Título: Golpe mortal al cine peruano
En diciembre del año pasado el Congreso aprobó una Ley de Masificación y de Fomento a la Producción Cinematográfica que enfrentó a los gremios que agrupan a nuestros cineastas y no satisfizo a nadie. La ley suponía una alianza entre tres sectores contrarios, como son los de producción, exhibición y distribución, estos dos últimos enfeudados al peor cine de Hollywood.
Pero además, en su apuro por ser aprobada, derogó también la cuota de apoyo estatal a Conacine que ordena la Ley de Cine vigente, con lo cual nuestra cinematografía perdió lo seguro por lo incierto. Fue esta última situación la que logró unir voluntades y, finalmente, los cineastas en conjunto pidieron al presidente García no promulgar el proyecto, el cual retornó al Ejecutivo para ser reformulado.
El nuevo proyecto fue negociado por el Ministerio de Cultura y enviado nuevamente al Consejo de Ministros, donde no logró apoyo para su envío al Congreso y todo lleva a pensar que será encarpetado, y que la larga lucha de los cineastas por modernizar el instrumento legal que rige su actividad quedará en nada bajo el presente gobierno.
Pero a esta mala noticia ha seguido otra peor. La de la “absorción” de Conacine por el ministerio de Cultura, lo que en la práctica significa su total pérdida de autonomía. Es necesario indicar que el Conacine es un Consejo que integra a partes iguales a los distintos sectores relacionados con el cine, los cuales eligen a sus representantes en comicios democráticos. De acuerdo a la ley vigente es el organismo rector del cine nacional y administra el presupuesto destinado al cine por dicha norma, el cual se aplica a la realización de dos concursos de cortos y otros tantos de guiones de largometrajes, cuyos premios aseguran una primera fase de producción.
Nunca los diferentes gobiernos cumplieron con entregar la totalidad del monto destinado a premios por la ley, pero desde el inicio de este gobierno -y gracias a la muy eficaz gestión de la sonidista Rosa María Oliart al frente de Conacine- se logró un incremento paulatino de recursos, hasta llegar a los cinco millones de soles presupuestados para este año, y ahora paralizados.
Los resultados están a la vista: la producción se ha incrementado, hay una nueva generación de cineastas y nuestro cine ha obtenido premios en importantes festivales. Incluso este año se pudo realizar por primera vez un concurso para apoyar proyectos del cine regional. Ahora todo se irá al traste, pues Conacine pasa a ser uno más de la veintena de organismos burocráticos del Ministerio de Cultura, con lo cual se reitera, en peor, la historia. En el primer gobierno del doctor García, la Ley de Cine quedó pendiente en el Senado; en el segundo tampoco habrá nueva ley y el Conacine, que funcionaba bien, quedó cancelado y sin presupuesto. Se vienen tiempos aún más duros para el cine peruano.
En diciembre del año pasado el Congreso aprobó una Ley de Masificación y de Fomento a la Producción Cinematográfica que enfrentó a los gremios que agrupan a nuestros cineastas y no satisfizo a nadie. La ley suponía una alianza entre tres sectores contrarios, como son los de producción, exhibición y distribución, estos dos últimos enfeudados al peor cine de Hollywood.
Pero además, en su apuro por ser aprobada, derogó también la cuota de apoyo estatal a Conacine que ordena la Ley de Cine vigente, con lo cual nuestra cinematografía perdió lo seguro por lo incierto. Fue esta última situación la que logró unir voluntades y, finalmente, los cineastas en conjunto pidieron al presidente García no promulgar el proyecto, el cual retornó al Ejecutivo para ser reformulado.
El nuevo proyecto fue negociado por el Ministerio de Cultura y enviado nuevamente al Consejo de Ministros, donde no logró apoyo para su envío al Congreso y todo lleva a pensar que será encarpetado, y que la larga lucha de los cineastas por modernizar el instrumento legal que rige su actividad quedará en nada bajo el presente gobierno.
Pero a esta mala noticia ha seguido otra peor. La de la “absorción” de Conacine por el ministerio de Cultura, lo que en la práctica significa su total pérdida de autonomía. Es necesario indicar que el Conacine es un Consejo que integra a partes iguales a los distintos sectores relacionados con el cine, los cuales eligen a sus representantes en comicios democráticos. De acuerdo a la ley vigente es el organismo rector del cine nacional y administra el presupuesto destinado al cine por dicha norma, el cual se aplica a la realización de dos concursos de cortos y otros tantos de guiones de largometrajes, cuyos premios aseguran una primera fase de producción.
Nunca los diferentes gobiernos cumplieron con entregar la totalidad del monto destinado a premios por la ley, pero desde el inicio de este gobierno -y gracias a la muy eficaz gestión de la sonidista Rosa María Oliart al frente de Conacine- se logró un incremento paulatino de recursos, hasta llegar a los cinco millones de soles presupuestados para este año, y ahora paralizados.
Los resultados están a la vista: la producción se ha incrementado, hay una nueva generación de cineastas y nuestro cine ha obtenido premios en importantes festivales. Incluso este año se pudo realizar por primera vez un concurso para apoyar proyectos del cine regional. Ahora todo se irá al traste, pues Conacine pasa a ser uno más de la veintena de organismos burocráticos del Ministerio de Cultura, con lo cual se reitera, en peor, la historia. En el primer gobierno del doctor García, la Ley de Cine quedó pendiente en el Senado; en el segundo tampoco habrá nueva ley y el Conacine, que funcionaba bien, quedó cancelado y sin presupuesto. Se vienen tiempos aún más duros para el cine peruano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario