jueves, 26 de junio de 2008

El berretín de las salas llenas: ¡muevan las industrias del cine peruano!


Con el título "La fuerte responsabilidad de los jurados", Alonso Alegría, jurado en el reciente concurso de proyectos de largometrajes convocado por CONACINE, publicó en el diario Perú 21 del 8 de junio de 2008, un artículo en el que decía lo siguiente:

"Me puse algo antipático con el sonsonete de la responsabilidad de los jurados. Cinco artistas nombrados por Conacine estábamos escogiendo a los ganadores de varios cientos de miles de soles del Tesoro Público. Con ese dinero habrían de hacerse cuatro películas peruanas.

Mi berretín era que esa plata debía gastarse en películas que no solamente fueran buenas sino que también pudieran ser exitosas. Si de ir creando una industria del cine se trata, hace falta que el público llene las salas, y eso no lo lograría ninguno de los aburridísimos y seudofilosóficos seudopoemas que teníamos entre manos.

Con demasiada frecuencia la fuerte responsabilidad de los jurados se pierde de vista y, por eso, quiero consignar quiénes somos los responsables de Conacine 2008.

Si las películas, como espero, resultan siendo estupendas y el público llena las salas, habremos triunfado. Si algún proyecto, ay, no llegara a realizarse nunca, seremos culpables de haber dilapidado dinero del Estado. Los sabios, o los irresponsables, seremos Alejandro Legaspi (presidente) con Rocío Silva Santisteban, Marisol Palacios, Fernando Vivas y quien esto escribe (…)

Grave es la responsabilidad de todos los jurados. Si alguna película premiada por Conacine no se realiza, o si la próxima pieza ganadora del concurso del Británico es otro fracaso artístico y de público, tanto el Estado como el Británico podrán legítimamente comenzar a pensar si acaso estos concursos valen la pena (...)"

El artículo de Alegría suscita muchas preguntas:

-Es encomiable que el jurado de un concurso de CONACINE piense que sus decisiones están ayudando a crear una "industria del cine" en el Perú, ¿pero acaso ese fomento industrial es el propósito de la ley?

-¿La ley de cine de 1994 no se basa acaso en un sistema de premios a la excelencia de un proyecto evitando la promoción industrial desde el Estado, repudiada por la ortodoxia liberal que diseñó la norma legal?

-¿Puede una ley que se cumple a cuentagotas -mejor dicho, que se incumple- crear una industria de películas exitosas en el Perú?

-Y si se cumpliera la ley, ¿podrían seis premios anuales a proyectos de largometrajes realizar el exitoso sueño industrial?
-Si una industria supone una actividad constante de empresas que se capitalizan e invierten en nuevas producciones, ¿acaso el régimen legal existente la propicia?

-¿Un sistema basado en concursos de proyectos y premios a la calidad -siempre un albur- es compatible con la lógica empresarial basada en la previsión de utilidades, riesgos y pérdidas?

-¿No estará confundiendo Alegría su papel de jurado del concurso de CONACINE con el de funcionario de un fondo de fomento a la cinematografía -inexistente en el Perú- que decide otorgar el crédito pensando en la deseable rentabilidad de retorno que fortalecerá el fondo financiero, beneficiando a todos?

- Al no existir en el Perú el régimen de la "cuota de pantalla" con porcentajes de cumplimiento obligatorio -donde las películas de gran éxito jalan el estreno de las cintas más pequeñas y desprotegidas- ¿por qué interpretar el objetivo de la ley como un llamado al éxito taquillero rotundo y absoluto?

-¿Puede anticiparse el éxito comercial de una película de la lectura de un guión en el marco de un concurso de proyectos de largometrajes?

-¿Sabrá el miembro del jurado que los dos "éxitos seguros" sobre el papel, en el proyecto, del cine peruano de los últimos doce meses (La gran sangre; Mañana te cuento 2) fueron fracasos comerciales al llegar a las salas?

- ¿Cuál es el sentido de las "ayudas estatales" en los paises en que existen?

-¿Los premios estatales a la calidad de un proyecto no se orientan acaso a atender a los proyectos frágiles y las propuestas especiales que tienen menos posibilidades de acceder a fondos internacionales de coproducción de exigencias cada vez más pautadas?

- Por supuesto que sería extraordinario que el público llene las salas, pero ¿tiene un jurado la fórmula para lograrlo, imponiendo una normativa con sus decisiones?

