Isaac León Frías amplía su texto sobre las voces disidentes.
A riesgo de resultar insistente, quiero hacer dos agregados a mi texto Las voces disidentes. El primero, muy breve, es la repetición de la pregunta que hice a Cordero en un comentario a su carta en la que dice que lo vengo atacando desde hace siete años: que diga dónde, cuándo y cómo lo he atacado? ¿en qué medio impreso o informático, programa de radio o televisión, exposición o debate públicos, foro, simposio o aula universitaria?
Desde luego, queda aparte lo que he dicho en estos últimos meses, que por supuesto asumo y reitero. Si Cordero no responde es que no está diciendo la verdad y está inventando una patraña. Ni siquiera, y después de una respuesta hecha a un desinformado y malintencionado texto de Pimentel en una publicación del Fondo de Cultura Económica a comienzos de 2003, he hecho ninguna mención a la revista Godard!, hasta el último mes de setiembre a raíz del bochornoso ingreso de Cordero y otros dos miembros de esa revista a una función promocional de la Fox en la Universidad de Lima.
El segundo agregado es el más importante y lo han puesto de relieve algunas menciones de los lectores del blog que, como Hawk y otros, aportan ideas y sugerencias muy valiosas. En su muy reveladora carta, tal como lo mencioné en Las voces disidentes, dice Cordero que Godard! nació para oponerse al establishment crítico y a las ideas que todavía quieren imponer. Quiero que se repare en la absoluta inconsistencia de ese argumento.
Las ideas, señor Cordero, no se imponen. Se pueden imponer conductas, formas de comportarse, pero no ideas. Los sistemas totalitarios (desde el esclavismo hasta los totalitarismos y dictaduras del siglo XX, pasando por los tiempos de la dominación monárquica y la supremacía inquisitorial de la Iglesia) no han podido "imponer ideas", salvo si esto se entiendo bajo la amenaza de la espada o el rifle. Lo que han hecho es regular modos de organización social, relaciones de jerarquía, funciones y comportamientos. Claro que con un sustrato ideológico, pero las ideas se van arraigando en la medida en que un sistema se instala y consolida. Pol Pot quiso "imponer ideas" a sangre y fuego y no lo logró. Las ideas, en todo caso, señor Cordero, son un asunto de persuasión, convencimiento o, si se quiere, de manipulación con subterfugios diversos como hacen los regímenes totalitarios o autoritarios. Pero en ningún caso de imposición. A modo de ejemplo, muchos judíos "conversos", luego de la expulsión de España en 1492 mantuvieron sus creencias religiosas en privado. No se les pudo "imponer" las creencias católicas. Otro tanto pasa con los fenómenos de sincretismo religioso en los tiempos de la Colonia.
¿A qué ideas se refiere Cordero cuando hace esa desafortunada afirmación? Tal vez a los criterios, a las opiniones, a los juicios emitidos por los críticos.¿ Pero esos criterios, opiniones y juicios se quieren imponer? ¿De qué poder disponen los críticos para "imponer" criterios, opiniones y juicios? ¿No es acaso muchísimo más poderoso y persuasivo el efecto de la publicidad cinematográfica? ¿Cuántos espectadores van al cine movilizados por la influencia del marketing y la publicidad y cuántos por lo que puedan opinar los críticos? ¿No hay en esta relación una desproporción abismal?
Por lo visto, la perspectiva de la realidad que exhibe Cordero es de un estrabismo completo y le atribuye a un pequeño grupo de críticos que cuentan con una plataforma muy limitada (yo, por ejemplo, desde hace muchos meses sólo escribo en este blog) un poder excepcional, como si tuviéramos una notable capacidad de elocuencia. Si el poder de la crítica fuera tal con seguridad la cartelera sería otra. Pero no es así y lo podemos comprobar. El efecto de la crítica es muy limitado, muy segmentado, y muy relativo. Puede funcionar, de modo escaso, con ciertas películas, pero a otras no las afecta en absoluto, a los blockbusters, por ejemplo.
Cordero menciona el elitismo de ese establishment. Bien vista, toda crítica es elitista porque apunta a un segmento de lectores que sabe leer, que le interesa el cine y que quiere orientarse o confrontar su apreciación con la de quien escribe y ese segmento es muy reducido incluso en New York, Londres o Paris, ya no digamos en Lima. Y es un segmento más o menos informado, inteligente y poco proclive a cualquier "imposición". El concepto implícito que maneja Cordero es el de unos lectores que padecen de minusvalía intelectual y a los cuales se les puede imponer ideas.
