jueves, 20 de mayo de 2010

Crítica de la crítica

Veo que el postulado que propuse en mi artículo anterior del 24 de abril (“¿Para qué sirve la crítica de cine en el Perú?”) generó varias críticas e inquietudes, lo que me causa, debo confesar, cierto beneplácito pues esa era mi intención: provocar la suficiente polémica como para, en base a las respuestas dadas, ir elucidando una respuesta correcta a la pregunta invocada.

La objeción más recurrente que se me hizo fue sobre todo a mi sugerencia de que los críticos cinematográficos pasaran primero por la experiencia creativa, rebatiéndola con argumentos tales como: “¿Acaso para ser comentarista político se necesita ser antes congresista?…” y les doy la razón a todos ellos, en especial a Chacho León quien además precisa que: “…Pero la crítica no es un comentario ni un análisis de la técnica, sino del resultado de esa técnica, es decir, de aquello que se materializa en la pantalla: ese es el terreno del crítico... ”.

Pues ésa, precisamente, es mi principal “crítica” a algunos de los “críticos cinematográficos”: lo que éstos realizan “no es un análisis de la técnica, sino del resultado de esta técnica” es decir se sitúan en la cómoda posición del observador, careciendo muchos de ellos de los conocimientos más elementales -y a menudo hasta del criterio mínimo- como para que realmente realicen una crítica que al menos se pueda considerar como tal. Es cierto que no hay que ser previamente torero para hablar con propiedad sobre faenas taurinas, pero no me podrán negar que si en alguna ocasión estos críticos pasaran por la experiencia previa de la adrenalina como novilleros, luego harían sus críticas con mayor autoridad. Por lo menos tendrían una vivencia más intensa cada vez que “observasen” una corrida.

Yo pienso como Chris Huntley que “lo que me pueda decir una película está estrechamente vinculado a la experiencia de la audiencia con la historia, mientras que la estructura de la película está ligada a la perspectiva del autor de la historia”(1). Mientras, desde la perspectiva del espectador podemos realizar una síntesis de los elementos subyacentes de la historia y descubrir su "significado"; desde la perspectiva del autor asumimos un significado dado que es el que nos permite una manipulación de la disposición de la estructura y la dinámica de la historia y es justamente por esta diferencia entre autor y espectador que sugiero a los críticos intentar una experiencia cinematográfica ya no sólo como espectador, sino también como creador: no podría más que redundar en un salto cualitativo de su reseñas.

A mí, como espectador, no siempre es fácil desligarme de mi punto de vista de cineasta. Yo no sé que es lo que precisamente significa para cada uno de ustedes la experiencia de ver una película, pero sí lo tengo muy claro lo que quisiera que ésta signifique para mí: una buena película me enseña a vivir, hace de mí una mejor persona. Un ejemplo: “Hace mucho que te amo”, la película francesa que estrenaron en Lima el año pasado y que casi nadie vio. Salí de la sala de cine conmovido imaginándome el amor de esa madre por su hijo y el precio que estuvo dispuesta a pagar por la decisión que tomó. Pero también de cierto modo hizo de mí una mejor persona pues conozco a alguien que alguna vez ya pasó por la sórdida experiencia de varios años de prisión: a él ya no lo sigo juzgando con tanto prejuicio, alargándole su condena -por un delito que ya pagó- con una injusta exclusión social. Otra película, totalmente distinta, esta vez una comedia ligera, “Sin tabú salió del closet”: no sólo me reí, también hizo de mí un ser más tolerante y menos prejuicioso con todos aquellos que adoptan una opción sexual que les acarrea tanto incomprensión social como dolor, proveniente hasta de sus seres más queridos. Para mí siempre me quedó muy claro para que me sirve el cine: por el simple método de la empatía con aquellos personajes, me “vacuno” con esas experiencias que no soy yo, necesariamente, quien tuvo que pasar por ellas. El cine, así como la buena literatura (novela, pero también teatro y poesía) me enseña a vivir y me mejora como persona.

Pero muy bien pudo haber sido que yo, ya no el cineasta, sino “el otro” (el que para mi suerte, aún no tiene tanto peso sobre mi punto de vista), el “espectador peruano promedio”, acostumbrado sobre todo al lenguaje de las películas comerciales -donde todos los datos ya vienen dosificados como para que me sean entregados en los momentos precisos en los que yo debería “conmoverme” (ayudado además por otros elementos como la musiquita apropiada)- la viera y tal vez entonces muchos detalles por ahí no me hubiesen resultado tan evidentes, que sintiera que ciertos datos me faltaron; en ese caso, un buen crítico me hubiera hecho falta para asistirme a que el mensaje de esos films lleguen a mí. Afortunadamente, para ambos casos de las películas mencionadas, si hubo buenas críticas que cumplieron justamente esta función: nos orientaron.

