La obtención de la Palma de Oro en Cannes por parte de cintas con un claro discurso político, como Fahrenheit 9/11 de Michael Moore o The wind that Shakes the Barley de Ken Loach, nos remite a los propios inicios del festival. Desde siempre, el más importante festival de cine se ha confrontado con distintos poderes imperantes en el mundo, así ello haya implicado no reconocer a títulos de mayor calidad artística. Publicamos, ad portas a una nueva edición del festival, este artículo de José Carlos Cabrejo, leído hace unos años en El Dominical del diario El Comercio, que hurga en los vínculos de este evento con la política, pero también con el arte y el negocio cinematográfico.
Los delgados labios de una espigada y rubia beldad se acercan lentamente al micrófono. Pronuncian tres palabras que suenan a rabia e incendio: "Fahrenheit nine eleven (9/11)". Miles de aplausos explotan en el vasto recinto. En medio del estruendo puesto de pie, emerge la figura de alguien que parece estar a punto de iniciar un eufórico mitin. Un hombre de medidas prominentes y redondeadas. Como las de aquellos norteamericanos de pura cepa apasionados por las hamburguesas. Recibiendo el beso de Charlize Theron, la musa parlante, el bonachón y combativo Michael Moore empieza a palpar la preciada Palma de Oro, valorizada más que por sus 20,000 euros de oro puro por haber sido el símbolo de reconocimiento a muchos de los genios más revolucionarios del séptimo arte. Entre los que se cuentan algunos de los favoritos del documentalista: Fellini, Truffaut. ¿Un sueño americano cumplido? Por supuesto que sí, pero uno muy peculiar, viniendo de alguien que busca derrocar por medio de su panfletario filme a la máxima autoridad de su país, que tanto para él como para la mayoría de personas en el mundo ha violentado los valores más esenciales que predica su nación. ¿Tendría que sorprendernos que Cannes se confunda vivamente con lo político? No, porque el Festival de Cannes ha llegado a ser un acto político desde que nació.
En un inicio, iba a ver la luz el 1 de septiembre de 1939. Fue un proyecto que tenía la gran posibilidad de exasperar a Benito Mussolini, quien se jactaba de tener en Italia la renombrada Mostra de cine de Venecia. Pero la irrupción de la Segunda Guerra Mundial dio lugar a que el ahora célebre festival tuviera su primera versión recién en 1946. Así, surgieron muchos sucesos que entrelazaron el cine y la política. En 1951 la retirada de las cintas China liberada y Cuatro en un jeep, que caricaturizaba a un soldado ruso, en un contexto de guerra fría. En 1956, el brillante y desgarrador documental de Alain Resnais sobre el holocausto nazi Noche y niebla dejó de estar en competencia para evitar desavenencias con las naciones con las que se mantenía buenas relaciones. En 1959 otra película del director de El año pasado en Marienbad tuvo que presentarse fuera de competición con el objetivo de no generar problemas entre Francia y Estados Unidos. Hiroshima mi amor mostraba desoladoras imágenes de la ciudad japonesa después de la explosión de la bomba atómica norteamericana.
El recordado Mayo de 1968 también alteró el discurrir de la gran fiesta del cine. Milos Forman y Miklós Jancsó solicitaron el retiro de sus películas por solidaridad y a continuación el festival se canceló con la renuncia del jurado, encabezado por Roman Polanski. Casualmente, al año siguiente se alza con la Palma de Oro la cinta If... de Lindsay Anderson, que trata sobre una revolución estudiantil, y filmes de temática afín como Adalen 31 de Widerberg o Z de Costa-Gavras son reconocidas con otros premios. A comienzos de los años ochenta, cintas que recibieron palmarés como El hombre de hierro de Wajda, Desaparecido del mismo Costa-Gavras o Yol de Güney darían al festival, nuevamente, un trasfondo político. Con la inquietante beligerancia mostrada por la Casa Blanca después de los atentados del 11 de septiembre, se ha valorado en el año 2002 a filmes como El pianista de Polanski (ambientada en la época de la invasión nazi en Polonia), que ganó la Palma de Oro, y Bowling for Columbine del mismo Moore, ganadora del premio por el 55a aniversario del festival.
