miércoles, 16 de mayo de 2007

Respuesta a un lector desconocido. El Festival de Cine de Lima, una vez más.

Anónimo dijo...
Don Ricardo, creo que está en un error. He estado en la católica en varias oportunidades y he visto películas como "Los Muertos", "La Quimera de los Héroes", "Días de Campo", "25 Watts", "Bolivia", "Un Oso Rojo", "La Espera", entre otras. Todas me fascinaron, algunas muchísimo como "Los Muertos" y ojo todas las vi en la Sala Azul fuera del festival. Su juicio me parece lleno de mezquindad y bastante envidia, yo lo admiraba, pero más quiero aquella gente que hace cosas como la gente de la Católica.


Respondo al anterior comentario de Anónimo porque me permite ampliar y precisar algunas opiniones expresadas en mi post anterior sobre el Festival Latinoamericano de Cine de Lima.

Desde el domingo, día en que publiqué el post Festival de Cine de Lima: primeros rumores y algunas sugerencias, he recibido muchos comentarios. Es un tema sensible que despierta expectativas.

No es para menos, y hay que decirlo con claridad: el Festival de Cine que organiza la Universidad Católica es el certamen cultural más importante y mejor organizado de Lima. Y muchos lo esperamos con ganas y esperanzas de ver buen cine.

Pero eso no lo hace inmune a las críticas; por el contrario, un evento de ese tipo y esas ambiciones debería exigir opiniones diversas y no sólo felicitaciones complacientes.

Yo también, como el anónimo lector, vi esas películas. Y añadiría otras de notable nivel: El aura, Whiski, A la izquierda del padre, Crimen delicado, entre otras.

¿Quién puede negar eso?

Como tampoco se puede negar la necesidad de programar filmes como El hijo de la novia, Pantaleón y las visitadoras o Iluminados por el fuego, entre otras, que apuntan a un público amplio y promedio, y que forman parte de esa "cierta tendencia" de la producción latinoamericana volcada a atraer a un público masivo con anzuelos comerciales planteados de manera directa y legítima, más allá de nuestras preferencias personales.

Pero lo que marca una línea y crea la fisonomía de un festival son las películas que diseñan tendencias, pero también la actitud de los programadores y la importancia de los premios que da y a quién se los da.

Por ejemplo, que el premio principal del Festival se concediera, el año de su competencia, a El matrimonio de Romeo y Julieta, deja ver que algo falla allí.

¿Qué el público la eligió como la mejor? Sí, pues, pero un Festival no es una vitrina de los gustos del público, sino una apuesta por lo mejor y más creativo que se hace dentro de su campo de selección.

Y ese es el motivo del cuestionamiento: la desconfianza ante lo nuevo y lo distinto que se percibe como tendencia invariable en las ediciones sucesivas.

Es correcto exhibir películas de Subiela, Lecchi, Campanella, Barreto, Benedetto, entre otros. Es parte de la tarea informativa de un festival. Pero ese cine satisfecho, previsible, formulario, no puede marcar el rumbo de la programación.

¿Son cintas que complacen a cierto sector del público? Sí, claro.

¿Pero deben competir y señalar el horizonte de la selección? No debería ocurrir eso.

Alguien dirá que en Cannes se pasa El código Da Vinci u Ocean's Twelve. Es verdad, pero no en la competencia. Se reserva para ellas funciones especiales, se las promueve de la mejor manera y se pasea a Tom Hanks y a George Clooney por la alfombra roja.

Pero la competencia de Cannes -como la de todos los festivales de verdad- es campo exclusivo para exhibir, promover y, desde luego, premiar la creatividad en el cine.

El público del Festival de Lima es joven. Las colas las hacen estudiantes y aficionados que no le corren a la novedad. Por el contrario, la buscan. Están poseídos por ese clima de festival que permite aceptar ritmos y propuestas inusuales en las películas que ven.

Pero a pesar de esa receptividad, no pedimos un festival de vanguardia o de películas experimentales. La creatividad se puede encontrar también en una película de género.

Lo que resulta difícil de aceptar es que conozcamos a los más importantes directores latinoamericanos sólo después de que otros los premian o de tener resonancia en Cannes. Como ocurrió con Reygadas, Trapero o Alonso, a pesar de la gran repercusión crítica de películas como Japón, Mundo Grúa o La libertad, que no se exhibieron en el Festival en su oportunidad.

O que simplemente lo desconozcamos del todo.