Por lo demás, esos críticos a los que apunta Cordero y contra los que emergió la revista Godard! somos unos pocos ¿Quiénes, Bedoya, de Cárdenas y yo o también Augusto Cabada, Emilio Bustamante, José Carlos Cabrejo, Mónica Delgado, Enrique Silva, Joel Calero, Melvin Ledgard, Oscar Contreras y otros con los que compartimos una visión del cine y varios empeños periodísticos, para no mencionar algunos más que antes ejercieron la crítica con la misma perspectiva estética?
Somos pocos y además con muy escasas tribunas. El más "mediático" ha sido en los últimos años, sin duda, Ricardo Bedoya. Quién de sus lectores podría decir que Bedoya utiliza su programa televisivo "El placer de los ojos", su columna crítica en el Dominical de "El Comercio" o este mismo blog para imponer sus criterios u opiniones? Bedoya puede ser provocador y polémico, pero eso significa defender con energía sus puntos de vista y no obligar a nadie a que sean compartidos. Porque la imposición, señor Cordero, significa obligación, exigencia imperativa, presión extrema. Bedoya ha sido y es enfático en aclarar que se trata de opiniones personales y yo quisiera preguntar si alguno de sus lectores ha sentido la " imposición" de una opinión o un criterio estético?
Más aún, cómo se puede imponer una opinión? Se puede persuadir con una argumentación sólida a un lector inteligente (o a uno poco inteligente, si es que lee y es fácilmente convencible), pero es absurdo pensar que Bedoya tiene tal clarividencia y poder seductor como para convertirse en una suerte de gurú o santón de la crítica que asalta conciencias, que invade el campo de las ideas más arraigadas de los lectores. Este es no el terreno de la prédica o de la propaganda política o religiosa, señor Cordero. Es el terreno de la interlocución con lectores inteligentes que pueden o no estar de acuerdo y que están en capacidad de extraer sus propias conclusiones.
¿Qué puede representar, entonces, ese establishment crítico para oponerse al cual nace la revista Godard!? No soy tan paranoico para pensar, como sugiere algún lector, que esta es una operación concertada con las distribuidoras desde el nacimiento de la revista Godard! Creo que hay otras razones que requerirían de claves psicoanalíticas, que no voy a desarrollar aquí, pero que se pueden otear en esa queja repetida por escrito y en público de los fundadores de Godard! cuando afirmaban casi dramáticamente que no tenían "padres" en el medio fílmico local. Sólo voy a decir que hay una necesidad casi patológica de "diferenciación" de los mayores que no encuentra canales adecuados y que se ampara en divergencias inexistentes o muy débiles, claro que magnificadas por ellos. Por eso se sienten apabullados por quienes supuestamente les quieren "imponer sus ideas", con la carga paranoica que eso conlleva.
Quiero volver al asunto de los criterios y opiniones de ese establishment al que se oponen Cordero y Pimentel y que me parece crucial en este debate. Si se trata de oponerse a esos criterios y opiniones, lo normal es que se opongan criterios distintos. Pero no, y le pido a los lectores que lo comprueben: no hay un solo criterio o valoración estética expuestos en la revista Godard! que sea diferente a los que sostiene ese establishment crítico al que atacan. Basta que se revise los 14 números de esa revista y lo que Pimentel escribe semana a semana en la revista Somos. Hay matices de apreciación y diferencias de valoración, por supuesto, y Pimentel, por ejemplo, tiende a sobrevalorar aspectos del contenido o a levantar ostensiblemente la calificación del promedio de las películas que se exhiben, para hacer notar el buen cine que vemos en Lima, pero los criterios que maneja son similares a los de los críticos mayores. Si no es así, por favor, que alguien me los explique porque leo, no con lupa pero sí con atención, todo lo que escriben y no encuentro nada que corresponda a criterios o supuestos estéticos distintos ¿Qué razones explican, entonces, ese encono? ¿Las supuestas diferencias con relación al cine peruano? No lo creo.
Cuando hace nueve años le propuse a Cordero que tanto él como Pimentel colaboraran con la revista La gran ilusión, y ante una muy tímida y balbuceante objeción de lo que pudieran escribir sobre las películas de Lombardi, le aseguré que tendrían absoluta libertad para decir lo que quisieran sobre las películas de Lombardi y el cine peruano todo, siempre que se excluyera el agravio personal. Emilio Bustamante y José Tsang, por ejemplo, escribieron en esa revista no críticas desfavorables sino demoledoras contra No se lo digas a nadie y Ojos que no ven, respectivamente. Cordero fue evasivo y esquinado cuando más adelante le inquirí sobre lo que él y Pimentel pensaban acerca de mi propuesta.