Pero ¿puedo tomar como sería, considerarla siquiera “crítica cinematográfica” cuando los criterios con que se juzgan son tan arbitrarios como calificar de “bodrios” todas las películas de Chicho Durant y lo mismo -o casi- con las de Augusto Tamayo y/o las últimas de Francisco Lombardi?

Una objeción que no se me hizo y que por lo tanto, hasta ahora, sigo considerando como válida es mi afirmación que, sobre todo, la crítica cinematográfica en el Perú consiste en “hacer una reseña de los estrenos que se van dando semana a semana”. ¿Por qué entonces tanta inquina y mezquindad con nuestro propio cine, mientras que sin son capaces de encontrarle semanalmente grandes valores hasta a un cine tan premeditadamente efectista y populista como las del género “gore”?

Es cierto que “la función del crítico no es la de motivar a ver una película, eso es un asunto de la publicidad y de las tácticas de promoción”, pero si estoy convencido que en el Perú la crítica cinematográfica es el factor determinante, el que más peso tiene a la hora de definir “la publicidad boca a boca” pues, por lo menos cuantitativamente, son mucho más los lectores que prefieren adoptar los juicios de los críticos como suyos, que los espectadores que asisten a las salas a ver las obras en cuestión.
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(1) “meaning is tied to the audience's experience of the story while structure is tied to the author's perspective of the story. The audience perspective allows a synthesis of the underlying story elements to discover its "meaning." The author's perspective assumes a given meaning (author's intent) and allows manipulation of the arrangement of the story's structure and dynamics”. En “How and Why Dramatica is Different from Other Story Paradigms” by Chris Huntley Copyright © 2007 Write Brothers, Inc.
Rafael Zalvidea

5 comentarios:

Anónimo dijo...

1. Cualquier crítica, la que sea, es arbitraria, y punto. El problema de Zalvidea es que aún cree en que el cine, la literatura y la música deben dar mensajes -¿positivos?-. Y sobre el enriquecimiento personal, habría que ser un tonto para creer que ese 'enriquecimiento' solo es exclusividad de quienes no ejercen la crítica de cine.

2. "la crítica cinematográfica en el Perú consiste en hacer una reseña de los estrenos que se van dando semana a semana". En Perú nada más? En todo el mundo es así, pero hay blogs a cargo de críticos de cine que se dedican a más, como este mismo, y otros. Lo que pasa es que cuando se desconoce y luego se generaliza, uno tropieza...

3. Una pregunta: qué crítico en el país ha sostenido que toda la obra de Durant es un bodrio? O esta afirmación es una 'arbitrariedad' del Zalvidea crítico de los críticos?

Luis Alayza dijo...

Ya paren la discusión entre críticos que a nadie le importa. Bedoya, habla de Harvard y publica tu ponencia en el blog. Dice la página web de Harvard que estuvieron García Canclini, Gubern y otros, di queé dijeron y ya basta de dimes que te digo. Cambien de tema.

Anónimo dijo...

Bien anacrónica la visión del cine del señor Zalvidea, descxalificando el gore y alabando los valores humanistas y paparuchas de ese tipo. Se quedó en los 50.

Isaac León Frías dijo...

Sólo dos comentarios breves:
1) Yo pensé que, cuando Rafo
sugería que los críticos pasaran
por la experiencia práctica, apuntaba a que se conociera el
manejo del medio, que se viera a
través del visor de la cámara,
pero para hacer un llamado a la
sensibilización frente a lo que
ofrecen las películas, qué necesidad hay de ponerse en la piel del realizador?

2) Es cierto que hay trato, más que
injusto, yo diría discriminatorio o
excluyente hacia ciertos realizadores y películas por parte de algunos críticos y blogs, que no
suelen sustentar las afirmaciones
categóricas (tipo "me da verguenza el cine que se hace en el Perú")o
los supuestos y prejuicios de los
que parten. Pero hay críticas y
acercamientos mucho más fundamentados como los que se pueden encontrar en este blog, por
ejemplo.

Anónimo dijo...

Bedoya tiene usted que cuidar quienes colaboran en su blog. Zalvidea y Cabrejos no le hacen favor alguno.