Por ejemplo, ¿qué sabemos de Rogelio Sganzerla?
http://www.contracampo.com.br/58/index.htm

¿Y qué de Martín Rejtman?
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/5-466-2005-09-18.html

¿Y qué del Raúl Ruiz anterior a Días de campo?
http://www.rouge.com.au/2/index.html

¿Y qué de Leonardo Favio?
http://www.pantalla.info/persona/4/4362.html

¿Y qué de Christian Sánchez?
http://www.mabuse.cl/1448/article-75796.html

¿Y de Fernando Solanas?
http://www.raicesdelcine.com.ar/Numero_13/Notas_13/venecia_13_02.htm

¿Y de Albertina Carri?
http://www.elojoquepiensa.udg.mx/espanol/numero03/cinejournal/04_infanterror.html

¿Y de Rodrigo Bellot?
http://www.elojoquepiensa.udg.mx/espanol/numero04/cinejournal/02_bellot.html

¿Y de Luis Ortega?
http://latamcinema.com/entrevista.php?id=5

¿Y de Luis Ospina?
http://www.pulpmovies.org/entrevistas/luis_ospina.html

¿Y de Raúl Perrone?
http://www.canaltrans.com/lalinternamagica/010.html


Y podría citar más nombres, o títulos de películas. Los mencionados son cineastas latinoamericanos de diferentes generaciones. Hay jóvenes y mayores. Algunos tienen apenas una o dos películas y otros una venerable e histórica carrera de muchos años. En todos los casos, su cine ha sorprendido por su calidad o novedad. Ninguno es abstruso, hermético o esotérico: a Raúl Ruiz le gustan los arcanos, pero su cine es apasionante.

Alguno dirá: “son los directores de las películas que quieres ver”.

Sí, pues, y ¿cuál es el problema? Conozco una o más películas de cada uno de ellos y lamento que no hayan logrado despertar el interés o la curiosidad de los programadores. Comparto con muchos otros aficionados al cine el aprecio por sus obras.

Por si acaso, los “links” que figuran debajo de cada nombre informan sobre los méritos o personalidades de los directores mencionados. No uso el argumento de autoridad; sólo busco informar a los que desconocen a esos cineastas. Sobre todo, a los programadores del Festival.

El cine en América Latina de hoy tiende a dividirse en formas de producción muy claras, casi como nunca antes. Está el cine de los productores privados y las industrias (en los países en que las hay); el cine de los subsidios estatales y las coproducciones financiadas por fondos internacionales; el cine de los productores independientes (el síndrome Rótterdam); el cine de los que están al margen de los sistemas de producción, distribución, e incluso de exhibición establecidos.

La hegemonía norteamericana en la distribución, las leyes de protección estatales y las nuevas tecnologías han establecido líneas de demarcación.

Las formas de producción señalan actitudes diversas frente al cine, maneras diferentes de mirar la realidad, tratamientos distintos, estéticas nuevas.

Eso marca las diferencias que hay, digamos, entre cintas como El matrimonio de Romeo y Julieta, Días de motocicleta, Días de Santiago, Los Rubios, Caja negra, Ana y los otros, Dependencia sexual o la ayacuchana Almas en pena, por citar un ejemplo cercano. Cintas como las últimas cinco citadas, que representan un tipo de producción cada vez más extendido, y no por discreto menos interesante, deberían tener espacio en el festival. Un espacio permanente.

La creación de la sección de Operas primas, el año pasado, fue una buena iniciativa, pero insuficiente.

Algunos festivales dedican secciones especiales llamadas “Una cierta mirada”, “Tendencias”, “Heterodoxia”, “Forum”, destinadas a la difusión y descubrimiento de ese cine distinto. ¿Por qué no hacerlo aquí?

Si se teme que esas películas lleguen a la competencia y ahuyenten a cierto público, por lo menos que se les cree un lugar. No un gueto; un lugar destacado.

El lector anónimo al que respondo dice que vio todas las películas que menciona “en la Sala Azul fuera del Festival.”

Sí, yo también las vi allí por segunda vez, en las semanas siguientes al Festival.

¿Y después…qué?

Con esa afirmación, el lector trata de rebatir mi calificación a la programación de esa sala el resto del año. La llamé “mortecina”. Podría llamarla también somnolienta, lánguida o deprimida. Adjetivos que expresan una impresión personal de soledad allí, en esa sala que se anima, sí, a fines de octubre de cada año, durante el Festival de Cine de la Unión Europea, programado por la Filmoteca.