Que luego hicieran su propia revista, me pareció muy bien. Cada cual es libre de construir su propio espacio. Pero que utilicen el argumento de que nacieron para oponerse al stablishment crítico después de que se les abrieron las puertas para que escribieran con absoluta libertad y sin que mencionaran previamente en ninguna ocasión, antes de la salida de Godard!, esas diferencias, a no ser y de manera muy velada y casi tangencial cuando le propuse colaborar con La gran ilusión, me parece un simple pretexto porque la actitud de ambos no sólo rehuyó manifestar alguna posible diferencia sino que las ocultó detrás de la sonrisa, la palmada en el hombro o la aparente coincidencia de gustos.
Hay, pues, otras razones que no es el caso ventilar porque entran, como decía hace poco Ricardo Bedoya en este blog, en el terreno de lo privado. Yo puedo tener algunas hipótesis al respecto, pero no es el caso ponerlas por escrito, más allá de lo que he esbozado previamente.
Lo que sí es evidente es que Cordero, Pimentel y la revista Godard! (mal que les pese, seguramente, a algunos de sus colaboradores) no están oponiéndose a ningún establishment crítico, sino que están actuando cada vez más como furgones de cola de la distribución comercial (nótese que son las multisalas las que tímidamente se cuestionan en el último número como supuestas responsables de la exclusión de películas), esa sí el verdadero establishment, el que tiene la sartén por el mango, las películas, dinero, organización, fuerza de persuasión y convencimiento. Es a ese establishment al que se integran cada vez más y de manera equívoca y engañosa para sus lectores, pues fungen de críticos independientes y, por lo tanto, juegan el papel de darle un aire de respetabilidad y reconocimiento al oligopolio que domina el mercado local. Es esa impostura la que venimos cuestionando.
Pido excusas a los lectores por la extensión y el tono de maestro de escuela que por ratos el texto puede trasmitir, pero creo que es la mejor manera, clara y didáctica, de dar cuenta de un infundio, de un mal genético que viene desde el nacimiento de la revista Godard! y de la lamentable conversión progresiva de sus fundadores en escudos protectores de los intereses de las transnacionales del cine.
Isaac León Frías
Desde luego, queda aparte lo que he dicho en estos últimos meses, que por supuesto asumo y reitero. Si Cordero no responde es que no está diciendo la verdad y está inventando una patraña. Ni siquiera, y después de una respuesta hecha a un desinformado y malintencionado texto de Pimentel en una publicación del Fondo de Cultura Económica a comienzos de 2003, he hecho ninguna mención a la revista Godard!, hasta el último mes de setiembre a raíz del bochornoso ingreso de Cordero y otros dos miembros de esa revista a una función promocional de la Fox en la Universidad de Lima.
El segundo agregado es el más importante y lo han puesto de relieve algunas menciones de los lectores del blog que, como Hawk y otros, aportan ideas y sugerencias muy valiosas. En su muy reveladora carta, tal como lo mencioné en Las voces disidentes, dice Cordero que Godard! nació para oponerse al establishment crítico y a las ideas que todavía quieren imponer. Quiero que se repare en la absoluta inconsistencia de ese argumento.
Las ideas, señor Cordero, no se imponen. Se pueden imponer conductas, formas de comportarse, pero no ideas. Los sistemas totalitarios (desde el esclavismo hasta los totalitarismos y dictaduras del siglo XX, pasando por los tiempos de la dominación monárquica y la supremacía inquisitorial de la Iglesia) no han podido "imponer ideas", salvo si esto se entiendo bajo la amenaza de la espada o el rifle. Lo que han hecho es regular modos de organización social, relaciones de jerarquía, funciones y comportamientos. Claro que con un sustrato ideológico, pero las ideas se van arraigando en la medida en que un sistema se instala y consolida. Pol Pot quiso "imponer ideas" a sangre y fuego y no lo logró. Las ideas, en todo caso, señor Cordero, son un asunto de persuasión, convencimiento o, si se quiere, de manipulación con subterfugios diversos como hacen los regímenes totalitarios o autoritarios. Pero en ningún caso de imposición. A modo de ejemplo, muchos judíos "conversos", luego de la expulsión de España en 1492 mantuvieron sus creencias religiosas en privado. No se les pudo "imponer" las creencias católicas. Otro tanto pasa con los fenómenos de sincretismo religioso en los tiempos de la Colonia.
¿A qué ideas se refiere Cordero cuando hace esa desafortunada afirmación? Tal vez a los criterios, a las opiniones, a los juicios emitidos por los críticos.¿ Pero esos criterios, opiniones y juicios se quieren imponer? ¿De qué poder disponen los críticos para "imponer" criterios, opiniones y juicios? ¿No es acaso muchísimo más poderoso y persuasivo el efecto de la publicidad cinematográfica? ¿Cuántos espectadores van al cine movilizados por la influencia del marketing y la publicidad y cuántos por lo que puedan opinar los críticos? ¿No hay en esta relación una desproporción abismal?
