El sentimiento de la muerte marca “Un hombre solo”, primer y prometedor largometraje del diseñador de modas Tom Ford. Es una presencia fantasmal impregnada en la textura de cada una de las imágenes de la película. Está en el sueño con que se abre el filme, en la fantasía funesta del personaje principal, en la evocación de tiempos que ya no se pueden recuperar, en los tonos grises y marrones de la fotografía, en el clima de onirismo vaporoso que baña la cinta, en la hecatombe nuclear que puede estallar ese mismo día de 1962 en que transcurre la acción. Está también en cada uno de los gestos y actos del protagonista, George Falconer (Colin Firth), que prepara su propia ceremonia fúnebre, puesta en escena minuciosa sólo interrumpida por la rutina laboral: la de enseñar literatura en un “college” y afanarse explicando textos de Aldous Huxley a sus alumnos, o visitar a su querida amiga Charley (Julianne Moore). El tratamiento de la película duplica esa representación mortuoria, adopta su sentido ceremonial, rituales y gestos.
Una escena resume la fluencia y el estilo de “Un hombre solo”: en el estacionamiento de un negocio de venta de licores, delante de un afiche inmenso de “Psicosis” que muestra a la aterrada Janeth Leigh con los ojos abiertos ante la certeza de su muerte próxima, Falconer conversa con un joven que trata de seducirlo. Queda fascinado con la belleza del muchacho, pero se resiste a seguirlo. De pronto, como en una epifanía, el cielo de Los Angeles cambia de color, se hace cálido, denso, como enrojecido. El hombre mayor se inquieta ante el efecto atmosférico, mientras el joven gigoló trata de explicarle la causa. Luego, se separan. El “hombre solo”, apegado al recuerdo enfermizo del pasado, enfrenta la revelación de la belleza, la sensualidad y la apelación de lo inmediato, lo actual y lo presente. Pero como la protagonista de “Psicosis”, tiene el destino escrito y no le queda más que seguir alimentando su fantasía de muerte. En lo más profundo de la pena, de pronto aparece un estallido, un entusiasmo, la posibilidad de una salida, pero sólo es una ilusión.
El tratamiento de “Un hombre solo” se debate en esa misma alternativa. Se multiplican las imágenes acicaladas, maquilladas y compuestas; los afeites y los adornos; las cámaras lentas; la fascinación por el artificio; la imaginería satinada propia de la edición de colección de una revista de modas; los virajes sepia; la escrupulosa y hasta maníaca reconstrucción de ambientes, escenografías y vestuario de inicios de los años sesenta; la estética del “look”; la referencia virtuosa a los cineastas admirados por Tom Ford, desde Douglas Sirk hasta Wong Kar-Wai, pasando por el Todd Haynes de “Lejos del cielo” y Almodóvar. En una palabra, se apunta el manierismo.
Pero esa pirotecnia no logra opacar la emoción y gravedad concentradas en el rostro de Colin Firth, dirigido con notable precisión y maestría. Los primeros planos que muestran sus gestos tienen un rigor en el encuadre que lima cualquier posibilidad de desborde emocional. La escena de la llamada telefónica que le anuncia el accidente de su pareja es ejemplar: un ejercicio de concentración, retención y pudor. La misma destreza en la dirección de actores se luce en los encuentros con Julianne Moore, formidable como siempre. En esos momentos, el rostro pasa a un segundo lugar. La complicidad con la vieja amiga y amante se encarna en los cuerpos, en la torpeza de sus movimientos, en esos cariñosos pero desaliñados gestos que ya no expresan pasión. Lo mismo ocurre en la secuencia final, la del cotejo con el muchacho desnudo. Los cuerpos adquieren ahí otra dimensión, más tensa y acerada, la del deseo que se reprime.
Ricardo Bedoya
3 comentarios:
Sr. Ricardo Bedoya
utilizo este hilo de comentarios, teniendo en cuenta que no existe una dirección de correo electrónico en el perfil del blog.
Bueno el motivo de mi comentario es en primer lugar para saludarlo y expresarle mis felicitaciones por su programa ne la televisión y por su blog. Es notable que cada publicación tiene un alto nivel.
Bueno, desearí saber si es posible sostener una entrevistacon usted acerca del Cine social o el cine de corte social que desarrolló el Grupo Chaski, en las películas Gregorio y julihana.
La entrevista es con fines estrictamente académicos, soy tesista y tengo como tema precisamente el Análisis de estas dos péliculas dentro del cine social que se desarrolló en los años ochenta. Agradeceré su respuesta por medio de este hilo, ya que como acoté al inicio, veo que es esta la única forma de contactarlo.
Aburrida
Señor Bedoya.
Responderáa el cuestionamiento anterior que le hice? o no le llegó nada?
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