Homenaje al (auténtico) cine
Sin embargo, al tomar conciencia de qué es lo más loable que ha ofrecido Cannes en su historia, apreciaremos que es algo que no tiene nada que ver con la política. El festival ha sabido reconocer a la mayor parte de los directores más brillantes que ha dado la pantalla grande en sus poco más de cien años de vida. Por medio de palmarés u otro tipo de premios, se ha dado una justa recompensa al genio visionario de Orson Welles (Othelo, Campanadas a medianoche); a la épica alucinatoria y las emotivas reflexiones sobre el ser humano de Akira Kurosawa (Kagemusha); al intenso minimalismo existencialista de Ingmar Bergman; a las fascinantes y subversivas visiones imaginadas por Luis Buñuel (Viridiana, La joven, Nazarín, Los olvidados); a los brillantes albores de la nueva ola francesa, que cambiarían radicalmente la evolución del séptimo arte, de la mano del François Truffaut de Los 400 golpes; al ensoñado y cálido hipnotismo del cine del gran Federico Fellini (La dolce vita, Intervista, Las noches de Cabiria, Roma); o a la mística e influyente poesía de Andrei Tarkovsky (Sacrificio, Nostalgia, Solaris, Stalker, Andrei Rublev), por mencionar sólo algunos de los grandes cineastas clásicos premiados. En las décadas más recientes se ha premiado también a directores como Wim Wenders, Emir Kusturica, Jane Campion o Lars Von Trier; a deslumbrantes cineastas orientales como Chen Kaige, Wong Kar Wai o Zhang Yimou; a autores estadounidenses imprescindibles como Francis Ford Coppola, Robert Altman o Martin Scorsese. Ese cine independiente norteamericano, de formidables experimentaciones genéricas, que tiene como íconos a David Lynch, Quentin Tarantino, Jim Jarmusch y los hermanos Coen, no deja de ser celebrado por el festival. Lo que singulariza a Cannes es su poder de convocar a un jurado capaz de reconocer las virtudes de una obra que, por lo general, demuestra que el cine nunca deja de renovarse, y que mantiene una fuerza inacabable para capturar e invadir nuestros sentidos.
Los reflectores y el negocio
No obstante, Cannes también luce una espectacularidad farandulera. Si en el transcurso del siglo que acaba de pasar divas de la talla de Gina Lollobrigida, Sophia Loren o Brigitte Bardot fueron infaltables, grandes figuras del star-system norteamericano como Nicole Kidman, Jennifer Aniston o Brad Pitt ocupan ahora esa función de establecer una relación magnética con las cámaras. ¿Pero de qué manera puede ser beneficiado el común de los mortales que no puede asistir a la gran fiesta del cine? Con el feliz encuentro entre proyectos, distribuidores, cintas y productores, que con su comunión dan lugar a que las buenas películas lleguen, por lo menos en algunos casos, a nuestras salas de cine, aún pletóricas de enlatados innombrables.
José Carlos Cabrejo
DATOS ADICIONALES:
- La única película hispanoamericana que ha recibido la Palma de Oro fue María Candelaria de Emilio "El indio" Fernández.
- El país que se ha llevado la mayor cantidad de premios es Estados Unidos (18), seguido de Italia (12), Francia (9) y Reino Unido (8).
- Se han llevado dos Palmas de Oro hasta hoy: Francis Ford Coppola, Shohei Imamura, Bille August y Emir Kusturica.
- Representantes del neorrealismo italiano como Roberto Rossellini y Vittorio de Sica también han recibido palmarés. Otro célebre italiano ganador de la Palma de Oro fue Luchino Visconti, con El gatopardo.
4 comentarios:
En la lista de los que se han llevado 2 palmas de oro faltan los Dardenne con Rosetta y el Nniño
Saludos, no hace falta presentarme, porque creo que Blogger lo hace bastante bien. Sólo quería felicitarlos por el lanzamiento y preguntarles si acaso algún día podía colaborar con ustedes. Soy crítico de cine en Piura, trabajo para el Diario El Tiempo y tengo un blog donde cuelgo mis comentarios. Éste es:
cinegamo.blogspot.com.
Un abrazo. Y éxitos.
Tienes razón. Olvidé actualizar esa parte del artículo.
Bien por la aclaración (J.C.C.).
Hola Josué
Te agradecemos por la oferta y claro que nos gustaría tu colaboración.
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