad de la crítica es también un mito. El crítico no puede ser objetivo pues al igual que las películas no son objetivas (ni las industriales, ni las artesanales: no fueron hechas por nadie), las críticas tampoco lo son porque las lleva adelante un sujeto (individual/colectivo). Por un lado, la ‘objetividad’ es más una ilusión del lector/espectador que de quien/quienes producen. Por otro lado (y aquí sí voy a concentrarme solamente en reflexionar sobre la escritura) aún cuando el crítico produzca creyendo que ha dicho la verdad y solamente la verdad con respecto a una película (otra de las acepciones de la palabra ‘objetivo’) siempre hay algo que no va a controlar del todo y es su propia neurosis, sus propios deseos y pulsiones, sus represiones. Sumados estos aspectos, de manera involuntaria la mayoría de las veces, se diseminarán a lo largo de su escrito. Sobre esto voy a volver unos párrafos más abajo.

Pero volvamos al primer punto y pensemos en lo que se conoce como ‘transparencia fílmica’: un estilo cinematográfico que genera un efecto de verosimilitud tal por el cual el espectador cree que lo que está viendo no fue contado por nadie. Y más allá que frecuentemente quien ‘hace’ la película en todas sus partes no es exactamente quien nosotros reconocemos como el hacedor de la película o por motivos contextuales (en la Argentina generalmente es el director el que habla del proyecto) o de tipo cognitivo/perceptivo (dependiendo de nuestros saberes identificamos y le adjudicamos tal o cual cosa a una entidad), es cierto que detrás de toda construcción hay alguien.

Entonces, como hay estándares para hacer films también los hay para hacer cierto tipo de crítica y eso puede darnos la impresión de que determinado texto no haya sido producido por ninguna persona. Esa es la ‘objetividad’ propia de los diarios: un formato que permite unas cosas, no otras, de allí el concepto de Bordwell de ‘límites de la institución’. Y lo que dijimos con respecto a las películas sería extensible para con este tipo de textos que algunas veces son conjuntamente creados por otras personas como los editores, los diagramadores, los diseñadores.

Entonces, ¿son objetivas (en el sentido que dicen completamente la verdad) las críticas que leemos en la revistas de cine, en los sitios especializados? ¿Las críticas donde hay un autor, alguien que vehemente dice “yo”? No exactamente, aunque en este tipo de textos se ponen en juego asuntos más personales.

Me he manifestado a favor del uso de la primera persona más animada por romper cierta convención (de la mencionada objetividad, verbigracia) que por la convicción de que cada vez que digo “yo” esté diciendo una verdad absoluta sobre lo que me pasó con tal o cual película. En todo caso, si ese “yo” esboza una certeza es la de mi psiquis en ese momento: ni un dogma, ni una interpretación atemporal o absoluta y que “yo” tampoco puedo controlar del todo. En este sentido es que a mí me resulta saber como funciona algo de mi psiquis, de mi neurosis para escribir.

Me parece que es el proceso de escribir bajo cierta coyuntura (ésta: la de estar sentada en una tarde otoñal de verano en Buenos Aires frente a una máquina que no tiene más espacio en su disco rígido, motivada por escribir sobre estas cuestiones sin que sepa exactamente quiénes las escucharán) la que me hace creer que estoy siendo completamente auténtica, la que me genera esta suerte de engaño ideal. Engaño el cual, por otro lado, se sostuvo la ‘política de los autores’ cuando creyó que el film era la mirada unívoca y organizada de un director. Recordemos que fue el mismo Bazin quien llamaba la atención a sus discípulos a propósito del contexto y de que una obra es siempre más que su creador. Esto último se comprueba fácilmente cuando salimos de ver una película acompañados y contrastamos visiones: solo en contadas ocasiones dos personas ven o reparan en lo mismo.

La anécdota generalmente ilustra... Tiempo atrás en Lima pude ver Mariposa Negra de Francisco Lombardi (2006). A mí me interesó por su articulación entre la mujer inocente y buena novia (propia de cierta parte del imaginario Latinoamericano) y su mutación en ‘femme fatale’ que no cede en su deseo de vengar la muerte de su amado. También por el tratamiento del encuadre y la luminosidad que le otorgaban a la imagen cierto aire retro el cual más tarde interpreté como puro engaño óptico (la lucidez del film radica en dar cuenta de esto último) porque Mariposa Negra habla del hoy. Sin embargo, mientras que para mí la película era muy actual, para algunos de mis colegas peruanos estaba pasada de moda. ¿Acaso nos volvimos locos de uno u otro lado? ¿Acaso yo tengo la razón por sobre ellos?

No me parece, entiendo que lo que podemos y no podemos ver responde más a nuestras posibilidades de hacer relaciones simbólicas en un contexto que a cuestiones de objetividad. Siendo así, llegamos a una primera definición de la crítica de cine en su expresión escrita: una instantánea de una psiquis en un momento y lugar particular.

Quizás el lector en este momento se esté preguntando: Entonces si la crítica es perenne, no objetiva, ominosa ¿para qué sirve la crítica?

