Curiosas y contradictorias sensaciones de impaciencia y excitación provocadas por las travesías de Pi, en “Una aventura extraordinaria”, y de Bilbo, en “El Hobbit: Un viaje inesperado”.
En “El Hobbit”, impaciencia ante la monumentalidad kitsch del imperio élfico y su palabrería trascendental. Irritación ante la bobería de la silueta de Galadriel y sus fondos rosa y los diálogos sentenciosos de todo el episodio, por más admiración que se profese por Cate Blanchett y por Christopher Lee. Desconcierto ante la curiosa capacidad de Peter Jackson para dilatar un par de situaciones mínimas y hacer que duren lo indecible, como ocurre con la invasión de los enanos a la casa de Bilbo, que empieza teniendo la gracia de un musical pero que, luego de quince minutos, maldita la gracia que tiene.
Excitación y entusiasmo, en cambio, ante el relato de la caída de Erebor y su épica exalttada y trágica; ante los paisajes cenizos y los bosques tortuosos recorridos por el séquito de hobbits en la segunda parte de la película; ante el fragor de las batallas con los orcos y ante los riesgos sucesivos que afrontan y sortean los personajes; ante los arbitrarios, pero bienvenidos, cambios de tono del relato, que nos transporta en un tris de la tensión de la aventura al escalofrío de lo fantástico, con la intervención seres grotescos y monstruosos.
Jackson sabe que tiene entre manos una historia con escasos incidentes que ventilar y se dedica a recrear situaciones que remiten a las de viejos filmes de aventuras exóticas. Durante toda la proyección recordé las imágenes vistas varias veces, a los ocho o nueve años, en el cine Bijou, del Jirón de la Unión, de películas como “Los titanes de la Mongolia (“Ilia Muromets”, que era una suerte de Alexander Nevski en clave de fantasía folclórica), entre otras soviéticas de Ptuschko y demás realizadores de imaginería medieval y colores verdosos y cenizos. Filmes soviéticos que seguramente ignora Jackson –o tal vez no- pero que unían (al menos en mi memoria) similares escenografías hechizadas, imaginería folk, irracionalismo guerrero, nostalgia por lo primitivo, bosques poblados por seres malvados, magos y genios bienhechores, ciudades mágicas por rescatar, seres inmensos y amenazantes, montañas de piedra adquiriendo movimiento, humanoides repugnantes. Y todo zurcido con esa mecánica narrativa basada en una acción que arrastra a personajes que son, en esencia, seres pasivos. Como los trece enanos. Y como Bilbo, que posee un “heroísmo” de ocasión digno de alguna novela satírica. O como Gandalf y sus “luminosas” y providenciales apariciones.
Porque aquí el único ser con entidad propia es el creado por la técnica de captura de movimientos: el formidable Gollum. Es un ser que duda, odia, desea, codicia, llora. Su aparición es, de lejos, lo más perturbador de la película. Es el aguafiestas que pone en cuestión, aunque sea por un momento, esa apoteosis del irracionalismo mágico y guerrero que sella el abrazo entre Bilbo y el líder frente a la Montaña Prometida.
Las mismas sensaciones contradictorias con “Una aventura extraordinaria”.
Impaciencia con las fosforescencias nocturnas, trascendentales, cosméticas, de vidriera. Con la estética de postal panteísta que alecciona con el discurso de Pi y su ejemplar resistencia y su lección de vida. Empalago con las piruetas fotográficas del anochecer tóxico, altamente digital y aparentemente lisérgico del buen Pi en la isla flotante. Desconcierto ante las capacidades camaleónicas y transnacionales de Ang Lee –similares a las de Pi profesando varios credos religiosos a la vez- para filmar como perfecto cineasta norteamericano (“La tormenta de hielo”), británico (“Sensatez y sentimientos”), chino (“El tigre y el dragón”) o indio, o mejor indio afrancesado. Exasperación ante la cháchara teológica de Pi y sus brazos en alto clamando hacia el sordo cielo mientras sobrevive en alta mar: el sermón es tan insistente que llegamos a desear que algún cardenal autoritario le suspenda la licencia.
Admiración, en cambio, ante la capacidad narrativa de Lee en la parte central de la película, cuando Pi se enfrenta, en la embarcación, con la hiena que agrede a la cebra y al orangután, y luego, con el tigre. Es decir, la película gana en la exposición del cotejo físico, del enfrentamiento con las bestias, en la lucha para sobrevivir. Lee hace la crónica de las destrezas que adquiere el muchacho para resistir, pero también de sus actitudes frente a la fatiga, al peligro, al desánimo y a la necesidad visceral por mantenerse. En este intermedio “descriptivo” radica lo mejor del filme. Tal vez porque en él Pi no aparece “tipificado”, ni “santificado”, ni convertido en el protagonista de un expediente. Y los animales no son personajes de Disney.
