No es seguro que We own the night (2007) se estrene en el Perú y es una lástima. Se trata de un notable policial norteamericano dirigido por James Gray, el realizador de Little Odessa (1994), The Yards (2000) y de la reciente Two Lovers (2008) al que consideramos un campeón del género por cierto. En We own the night la vocación rusófila del director quedó demostrada una vez más. La elección de la comunidad eslava en la Nueva York de 1987, en un momento de expansión del crimen y de la narcotización de la sociedad americana, es capital para las formulaciones de la historia: un grupo de policías honestos se enfrentan en una guerra sin cuartel contra narcotraficantes de origen ruso, resolviendo sobre la marcha sus propios conflictos internos y sus dilemas morales.
La familia de policías Grusinsky, encarnados por Robert Duval (en firme caracterización como el padre y jefe del departamento de policía del Distrito) y por Mark Whalberg (como el incorruptible capitán antivicio, Joseph Grusisnky) se encuentra moral y familiarmente afectada por el camino elegido por el hijo menor, Bobby Green “Grusinsky” (sólido Joaquin Phoenix) quien administra una gran discoteca en la ciudad y esta relacionado con la anfitriona de origen puertorriqueño Amada Juárez (la sensual Eva Mendes). Situación que se vuelve insostenible a raíz de la presencia del narcotraficante Vadim Nezhinski, incurso en la noche de Queens y, con especificidad, en la discoteca que gerencia Bobby.
Lo que sigue es una historia de delación, traición, intriga, violencia y muerte descrita con pulso narrativo muy sobrio, a partir de la construcción de atmósferas nocturnas, ominosas, bellas. Aprovechando los términos del campo, James Gray compone imágenes abigarradas, llenas de presencias, cuerpos, sombras y objetos que son mostrados a partir de una fotografía que privilegia los tonos dorados y azulinos. Existen aquí explícitas mentadas al cine de gangsters de los años 30 y 40 (con especificidad al catálogo de la Warner) pero sobre todo detectamos un claro homenaje a la serie fílmica El Padrino, por la que Gray profesa adoración. Es decisivo el legado de Francis Ford Coppola en el trabajo de este director extraordinario, que se expresa de manera constante en citas visuales así como en parlamentos muy bien largados por un puñado de grandes actores. El empleo de la música también es capital en la contextualización del Nueva York de ese tiempo, y permite comprender la dimensión y el efecto de la movilidad social en los Estados Unidos post “reagannomics”.
En suma We own the night o Los dueños de la noche es una película que no debe perderse bajo ningún concepto, porque es la demostración palmaria del nivel de excelencia alcanzado dentro de determinadas líneas de producción en el Hollywood de hoy. Solo la formidable secuencia de la persecución en auto bajo la lluvia invernal, es una lección magistral de edición que nos confirma el talento de James Gray para la dirección.
La familia de policías Grusinsky, encarnados por Robert Duval (en firme caracterización como el padre y jefe del departamento de policía del Distrito) y por Mark Whalberg (como el incorruptible capitán antivicio, Joseph Grusisnky) se encuentra moral y familiarmente afectada por el camino elegido por el hijo menor, Bobby Green “Grusinsky” (sólido Joaquin Phoenix) quien administra una gran discoteca en la ciudad y esta relacionado con la anfitriona de origen puertorriqueño Amada Juárez (la sensual Eva Mendes). Situación que se vuelve insostenible a raíz de la presencia del narcotraficante Vadim Nezhinski, incurso en la noche de Queens y, con especificidad, en la discoteca que gerencia Bobby.
Lo que sigue es una historia de delación, traición, intriga, violencia y muerte descrita con pulso narrativo muy sobrio, a partir de la construcción de atmósferas nocturnas, ominosas, bellas. Aprovechando los términos del campo, James Gray compone imágenes abigarradas, llenas de presencias, cuerpos, sombras y objetos que son mostrados a partir de una fotografía que privilegia los tonos dorados y azulinos. Existen aquí explícitas mentadas al cine de gangsters de los años 30 y 40 (con especificidad al catálogo de la Warner) pero sobre todo detectamos un claro homenaje a la serie fílmica El Padrino, por la que Gray profesa adoración. Es decisivo el legado de Francis Ford Coppola en el trabajo de este director extraordinario, que se expresa de manera constante en citas visuales así como en parlamentos muy bien largados por un puñado de grandes actores. El empleo de la música también es capital en la contextualización del Nueva York de ese tiempo, y permite comprender la dimensión y el efecto de la movilidad social en los Estados Unidos post “reagannomics”.
En suma We own the night o Los dueños de la noche es una película que no debe perderse bajo ningún concepto, porque es la demostración palmaria del nivel de excelencia alcanzado dentro de determinadas líneas de producción en el Hollywood de hoy. Solo la formidable secuencia de la persecución en auto bajo la lluvia invernal, es una lección magistral de edición que nos confirma el talento de James Gray para la dirección.
Oscar Contreras
4 comentarios:
The Yards, que se estreno en Peru aunque no recuerdo con que nombre, tambien tiene muchas cosas de El Padrino.
Es evidente que Gray admira la trilogia de Coppola, pero se las arregla para darle un toque personal a sus historias de mafiosos. Sigan la recomendacion de Oscar Contreras. Saludos
¿Qué es un campeón del G
género?
Felicidades , es una excelente crónica Sr. Contreras.Confiemos en que sea incorporada a la cartelera peruana post Festival.
A Rodrigo: The Yards se estreno en el Peru con el nombre de "La Traición"
Al anónimo: "CAMPEON:Persona que defiende esforzadamente una causa o doctrina" ( en este caso se refiere al conjunto de ideas de Gray en el planteamiento de un tema)
Que Andes Films no se haga el loco
y que estrene Dueños de la noche.
Publicar un comentario