Por lo visto, la perspectiva de la realidad que exhibe Cordero es de un estrabismo completo y le atribuye a un pequeño grupo de críticos que cuentan con una plataforma muy limitada (yo, por ejemplo, desde hace muchos meses sólo escribo en este blog) un poder excepcional, como si tuviéramos una notable capacidad de elocuencia. Si el poder de la crítica fuera tal con seguridad la cartelera sería otra. Pero no es así y lo podemos comprobar. El efecto de la crítica es muy limitado, muy segmentado, y muy relativo. Puede funcionar, de modo escaso, con ciertas películas, pero a otras no las afecta en absoluto, a los blockbusters, por ejemplo.
Cordero menciona el elitismo de ese establishment. Bien vista, toda crítica es elitista porque apunta a un segmento de lectores que sabe leer, que le interesa el cine y que quiere orientarse o confrontar su apreciación con la de quien escribe y ese segmento es muy reducido incluso en New York, Londres o Paris, ya no digamos en Lima. Y es un segmento más o menos informado, inteligente y poco proclive a cualquier "imposición". El concepto implícito que maneja Cordero es el de unos lectores que padecen de minusvalía intelectual y a los cuales se les puede imponer ideas.
Por lo demás, esos críticos a los que apunta Cordero y contra los que emergió la revista Godard! somos unos pocos ¿Quiénes, Bedoya, de Cárdenas y yo o también Augusto Cabada, Emilio Bustamante, José Carlos Cabrejo, Mónica Delgado, Enrique Silva, Joel Calero, Melvin Ledgard, Oscar Contreras y otros con los que compartimos una visión del cine y varios empeños periodísticos, para no mencionar algunos más que antes ejercieron la crítica con la misma perspectiva estética?
Somos pocos y además con muy escasas tribunas. El más "mediático" ha sido en los últimos años, sin duda, Ricardo Bedoya. Quién de sus lectores podría decir que Bedoya utiliza su programa televisivo "El placer de los ojos", su columna crítica en el Dominical de "El Comercio" o este mismo blog para imponer sus criterios u opiniones? Bedoya puede ser provocador y polémico, pero eso significa defender con energía sus puntos de vista y no obligar a nadie a que sean compartidos. Porque la imposición, señor Cordero, significa obligación, exigencia imperativa, presión extrema. Bedoya ha sido y es enfático en aclarar que se trata de opiniones personales y yo quisiera preguntar si alguno de sus lectores ha sentido la " imposición" de una opinión o un criterio estético?
Más aún, cómo se puede imponer una opinión? Se puede persuadir con una argumentación sólida a un lector inteligente (o a uno poco inteligente, si es que lee y es fácilmente convencible), pero es absurdo pensar que Bedoya tiene tal clarividencia y poder seductor como para convertirse en una suerte de gurú o santón de la crítica que asalta conciencias, que invade el campo de las ideas más arraigadas de los lectores. Este es no el terreno de la prédica o de la propaganda política o religiosa, señor Cordero. Es el terreno de la interlocución con lectores inteligentes que pueden o no estar de acuerdo y que están en capacidad de extraer sus propias conclusiones.
¿Qué puede representar, entonces, ese establishment crítico para oponerse al cual nace la revista Godard!? No soy tan paranoico para pensar, como sugiere algún lector, que esta es una operación concertada con las distribuidoras desde el nacimiento de la revista Godard! Creo que hay otras razones que requerirían de claves psicoanalíticas, que no voy a desarrollar aquí, pero que se pueden otear en esa queja repetida por escrito y en público de los fundadores de Godard! cuando afirmaban casi dramáticamente que no tenían "padres" en el medio fílmico local. Sólo voy a decir que hay una necesidad casi patológica de "diferenciación" de los mayores que no encuentra canales adecuados y que se ampara en divergencias inexistentes o muy débiles, claro que magnificadas por ellos. Por eso se sienten apabullados por quienes supuestamente les quieren "imponer sus ideas", con la carga paranoica que eso conlleva.
Quiero volver al asunto de los criterios y opiniones de ese establishment al que se oponen Cordero y Pimentel y que me parece crucial en este debate. Si se trata de oponerse a esos criterios y opiniones, lo normal es que se opongan criterios distintos. Pero no, y le pido a los lectores que lo comprueben: no hay un solo criterio o valoración estética expuestos en la revista Godard! que sea diferente a los que sostiene ese establishment crítico al que atacan. Basta que se revise los 14 números de esa revista y lo que Pimentel escribe semana a semana en la revista Somos. Hay matices de apreciación y diferencias de valoración, por supuesto, y Pimentel, por ejemplo, tiende a sobrevalorar aspectos del contenido o a levantar ostensiblemente la calificación del promedio de las películas que se exhiben, para hacer notar el buen cine que vemos en Lima, pero los criterios que maneja son similares a los de los críticos mayores. Si no es así, por favor, que alguien me los explique porque leo, no con lupa pero sí con atención, todo lo que escriben y no encuentro nada que corresponda a criterios o supuestos estéticos distintos ¿Qué razones explican, entonces, ese encono? ¿Las supuestas diferencias con relación al cine peruano? No lo creo.
