domingo, 14 de noviembre de 2010

La pantalla furtiva

Christian Wiener envía este artículo sobre los temas que se debaten en el blog y que, ojalá, lleven a una discusión mayor y a resultados concretos.
He venido leyendo con interés las opiniones publicadas en el blog “Paginas del diario de Satán” en los últimos días respecto al pobre resultado comercial de los últimos estrenos nacionales y la eventual posibilidad de retorno de los cortometrajes a las salas comerciales. Ante todo, saludo este intercambio de pareces, donde han participado Ricardo, Rafael, Chacho, Emilio y Manuel; y celebro que todos hayan expuesto sus puntos de vista con argumentos atendibles (y discutibles, por supuesto) pero sin caer en la adjetivación o la descalificación personal, que turbaron a la comunidad cinematográfica en los últimos tiempos.

Quiero, sobre la base de lo dicho, adelantar algunas primeras impresiones personales de los temas en debate, con cargo a profundizarlas en los próximos días:

Es innegable que el pobrísimo resultado en las taquillas de las películas peruanas estrenadas comercialmente este año es un dato preocupante, que en realidad no hace sino confirmar una tendencia de años precedentes, y que fueran advertidas –sin ser muy pitoniso- en un artículo que escribí para la revista “La gran ilusión” hace catorce años. Allí señalaba que la gran transformación del negocio cinematográfico, que en esos años recién empezaba, significaba no solamente un cambio tecnológico y comercial, sino también de público y contexto, y que si los cineastas peruanos no eran conscientes de los nuevos retos que se le avecinaban, podían quedar fuera de juego. Y debiera preocuparnos a todos estos magros resultados porque, no lo olvidemos, es un cine básicamente subvencionado por el Estado, y no faltaran los políticos que en cualquier momento cuestionen que siga destinándose fondos públicos para obras que en algunos casos no llegan ni a los 10,000 espectadores. Claro, se me dirá, que son obras para fondos de financiamiento y festivales, donde algunas películas han tenido muy buenas actuaciones, pero, me pregunto ¿es sostenible una cinematografía que sólo mire a elitistas certámenes y no al mercado local?

Lo anterior, sin embargo, no debe hacernos cree ingenuamente que la “solución” pasa por hacer supuestas películas comerciales. También el mercado nos ha dado muestras en los últimos años de que producciones hechas pensando sólo en la taquilla y los gustos del respetable, si bien han obtenido un poco más que los otros títulos, tampoco fueron los éxitos que vaticinaban sus amigos marketeros. Tal son los casos de “La Gran Sangre” o “Motor y Motivo”.

¿Debería el cine peruano renunciar a las salas comerciales? Por supuesto que no, es su espacio natural y no tiene porque ser cedido gratuitamente a las Major’s, aunque ellas lo tengan casi controlado. Pero hay que ser muy conscientes de las nuevas condiciones en que operan estas empresas hoy en día, que ya no son los viejos dueños de salas sino unas pocas corporaciones, en algunos casos trasnacionales como Cinemark, que goza incluso, no sabemos porque razón, de un Contrato de Estabilidad Jurídica con el Estado peruano. Estas multisalas han reducido la oferta cinematográfica casi exclusivamente a los productos hollywodenses más simplones y mediáticos, a tal punto que encontrar cintas de cine europeo, asiático o latinoamericano en nuestra cartelera es casi un milagro. No extraña entonces que la gran mayoría del público desconozca ese otro cine, más aún cuando ya casi no existen cine clubes y los espacios de difusión cultural se elitisan, como la Filmoteca.

¿Y cómo el cine regional si logra conectarse con su público? Es una buena pregunta, pero hay que tener en cuenta algunos factores, como el hecho de que se presenta fundamentalmente en lugares donde desapareció la exhibición comercial y por tanto no tienen mayor competencia (Ayacucho o Juliaca). Agréguese a ello, que los menores costos de producción le han permitido rentabilizar su ganancia con más facilidad. Sin embargo, creo que la diferencia fundamental es que mientras los cineastas regionales van en busca de su público y crean sus propios circuitos, los limeños esperan pacientes, y a veces sin mucho entusiasmo, que el público tradicional vaya a verlos en las salas comerciales. Esta motivación por formar espectadores es también la que animan experiencias como los microcines de Chasqui, el grupo Nómade y FENACO, y de ahí el éxito de estas experiencias.

