sábado, 7 de julio de 2007


DOUGLAS SIRK EN RETRO

La lección de Douglas Sirk es permanente. Él es la prueba de que el “cine de autor” no está reñido ni con la industria ni con el género.

Nadie, como Sirk, dio cuenta de la intolerancia, el racismo, la xenofobia, la frivolidad, el clasismo, el consumismo y el costado oscuro, alienante y banal del American Dream. Y lo hizo para la Universal en los años cincuenta, en películas que eran la cumbre de la estilización, de la orquestación sinfónica, del cinemascope usado como espejo hipertrófico de la realidad, del cromatismo destellante, de la figuración estelar.

El de Sirk, para decirlo como Manny Farber, es un arte termita; trabaja carcomiendo las convenciones, dejando a salvo las líneas maestras de la fachada pero subvirtiendo los fundamentos. Se mueve entre los intersticios del género y convierte las historias románticas conformistas en cuentos crueles. Incluso cuando los finales de sus películas son felices, la impresión que nos dejan las trayectorias de los relatos es la de una impotencia creciente, de la desesperanza como única forma de sobrellevar la realidad. El final feliz es una convención que se cae de pura mentirosa ya que es resultado de la transacción que hacen algunos personajes para no quedar devastados y fuera del juego.

¿Quiénes son los personajes de Sirk?
Gente que busca un último momento de felicidad a pesar de la hostilidad del entorno. Son, por eso, emblemáticos del melodrama. Tratan de apurar la realización de su deseo, o la culminación de su amor, antes que la guerra (Tiempo para amar, tiempo para morir), la intolerancia social y las diferencias de clase (Lo que el cielo nos da), la ceguera (Magnífica obsesión), la ambición y la locura capitalistas (Palabras al viento) o un accidente definitivo (Ángeles empañados) los separe para siempre.

¿Y cómo los filma?
Apostando a lo ilusorio, a lo que parece y no es, a la figuración transitoria. Es decir, reflejados en espejos, en superficies lustrosas, o duplicados en el encuadre, mirando a través de ventanas o recortados en el umbral de una puerta, o iluminados por un color de raigambre expresionista tan intenso que no se puede mantener en el tiempo. El color de la euforia se transforma muy rápido, se pervierte, y termina estallando en un matiz incierto de acento crepuscular, fotografiado por el maestro Russell Metty. Al final, sólo quedan ruinas, en sentido literal (la maravillosa Tiempo para amar, tiempo para morir) o metafórico (Ángeles empañados, basada en un relato de William Faulkner).

El de Sirk es un cine de la lucidez, del pisar la realidad y el darse cuenta. El evento trágico del melodrama, en manos de Sirk, no es producto de un destino fatal o un designio divino contra el que no cabe rebelión alguna. Siempre hay una determinación social en la infelicidad. Las diferencias de clases y de razas son, en sus cintas, más destructivas que cualquier azar fatídico.

No es casual que un danés de nacimiento, hombre nacido con el siglo XX y educado en artes plásticas y escénicas en la Alemania de los años del ascenso del nazismo, conocedor del marxismo y admirador de las vanguardias artísticas y de la obra de Bertold Brecht, ofreciera un retrato semejante de su país de adopción, Estados Unidos.

Tampoco es casual que Fassbinder admirara tanto su obra –sobre la que tiene un texto crítico ejemplar- y que tomara Lo que el cielo nos da para ofrecer una versión extraordinaria: El miedo corroe el alma, también conocida como Todos los otros se llaman Alí. En ella Fassbinder despedaza el optimismo consumista de la Alemania post-Adenauer con el mismo bisturí que usó Sirk para rasgar el satisfecho materialismo de la Norteamérica de la postguerra. Todd Haynes también hizo una versión de Lo que el cielo nos da: Lejos del cielo, con Julianne Moore.

Sirk no sólo dirigió melodramas. También filmó formidables películas de aventuras. Unas y otras están en el indispensable ciclo que ofrece el canal Retro en este mes de julio. A cruzar los dedos para que pasen las películas en el formato respectivo.

La programación aquí: http://espanol.retro.tv/scripts/

Ricardo Bedoya

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Gran decepción, Retro pasó tres películas filmadas en Cinemascope -Sign of the Pagan, Taza y Tiempo de amar...- en formato reducido, por lo que no me quedó más opción que apagar la tv o oambiar de canal. Una pregunta: ¿alguna vez se vio en Lima Tiempo de amar en formato original? No me refiero al año de su estreno en cines, sino a digamos los últimos 30 años. Tenía alrededor de 8 años cuando la pasaron en tv en formato reducido, doblada, en blanco y negro, con cortes comerciales, y aún así dejó huella en mí. Luego la encontré en vhs, también en formato reducido, y sé que no ha salido en dvd. Mi pregunta es si al escribir "la maravillosa Tiempo de amar" el sr. Bedoya lo hace con la autoridad de haberla visto en cinemascope, no sé si en Lima o en el extranjero. Si no es el caso, ¿no es aventurado alabar a tal punto un película vista en condiciones no ideales? Sí, por lo que he visto de Tiempo de amar, no dudo que sea maravillosa, pero no podría aseverarlo al 100% ya que sólo he podido ver una "porción" de ella, no la película en sí. Creo que uno nunca ha visto Algo para recordar o Siete novias o Río sin retorno si no lo ha hecho en cinemascope -algunos puristas dirán "si no se han visto en sala de cine", pero no estamos en París ni en New York, así que quedémonos con el dvd, que bastante satisfacciones nos da. Tal vez este es un buen tema a discutir: quien ha visto las películas cinemascope de Sirk en formato reducido estos últimos días en Retro, ¿pueden decir que las han visto realmente? Yo digo que definitivamente no.

Anónimo dijo...

De acuerdo en todo lo que dice el lector. La vi en marzo del 90 en un día que vi también El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante y WR Misterios del organismo de Makavejev. Era un cine pequeño, de pantalla reducida, pero con proyección panorámica. Afectaba a Sirk y a Greenaway, pero no como cuando se pasan en una proyección de proporciones regulares. Al día siguiente vi Design for Living, de Lubitsch y The Bad and the Beatiful, de Minnelli,y eran perfectas en esu formato. Es el problema de muchos cines europeos que exhiben viejas películas: sus pantallas no permiten el realce del Scope.

Antes la había visto en la copia flat de la tv. Y debo decir que vi la mitad el luesn pasado otravez. Aun mutilada, la película es espléndida.

Lástima que Retro no las pase como se debe. Aunque es comprensible: hay películas de Sirk que no han sido editadas como se debe.

De acuerdo: es una decepción y así no se puede ver a Sirk ni a ningún cineasta con películas en ese formato.r