Tras hurgar material diverso sobre el periodismo cinematográfico que se hacía en el Perú en la década del veinte, encontré un texto de un tal “P” (con el apoyo de Janet Sarmiento), aparecido el lunes 24 de marzo de 1929, en el diario El Mundo de Lima, que me llamó la atención por tratarse de un texto que recoge en forma y contenido la influencia de las vanguardias europeas (futurismo, dadaísmo, surrealismo, sobre todo) en el proceso de renovación cultural que abarcó sobre todo a la literatura y a las artes plásticas peruana en esos años. Su estilo de redacción, su forma, su sentido poético, se enlaza con la “moda de aquellos tiempos”, que radicaba en la necesidad de tomar de las vanguardias su mejor inspiración.
Hacer de la crítica de cine también un poema no fue para nada un hecho insular, si tenemos en cuenta todo un contexto de cambio político y cultural en la Lima de los años veinte, con su debate indigenista, con su Patria Nueva en acción, con su camino hacia la modernidad e industrialización, con el ingreso de capitales extranjeros y con el surgimiento de críticos sociales, poetas, novelistas que proponían bajos diversos componentes e influencias la construcción de lo nacional. Al contrario, escribir sobre cine de esa manera era un hecho natural y coherente con la “onda” que manejaban diversos intelectuales y periodistas de Lima.
Sin más prolegómenos los dejo con la crítica a Chang, el filme mudo de Ernest B. Schoedsack y de Merian C. Cooper de 1927, que fue estrenado en Lima dos años después, justo en plena crisis económica producida por la famosa caída de Walt Street en EEUU. Chang, rodada en, ese entonces, Siam, narra, con un estilo documental y con reminiscencias a Kipling, la vida de Kru y su familia y su lucha constante con las fieras de la selva. El filme se perdió y fue hallado en los años ochenta. Sería interesante hacer un ejercicio para identificar las categorías que usa el tal “P” para analizar las películas y señalar también cuáles son sis juicios de valor.
“Chang” Paramount
Extraña.
Original.
Sin estrellas.
Es decir una obra terrestre, expontánea y por lo mismo interesante.
No hay personajes.
Ni A, ni B, ni C, ni X…
Artistas engreídos.
Con gustos convencionales.
A menudo.
En “Chang” es la selva misma la que habla.
Con sus florestas milenarias.
Con su fauna múltiple.
Con su belleza primitiva.
Con su profundidad.
Y con sus hombres, producto último de su humus.
Por eso “Chang” que es la imagen de la selva, es una cinta bella y única.
Que escapa del género “Hollywood”.
Y al sensualismo de pantalla.
Y a los convencionalismos de atelier.
“Chang” es una película libre.
Imágenes obtenidas, riesgosamente, del natural.
Bellamente obtenidas.
Su argumento es la vida primitiva.
De las tribus bravías que conquistan la selva.
Disfrutándola, rudamente, a las fieras.
Hay tigres y leopardos verdaderos en esta cinta.
Hay monos, abuelos de Darwin.
Y episodios interesantes de cacería.
Que subyugan por su verismo acabado.
Quizás se trate de tanques de cine.
Pero el truque bien vale, si lo hay, la propia realidad.
No hay que olvidar que la pantalla es el reino de la ilusión.
Allí todo es posible y todo se cubre con el manto de la realidad.
La lucha del Kru, el oscuro protagonista, contra la naturaleza, es un prodigio de arte mudo.
O este Kru es un artista inmenso.
O hay que convenir en que el cine no ha menester de artistas, pues le basta con la expontaneidad de los gestos humanos de un X cualquiera.
La caza de los elefantes, un acabado modelo de movimiento y de belleza fotogénica.
El “Krall” en acierto escénico.
Y la doma de estos cuadrúpedos, una objetiva demostración interesante.
“Chang” es una cinta que rompe con la monotonía de las películas esenciales.
Es la vida en lucha.
No la vida que se esparce, es decir el amor.