Cuando hace nueve años le propuse a Cordero que tanto él como Pimentel colaboraran con la revista La gran ilusión, y ante una muy tímida y balbuceante objeción de lo que pudieran escribir sobre las películas de Lombardi, le aseguré que tendrían absoluta libertad para decir lo que quisieran sobre las películas de Lombardi y el cine peruano todo, siempre que se excluyera el agravio personal. Emilio Bustamante y José Tsang, por ejemplo, escribieron en esa revista no críticas desfavorables sino demoledoras contra No se lo digas a nadie y Ojos que no ven, respectivamente. Cordero fue evasivo y esquinado cuando más adelante le inquirí sobre lo que él y Pimentel pensaban acerca de mi propuesta.
Que luego hicieran su propia revista, me pareció muy bien. Cada cual es libre de construir su propio espacio. Pero que utilicen el argumento de que nacieron para oponerse al stablishment crítico después de que se les abrieron las puertas para que escribieran con absoluta libertad y sin que mencionaran previamente en ninguna ocasión, antes de la salida de Godard!, esas diferencias, a no ser y de manera muy velada y casi tangencial cuando le propuse colaborar con La gran ilusión, me parece un simple pretexto porque la actitud de ambos no sólo rehuyó manifestar alguna posible diferencia sino que las ocultó detrás de la sonrisa, la palmada en el hombro o la aparente coincidencia de gustos.
Hay, pues, otras razones que no es el caso ventilar porque entran, como decía hace poco Ricardo Bedoya en este blog, en el terreno de lo privado. Yo puedo tener algunas hipótesis al respecto, pero no es el caso ponerlas por escrito, más allá de lo que he esbozado previamente.
Lo que sí es evidente es que Cordero, Pimentel y la revista Godard! (mal que les pese, seguramente, a algunos de sus colaboradores) no están oponiéndose a ningún establishment crítico, sino que están actuando cada vez más como furgones de cola de la distribución comercial (nótese que son las multisalas las que tímidamente se cuestionan en el último número como supuestas responsables de la exclusión de películas), esa sí el verdadero establishment, el que tiene la sartén por el mango, las películas, dinero, organización, fuerza de persuasión y convencimiento. Es a ese establishment al que se integran cada vez más y de manera equívoca y engañosa para sus lectores, pues fungen de críticos independientes y, por lo tanto, juegan el papel de darle un aire de respetabilidad y reconocimiento al oligopolio que domina el mercado local. Es esa impostura la que venimos cuestionando.
Pido excusas a los lectores por la extensión y el tono de maestro de escuela que por ratos el texto puede trasmitir, pero creo que es la mejor manera, clara y didáctica, de dar cuenta de un infundio, de un mal genético que viene desde el nacimiento de la revista Godard! y de la lamentable conversión progresiva de sus fundadores en escudos protectores de los intereses de las transnacionales del cine.
Isaac León Frías
22 comentarios:
Hay un tono paternalista insoportable del manifiesto generacional del señor Frías. Estoy, sin embargo, de acuerdosu metodología de detectar debilidades argumentales a lo mencionado por sr. Cordero y aunque solo basado en sus confusiones terminológicas. Pero estoy en completo desacuerdo con el silogismo, para refutar a Cordero, que despliega Frías.
Las ideas si se pueden imponer, es más están constantemente imponiendose. Han existido formas violentas de ello (cuando son los grupos autoritarios quienes la buscan)y que tienen toda una praxis política (los comportamientos y conductas e imaginarios muchas veces son impuestas desde toda una genealogía de ideas).
A esa fortaleza de imposición (salvo que crea, inocentemente, que la única imposición posible se da por las armas) se denomina paradigma triunfante (una lectura urgente de Kuhn no le caería mal, profesor Frías- ahora el tono de magister dixit lo tengo yo) y su establecimiento como horizonte de lectura canónico.
Para que las ideas, en un sentido moderno, puedan ser persuasivas, tienen que reconocer por lo menos un interlocutor válido. Pero eso es lo que no sucede (creo que por ahi va el reclamo parricida de Cordero).
