Raya Martín es filipino, tiene 25 años, ha dirigido seis películas y es uno de los cineastas que más ha sorprendido a la crítica y cinéfilos de los últimos años por su manera de entender y hacer cine.
A los veinte años debutó en la dirección con The island of the end of the world, un documental rodado en digital, en Istbayat, una isla de pescadores que viven épocas en aislamiento por efectos del clima. Como si fuera poco, ese mismo año hizo Short film about the indio nacional, una cinta muda sobre la Filipinas de finales del siglo XIX, donde demostró ya su interés por interpretar hechos históricos sobre el pasado independentista de su país.
Dos años más tarde hizo la obra que lo lanzó a las fauces de los cazadores de novedades y de un “estilo” diferente y que lo puso “de moda”: Autohystoria. Diez planos en hora y media, dos elementos para recios, pero que provocaron llamarlo el “nuevo niño terrible del cine”. Bajo su perspectiva y con un uso arriesgado del lenguaje cinematográfico (que muchas veces recuerda a los videoarte), Raya sigue a dos muchachos en un bosque que luego son capturados y asesinados. Luego surge la comparación (extracinematográfica porque hay referencia por tomas de un monumento en una plaza) con un hecho que puede ser similar o análogo: la muerte de Andrés Bonifacio y su hermano, fundador del grupo revolucionario Katipunan, quienes murieron a manos de Emilio Aguinaldo, primer presidente de Filipinas, a finales del siglo XIX.
En el 2008 hizo tres trabajos casi seguidos y actualmente se encuentra rodando Independence. Adora el cine de Parajanov, Sokurov y Tarkovski, pero también a Lino Brocka, Warhol o Wes Craven. A continuación una entrevista con Raya sobre Raya cineasta. (Mónica Delgado).
- Tu cine es un caso excepcional. No sólo por tu apuesta estética casi minimal y extrema, sino porque tienes 25 años y ya tienes varios trabajos relevantes. ¿Cómo así te alejas de la tradición del cine filipino (Lino Brocka) y marcas también una diferencia con las películas de Lav Díaz o de Brillante Mendoza, por ejemplo?
Honestamente, no lo sé. No soy conciente de desafiar el Cine Tradicional Filipino, el cual es narrativo, melodramático, genérico, porque también me gusta ver películas con una estructura clásica (incluso telenovelas). Sucede que me gustan las ideas y pienso que son lo suficientemente buenas para el cine de esa forma. No recuerdo tampoco ser un estudiante excepcional. Detesto leer, no he terminado ninguna novela o ensayo. Muchas de las ideas probablemente salieron de mis experiencias personales y de que soy emocionalmente sensible.
- Tus exploraciones sobre Filipinas tienen que ver con tesis políticas y sociales, como en A Short Film About the Indio Nacional, ¿por qué el interés de indagar estos aspectos de tu país en tu segundo trabajo?
Indio Nacional la hice cuando tenía 21 años. Mi familia estuvo involucrada, de una forma u otra, en la historia política de mi país. Mi padre es un factor importante también, él antes fue un escritor, y tiene un amor especial por la historia de Filipinas. Crecimos con libros y otras cosas que eran muy de Filipinas, en contraposición a la usual crianza occidental que hay aquí. La película fue en realidad una exploración personal, y aquello solo reflejó este background. Personalmente, me emociono mucho teniendo ideas sobre la Filipinas antigua y sus historias.
- Autohystoria es tu film más polémico, cuenta con menos de diez planos y una propuesta sobre el tiempo, la memoria y la historia.¿Cómo fue recibida en tu país? ¿Piensas seguir indagando formalmente como en esta película?
Igualmente, con Autohystoria, nunca se trató de un interés sistemático o académico. Creo que la razón por la que funcionó fue porque estaba personal y emocionalmente estructurada. Puedo discutir sobre la estética de un film más adelante, después que esté terminado, pero nunca mientras lo realizo. Solamente la historia, el espíritu. Con esta película, tal como con cualquiera de las otras que hago, la razón es que tú mismo te hagas la pregunta, como si hablaras contigo en el espejo pero sin lucir tonto o gracioso. Con Autohystoria, obtuve respuestas sobre mi vida, mi familia, la vida misma, y tuve una sensación de realización de mi parte.