Todo lo anterior me lleva a establecer que el quid del asunto es la construcción de circuitos de difusión alternativos, y el impulso a la exhibición cultural, que deberían merecer un apoyo concreto en la ley y del CONACINE, y no la indiferencia cuando no hostilidad con que muchas veces son vistos sus promotores. La tecnología digital facilita mucho esta tarea, y en algunos lugares hay buena disposición de las autoridades locales y regionales para impulsarlo, sólo es cuestión de darle un empuje, y los cineastas deberían tomar la batuta en este esfuerzo. Por supuesto que esto no va a solucionar el problema de fondo frente al público, pero ayudará a darle visibilidad y presencia permanente a nuestras películas. Otro espacio de difusión importante, sin duda, es la televisión, especialmente la pública como sucede en otras latitudes y, por supuesto, la red.

Para empezar a abordar el tema de fondo tendríamos que irnos al campo educativo que, como sabemos, es mayoritariamente desastroso en nuestro país. Hay que recordar que en un artículo de la actual ley se habla de que uno de los objetivos de esta es promover la enseñanza del lenguaje y apreciación cinematográfica en el nivel secundario. Es imperativo que esta disposición se lleve a la práctica, porque la formación del público y el desarrollo de su capacidad crítica es un proceso que debe empezar desde los jóvenes. No es una tarea fácil, porque hay que forjar verdaderos maestros motivadores y no rutinarios, así como romper los viejos prejuicios de las autoridades educativas hacia lo audiovisual, que sólo la conciben como reproducción de Discovery channel. CONACINE no debe seguir ignorando esa obligación, que ayudará a cambiar la percepción no sólo frente al cine peruano sino a otras cinematografías que no sean las Major’s. Tengo al respecto de lo que menciona Chacho, una experiencia importante con mis alumnos, precisamente con “La teta asustada”. Luego de que la vieron por primera vez, la mayoría coincidía que era aburrida y no les decía nada. En dos clases posteriores hablamos en profundidad sobre la película y la analizamos lo más exhaustivamente posible, y el resultado fue que muchos fueron empezando a encontrarle valores que no se percataron, e interés en un relato no convencional, y no faltó quien me solicitara una recomendara sobre alguna otra película del mismo corte para compararla. Esta pequeña experiencia me demostró, por si faltaba más, que el gusto es adquirido y formado; y por lo tanto no debemos resignarnos a la conocida frase “es lo que le gusta a la gente”.

Todo lo anterior me ratifica en que el asunto de la ley no debía reducirse al aumento del presupuesto del CONACINE, sino a un cambio integral de nuestra cinematografía y actividad, que coloque lo cultural, y no lo comercial, como su valor principal. En ese sentido, coincido con Rafael, sobre qué propósito tiene que se siga exigiendo en los concursos copias en 35 milímetros si, como ya sabemos, los exhibidores van a tratar de ningunear su estreno. Pero eso no quiere decir que no se exhiban, sino todo lo contrario. Es más, pienso un poco más audazmente, en algún sentido parte del premio debería condicionarse al estreno (y no dejarlo casi como un ritual burocrático y sin mayor compromiso) y, por qué no, estimular también con premios a quienes logren mayor acogida del público, tanto productores como exhibidores.

Se me quedan muchas cosas en el tintero, entre ellas lo del tema de los cortometrajes, pero me detengo por ahora en este punto, esperando que pueda motivar alguna respuesta que fructifique la polémica.

Christian Wiener


4 comentarios:

Anónimo dijo...

El cine peruano tiene que levantar de una buena vez.

¿Cuanto cuesta hacer uno de estos complejos de cine con multisalas, con sus proyectores, pantallas,alfombras, parlantes, butacas, dispensadores de cocacola, mostradores, baños limpios? ¿UN MILLONCITO DE DOLARES? Digamos que si.
Yo tengo un milloncito y quiero ayudar a mis compatriotas cineastas peruanos.