El dominio de ciertos sectores mediáticos y académicos por una crítica rancia (término que señalo con toda su contundencia conceptual) generación (Bedoya y adlateres posteriores por ejemplo; está demás decir de sus coetáneos), es una realidad y que justamente su persistencia nos obliga a interpelarla.
Bueno, me voy a ver en DVD (comprado en Polvos Azules), Crashman.
r.
El "problema generacional" lo han activado Pimentel y Cordero porque les conviene y porque no
quieren competidores. Yo no tengo absolutamente ningún problema con los jóvenes. Soy un
profesor que no establece las barreras que otros ponen. Mis alumnos me tutean y yo trato de
ser lo más equitativo posible. Hace más de 40 años intento promover el interés por el cine y
por la crítica y pocas cosas me satisfacen más que la aparición de un crítico joven. Incluso,
intenté reforzar el interés por la crítica de cine en Cordero y Pimentel y no pueden decir lo
contrario.
Soy enemigo acérrimo de cualquier forma de censura y nunca mandaría a esos tipos ni a
Siberia ni a ninguna parte, ni impediría por ninguna forma que escriban lo que quieran. Eso sí,
no permanezco callado ante lo que considero una manifiesta impostura.
Isaac León Frías
Respuesta a Crashman
Creo que la prisa por ir a comprar el DVD a Polvos Azules no le ha permitido ser un poco más claro en
la argumentación a Crashman, sobre todo en la parte final que no me queda clara. Sin embargo, es un
comentario estimulante que voy a comentar de modo muy breve porque esto de escribir en los blogs
termina tomando más tiempo del que uno dispone. Dice que las ideas sí se imponen. Aquí entramos
a un terreno terminológico y también epistemológico, pero como este no es el de mi especialidad
lo dejo de lado. Tal como yo lo concibo las ideas se asumen en los procesos de aprendizaje y
socialización en sociedades relativamente estables o en los procesos de adaptación en sociedades
cambiantes o de manera "forzada" a través de la presión sobre comportamientos en regímenes autoritarios,
en conquistas o colonización de pueblos, etc. Pero no se pueden "imponer" de manera automática o
compulsiva, a no ser que se haga un "lavado de cerebro". Tienen que existir condiciones favorables (de estabilidad, crisis o conflicto) para que las ideas (dominantes o residuales) se establezcan o arraiguen. Hay que ver cómo se difundieron las ideas cristianas en los primeros tiempos o las ideas socialistas en el siglo XIX y XX para poner dos ejemplos. En todo caso, habría que precisar qué es lo que se entiende por imposición y de cualquier manera creo que Cordero desbarra por completo en una acusación que, en efecto, es más un temor,
un fantasma.
Isaac León Frías
La campaña que Ud señor Leon y el señor Bedoya han emprendido contra la revista Godard dice mucho de sus metodos e ideas, la busqueda de aniquilar y desprestigiar la reputacion de cualquier opositor a uds., inventar, exagerar, desinformar dejan ver que clase de personas son, para resumirlo en una palabra , eso es facismo.
Menos mal el tiempo se encargara de ponerlos en su lugar, ya que al no haber creado ninguna escuela critica ni de cineastas (a pesar de sus 40 años de docencia) su figura caera al olvido al igual que la de sus insulsos "ahijados".
qué más concluyente puede ser la argumentación que hace León Frías?
la division generacional era necesaria en tanto las criticas hechas por estos señores era realmente compadrezca. Bastante pobre ycomplaciente
Recien con Godard las cosas han cambiado en cuanto a rigor y seriedad en las criticas. Lo que en todo caso es saludable. Mas alla de los enconos personales que destilan algunos kilometricos comentarios, es saludable.
Espero señor Bedoya que no censure nuevamente un comentario mío.
B P
Que demuestren esos voceros de Godard! como B.P. y el anterior de las 13:32 que sus defendidos pueden: que debatan en público con
León y Bedoya. Y lean bien los argumemntos que se han escrito de un lado y de otro. Y lean lo que se ha escrito antes de Godard! que es una revista que ni descubre la pólvora ni trae nada nuevo, a no ser el inicio de esta pugna de la que ahora se hacen las víctimas. Quiénes acusaron a los críticos de cobardes y cómplices de la mediocxridad. Acaso no fue el primer número de Godard!
Saludo la dulce ironía de Isaac por mi visita urgente a Polvos Azules (donde un par de veces lo he visto; a Cordero también). También estoy de acuerdo con lo del tiempo (eso no evitará que intente responder a una cuestión claramente epistemológica antes que terminológica).
Estimado Isaac (incluso te escribo pensando en tu tocayo bíblico), el horizonte sobre la cual estamos debatiendo (y el que reclamaste como núcleo principal, además del ético, ciertamente, a Cordero)es rotundamente epistémico, así es que haces mal en pretender recular. Ahora yo te exigo que evites confundir con modestias nouménicas el horizonte en la cual hemos planteado la discusión.