Ricardo Bedoya
9 comentarios:
A mí sí me gustó de "El Hobbit" la visita de los 13 enanos a la casa de Bilbo. Me parece esencial para relanzar la historia y estéticamente tiene mucha gracia. Para nada me pareció inútil ni extendida y además es una delicia escucharlos cantar al estilo "leprechaun" de Jethro Tull. En realidad tengo poco que criticar de esta película, entre esos aspectos concuerdo con el Sr. Bedoya sobre la gastada aparición de Cate Blanchett como Galadriel y toda la cháchara élfica. Pero más tonta me parece la escena de la batalla contra el rey troll que me hace recordar a los recorridos de un vídeojuego de Mario Bros. Por lo demás es imposible pasarla bien ante este inicio de la precuela del Señor de los Anillos. Si bien la película es un tanque de las Majors, se trata de un entretenimiento de los buenos.
Frente a lo visual, ambos filmes coinciden en explotar este recurso. En "Una aventura extraordinaria" el trailer podría desconcertar porque en este se ven efectos fingidos, casi falsos. Muy a pesar el filme de Ang Lee se presta a lo pictórico, algo que roza con los fantasioso o de ensueño. Más que un viaje extraordinario lo mejor sería llamarlo un viaje extravagante. En efecto, se disfruta los efectos visuales (más que el 3D, no se confunda). Por lo contrario, "El hobbit" fracasa frente a su tecnología hiper-realista de los 48fps, un formato acelerado que sería notable en filmes de corte documental, por ejemplo, donde remarcar rostros o facciones tendrían sentido, no en un filme de fantasía, donde más bien se desvirtúa la esencia del filme (que hiper-fantasioso) de la manera más presuntuosa.
En "Una aventura extraordinaria" Ang Lee quiere contarnos la historia de Pi de forma ecuménica pero al final le queda un cuento muy chino. Lo malo es que utiliza un didactismo innecesario para explicar toda la fantástica y magnífica travesía náutica digna de verse en 3D. Debió haber aprendido de Tim Burton en su película "El gran pez" que me vino a la mente de mejor forma que cuando se estrenó.
1) "Jackson sabe que tiene entre manos una historia con escasos incidentes que ventilar y se dedica a recrear situaciones que remiten a las de viejos filmes de aventuras exóticas". Ya. ¿Y tú cómo sabes esto, Sr. Bedoya?
2) Empalago es lo que me produce, a veces, su prosa pretenciosa. Cito esto, por ejemplo, de su recuento de fin de año: "Las permutaciones narrativas libres y abiertas son la regla y la excepción". OK. Si Hong Sang-Soo supiera español diría: "Qué crítico tan pretencioso". Saludos cordiales.
1) ¿Cómo lo sé? Porque vi la pelicula, pues, estimado anónimo. No hablo de Jackson como persona natural sino como un director que ejerce como tal y narra una historia escasa en incidentes y, por eso, toma situaciones que evocan las de otras aventuras típicas. Por eso, la película dilata y extiende asuntos secundarios o infla y espectaculariza otros que sí son centrales. Pero todo es expansivo, para que llegue a las tres horas.
2)No tengo nada que decir. Le agradezco la observación. Pero acepte una recomendación: trate de ver la película del coreano y su "prosa" particular.
Estoy de acuerdo con el comentario. A Pi dan ganas de decirle que se calle.
no pues ricardo, por q no has hecho un comentario/analisis mas extenso de "life of pi"?? me he pasado un buen rato en internet tratando de profundizar sobre cual de las dos historias es la q debe ser, q si el tigre es Dios, q si la isla carnivora era una isla en la q el tedio y el apenas subsistir (en vez de vivir) lo iban a matar, q si la historia cumple su cometido (creer en Dios). como interpretar la historia? q tan abierta a interpretaciones personales esta?
yo pense q iba a encontrar 5 paginas sobre esta pela en tu blog y apenas encontre 2 parrafitos...
A mi "una aventura extraordinaria" me parecio una muy buena pelicula , la historia , las situaciones y el tema de fondo cuajan perfectamente , se amalgaman y se vuelven perfectamente creibles , ademas los efectos estan tan bien hechos q casi no notamos su presencia en las escenas del protagonista con el tigre , y ni que decir de su funcion de darle una belleza y hermosura a la pelicula en escenas como la de la ballena jorobada o la noche en la isla misteriosa . Al anonimo anterior , todo eso q te preguntas lo debes encontar tu mismo y decidir en q creer , y ese creo es el punto , lo q nos quiere decir la pelicula , quizas exteriorizar lo q llevamos dentro tomando la decision de si creer o no creer lo que a vivido Pi , yo le creo . Y no te hagas problemas con Ricardo , a estas alturas ya deberias de saber q films "fantasiosos" no son precisamente los de su agrado .
Para terminar , el Hobbit me parecio diametralmente opuesta a "una aventura extraordinaria" , no hay para comentar mucho , solo dire q es tediosamente aburrida pero su principal error es que es muy facil , gratuita y con una trama absurda . Los buenos son unos enanos debiles pero con toda la suerte del mundo q ninguno muere y ni siquiera alguno queda herido , y los malos son unas fieras diabolicas , gigantes mastodontes pero sin una sola neurona q les funcione , ademas la pequeña espadita les entra un poquito y ya muerieron , en fin es tan desechable como la gaseosa o palomita de maiz .
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