- ¿A qué se parecerán los proyectos cinematográficos aburridísimos, seudofilosóficos y seudopoéticos para este distinguido hombre de teatro? ¿Se parecerán tal vez a los proyectos de Lisandro Alonso, o a los de Pablo Trapero, que no hacen ni medio y sólo consiguen llegar a convertirse en referencias de un nuevo cine? ¿O a los "intragables" proyectos de David Lynch, o a los de Víctor Erice, del que corren los productores, o a los del "fracasado" Steven Spielberg que desbarró en la taquilla con Munich -una de sus películas más queridas- acaso por ponerse a reflexionar sobre asuntos seudofilosóficos que no son de su incumbencia?

- ¿A qué se debe parecer el proyecto de una película peruana que llene salas si el único estándar de comparación que tenemos por aquí son los blockbusters que las repletan pero que no dejan que nadie más lo haga? (ver el post anterior)

-Y si se quiere un blockbuster, ¿alcanzará el premio de CONACINE?

- Alegría confunde en su artículo la alternativa central de su argumentación. No se trata de que las películas sean "estupendas y el público llene las salas" o que no se hagan nunca, dilapidando el dinero del Estado. Si no se hicieran, la ley establece la forma de actuar, recuperándose el dinero. Si las películas fuesen estupendas, el dinero estaría muy bien invertido, con independencia de cualquier otro factor.

Quiero dejar en claro que estas preguntas acerca de la posición personal de Alonso Alegría no suponen criticar la decisión final de los miembros del jurado del último concurso de proyectos de largometrajes de CONACINE.

Sólo cuestionan el "sonsonete" del éxito y el berretín de las salas llenas.

Ricardo Bedoya

21 comentarios:

Anónimo dijo...

Si colocáramos un comentario sobre el real estado en el que se encuentra el Sr. Alegría, tendrían que censurarlo.

Anónimo dijo...

Era hora Ricardo que tocarás ese tema. El tío Alegría sigue demostrando que ha quemado cerebro.

Anónimo dijo...

:-)

Anónimo dijo...

La argumentación de Bedoya es contundente. Me temo que una
vez Alonso Alegría guarde
silencio.

Anónimo dijo...

El caso de Alegría es digno de
consternación. No acierta ni una.

Anónimo dijo...

Totalmente de acuerdo con el comentario. No es primera vez que Alegría mete la pata.

Anónimo dijo...

Alonso Alegría participó como "notable de la cultura peruana" y no como asesor de mercadotecnia.

Anónimo dijo...

¿Qué pensaban los otros jurados? Vivas escribió algo pero no decía mucho.

Anónimo dijo...

Que es berretín?

Anónimo dijo...

Berretín: capricho, idea insistente, anhelo.

Anónimo dijo...

¡Y ese es un notable de la cultura! Escogido por CONACINE para ser jurado. Lamentablemente la mayoría de notables no saben cómo se hace una película. Entonces como saber por un guión, en primer lugar, si la película es viable. Según CONACINE se premian proyectos no guiones. Eso sí, es cierto que no están las cosas dadas para crear una industria. Quizás por ahí se debería empezar. La cuota de pantalla es una necesidad. Las salas digitales es otra posibilidad para crear industria. Los cineastas necesitan dinero para trabajar y vivir. Pensar que hay que hacer cine por amor al arte es una falacia. La industria es necesaria. La llegada de la proyección digital debe motivar esa cuota de pantalla. No entiendo que es lo que se espera. Que los cines cambien totalmente a lo digital y que las distribuidoras americanas encuentren la forma de monopolizar ese tipo de pantalla. La proyección digital ahorraría el costo de la postproducción. Lo cual es mucho. Claro, que las distribuidoras gringas lo saben y seguramente verán de no perder pantallas. Por eso la urgencia. Eso sí, me parece inexacto decir que La Gran Sangre y Mañana Te Cuento 2 fueron fracasos de taquilla. Hasta donde recuerdo ambas pasaron los 200 mil espectadores, una cantidad bastante elevada para el cine peruano. Es cierto, en el caso de La Gran Sangre no cubrieron costos. Quizás las pretensiones fueron demasiado altas. Sin embargo, son dos de las películas con más espectadores de los ultimos doce meses. Si estos son fracasos que podemos esperar de otras películas como Días de Santiago o Madeinusa que con las justas hicieron 50 mil espectadores, es decir la cuarta parte. Y si es por cuestiones de recuperar, pues son muy pocas las películas peruanas que recuperan su dinero en Perú. Todas o la mayoría lo hacen en el mercado extranjero. Decir que estas películas fueron fracasos me parece, con todo respeto, inexacto y tendencioso.