Tú mismo admites que se necesita la "socialización en sociedades relativamente estables" (te cito) para que la persuación sea la estrategia retórica de consenso (ello no significa que los interlocutores estén de acuerdo).
Pero, hasta donde entiendo (más allá de la paradoja moral de Cordero, atrapado en su necesidad perentoria de alimentarse-chamba es chamba- y su crítica a un modelo-encarnado por ti y el apasionado Bedoya- que parece ya agotado.
Prácticamente le estás diciendo al joven Cordero que es un vendido a las trasnacionales y que ello lo delegitima como emisor. Uhmmm. Aquí hay una petitio principi.
Ello es como si te reclamara qué haces dictando en la universidad de Lima donde la rectora perpetua es una dictadora.
O sea, confundes las áreas, tanto de género literario (no es lo mismo un artículo que un ensayo) como el ético. Sería bueno que mostraras en que párrafos el sr. Cordero (ya parece una plegaria católica) muestra esas incoherencias.
Voy por mi canchita serrana
Crashman
Aún no responde Cordero a la pregunta que le formulo al inicio del artículo "La crítica y la imposición de ideas". Si no lo responde, insisto, es porque se trata de una patraña. Hasta el mail de setiembre último no recuerdo haberlo mencionado jamás en ningún espacio
Isaac León Frías
No entiendo el comentario de BP. ¿Godard ha mejorado la crítica en rigor y seriedad? Creo que es lo contrario. Lo que Godard proclama entrelíneas es que la crítica no debe ser "seria" porque hay que hacer lo que le gusta a la gente y a la gente no le gusta la seriedad. Para ampliar el gusto por el cine hay que decirle al público que las películas que se exhiben en Lima son muy buenas, pese a que el crítico no lo crea necesariamente así... Eso es mejorar el nivel de la crítica??
Un crítico puede tener gustos u opiniones con las cuales se puede discrepar (como es el caso de El Bien Esquivo, la cual no me gusta nada pero Ricardo Bedoya considera muy buena). Pero lo que no se puede aceptar es que, de arranque, el crítico tenga una posición benévola frente a todo lo que sea exhibido por las distribuidoras. Y que se promocione algo que considera de baja calidad. Eso es ser deshonesto e hipócrita.
Yo no creo que Pimentel o Cordero (que algo saben de cine) crean que Alien vs. Depredador sea una buena película, pero pese a ello la promocionan como la última cocacola del desierto. Su razonamiento es "me puedo quitar la careta de crítico y ponerme la de publicista, pues son dos actividades independientes". Es decir, "frente al público en general puedo tener una opinión distinta de la que tengo frente a la gente que sí aprecia el cine como arte". Esa es la forma de promover el gusto por el cine?
Es como si un periodista político dijera que puede escribir columnas de opinión independientes y críticas al gobierno cuando al mismo tiempo le presta servicios de asesoría de imagen a diversos funcionarios públicos.
Creo que los directores de Godard no están defendiendo una posición sobre lo que debe ser la crítica. En realidad están defendiendo su derecho hacer algo de plata. Y eso nadie lo puede negar (Bruno Pinasco tiene bien ganados sus frejoles), pero que no vengan con argumentos principistas o sosteniendo que vienen a darle nuevos aires a la crítica cinematográfica. Simplemente se les pide un poco de honestidad.
Saludos,
Hawk
Debo aclarar que, como ya lo mencioné en un post anterior, yo leo Godard y me parece una revista que tiene muchas cosas rescatables. También aprecio el esfuerzo de llevar una revista de cine al gran público, sin necesidad de contar con textos demasiado académicos o especializados.
Sin embargo, ese esfuerzo no puede implicar complascencia. Tampoco se puede asumir que porque el público peruano tiene poco formación en materia de cine, se le puede brindar una cartelera pobre. Se puede "hablar en sencillo" sin ser deshonesto.
Cuando la cartelera es pobre, se debe decirlo abiertamente y no tratar de maquillar el asunto con críticas benévolas (o dejando de criticar). Reconozco que no siempre es así en Godard. He visto calificaciones duras contra varias películas, pero también demasiadas estrellas para filmes que no lo justifican. Y el editorial (al igual que las respuestas de sus editores) deja mucho que desear.
No se podría llegar a un justo medio? No puede haber una revista que sin ser de corte académico o muy especializado mantenga independencia y sentido crítico frente a la cartelera?
Hawk
a ver, no creo ser uno de los voceros de Godard!, un mero simpatizante a lo mucho... además de un convencido de que la critica a mejorado (y bastante) desde la aparición de esta revista.