A los veinte años debutó en la dirección con The island of the end of the world, un documental rodado en digital, en Istbayat, una isla de pescadores que viven épocas en aislamiento por efectos del clima. Como si fuera poco, ese mismo año hizo Short film about the indio nacional, una cinta muda sobre la Filipinas de finales del siglo XIX, donde demostró ya su interés por interpretar hechos históricos sobre el pasado independentista de su país.
Dos años más tarde hizo la obra que lo lanzó a las fauces de los cazadores de novedades y de un “estilo” diferente y que lo puso “de moda”: Autohystoria. Diez planos en hora y media, dos elementos para recios, pero que provocaron llamarlo el “nuevo niño terrible del cine”. Bajo su perspectiva y con un uso arriesgado del lenguaje cinematográfico (que muchas veces recuerda a los videoarte), Raya sigue a dos muchachos en un bosque que luego son capturados y asesinados. Luego surge la comparación (extracinematográfica porque hay referencia por tomas de un monumento en una plaza) con un hecho que puede ser similar o análogo: la muerte de Andrés Bonifacio y su hermano, fundador del grupo revolucionario Katipunan, quienes murieron a manos de Emilio Aguinaldo, primer presidente de Filipinas, a finales del siglo XIX.
En el 2008 hizo tres trabajos casi seguidos y actualmente se encuentra rodando Independence. Adora el cine de Parajanov, Sokurov y Tarkovski, pero también a Lino Brocka, Warhol o Wes Craven. A continuación una entrevista con Raya sobre Raya cineasta. (Mónica Delgado).
- Tu cine es un caso excepcional. No sólo por tu apuesta estética casi minimal y extrema, sino porque tienes 25 años y ya tienes varios trabajos relevantes. ¿Cómo así te alejas de la tradición del cine filipino (Lino Brocka) y marcas también una diferencia con las películas de Lav Díaz o de Brillante Mendoza, por ejemplo?
Honestamente, no lo sé. No soy conciente de desafiar el Cine Tradicional Filipino, el cual es narrativo, melodramático, genérico, porque también me gusta ver películas con una estructura clásica (incluso telenovelas). Sucede que me gustan las ideas y pienso que son lo suficientemente buenas para el cine de esa forma. No recuerdo tampoco ser un estudiante excepcional. Detesto leer, no he terminado ninguna novela o ensayo. Muchas de las ideas probablemente salieron de mis experiencias personales y de que soy emocionalmente sensible.
- Tus exploraciones sobre Filipinas tienen que ver con tesis políticas y sociales, como en A Short Film About the Indio Nacional, ¿por qué el interés de indagar estos aspectos de tu país en tu segundo trabajo?
Indio Nacional la hice cuando tenía 21 años. Mi familia estuvo involucrada, de una forma u otra, en la historia política de mi país. Mi padre es un factor importante también, él antes fue un escritor, y tiene un amor especial por la historia de Filipinas. Crecimos con libros y otras cosas que eran muy de Filipinas, en contraposición a la usual crianza occidental que hay aquí. La película fue en realidad una exploración personal, y aquello solo reflejó este background. Personalmente, me emociono mucho teniendo ideas sobre la Filipinas antigua y sus historias.
- Autohystoria es tu film más polémico, cuenta con menos de diez planos y una propuesta sobre el tiempo, la memoria y la historia.¿Cómo fue recibida en tu país? ¿Piensas seguir indagando formalmente como en esta película?