Lástima que otros programas de la Filmoteca (como el reciente ciclo de filmes de Polanski, Wajda, y otros) pasen en horarios imposibles, casi como relleno. Polanski le cede el mejor turno a Elsa y Fred, o a Lecchi. Mortecino, deprimente.

Algunos escritores dicen que escriben para que los quieran más. No creo que ningún crítico aspire a eso, salvo que tenga vocación de “miss simpatía”. No es mi caso. Así que los afectos del lector pueden emigrar hacia el lado que crea conveniente.

Sobre la mezquindad y envidia atribuidas no tengo nada que decir. Es el reproche típico del que no busca las razones de la crítica formulada sino las supuestas motivaciones ominosas e inconfesables que hay detrás de cada opinión.

O tal vez sí haya algo de eso: la envidia de ver festivales en países vecinos programados con el criterio de curadores rigurosos y equilibrados, que resultan semilleros de entusiasmo por el cine y lugares de descubrimiento de lo nuevo y lo mejor.

Ricardo Bedoya

15 comentarios:

Anónimo dijo...

Creo que lo mínimo que se le pide a los lectores Ricardo, es que sepan argumentar sus opiniones sin odio o mala sangre, con la tranquilidad del que quiere dialogar acerca de algún asunto en controversia. Lamentablemente veo también que estamos muy lejos de ello. De acuerdo con tu mirada sobre el festival, solo nos queda esperar una mejor programación y algún especial intersante. Saludos.

Anónimo dijo...

Los rumores son chamba de Magaly

Páginas del diario de Satán dijo...

Los rumores acerca de las películas que participarán en un Festival son un género de blogs y páginas web. No hemos inventado nada nuevo.

El principal festival del mundo, el de Cannes, viene precedido de rumores publicados meses antes de la conferencia de prensa oficial.

Aquí, unos ejemplos:

http://www.fra.cityvox.fr/guide_cannes/festival-de-cannes-premieres-rumeurs_3501556/PageNews

http://www.allocine.fr/article/fichearticle_gen_carticle=18383205.html

http://www.filmdeculte.com/news/news.php?id=2367

Anónimo dijo...

Acerca de nuevo cine... podrían informarme de la película A Short Film about the Indio Nacional del filipino Raya Martin.. lo que he encontrado me parece super interesante... por eso estoy interesada en entender mejor. Esta película esta en la lista de Jorge García. Se agradece.

Anónimo dijo...

Los que han visto las películas del filipino Raya Martin hablan maravillas, pero no de todas. Al parecer es un cineasta desconcertante. No he visto ninguna, por lo que no puedo hablar.

Pero lean esta opinión del argentino Quintín:

"(...) Por último, llegó el turno de Autohystoria, del filipino Raya Martin, del que nos había sorprendido gratamente La isla del fin (o del culo) del mundo. Desde que se proyectó, averiguamos que Martin tenía 17 años cuando rodó ese film en 2004. Autohystoria es la historia de las Filipinas en unos diez planos y, posiblemente, el film más audaz de esta edición del Bafici. Una obra maestra, en mi opinión. Escuché decir que en Mar del Plata, la gente se iba de Honor de Caballería, mientras que en Buenos Aires es un gran éxito. Pero me parece que la intolerancia no tiene patria como veremos a continuación. La función de Autohystoria fue, ciertamente, muy movida. Paso a relatar.