Esto es lo que haré: Invertiré mi milloncito en poner mi negocio multicine de 7 salas, y pondré una pelicula peruana en cada una de mis 7 salas,(si no alcanza la producción pondré peliculas antiguas de Tamayo o Lombardi o algunas peliculas europeas que si valen la pena) y las dejaré programadas un mes completo para que el fenomeno boca a boca funcione,aunque a la segunda semana solo vayan a verlas cuatro personas por función. Porque acá no se trata de poner un negocio que busca ganar dinero y mantener una industria de entretenimiento capitalista, se trata de ayudar a los cineastas peruanos que viven por la cultura, los valores, el conocimiento, los dialogos profundos, y el arte superior que se origina en nuestra patria.

En mi negocio no pondré de ninguna manera las películas de los gringos porque degradan y atontan a mi gente.

No sé si duraré en mi negocio con este comportamiento patriota, no sé si espantaré al grueso de la gente que normalmente va al cine con la ilusión de divertirse con las fantasticas peliculas gringas.
No sé si podré vender mucha canchita, chocolate, cocacola, hotdog para ganar plata como producto de mi millonaria inversión.

No sé si podré pagarle a mis empleados por su trabajo, no sé si podré mantener los baños limpios, o la canchita crujiente, pero nada de eso importa porque en el Perú sucederá finalmente el gran cambio tan esperado, los peruanos iran al cine a ver sus propias peliculas,los adolescentes admirarán los encuadres artisticos, disfrutarán de la fotografía, el pueblo gozará de la tecnica actoral, en el colegio los niños aprenderan a ver buen cine y a rechazar la diversión de los gringos, porque el buen cine se produce en el Perú.

No tendremos mucha gente y no sé si duraremos pero enfrentaremos a las salas de los gringos llenas de gente con sus peliculas vacias.

Saldran nuevas multisalas que seguirán mi camino, serán salas en las que no interesará la diversión de los gringos ni el lucro del negocio del cine, solamente importará la cultura de nuestros hombres especiales que son los cineastas peruanos.

Erradiquemos a los gringos que no saben hacer cine y sólo saben hacer industria.

Anonimo 10:33

Anónimo dijo...

Maestro, no manipule las cosas.
El cine es cultura y cada país necesita un cine nacional. Sin quitarle espacio a los gringos, que hacen películas maravillosas.
Argentina tiene el cine que tiene después de hacer y hacer películas. Si el cine peruano no está a ese nivel es, en parte, porque no ha tenido continuidad.
De acuerdo a usted, ¿los peruanos somos genéticamente negados para el cine? No, ¿verdad?

Anónimo dijo...

"Octubre", primer largometraje de Daniel y Diego Vega, es una película peruana atípica. Está concebida como un ejercicio de estilo que no da tregua y es muestra de una escritura cinematográfica aplicada y distintiva. Eso la vincula con algunas cintas peruanas de los últimos años que intentaron seguir similares vías, más allá de sus aciertos o desaciertos particulares, como "Bala perdida", "El destino no tiene favoritos", "El bien esquivo", "Días de Santiago", "Dioses", "Detrás del mar", "Madeinusa", "La teta asustada" y "Paraíso",

Ricardo Bedoya Diario El Comercio, Domingo 10 de Octubre de 2010.


Por mi parte, sigo con el Verdadero Nuevo Cine Español descubierto por Cecilia Barrionuevo. Pero antes, me olvidé de contarte que ayer me tocó la única película siniestra hasta ahora: una bodrio peruano llamado Octubre, esa que Claire Denis premió en Cannes. Tercermundismo for export pasado por el tamiz de los laboratorios de guión, historia de barrios bajos al mismo tiempo sórdida y sentimental que mira a sus personajes desde arriba y los manipula arbitraria y académicamente. Da la impresión de que la escuela mexicana, basada en el manierismo visual, el silencio ostentoso y la mirada condescendiente sobre los pobres, va imponiendo su predominio en la región.


Eduardo Antín Blog La lectora provisoria , Jueves 18 de Noviembre de 2010.

Anónimo dijo...

El anònimo conocido como 10:33 es tan inteligente y astuto que cree que las películas necesitan 'traductores' de imágenes... Increíble... Nunca habìa leìdo tanto estropicio junto...