jueves, 16 de diciembre de 2010

Blake Edwards


En medio del debate sobre la ley de cine, llega la noticia de la muerte de un grande, Blake Edwards (1922-2010)

Justo hace dos días, luego de ver la interesante "Amor por contrato", pensaba en lo que Blake Edwards, maestro de la sátira sofisticada, hubiera hecho con una historia de ese tipo.

Se le recordará por la serie de "La pantera rosa" y por las torpezas del Inspector Clouseau, pero sus grandes títulos transitan lo burlesco ("La fiesta inolvidable"), lo dramático (la formidable "Días de vino y rosas"), la observación social ("Muñequita de lujo"que es, además, una obra maestra de la comedia sofisticada), el humor paródico ("La carrera del siglo"), la nostalgia ("Dos vaqueros errantes"), la reflexividad ("Así es la vida"), la sátira corrosiva ("S.O.B. Se acabó el mundo"), el romance crepuscular ("10, la mujer perfecta", "La semilla del tamarindo"), el suspenso criminal (la notable "Experimento en terror" y "Peter Gunn"), la comedia de enredos, simulacros y equívocos ("Víctor Victoria"), entre otros.

Fue el cronista de la burguesía acomodada y snob a la que observaba celebrando en "parties" hilarantes, secuencias corales filmadas con una maestría formidable, pero también un virtuoso del gag, del chiste visual que se gesta, desarrolla y desvanece con una técnica depurada. Pero así como dirigía escenas de delirio destructivo, también sabía afirmar la cámara para registrar los gestos de los actores, sus momentos de intimidad. Nunca se vio a Audrey Hepburn, a Lee Remick, a Jack Lemmon, a Julie Andrews, a Peter Sellers, a Dudley Moore, tan frágiles y desprotegidos como en sus películas. Audrey cantando "Moon River" o llegando de madrugada a la Quinta Avenida para "desayunar" con los diamantes de Tiffany, son cumbres del cine de Edwards.

Ricardo Bedoya

2 comentarios:

Kiko Silva dijo...

Cierto. Blake Edwards fue un grande. Uno de sus últimos gags memorables es el de los preservativos fosforescentes de "Skin deep" (1989).

Anónimo dijo...

El testamento filmico de Peter Sellers, a mi juicio, es la composicion que hace del personaje que pone el universo (la mansion en Los Angeles), literalmente de cabeza. La cinta termina con un aire nostalgico, como sellando el fin de una era, de una forma de concebir el cine. Sellers expresa su personaje a plenitud (acaso como no era capaz de ser el mismo en la realidad): ludico, espontaneo, generoso. Las catastroficas e inocentes rutinas del personaje central desnudan la materia de la realeza hollywoodense, la que esta detras de camaras. Edwards fue el mentor de Sellers. Sera este un buen momento para revisar su filmografia.
Martin Sanchez Padilla