martes, 9 de noviembre de 2010

Julio C. Arana, Silvino Santos y el cine en la Amazonía


“El sueño del celta”, la reciente novela de Mario Vargas Llosa, evoca la siniestra figura del cauchero Julio César Arana, investigado y denunciado por Roger Casement, el personaje central del libro.
Como sabemos, la historia de Arana dio origen a “El socio de Dios”, una película de Federico García Hurtado estrenada en 1986.

Menos conocida es la relación de Arana con el cine, que se remonta al año 1912, gracias a su vinculación con el camarógrafo portugués Silvino Santos (1886-1970), al que vemos en la foto que ilustra este post.

Julio César Arana, nacido en Rioja, departamento de San Martín, fue un poderoso empresario que acumuló una inmensa fortuna con la explotación del caucho en la zona oriental del país. El caucho adquirió un gran valor comercial desde 1886, cuando se patentó la fórmula para elaborar llantas inflables con ese insumo.

Arana inició su trabajo en Tarapoto, para luego establecerse en Iquitos, desde donde se proyectó, gracias a la exportación del jebe, hacia Estados Unidos y Europa. Fue pionero de la explotación del caucho en zonas inexploradas entonces: las regiones del Putumayo y del Caquetá. Aprovechando de la ausencia de actividad estatal, tanto peruana como colombiana, instaló en ese lugar un imperio indisputado a partir de la constitución de la Peruvian Amazon Rubber Company, empresa a la que incorporó capitales británicos, pero sin perder el control que le correspondía como hombre fuerte de la compañía.

A Arana y a sus capataces se les atribuyó abusos incontables y una vocación muy particular y perversa por participar en maltratos masivos a las comunidades nativas y turbios negocios de trata de esclavos. Ello ocasionó un escándalo internacional. Diversas publicaciones periodísticas peruanas pero también británicas afirmaron haber descubierto los métodos esclavistas de Arana, suscitándose la investigación de Roger Casement que narra Vargas Llosa, y la apertura del caso conocido como los "escándalos del Putumayo", que las influencias y el poder del hacendado se encargó de sepultar.

Según lo consigna la “Enciclopédia do Cinema Brasileiro”, de Fernão Ramos y Luiz Felipe Miranda (Editorial Senac, San Pablo, 2000) el camarógrafo Silvino Santos, radicado por entonces en Manaos, fue contratado en 1912 por el cónsul del Perú para fotografías a los indígenas que habitaban en los vastos territorios explotados por Arana. Allí, el fotógrafo se vinculó con Arana, que le encomendó filmar un documental destinado a limpiar su controvertida imagen.
Arana le pagó a Santos un viaje a Francia para que se entrene en los estudios de los hermanos Pathé, estudiando además la combinación química adecuada para lograr una resistencia óptima de la emulsión fotográfica al clima tropical. Luego de su estadía en Francia, Santos regresó con dos mil metros de negativo y una cámara Pathé. Aquí conoció a una peruana con la que se casó. Durante dos meses filmó fiestas, ceremonias, ritos nativos, escenas de trabajo en la extracción del caucho y se convirtió en un pionero del cine en el territorio amazónico. Pero el material filmado se perdió para siempre en el naufragio de la embarcación en la que viajaban los negativos. Sólo se salvaron algunas imágenes integradas al filme “Indios witotos do rio Putumayo”. Imágenes que se pueden apreciar en el documental ficcionado “O cineasta da selva”, de Aurélio Michiles (1997), exhibida el año pasado en Lima durante el evento “Amo Amazonía”, gracias a la curadoría de Fernando Valdivia. Hay que decir que Silvino Santos no sólo es uno de los pioneros del cine en Brasil, sino uno de sus documentalistas más constantes.

Luego de derrumbado su despiadado imperio, Arana siguió intentando lavar su imagen personal a través del cine. Convencido de que gracias a la imagen fílmica podría atraer inversiones hacia Iquitos, a la vez que difundir una versión positiva de sus negociaciones comerciales, produjo una película, “El Oriente Peruano”, proyectada en función inaugural el 21 de mayo de 1921 en el Teatro Lima de la capital y reestrenada el 27 de febrero de 1933, en un momento de incremento de las tensiones fronterizas con Colombia. “El Oriente Peruano”, en esas circunstancias, apareció como prueba irrefutable que los territorios amazónicos en disputa con Colombia habían sido desde siempre peruanos. La prensa lo proclamó así:

"... comprobareis que peruanos son los aviones que cruzan raudos y veloces por el cielo del oriente y peruanas son las naves que surcan sus ríos; peruanas son sus industrias y su floreciente comercio; peruanos son los capitales allí invertidos; peruanos son sus habitantes aborígenes" (El Comercio, 27 de febrero de 1933)

“El Oriente Peruano” fue producida por Amazonian Film Company y Julio César Arana. Dividida en 53 partes tuvo una duración aproximada de 90 minutos.

Consigno que la “Enciclopédia do Cinema Brasileiro”, de Fernão Ramos y Luiz Felipe Miranda atribuye a Silvino Santos la filmación de “El Oriente Peruano”, pero no tengo ninguna otra referencia que acredite esa información.

El diario La Prensa comentó "El Oriente Peruano":
"Se aprecia en la película, cuya duración es más o menos de hora y media, los considerables progresos que ha hecho la civilización en las rebeldes tribus de nuestra selva; y sobre todo el estado floreciente en que se encuentra la ciudad de Iquitos.

Los grandes ríos de Oriente, la enorme vegetación de la selva, las hermosas haciendas en las que trabaja la indiada de distintas tribus ya civilizadas; en fin, todo el conjunto de la película es tan interesante que cautivará al espectador más exigente. También se admira en aquella cinta cinematográfica, las originales y diversas costumbres de los indios según sus tribus, llamando extraordinariamente la atención el tipo característico del salvaje" (La Prensa, 23 de mayo de 1921)

Ricardo Bedoya

2 comentarios:

ralch dijo...

Muy buen artículo. Gracias.

Fernando Noriega Campos dijo...

Felicitaciones muy buen artículo que nos muestra la cruda historia de esa mayor parte geográfica del Perú, la amazonía, desconocida por la gran mayoría de peruanos