Empieza la película. Pantalla en negro, una cancioncita en off. Corte a un plano de un joven de camisa blanca caminando por una avenida transitada. Es de noche. La filmación es en video, en blanco y negro, desde un vehículo que va por la vereda de enfrente. El tipo camina una cuadra, dos cuadras, muchas cuadras. Pasan diez minutos y sigue caminando, atravesando cuadras más iluminadas y otras más oscuras. Parte del público (la sala estaba llena) empieza a protestar en voz alta, a aplaudir en broma. El tipo sigue caminando. Entro en un estado de euforia por la audacia de semejante toma y por la inspiración de Martin para habitar el tiempo y el espacio en su film. Estamos ante un cineasta mayor. El tipo de la camisa blanca sigue caminando. Llega a una esquina, espera el semáforo, cruza la calle en diagonal, vuelve a caminar. A veces lo tapan los autos que pasan. Otras está muy oscuro para verlo. Pasan, en total, unos veinte minutos. Llega a una casa. La toma no se corta, es el plano del Bafici 2007. Y sigue. Entra, o suponemos que entra porque vemos poco. La cámara se detiene. Las luces de la casa se encienden. Después de un rato de apagan. Aparece un texto en la pantalla. Dice algo así como: “Llegué a casa y me puse a leer algo sobre Andrés Bonifacio. Fue asesinado junto con su hermano Procopio Bonifacio. Luego intenté comunicarme con mi hermano pero no lo logré. Finalmente me dormí.” El relato parece provenir del joven de la camisa blanca. Andrés y Procopio Bonifacio fueron héroes de la independencia filipina ejecutados por sus propios camaradas a fines del siglo XIX. Corte. Color. Una plaza redonda con un obelisco en el medio. Plano fijo que se extiende a lo largo de varios minutos. Tal vez un monumento a los Bonifacio. El tránsito hace un ruido infernal. El público ruge y empieza a abandonar en masa la sala. Un grupo aplaude con sorna desde el centro de la sala. Desde la izquierda, adelante, una voz grita: “Cállense, hijos de puta.” Milagrosamente, los revoltosos se callan. Otros se siguen yendo. Corte. Un joven contra la ventana de un vehículo. Cada tanto, hace unos gestos convulsivos, como si quisiera liberar sus manos atadas (que no se ven). Corte, otro joven en la ventanilla del otro lado. ¿Un ómnibus, una ambulancia, un coche de la policía? Corte. Los dos jóvenes caminan por el bosque, de noche, atados entre sí por las manos. Los vemos de espaldas. Caminan y caminan. El público se sigue yendo. En un momento, uno de los dos maniatados pregunta: ¿nos van a ejecutar? Los jóvenes prisioneros son también los hermanos Bonifacio, pero mucho más tarde en la historia. Tal vez durante la dictadura de Ferdinando Marcos, o de Imelda Marcos. Tal vez ahora. Corte. Los hermanos, con signos de haber sido golpeados en todo el cuerpo, enfrentan a la cámara durante un largo rato. Amanece en la pantalla. El público se sigue yendo. Suena un disparo. Uno de los prisioneros cae. El otro intenta huir. Corte. Planos del cielo y de una hermosa catarata. No hay gente. Corte. Planos de archivo de color sepia. Uno, de una tropilla de burros cruzando el río. Una inscripción ubica la escena en 1902. Otro, de embarcaciones que navegan por el río. Un tercero de un desfile militar muy antiguo. ¿Españoles? ¿Americanos? Final."

Si quieren seguir leyendo vayan a

http://lalectoraprovisoria.wordpress.com/2007/04/08/el-bafici-7/#more-601

Y fíjense lo que opina de A Short Film ..., en diálogo con Flavia de la Fuente:

"F: Pero empecemos por el principio. ¿De qué película me pensás hablar?

Q: De A Short Film about the Indio Nacional (or the Prolonged Sorrow of Filipinos) de Raya Martin.

F: Es el título más largo del festival.

Q: Sí, y la película más asombrosa y deslumbrante que vi en mucho tiempo. Tanto que me supera…

F: ¿Cómo? ¿Qué significa este ataque de modestia?

Q: Es que no sé por dónde agarrarla, es de una originalidad y un poderío que excede mis capacidades. Te la cuento un poco. Empieza con una pareja de adultos durmiendo. Es un plano que se extiende por varios minutos, aunque no llega a ser Sleep de Warhol. Ella no puede dormir y, al rato, lo despierta a él y le dice que no puede dormir y que le cuente un cuento. El se despierta y le dice que le va a contar un cuento, el de la pena de los filipinos, pero antes le habla de una fábula china o algo por el estilo. En ese momento, empieza la música. Antes de la proyección se aclaró que el director mandaba para cada función un CD distinto, que no formaba parte de la banda de sonido. Es decir, que la película se proyecta con músicas muy diferentes entre sí y que para nada están sincronizadas con las imágenes. O sea que el tipo ya empieza mostrando gente durmiendo y demoliendo la idea de que la música debe acompañar el relato (Gugliotta prestale atención). Allí empieza la parte muda, en blanco y negro, con intertítulos. Hay escenas muy distintas: desde niños mirando un eclipse hasta revolucionarios muertos en los caminos. Es como una prehistoria del país y, al mismo tiempo, como una prehistoria del cine. Martin lo inventa de nuevo y uno piensa en Griffith y en Godard, pero sospecho que hay dos millones de referencias que se me escapan. Pero todo es bellísimo, lírico y enigmático al mismo tiempo. Es una película para ver muchas veces más hasta que uno la entienda. Pero hubo unos cuantos que salimos alucinados de verla."

El texto completo en http://lalectoraprovisoria.wordpress.com/2007/04/13/el-bafici-14/#more-648

Unknown dijo...