Para los que pasamos por la universidad de lima por esos años no es novedad la colera desenfrenada que suscitaba en leon & cia los comentarios de godard. Mucho de eso viene desde ahí. Desde el imperio de la señora Wisotzki. ¿Les resulta, señores, muy dificil dejar el monopolio y el compadrazgo?.
Ahora, que Cordero pueda o no combinar adecuadamente su labor de Blogger de terra de peliculas deficientes y su labor de critico agudo en godard! me parece un excelente debate. Solo que no debió partir de esa burla, bastante malintencionada y baja por cierto, del reparto de llaveros.
b.p.
Por esta vez sólo una respuesta a Crashman: nunca en mi vida he visitado Polvos Azules. Y no porque tenga nada en contra, sino porque salvo en mis clases y en pantallas grandes, no veo películas en soporte DVD. Supongo que con el tiempo y cuando mis hijas crezcan un poco (de día alborotan mucho y de noche duermen y no podría ver películas con el sonido bajo), lo haré. Claro que en cualquier momento me pegaré un salto a Polvos Azules porque tengo curiosidad de ver ese emporio. Y
aunque ya lo he dicho en este blog, voy a repetirlo una vez más:
sigo siendo un espectador de pantalla grande y soporte fílmico. Pero me sorprendo permanentemente por las extraordinarias posibilidades que ofrecen los dvds
fílmicos.
Isaac León Frías
¿estás seguro Chacho? ¿ni siquiera en DVD original? ¿y las funciones en Ventana? ¿acaso no proyectan en DVD? ¿Como vieron entonces Honor de Cabaleria, y las de Pedro Costa y Bela Tarr?? ¿Cómo lo hacen??
Gracias a Chacho por bajar aunque sea "POR ESTA VEZ SOLO" al llano y responder al comentario de Crashman. Nos sentimos algo asi como iluminados..!
Y CUANDO DESCUBRAS QUE EN INTERNET HAY 1'000,000 DE VECES MAS PELICULAS QUE EN POLVOS AZULES Y QUE LAS PUEDES VER EN UN LCD DIRECTAMENTE DE LA COMPU Y ADEMAS SUBTITULADAS, TE VAS A SORPRENDER MAS...PERO ESO SERA CUANDO TE PASE EL ASOMBRO POR EL DVD...
Cordero no dice nada sobre las razones expuestas por el señor León en sus artículos. ¿No tiene nada que decir? eso se llama perder en un debate.
Nunca opnio aquí... pero el simple hecho que una suerte de "comentarios" sean firmados por "anónimos" le quita todo tipo de credibilidad al argumento y/o opinión que expresan... Tengan un poco que carácter por favor... y no tengan miedo en dar la cara a la hora que dan a conocer sus opniones... Por eso es que no progresamos, porque hay demasiado pusilánime que no da la cara a la hora de hacerse conocer... Así que a todo ese anónimo... sus palabras no sirven para nada... y disculpen que les duela... pero ESO ES LO QUE PIENSO.
pd.- y estoy deacuerdo con León Frías...
Lo único rescatable de la lamentosa carta de cordero es que LA FIRMO... y no puso un ridículo anónimo.
Al anónimo del 18 de enero a las 8:58 le recuerdo que en mi respuesta a Crashman dije que sí veía videos en mis clases y en pantallas grandes ( especialmente
la sala Ventana indiscreta). Pero fíjate que Honor de Caballería (o Cavallería, de acuerdo al original)y las de Pedro Costa las he visto en soporte fílmico, no en Lima sino en el extranjero. Espero con ansiedad los banquetes fílmicos que me esperan en los festivales de México y Buenos Aires que comentaré en este blog. Y no es verdad como dice otro lector que por esta vez he bajado al llano. Yo siempre estoy en el llano, no tengo puestos de poder,
veo las películas en salas públicas
y casi nunca en pre-estrenos y, en fin, aquí estoy para dialogar como cualquier aficionado.
querido bruno, lo unico que hacemos los anonimos es cumplir un ansiado sueño de borges... donde los libros, los poemas, por que no tambien los comentarios, son parte de un gran universo del conocimiento sin la necesidad del protagonismo del nombre..
Exacto brunito, como en el voto, tambien es secreto y decide quien será presidente, exacto, tambien asi... muy bien,
Ademas que pasan por el filtro del sensor en jefe, Ricardo Bedoya, y quien sabe tambien por su sensor adjunto Leon Frias..
nn
No es sensor, sino censor. Sensores
son aparatos que dan información.
Los que ejercen la censura tienen poder para aplicarla, en cambio los periodistas sólo excpresan sus opiniones y cuestionamientos. Criticar no es censurar, aunque algunos, que no vivieron los tiempos de la censura oficial, lo vean así.
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