En el Espacio Filmoteca, la Filmoteca de la PUCP presenta tres documentales. He visto dos de ellos y son muy interesantes, sobre todo por el material informativo que descubren más que por su tratamiento cinematográfico, que resulta más bien convencional.
“Marker 72” narra las circunstancias de la visita del cineasta Chris Marker a Chile durante el primer semestre de 1972, en pleno gobierno de la Unidad Popular, cuando los días aún eran esperanzados. Marker llega “colado” con el equipo de Costa Gavras que se apresta a filmar “Estado de sitio”. Quiere ver el país y conocer la situación política en directo. Años antes se había vinculado con Chile de modo oblicuo, escribiendo el texto de “Valparaiso”, de Joris Ivens, un documental de acentos resnaisianos.
La película muestra el clima del Chile de la época y los testigos narran la furtiva presencia de Marker, ese hombre alto, flaco, esquivo, de apariencia extraña. Marker no se dejaba entrevistar ni fotografiar y no asistía a festivales o actos públicos. Era un solitario y así lo recuerdan los que lo conocieron en el Santiago militante de entonces.
Se suceden los testimonios, todos fragmentarios, inseguros, borrosos. Como si Marker hubiera sido un fantasma o una aparición. Hay un lado “Rashomon” en ese cúmulo de manifestaciones que van construyendo un recuerdo que es evanescente para todos. Hablan, entre otros, José “Pepe” Román, gran cinéfilo; Pedro Chaskel y Patricio Guzmán, que ancla el testimonio porque él sí trató, trabajó y recibió ayuda y colaboración de Marker.
La otra película que presenta Espacio Filmoteca es "Un retrato de Diego", de Gabriel Figueroa y Diego López Rivera. Los realizadores son el hijo del fotógrafo mexicano Gabriel Figueroa y el nieto del pintor Diego Rivera, respectivamente. La película se construye en torno del descubrimiento de un cortometraje filmado por el fotógrafo Manuel Álvarez Bravo que muestra a Diego Rivera preparando y haciendo esbozos para su obra. Es el testimonio de un pintor haciendo su trabajo. Rivera posa y dirige al gran fotógrafo Álvarez Bravo, su amigo cercano.
Pero las imágenes del corto hallado son el pretexto para hacer una incursión en el análisis de los estilos visuales de los artistas involucrados en el proyecto: Rivera, Álvarez, Figueroa. Es decir, tres maestros que dan cuenta de un México que, a fines de los años cuarenta, ve el paso de la exaltación nacionalista a la modernidad, del muralismo exaltado a las tendencias artísticas que lo cuestionan, del agrarismo idealizado a la preocupación por los asuntos de las ciudades que se desbordan. José Luis Cuevas, Carlos Monsiváis, entre otros, van interviniendo y anotando los rasgos estilísticos y sus transformaciones. Monsiváis tiene un par de comentarios brillantes sobre una secuencia de “Río escondido” y sobre el estilo fotográfico de Gabriel Figueroa en “Los olvidados” de Buñuel. Esos comentarios de Monsiváis-y una escena en la que vemos a Rivera pintando a Dolores del Río, que posa con gesto de diva- valen toda la película.
Ricardo Bedoya
1 comentario:
Muchas gracias por estas dos reseñas Ricardo. Motivan el interés de conseguir este tipo de documentales en el mercado "negro" (pirata), sobre todo el segundo, el referido a Rivera. Y es que no hay otra manera de poder ver este tipo de trabajos ya que el CC.CC de la Católica no suele programar estos documentales para el acceso abierto del público.
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