Estuve en BAFICI 2007 y mientras se proyectaba "Autohystoria" veía un notable documental japonés de título "Yokohama Mary", una suerte de "Yo no sé qué me han hecho tus ojos".....Tarde en la noche, durante una cena, con Sergio Wolf (programador de BAFICI) escuchábamos al destacado crítico mexicano Jorge Ayala Blanco -colaborador de este blog- decir que había visto la peor película de BAFICI: "Autohystoria" de Raya Martin....y Jorge lo dijo con la misma pasión y detalle aplicados por Quintín...
Con esto quiero dar a entender que en los festivales de cine, la opinión del público -ilustrado o "medio"- siempre estará dividida....Conozco el caso del cineasta galés Bill Douglas que mereció la desaprobación de centenas de espectadores en el BAFICI 2006 y la defensa apasionada de muy pocos; o cómo una retrospectiva del director y productor catalán Pere Portabella integraba una cofradía cinéfila argentina que competía en entusiasmo con la tropa peruana que descubríamos al lituano Sharunas Bartas....O mucho tiempo antes, en 2004, en una sala de 500 espectadores, 06 personas -dentro de las cuales me incluyo- hallábamos los notables trabajos de James Benning.....
Todo gusto es una aberración...De manera que provoca ver "Autohystoria" a tenor de la reseña de Quintín.

Anónimo dijo...

Quien es Quintín?? Hay que conocerlo?? Es palabra sagrada?? Por lo visto es argentino, pero realmente quien es? porque hablan tanto de él en este blog?? Algunos libros que me puedan decir para ilustrarme..., parece que algunos criticos son mas importantes que los mismos directores...

Páginas del diario de Satán dijo...

Quintin es el nombre de pluma de Eduardo Antin, argentino, árbitro de fútbol, matemático, uno de los directores de la revista El amante (hasta el 2005), seguno director del Festival de Cine Independiente de Buenos Aires, del que fue relevado luego de la edición de 2004.

No es palabra sagrada. Me temo que ninguna palabra es sagrada. Mejor dicho, celebro que ninguna palabra sea sagrada. Pero Quintín es un crítico lúcido e inteligente, polémico y hasta contradictorio, pero estimulante. Cada vez escribe menos de cine, pero si quieren leer sus artículos pueden hacerlo en un excelente blog llamado La lectora provisoria. Véanlo aquí http://lalectoraprovisoria.wordpress.com/

Anónimo dijo...

Supongo que habra escrito algunos libros o es mas conocido por ser "polmico" al parecer algunos criticos de aqui le rinden "pleitesia". Lucido e inteligente los son mucho y puede ser un merito, pero polemico y contradictorio? es es el merito??...

Anónimo dijo...

Que sepamos no ha publicado ningún libro.

Pleitesía se le puede rendir a Hitchcock, Murnau, Ford, Lang, Mizoguchi, Ozu, Dreyer, Rossellini, Ophuls, Renoir, Hawks, Fuller, Griffith, Mankiewicz, Von Stroheim, Wilder, y algunos pocos más.

A Quintín, no.

Pero sí se puede sentir respeto por él y por sus opiniones, aun cuando sean discrepantes con los gustos o preferencias fílmicas personales.

El ser polémico o contradictorio no es, de por sí, un valor ni un demérito. Pero cuando se polemiza con argumentos sólidos y cuando la contradicción te permite ver un lado de tu razón, pero también examinar la razón opuesta, hay que reconocer un valor.

En lo personal, Quintín suele irritarme pero nunca me deja indiferente, y en esta época de opiniones aguadas por el cálculo del marketing, eso es un valor.

Anónimo dijo...

prefiero sus cronicas de futbol que de cine..., pero sigo pensando que ultimamente se le esta dando mas importancia a los criticos que a los directores...,sobre todo en este blog..

Páginas del diario de Satán dijo...

Y seguiremos dando espacio y haciendo referencia a los crìticos que digan cosas interesantes de pelìculas de todo el mundo. ¿De qué hablan los críticos? De películas.

Anónimo dijo...

esto me recuerda a aquellos comentaristas deportivos que nunca ha pisado una cancha y le pegan a la pelota al quinto bote..., pero bueno, hay que escucharlos porque hablan de futbol...

Páginas del diario de Satán dijo...

Nadie está obligado a escuchar lo que no le interesa.

Anónimo dijo...

Tiene razon. Es como dice Magaly Medina y Laura Bozzo, si no te gusta lo que ves, cambia de canal...para eso existe el control remoto ....y por lo visto ahora el mouse