sábado, 26 de enero de 2008

Oficio de amnésicos: Laurence Olivier sumido en la oscuridad


En la página 103, de la revista Somos No. 1103, del 26 de enero de 2007, encontramos esta sorprendente declaración de Alonso Alegría: " (...) La carrera de un actor solo termina cuando pierde la memoria. De allí puede pasar al cine, donde solo tiene que memorizar ocho líneas al día, como pasó con Laurence Olivier".

Así que los actores amnésicos, acosados por el mal de Alzheimer, deben guardar esperanzas porque tienen carrera asegurada en el cine, como el pobre Laurence Olivier que, según el informadísimo Alegría, perdió la noción de todas las cosas en 1930, a los 23 años de edad, porque fue entonces que empezó a hacer películas.

Pero no sólo eso: el sombrío y amnésico Olivier hizo uno de sus clásicos más conocidos y celebrados, Cumbres borrascosas, en 1939 (en la foto, mostrando la mirada extraviada del que no recuerda lo que debe decir ante la cámara prendida), y Rebeca en 1940.

Inconsciente, según Alegría, sólo recordaba diez líneas al día mientras Wyler y Hitchcock explotaban al pobre actor y limitado precoz, incapaz para el oficio de las tablas pero óptimo para el lente de la cámara.

Pero además el año 1948, el balbuceante Olivier (a esas alturas ya debía tropezarse con los muebles del set) protagonizó y dirigió Hamlet, con la que ganó el Oscar a mejor actor. La película fue recompensada como la mejor cinta del año.

Siempre supimos que la Academia premia al que no debe, pero ahora Alonso Alegría nos informa que además, hace sesenta años, galardonó a un amnésico. Una revelación que cambia la historia de la Academia y del cine todo.
El problema es que, por esos años, Olivier era también el actor más célebre del teatro mundial, a pesar de su desmemoria.
¿Cómo hacía? ¿Lo sabrá Alegría?

Pero las cosas no quedan allí: en 1952, Olivier hizo tal vez el mejor papel cinematográfico de su vida, en Carrie, de William Wyler. Juro que lo vi allí decir más de diez líneas de corrido, gracias a los planos secuencias a los que era afecto Wyler.

Y dos años después, en 1955, hizo de Ricardo III, en una cinta que también dirigió ¿Cómo hacía para recordar las líneas de Shakespeare?

Mejor no seguimos hablando de las películas hechas en su vejez, como Espartaco -Kubrick, tan maniático, seguro dobló sus balbuceos desmemoriados en el mejor estilo Terabithia-, ni de la formidable Bunny Lake ha desaparecido, ni de Juego Mortal (Sleuth), una obra maestra que nos parece más admirable ahora que nos enteramos que fue protagonizada por un incapaz absoluto. Ni de la sublime El amor entre las ruinas, de George Cukor, donde compartía reparto con otra maravillosa amnésica, y además tembleque, Katharine Hepburn.

Laurence Olivier fue, pues, el limitado intelectual más prolífico de la historia de la representación dramática.

Pero me queda una pregunta: ¿si la actuación cinematográfica puede ser un oficio para desmemoriados, la actuación teatral será tal vez una olimpiada de memoriosos y un concurso para paporreteros de más de diez líneas por día?

Ricardo Bedoya

13 comentarios:

Anónimo dijo...

Sin duda Alegría ha metido la pata con ese comentario. ¿Qué lo motivó a decir semejante roca? Me parece un poco inconsciente e impruedente (dudo que desinformado) de su parte. Nadie puede negar la calidad artística de este actor británico, que es considerado uno de los mejores de su tiempo. Por otro lado, y como un "plus" para este artículo, en la película Los Niños de Brasil, se puede ver a un envejecido Olivier (para mí una de sus más célebres actuaciones) articulando no menos de 8 líneas de diálogo.
¡Piedad con la infausta amnesia de Olivier porfavor!

Anónimo dijo...

Marlon Brando comenzó en el teatro y Pacino. Y Keneth Branagh y Orson Welles también serán desmemoriados?

Anónimo dijo...

No es la primera vez que Alegria suelta una roca en sus columnas. Pero esta es como el aluvión que sepultó a Yungay.

Anónimo dijo...

Qué burradas las que dice a veces Alonso Alegría y siempre con ese tono de autosufciiencia.

Anónimo dijo...

Alegría es de esos "notables de la cultura" que desprecia el cine. ¿Me parece o se le prendió a Alí Triana, el director de la Fiesta del Chivo, por provenir del cine? ¿O era por ser extranjero? Atención, Conacine, no incluirlo de jurado. A elegir con criterio.

Anónimo dijo...

Y me olvidaba tildó alguna vez de "enigma pretencioso", aburrida al filme "El arca rusa"...

Anónimo dijo...

Este texto solamente demuestra que el mejor remedio contra la necedad es el buen humor. Bedoya le sigue la corriente a Alegría hasta llegar al absurdo. En otros blogs también han reparado en los ya numerosos dislates de don Alfonso, que parece confirmar aquello de que el talento, definitivamente, no es hereditario. El máximo exponente de la ensayística en el Perú, J.C. Mariátegui, tiene como descendiente a un engendro, una caricatura que ni siquiera sabe escribir: Aldo. Y qué se puede decir de Alvarito, a quien el diminutivo le sienta como una peluca a Brero. Alegría es más gracioso, es un Ciro Sintornillos, que hoy depreca contra la naturaleza toda, mañana pregona que el toro quiere morir en el ruedo, pasado que Olivier es lo contario de Funes, que sí merece el tablado por memorioso.

Anónimo dijo...

¡Y Marathon Man? donde le hacía la ortodoncia a Dustin Hoffman

Anónimo dijo...

Coincido en que Alonso Alegría es uno de esos falsos prestigios que tenemos en el Perú, salvo quizás por "El cruce del Niágara", su primera obra teatral. Después no hay nada rescatable.

Anónimo dijo...

es increible lo de Alonso Alegría,
no solo es una ligereza, es una irresponsabilidad viniendo no de uno cualquiera sino de un intelectual. por supuesto no dirá nada ni intentará explicar la tontería dicha que no pasa ni como broma.

Anónimo dijo...

Es lamentable que un escritor y hombre de teatro conocido como Alonso Alegría pueda decir una barbaridad como la que ha dicho, que parece desconocer la larga y productiva carrera actoral de Laurence Olivier en el cine y que, además, trasmite un manifiesto prejuicio sobre la interpretación en el cine, como si fuera una derivación espuria de la actuación teatral.

Anónimo dijo...

Es que Alegria ama el teatro peruano, ese donde se DECLAAAAAMAAAAAAA, se Impoooooostaaaaaaaa, se GRIIIIITAAAAAAAAAAAAAA, se mueven las manos arriba, abajo. Despues, cuando quieren hacer cine y TV, hay que sacarles a duchazos frios esas manias y actitudes, esa gesticulacion sobredramatica, esa exageracion del suspiro, del por favor,como si la letra del vals Osito de felpa se juntara con una opera de Wagner.

Quieres ser un buen actor de cine y de TV? No actues en el teatro.

Luis

Anónimo dijo...

No le deberían hacer caso, yo recuerdo que en una encuesta de El Dominical llegó a decir que Charles Chaplin no le parecía tan genial...