Anónimo dijo...

El texto de Alegría ilustra muy claramente cómo es que mucha gente no tiene la más remota idea de cómo es mercado lationamericano cinematográfico. El único referente son la películas de EEUU y no se dan cuenta que tener como referente y utilizarlo como comparación es tan absurdo como comparar la economía peruana con la gringa.
Tal vez pase lo algo parecido con el Festival de Cine de la católica.
¿Tal vez estén buscando películas que se acerquen a las gringas?

Anónimo dijo...

Qué quiere decir Alegría con esto:

"... estábamos escogiendo a los ganadores de varios cientos de miles de soles del Tesoro Público. Con ese dinero habrían de hacerse cuatro películas peruanas."

¿Está insinuando acaso que realizar una manifestación de la cultura peruana mediante un formato cinematográfico no merece la inversión de miles de soles del Tesoro Público?

Me pregunto qué pasaría si el teatro de Estados Unidos podría invadir los salones del teatro peruano, de la igual forma que invade las salas de cine.

¿Qué pasaría?

¿Habría utilizado pensado igual Alegría?

Anónimo dijo...

Respuesta a Rafael

El éxito o el fracaso de una película se mide en relación con la cantidad de espectadores, pero también en relación con su costo de producción y con las expectativas comerciales puestas en ellas. Es verdad que La gran sangre o Mañana te cuento 2 hicieron muchísimos más espectadores que Días de Santiago o Madeinusa (que fueron producidas de una manera distinta, con premios económicos y fondos internacionales que permiten dejar de apostar todo a la recepción masiva del público), pero es evidente que la inversión económica en la primera (se publicó en la prensa que se esperaba un millón de espectadores) y las expectativas por la segunda no se reflejaron en los resultados finales. Si no quiere usted hablar de fracaso comercial, podría bien decirse que fueron decepciones fuertes, graves o severas en la taquilla.

Anónimo dijo...

Estoy en algo de acuerdo con Alegría: el cine tiene que interesar al público. No digo que le guste pero sí que le provoque ir y pagar su plata;si el estado apoya películas que no ve nadie quizás no malgaste el dinero pero no le hace bien al cine que es el objetivo

Anónimo dijo...

León y Wienner, opinen de este tema!

Anónimo dijo...

Un valiente anónimo, exige, con signo de admiración y todo, mi opinión en el tema de este post. Como no soy de los que rehusé el debate, ni me escondo después de tirar la piedra, diré algunas cosas sobre el tema en cuestión:

1) Me parece absolutamente desatinada y lamentable las declaraciones de Alonso Alegría sobre su participación como jurado del CONACINE. Al parecer este señor no se entero o no quiso enterarse sobre cual era su responsabilidad como Jurado, y que consistía en seleccionar a los mejores proyectos que, por su calidad, merecieran los premios asignados; tomándose atribuciones de seudo productor o financista –cuando no sabe nada sobre el tema-, para determinar los proyectos que según él, consideraba más “exitosos” (¿¿¿?????).
2) Hay que recordar que antes de la instancia del Jurado, una Comisión Técnica (conformada por un productor, un director y un guionista) hace un diagnóstico sobre la viabilidad técnica de los proyectos presentados, elaborando una lista para información de los Jurados, quienes, según la Ley, deberían escoger a los mejores por su calidad y en segundo lugar, factibilidad (que no tiene nada que ver con “éxito” sino con su posible ejecución). Es más, el artículo 40 del reglamento de la ley dice textualmente: “Las calificaciones de los Jurados obedecen a criterios de calidad, aplicados por igual a todos los proyectos y obras, sin discriminación o consideración especial de ningún tipo.” Supongo que como en los anteriores concursos, el CONACINE debió distribuir copia de la ley y reglamento por anticipado a los miembros del Jurado, por lo que Alegría no puede alegar desconocimiento del asunto.
3) Sin embargo la responsabilidad del fallo del Jurado, y las razones que lo motivaron, es del conjunto de sus miembros, por más berretín del locuaz dramaturgo. El Jurado estaba compuesto por un cineasta, un crítico de cine y una actriz, además de una literata. ¿Ninguno de los tres primeros, que se supone conocen de cine, podía rebatir los argumentos de Alegría, o cuando menos explicarle que el supuesto “éxito” de una futura película, con salas llenas y grandes taquillas, no es un criterio para tenerlo en cuenta el Jurado? Es más, si un proyecto no llegara a realizarse o incumpliera el contrato con CONACINE, el problema y la responsabilidad será de los productores, pero en modo alguno de los Jurados o Comisión Técnica, que no tienen porque ser adivinos.
4) El sistema de concursos y jurados siempre va a originar discusiones y reclamos porque nunca se puede contentar a todos. Pero como la democracia, creo que es la menos mala de las soluciones conocidas. En anteriores oportunidades he manifestado que a mi parecer, los miembros del Jurado deben ser de procedencia plural, ya que los errores de juicio y sesgo se dan en todos los ámbitos. Por eso no creo que deba estar compuesta exclusivamente por gente de cine (cineastas o críticos) o por los huachafamente llamados “notables de la cultura”, sino por la combinación de criterio de ambos. Basta revisar la historia de los concursos del CONACINE para ver que tanto en los casos de predominio de unos o de otros en su composición, siempre se cuecen habas. Por supuesto, la selección de ellos debe ser rigurosa, por sorteo, y no por amiguismo y, por supuesto, los productores y gremios deberían estar también más atentos, pues siendo público su nombramiento, existe el derecho a la observación y/o tacha de alguno de ellos. En el futuro, con otra ley de por medio, podría dejarse un mayor margen de libertad y maniobra al CONACINE o el nuevo organismo de cine en el país, para que determine la composición del Jurado de sus futuros concursos, en diferentes niveles.
5) Antes de terminar quiero mencionar un hecho que me parece más grave que los “bloopers cinematográficos” de Alegría. Y es que de muy buena fuente me entere que algún Jurado del reciente concurso, no digo quien por ocultarlo sino porque no se cual fue, declaro públicamente que no había tenido ni el tiempo ni las ganas de leerse todos los proyectos en concurso. Eso, de confirmarse, si sería realmente deplorable y merecería un señalamiento público, para que semejante persona no vuelva a ser convocado(a) a esta tarea (sea del campo del cine o “notable de la cultura”), ya que expresa una falta de seriedad y responsabilidad absoluta, más aún cuando este trabajo no es ad-honorem, sino que tiene una retribución económica, como siempre debiera ser. Aquí, tal vez, valdría la pena preguntarse si la elección de calidad del guión por el Jurado no sería mejor que se determinara con textos donde no figure los nombres de guionista, realizador o productor del mismo, para evitar un hipotético “filtro” previo entre los más o menos conocidos y quienes son nuevos o de bajo perfil. En todo caso, y como contraparte, quiero hacer un público reconocimiento al lamentablemente desaparecido Pablo Guevara, que cuando fue Presidente del Jurado, era tan escrupuloso en la selección de los proyectos, que se dedicó a señalar hasta las mínimas fallas ortográficas y semánticas en los guiones.

Atentamente,

Christian Wiener (con un n) Fresco

Anónimo dijo...

Me piden mi opiniòn, Voy a ser breve. No creo que ningùn apoyo
estatal financie las obras potencialmente màs rentables. Màs
bien se aboca a los proyectos màs
exigentes o riesgosos, esperando o
no el retorno del aporte. No creo
que ningùn fondo de promociòn
apoyarìa proyectos como "La gran
sangre" o "Mañana te cuento 2" y
no porque no deban existir, sino
porque tienen otros cauces para la
financiaciòn. Tampoco creo que un
jurado pueda elegir en funciòn de
las posibilidades econòmicas de un proyecto y de hacerse asì habrìa
que prescindir de crìticos y notables de la cultura y escoger a
publicistas, investigadores de mercado o analistas de los gustos
populares, que tampoco tienen la fòrmula màgica en su poder.
En consecuencia, estoy en claro
desacuerdo con lo expresado por Alonso Alegrìa.

Anónimo dijo...

Es acertado lo que indica Christian Wiener que recomienda el uso de seudonimos para presentar los proyectos al CONACINE y asi nos evitamos algun tipo de sesgo y favoritismo. En los concursos literarios los jurados trabajan asi.

Anónimo dijo...

Hey muchachos y muchachones porque no coordinan una entrevista a Alegría en lugar de atacarlo descontroladamente e intentan entender y ayudarnos a entender qué es lo que quizo decir con exactitud. O para finalmente discutir, aclarar el criterio que se utilizo y sentar con claridad el criterio que se debería utilizar en el futuro.
Y asñi todos felices.

Anónimo dijo...

¿que dice Alonso Alegría?