El diario "El Comercio", en su edición del sábado 7 de mayo, editorializó sobre la asimilación de CONACINE por el Ministerio de Cultura. El texto es el siguiente:
Un golpe al cine nacional
Desde su creación, el Ministerio de Cultura ha venido adoptando medidas que, lejos de fortalecer los estamentos responsables de favorecer la creación intelectual y la industria cultural en el país, los burocratiza y resta independencia. Tras el fallido intento de disolver por absorción las escuelas de arte, ahora le cayó la daga al Consejo Nacional de la Cinematografía (Conacine).
Esto ha despertado la preocupación de los gremios del cine que, de la noche a la mañana, han pasado de integrar una institución autónoma a una dependiente de la burocracia estatal.
En este contexto, Conacine ya no podrá normar su funcionamiento y deberá adecuarse a las decisiones del ministerio, es decir, del Poder Ejecutivo. Será un simple consejo consultivo y sus decisiones serán no vinculantes. Es probable que en este nuevo horizonte, la independencia de la industria cinematográfica, tan reconocida en los últimos años, se verá afectada. Depender del Ejecutivo creará, sin duda, intromisión y una camisa de fuerza de los gobiernos de turno sobre la libre creación de los cineastas y hasta censura previa de los proyectos que incomoden a los sucesivos regímenes.
Los vacíos generados en materia presupuestal son varios. Conacine administraba una partida, asignada por la Ley 26370 de 1994, que le permitía premiar los esfuerzos de los cineastas de nuestro país. Bajo las nuevas normas no están claros los mecanismos que le garantizarán disponer de las partidas necesarias.
El Ministerio de Cultura dice que los fondos no serán mermados, que eso se normará en un futuro reglamento. Pero es una pésima señal que los fondos de este año estén congelados, lo que paraliza una institución promotora de la cinematografía justamente cuando venía siendo reconocida en el ámbito internacional.
Esto ha despertado la preocupación de los gremios del cine que, de la noche a la mañana, han pasado de integrar una institución autónoma a una dependiente de la burocracia estatal.
En este contexto, Conacine ya no podrá normar su funcionamiento y deberá adecuarse a las decisiones del ministerio, es decir, del Poder Ejecutivo. Será un simple consejo consultivo y sus decisiones serán no vinculantes. Es probable que en este nuevo horizonte, la independencia de la industria cinematográfica, tan reconocida en los últimos años, se verá afectada. Depender del Ejecutivo creará, sin duda, intromisión y una camisa de fuerza de los gobiernos de turno sobre la libre creación de los cineastas y hasta censura previa de los proyectos que incomoden a los sucesivos regímenes.
Los vacíos generados en materia presupuestal son varios. Conacine administraba una partida, asignada por la Ley 26370 de 1994, que le permitía premiar los esfuerzos de los cineastas de nuestro país. Bajo las nuevas normas no están claros los mecanismos que le garantizarán disponer de las partidas necesarias.
El Ministerio de Cultura dice que los fondos no serán mermados, que eso se normará en un futuro reglamento. Pero es una pésima señal que los fondos de este año estén congelados, lo que paraliza una institución promotora de la cinematografía justamente cuando venía siendo reconocida en el ámbito internacional.
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