Hay afirmación actual del hombre frente a la naturaleza.
No hay proyección hacia el porvenir, que tal cosa es el amor.
Por eso es una película sana y fuerte.
Que invita a la acción.
Al movimiento.
Y que interesa.
Despertando curiosidad.
Desde el punto de vista cinematográfico, tiene el valor fundamental de sus escenarios naturales con su propia profundidad.
Es la belleza misma de la selva, pero reflejada en imágenes fotográficas.
Que es como un marco más, para la belleza.
Total: una cinta única, original, que rompe los cánones de la producción industrial consuetudinaria y que agrada, despierta interés y sugiere, para el arte mudo, posibilidades infinitas.
Viajar por tierras misteriosas, preñadas de riesgos y esto desde una butaca más o menos cómoda, vamos, es un placer muy nuevo y muy hondo.
Y esto es “Chang”.
P
Lunes 24 de marzo de 1929, diario El Mundo.
“Chang” Paramount
Extraña.
Original.
Sin estrellas.
Es decir una obra terrestre, expontánea y por lo mismo interesante.
No hay personajes.
Ni A, ni B, ni C, ni X…
Artistas engreídos.
Con gustos convencionales.
A menudo.
En “Chang” es la selva misma la que habla.
Con sus florestas milenarias.
Con su fauna múltiple.
Con su belleza primitiva.
Con su profundidad.
Y con sus hombres, producto último de su humus.
Por eso “Chang” que es la imagen de la selva, es una cinta bella y única.
Que escapa del género “Hollywood”.
Y al sensualismo de pantalla.
Y a los convencionalismos de atelier.
“Chang” es una película libre.
Imágenes obtenidas, riesgosamente, del natural.
Bellamente obtenidas.
Su argumento es la vida primitiva.
De las tribus bravías que conquistan la selva.
Disfrutándola, rudamente, a las fieras.
Hay tigres y leopardos verdaderos en esta cinta.
Hay monos, abuelos de Darwin.
Y episodios interesantes de cacería.
Que subyugan por su verismo acabado.
Quizás se trate de tanques de cine.
Pero el truque bien vale, si lo hay, la propia realidad.
No hay que olvidar que la pantalla es el reino de la ilusión.
Allí todo es posible y todo se cubre con el manto de la realidad.
La lucha del Kru, el oscuro protagonista, contra la naturaleza, es un prodigio de arte mudo.
O este Kru es un artista inmenso.
O hay que convenir en que el cine no ha menester de artistas, pues le basta con la expontaneidad de los gestos humanos de un X cualquiera.
La caza de los elefantes, un acabado modelo de movimiento y de belleza fotogénica.
El “Krall” en acierto escénico.
Y la doma de estos cuadrúpedos, una objetiva demostración interesante.
“Chang” es una cinta que rompe con la monotonía de las películas esenciales.
Es la vida en lucha.
No la vida que se esparce, es decir el amor.
Hay afirmación actual del hombre frente a la naturaleza.
No hay proyección hacia el porvenir, que tal cosa es el amor.
Por eso es una película sana y fuerte.
Que invita a la acción.
Al movimiento.
Y que interesa.
Despertando curiosidad.
Desde el punto de vista cinematográfico, tiene el valor fundamental de sus escenarios naturales con su propia profundidad.
Es la belleza misma de la selva, pero reflejada en imágenes fotográficas.
Que es como un marco más, para la belleza.
Total: una cinta única, original, que rompe los cánones de la producción industrial consuetudinaria y que agrada, despierta interés y sugiere, para el arte mudo, posibilidades infinitas.
Viajar por tierras misteriosas, preñadas de riesgos y esto desde una butaca más o menos cómoda, vamos, es un placer muy nuevo y muy hondo.
Y esto es “Chang”.
P
Lunes 24 de marzo de 1929, diario El Mundo.
Mónica Delgado
1 comentario:
Un buen hallazgo, Mónica. Bravo!
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