Mucho se ha hablado con respecto a la nulidad de la crítica, pero generalmente desde un sesgo negativo. Sin embargo, es esa característica de la crítica la que para mí la hace interesante. Preguntar para qué sirve una crítica es como preguntar para qué sirve una pintura, una novela o una película (y esquivo indagar en las otras funciones de esas expresiones como la denuncia, la de ser vehículo de una información alternativa). Preguntar para qué sirve la crítica es buscarle un sesgo utilitario a la crítica, un para qué.

Me tienta decir que la crítica no sirve para nada, excepto para algunas cosas: para hacernos comprender un poco más el cine, su estética y su historia, para transformar de una u otra manera nuestra mirada, para acercarnos a determinadas películas que sería difícil conocer a través de la ley de oferta y demanda. Incluso si la crítica sirviera para que las personas compartan su neurosis, o diera cuenta de lo que significa habitar este mundo convulsionado, también habría ganado una batalla. Y en un momento como el actual donde muchos aspectos están, de una u otra manera, regidos solos por variables económicas que la crítica aspire a todo aquello es más que valorable.

¿Qué parámetros toma la crítica para hablar de una película? Todos los que le ayuden a pensar la relación de esa película con el cine a lo largo y lo ancho. Por ejemplo, qué tipo de montaje tiene el film y por qué, cómo construye el espacio, qué planos predominan, cómo es el final de esa película con relación a otro final, ¿apela a un verosímil realista? ¿No? ¿Trabaja con los géneros?, etc. Hay que decir que la crítica no solamente tiene que dar cuenta de la historia de la película, ni de lo que pasa con los actores.

Todo nos acerca al tema de la crítica y la afluencia del público a las salas. Personalmente, entiendo que las razones por las cuales éste va a las salas son difíciles de esclarecer. Ahora si la persona que trabaja en un multimedio es un lobista solo podemos afirmarlo investigándolo. Lo mismo vale para las presunciones conspirativas como las que sostienen que determinado grupo apoya ciertos films y otros no. Y aún cuando se investigara y concluyera positivamente sobre esas cuestiones, insisto con que esas verdades dirían más del lobby y la publicidad contemporánea que de la crítica o los críticos.

Esto nos lleva al comienzo de esta disquisición y el enojo del realizador. Es cierto que es placentero y (genera una suerte de gratitud) leer o escuchar sobre la producción propia y más cuando sentimos que quien se expresa, de una u otra manera, ha comprendido algo de nosotros. Sin embargo, no habría que tentarse de adular al crítico cuando habla bien de, en este caso, una película o denostarlo (a veces insultarlo) cuando no lo hace.

El Truffaut cineasta lo expresó con claridad: “En lo más íntimo, ningún artista llega a aceptar la función de la crítica. Al comienzo, no le preocupa, probablemente porque la crítica es, a la vez útil y más indulgente con los principiantes. Después, con el tiempo, el artista y el crítico se consolidan en sus papeles respectivos, quizás llegan a conocerse personalmente y, bien pronto, se miran (...) como el perro y el gato. (...) Me parecería valiente un artista que, sin insultar a la crítica, la rechazara en el momento en el que le es totalmente favorable. Sería una opción de principio bien neta, que daría lugar a una situación de luminosa claridad, y por tanto podría esperar los ataques sin replicar, ni tratar de entablar polémica. En vez de eso contemplamos de continuo la triste situación de artistas a quienes no les parece necesario protestar hasta el día que son atacados. La mala fe, si hay mala fe, no está pues de un solo lado.”

Claro que la crítica no es solo escribir o hablar. Además están las actividades que le competen o que ésta hace suyas con entusiasmo - más concretas si se quiere, más verificable - como la programación, la organización de eventos, la asistencia a festivales, la difusión de materiales a los que no se les está prestando atención, la restauración y la enseñanza. Es cierto que esto podría interesarle también a los realizadores, mas a lo largo de mi vida profesional y personal y de mi trato casi por partes iguales de críticos y cineastas, generalmente encontré a los primeros más preocupados por ese tipo de asuntos que a los últimos.

Al crítico le interesa el cine desde un lugar distinto que al del cineasta.

Lorena Cancela
Copyright Lorena Cancela

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Un crítico de su blog dijo el otro día en una charla que el problema de algunos cineastas es su carencia de sentido de autocrítica.

Unknown dijo...

El texto de Lorena es una iniciativa muy articulada sobre la utilidad de la crítica de cine. Se propone entender la inserción funcional del crítico en una sociedad virtual: de objetividades, de gustos y de disgustos masivos, de lobbys y simpatías obscenas...... Estoy de acuerdo en que la crítica debe ser un instrumento mejorador de las relaciones público - cine.....Que a partir de la realidad del crítico (sus neurosis, sus afectos, sus cicunstancias) se pueda analizar un filme integralmente y contextualizarlo.....Pero creo firmemente en que nada de esto es posible si el crítico no agudiza su sensibilidad y discrimina....Criticamos lo que nos apetece...y evitamos hacer de este oficio un homework y lo volvemos cada vez más un ejercicio liberal, agradable, calmante, que reconduce los gustos de los lectores.......