Igualmente, con Autohystoria, nunca se trató de un interés sistemático o académico. Creo que la razón por la que funcionó fue porque estaba personal y emocionalmente estructurada. Puedo discutir sobre la estética de un film más adelante, después que esté terminado, pero nunca mientras lo realizo. Solamente la historia, el espíritu. Con esta película, tal como con cualquiera de las otras que hago, la razón es que tú mismo te hagas la pregunta, como si hablaras contigo en el espejo pero sin lucir tonto o gracioso. Con Autohystoria, obtuve respuestas sobre mi vida, mi familia, la vida misma, y tuve una sensación de realización de mi parte.
Como lo esperaba, en un país donde las raíces del cine son más Hollywood, esta clase de film fue mayormente visto como algo pretencioso, así lo sentí. Pero me sorprendo mucho al ver algunas audiencias que se conectan realmente con la idea y la entienden.
- Encarnas los motivos del cine de autor actual pero de modo acentuado: uso del digital, apuesta por el documental, planos secuencias dilatados, sin actores profesionales, sin diálogos, desnudez total del fotograma, aparentes tiempos muertos, ¿cómo delineaste tu estilo?
Todas mis películas hasta ahora son muy diferentes unas de otras: documentales, silentes, experimentales, narrativas... La estética de film a film es casi anti-auteur de alguna manera, para encontrarle la misma imagen exacta. Pero es porque todas tienen el mismo espíritu y las mismas preguntas, anulan su propósito, y desembocan en algo auteur. El estilo en realidad depende de la idea que quiero realizar, en sincronización con lo que tenga en ese momento. Si puedo filmar en 35mm con actores profesionales, entonces armo algo narrativo, comercial y muy simple si es de bajo presupuesto. Si deseo captar algo espontáneo, natural, entonces lo hago con digital. Es cine práctico.
- Eres un cineasta joven. Cómo es un día común y corriente de Raya Martín, considerando que filmas desde los 17 años, a esa edad muchos adolescentes aún no tienen claro qué hacer…
La mayoría de días es así: levantarse en la tarde, internet, desayunar, internet, cenar, internet... A veces salgo a beber con mis amigos hasta muy temprano en la mañana. Luego me voy a dormir. En alguna parte de ese horario, me pongo a pensar ideas. Días laborales significan una o dos semanas de filmación por 24 horas al día. Después, regreso a la rutina de no hacer nada. A la gente le parece idealista, pero cumplir este horario hace parecer muy, muy atractivo un día normal de trabajo.
- ¿Cuáles son tus preferencias, cuáles inspiraron tus films? ¿Cuáles son las películas que sueles ver una y otra vez?
En lo que se refiere a hábitos de ver películas, soy un chico normal que fue a una escuela de cine y experimentó algunas obras mágicas. Siempre hay un Tarkovski, un Hou Hsiao Hsien, Antonioni. Pero están en la misma caja que una película de Tina Fey o de Disney. A partir de entonces veo más televisión que películas, así que en cuestión de hábitos son más películas de HBO que, digamos, DVD's piratas de Kelly Reichardt y James Gray. Además, rara vez las veo en un cine, a menos que sea un festival o salga en una cita.
- Now Showing, uno de tus trabajos recientes, dura más de cuatro horas y toca el tema de la piratería de DVD en Filipinas. No la he visto pero no dejo de pensar en las similitudes que puedo encontrar con lo que sucede en Lima. Aquí tenemos un lugar llamado Polvos Azules y es el santuario cinéfilo de la piratería del continente. ¿Cómo te acercas a ese tema?
La película no dice mucho sobre los problemas legales de la piratería en la industria. Se trata más de la idea de este cierto lugar bombardeado por tantas copias de cine, siendo éste algo mágico, momentáneo... lo que sea que es el cine. El personaje no es una abogada, sino una mujer joven normal, así que sus preocupaciones son diferentes, la familia, el novio, ese tipo de cosas. ¿Cómo tratas con la piratería? Se convierte en un asunto que involucra una forma de pensar. Conceptual. Creo que estos centros de piratería son las nuevas bibliotecas, son centros culturales. Les confiamos nuestras decisiones personales. Pero son más preguntas y respuestas para la vida misma.
Entrevista: Mónica Delgado
Traducción: Cristhian Manzanares
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